En el judaísmo, el cristianismo y el islam, Abraham es un patriarca venerado cuya relación con Dios proporciona la historia fundacional de la relación beneficiosa de Dios con la humanidad. De acuerdo con la tradición religiosa (y según algunos el mito), Abraham (c. siglo XX a.C.) nació en o cerca de la ciudad de Ur Mesopotamia, probablemente en el sur de Caldea. Abraham (originalmente Abram), se casó con su media-hermana, Sara (originalmente Sarai) y comenzaron un largo viaje de Mesopotamia a Harán, y después a Canaán y Egipto. Detallado en el libro del génesis, capítulos 12-25, el nombre de Abraham viene a significar "padre de una multitud" o "amigo de Dios". Su jornada, como se describe en la Biblia, es larga y dramática, y Abraham y Sara se encuentran con diferentes culturas, costumbres, y grupos de personas a lo largo del Creciente Fértil de Mesopotamia a Egipto.
La historia tradicional de Abraham
La Biblia señala que a los 75 años de edad, Abraham recibió una invitación divina o llamado de Dios (Yahvé) a viajar a una tierra lejana donde Dios lo premiaría sin medida. Génesis 12:1-3 afirma:
Haré de ti una gran nación y te bendeciré; Engrandeceré tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren, maldeciré; y en ti serán benditas todas las familias de la tierra. (12:2-3)
A pesar de los peligros inherentes de viajar a tan avanzada edad y a través de un territorio desconocido y hostil, Abraham confió en Dios y tomó a su familia entera (incluidos su padre y sobrino Lot) y posesiones personales en su viaje a la tierra prometida.
La primera parte del viaje supuestamente los llevó a Harán, en el norte de Mesopotamia, donde su padre, Taré, murió a los 205 años. En la segunda parte del viaje, la caravana de Abraham entró y recorrió Canaán, donde Dios se apareció a Abraham, diciendo, "A tu descendencia daré esta tierra" (12:7). En celebración y alabanza, Abraham construyó un altar para Dios y luego "se dirigió hacia las colinas al este de Bethel y plantó su tienda, con Bethel al oeste y Hai al este" (12-8). Como antes, el génesis señala que Abraham construyó otro altar para Dios antes de mudarse nuevamente al Negev, suroeste del Mar Muerto.
Farsa en Egipto
En una parte triste pero normal de la existencia en el antiguo Oriente Medio, una terrible hambruna se extendió por todo Canaán, y Abraham y su familia escaparon a Egipto en busca de rescate y alivio. El traslado estuvo lejos de ser tranquilizador ya que Abraham empezó a temer por su vida debido a la belleza de su esposa de 65 años. Abraham afirmó, "Cuando los egipcios te vean, dirán 'esta es su esposa'. Después me matarán a mí, pero a ti te dejarán vivir" (12:12).
Por astucia o por cobardía, Abraham instruyó a su esposa a "fingir" ser su hermana, lo cual ya era cierto, ya que Sara era su media hermana. Las preocupaciones de Abraham estaban justificadas, aparentemente, porque después de que entraron a Egipto, "los egipcios vieron que Sarai era una mujer muy hermosa. Y cuando los oficiales del faraón la vieron, la alabaron ante el faraón [posiblemente Senusret II, que gobernó Egipto desde 1897-1878 a.C.], y fue llevada al palacio" (12:14-15). Para Abraham, esta no fue la peor de las situaciones ya que recibió muchos regalos del faraón, entre ellos, ganado y sirvientes.
Aun así, la Biblia relata que Dios no estaba complacido con el escenario que rodeaba a Abraham y Sara. El faraón y su casa pronto experimentaron horribles plagas, que lo alertaron de la artimaña de Abraham. El faraón exclamó "Qué me has hecho?" (12-18), humilló a Abraham por su engaño y pidió que se fueran (aunque curiosamente permitió que Abraham se quedara con los regalos). Después, el génesis registra que "Abraham subió de Egipto al Neguev, con su mujer y todo lo que tenía, y Lot se fue con él. Abram se había hecho muy rico en ganado, en plata y oro" (13:1-2).
Al regresar a Canaán, Abraham y su tribu prosperaron y se expandieron incluso más que antes, lo que generó disputas y competencias intertribales entre Abraham y los pastores de Lot por las tierras de pastoreo para sus rebaños en constante crecimiento. El génesis afirma:
Pero la tierra no pudo sostenerlos mientras permanecieron juntos, porque sus posesiones eran tan grandes que no podían permanecer unidos. Y surgió una disputa entre los pastores de Abraham y los de Lot. (13: 5-7)
Por lo tanto, se separaron y Abraham escogió la llanura de Hebrón para llamar "hogar" y Lot eligió la llanura de Sodoma, lo que terminaría en una decisión desastrosa para Lot y su familia.
Infertilidad
Una de las partes centrales de la historia de Abraham y Sara se refiere a su incapacidad para concebir un hijo, lo que era muy importante en la antigüedad, tanto socialmente como para sobrevivir. La falta de hijos y la esterilidad en la época patriarcal se consideraban como un signo de vergüenza sobre la mujer, típicamente el resultado de un pecado no revelado en su vida. Adicionalmente, los hijos eran considerados como una bendición y una forma de seguridad social, asegurando la protección y el cuidado en la vejez de las personas. Comprensiblemente, en Génesis 15:1, Abraham se lamenta:
Soberano señor, ¿qué me puedes dar si permanezco sin hijos y los que heredarán mi estado son Eliezer o Damasco?... No me has dado hijos; así, un sirviente de mi casa será mi heredero. (2-3)
La Biblia proporciona una vez más un vistazo a la relación íntima entre Abraham y Dios proclamando, "No temas, Abram. Yo soy tu escudo, tu gran recompensa" (1), y Abraham tomando la palabra de Dios, que "[Dios] se la dio por justicia" (15-6). La esposa de Abraham, Sara, sin embargo, era menos paciente y estaba más desesperada por tener un hijo. Aparentemente estéril y de avanzada edad, ordena a Abraham que tenga relaciones sexuales con su esclava egipcia, Agar, cuyo hijo tomaría como suyo para criarlo.
A pesar de que esto ofende sensibilidades modernas por su crueldad y explotación, los encuentros sexuales entre esclavos y dueños no eran algo raro; como esclava, Agar tenía pocos (si algún) derecho de propiedad. Además, tal vínculo brindaba una integración más profunda dentro de la casa y podría crear una mayor seguridad social para la esclava. Aun así, los lazos biológicos y afectivos entre las madres y sus hijos son muy fuertes, por lo que (comprensiblemente) Sara y Agar llegaron a tener una antipatía mutua inmensa que ocasionó burlas de Agar y maltrato físico de Sara sobre las dos.
Agar, la esclava fugitiva
La Biblia dice: "entonces Sara maltrató a Agar; así que Agar huyó de ella" (16-7), y se fue para el desierto, peligrosamente, sin los suministros adecuados. Afortunadamente para Agar, de acuerdo al texto bíblico, Dios envió un ángel para rescatarla y devolverla a Sara. Él dijo: "Vuelve con tu ama y sométete a ella...Yo aumentaré tanto tu descendencia que será demasiado numerosa para contarla" (16:9-10). Esto añade otra línea cultural a la historia, ya que la esclavitud fue una parte integral de la antigua existencia, y proporcionaba beneficios clave que acompañaban sus restricciones sociales para muchas personas (especialmente para las mujeres).
Esto lleva a otro de los momentos más conmovedores de la Biblia, cuando Agar le da un nombre a Dios: El Roi. Ella dice: "Tú eres el Dios que me ve... Ahora he visto al Dios que me ve" (16-13). En una época en la que los esclavos eran considerados mera propiedad y las mujeres eran relegadas a una clase social más baja, la Biblia habla de la gran misericordia y compasión de Dios por Agar a pesar de su humilde posición, afirmando su humanidad y valor en el mundo.
Agar regresó con Sara y entregó su hijo a Abraham, de 86 años, a quien Dios ordenó que llamará "Ismael" (16:11). A pesar de que se convertiría en el padre de las naciones árabes, las escrituras hebreas lo describen como "un asno salvaje de hombre; su mano estará en contra de todos y la mano de todos estarán contra él, y vivirá en enemistad con todos sus hermanos" (16:12).
El pacto de la circuncisión
Algunos años después, el génesis registra que Dios amplió su pacto con Abraham y le encomendó lo siguiente: "vive en mi presencia y sé intachable. Entonces, haré mi pacto contigo y multiplicaré tu descendencia en gran manera" (17:1-2). Abraham se postró en tierra cuando Dios describió este nuevo pacto eterno entre ellos que requería una extensión de su nombre a "Abraham," y una reducción de su anatomía. Dios proclamó:
Te someterás a la circuncisión, y esa será la señal del pacto entre tú y yo. Para las generaciones venideras, todos los varones entre ustedes que tengan ocho días de nacidos deben ser circuncidados, incluidos los nacidos en tu casa o comprados por dinero a un extranjero, los que no son tu descendencia. (17:11-12)
Este sería el acuerdo de Abraham y su nación con Dios, una señal física y expresión de su amor y compromiso mutuo. Con este sacrificio y seria expresión de devoción y obediencia, Dios bendeciría la nación como lo haría con Abraham y Sara con un hijo propio, al fin.
Con ambos cerca de los cien años de edad, el prospecto de quedar embarazada y de dar a luz parecía imposible. De hecho, cuando escuchó la noticia de que serían padres, "Abraham cayó de cara al suelo; y se rio" (17:17) - al igual que Sara. Aun así, la Biblia registra que Dios le aseguró a la anciana pareja, "Pero mi pacto lo estableceré con Isaac, a quien Sara dará a luz por este tiempo el próximo año" (17:20-21). Obediente hasta el final, Abraham circuncidó a su hijo, Ismael, y a todos los hombres de su tribu. Él, también, fue circuncidado a los 99 años de edad, mostrando su gran amor y una costumbre cultural que se transmitió de generación a generación hasta nuestros días.
Otra farsa para Abimelec
A pesar de las promesas de Dios anotadas en la Biblia, Abraham seguía preocupado por su seguridad y la de su casa. Así, cuando Abraham viajó a la región de Gerar, viejos miedos resurgieron sobre la belleza de su esposa y la amenaza de que otros lo matarían para obtener a Sara, como Abimelec, el rey de Gerar, quien "mandó por Sara y la tomó" (20:2). Una vez más, Abraham hizo pasar a Sara por su hermana (quizás porque le fue muy bien en Egipto). Esta vez, sin embargo, la Biblia registra que Dios advirtió a Abimelec que no tocara a Sara en un sueño inquietante.
En este diálogo nocturno con Dios, Abimelec abogó por su caso, en el que Dios estuvo de acuerdo en que su relación con Sara se trataba más de las mentiras de Abraham (y Sara) que de los deseos del Rey. Aun así, Dios le responde:
Sí, sé que hiciste esto con la conciencia tranquila y por eso te he guardado de pecar contra mí. Por eso no te dejé tocarla. Ahora devuélvele a su esposa, porque él es un profeta, y él orará por ti y vivirás. Pero si no la regresas, puedes estar seguro de que tú y todos los que te pertenecen morirán. (vv. 20:6-7)
Al igual que con el faraón, Abimelec reprendió a Abraham, que compartió sus miedos con él, pero Abimelec devolvió a Sara a Abraham con su honor. Más que eso, el rey le dio regalos de ovejas, ganado, esclavas y riquezas, diciendo: "Mi tierra está ante ti; vive donde quieras" (v. 20:15). Abraham, queriendo hacer las cosas bien, oró por Abimelec y su familia, quienes fueron sanados de su breve maldición de no tener hijos.
Se cumple una promesa
A pesar de la inseguridad y necedad de Abraham, el génesis indica que Dios cumple la promesa a la pareja del pacto y nace Isaac, cuyo nombre significa "Risa," porque Sara se rio al escuchar que quedaría embarazada a tan avanzada edad. Abraham, ahora con 100 años de edad, obedeció a Dios y circuncidó a Isaac de acuerdo al pacto, y Isaac "creció y fue destetado" (v. 21:8). Sin embargo, la historia de la familia de Abraham no termina. Por celos e inseguridad, sin duda, Agar la egipcia se burló de Isaac y Sara, lo que llamó la atención de Sara, quien se cansó de las insolencias de su esclava y exigió a Abraham que los despidiera. El génesis afirma: "El asunto angustió mucho a Abraham porque se trataba de su hijo" (21:11), pero Dios le reafirmó a Abraham que Ismael sería cuidado y bendecido enormemente.
Una vez más, Agar y su hijo están luchando por sobrevivir en el desierto, muriendo de sed, y una vez más, Dios envió un ángel a rescatarlos, y les dijo: "No tengan miedo; Dios ha escuchado al niño llorar ahí acostado. Levanta al niño y tómalo de la mano, porque yo haré de él una gran nación" (21:17-18). Entonces Dios les proporciona un pozo de agua para que calmen su sed y refresquen sus cuerpos. El génesis dice que "Dios estaba con el niño [Ismael] mientras crecía. Él vivió en el desierto y se hizo arquero" (21:20).
Uno de los pasajes más controvertidos de la Biblia se refiere al mandato de Dios a Abraham de que sacrifique a su hijo, Isaac el niño de la promesa. Dios le dijo a Abraham, "Toma a tu hijo, tu único hijo, a quien amas, Isaac, y ve a la región de Moriah. Sacrifícalo allí en holocausto en un monte que yo te mostraré" (22:2). Curiosamente, el pasaje no registra a Abraham discutiendo con Dios a pesar de que debió estar en un gran conflicto y triste por la orden que Dios le dio.
El sacrificio de Isaac
Al día siguiente, Abraham llevó a su hijo y dos sirvientes a un viaje a la montaña que Dios le había indicado para ofrecer el sacrificio de su hijo. Todavía hay preguntas sobre la edad de Isaac y algunos académicos dicen que era solo un niño, mientras que otros afirman que estaba cerca de la "adolescencia". A pesar de todo, Isaac desconocía el plan de Dios para él y preguntó a su padre: "¿Dónde está el cordero para el holocausto?" (21:7), a lo que Abraham respondió: "Dios proveerá el cordero para el holocausto hijo mío" (21:8), lo que muchos cristianos han afirmado que es un presagio del sacrificio de Jesús en la cruz como se registra en el nuevo testamento.
De todos modos, después de cansar a Isaac haciéndole cargar la madera para su sacrificio en la montaña, "Abraham construyó un altar allí y dispuso la madera en él. Ató a su hijo Isaac y lo acostó en el altar, encima de la madera. Luego, levantó su mano y tomó el cuchillo para matar a su hijo" (21:19-10), pero un ángel del Señor lo detuvo y lo eligió por su voluntad de sacrificar a su hijo por obediencia y temor (respeto) de Dios. El ángel del Señor le dijo a Abraham:
Porque has hecho esto y no me has negado a tu hijo, tu único hijo, te bendeciré y haré tus descendientes tan numerosos como las estrellas en el cielo y la arena a la orilla del mar (21:16-17).
La historia de Abraham comienza a llegar a su final con la muerte de Sara a los 127 años, quien murió en Hebrón y fue enterrada en la cueva de Macpela, la cual Abraham compró a los hititas, y donde todos los patriarcas y matriarcas serían enterrados al lado de Raquel. Su ubicación aún no se ha verificado aunque algunos académicos afirmaron haberla descubierto en el siglo XIX d.C., asegurando que se encuentra debajo de una edificación masiva originalmente construida por Herodes y ahora cubierta por una mezquita musulmana de la era de Saladino.
El Génesis 25 reporta que Abraham se volvió a casar después de la muerte de Sara (o se casó con otra mujer mientras que aún estaba casado con Sara) a los 137 años. El nombre de su segunda esposa era Keturah y tuvieron seis hijos juntos: "Zimran, Jokshn, Medan, Midian, Ishbak, y Shuah" (25:2). Aun así, según la tradición judía, Isaac era el principal heredero de Abraham, el hijo de la promesa. Así, cuando Abraham murió a los 175 años de edad, "una buena vejez" (25:7-8), todas sus posesiones fueron para Isaac, incluyendo la bendición de Dios a través de la alianza. A pesar de esto, en una dulce muestra de unidad lúgubre, "Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron en la cueva de Macpela cerca de Mamre, en el campo de Efrón hijo de Zohar el hitita, el campo que Abraham compró a los hititas" (25:9:10).
La evidencia epigráfica y arqueológica del patriarca Abraham
Al igual que con otras figuras bíblicas antiguas, existe poca o casi ninguna evidencia arqueológica directa de Abraham. Por su propia naturaleza, las tribus nómadas dejan pequeñas edificaciones permanentes o artefactos religiosos para establecer su existencia. En el desierto, todos los recursos son preciosos e indispensables para la vida de la comunidad tribal. Habiendo dicho esto, varios descubrimientos arqueológicos (antiguos y más recientes) afirman indirectamente la existencia de personas y lugares que Abraham habría encontrado en sus viajes descritos en la Biblia.
A saber, arqueólogos han confirmado la existencia de un complejo urbano cerca de la ciudad de Ur al sur de Iraq que habría existido durante el viaje de Abraham, referencias en las tablas de Ebla parecen mostrar una comprensión monoteísta de Dios a pesar del politeísmo del siglo XX a.C. en la cultura del medio Oriente, miles de tablas de arcilla encontradas en Mari en la actualidad Siria que incluyen terminología de la historia bíblica de Abraham, y académicos señalan conexiones históricas al éxodo y la emigración amorreos que ocurrieron alrededor de 2100-1900 a.C.
Adaptado de God in the Details: A Biblical Survey of the Hebrew and Greek Scriptures (Kendall-Hunt, 2017) [Dios en los detalles: un estudio de las escrituras hebreas y griegas].