Jacobo I de Inglaterra (r. 1603-1625), quien también fue Jacobo VI de Escocia (r. 1567-1625), era el hijo de María I de Escocia, también conocida como María Estuardo, y unificó los tronos de Escocia e Inglaterra después de la muerte de la reina Isabel I de Inglaterra (r. 1558-1603) quien murió sin herederos. Por primera vez, había un solo monarca para Inglaterra, Escocia e Irlanda.
El accidentado reinado de Jacobo I fue testigo de la adopción de la bandera Union Jack en 1606, la fallida Conspiración de la pólvora de 1605, la publicación de la versión autorizada de la Biblia en 1611 y el viaje del Mayflower a Norteamérica en 1620. Jacobo estaba convencido de su derecho divino al poder absoluto, lo que junto con su alto nivel de gastos, lo llevó a frecuentes conflictos con el Parlamento inglés. Jacobo, miembro de la casa Estuardo, reinaría hasta su muerte en 1625. Fue sucedido por su hijo Carlos I de Inglaterra (r. 1625-1649).
Familia y reinado en Escocia
Jacobo nació en el Castillo de Edimburgo el 19 de junio de 1566; su padre fue Henry Stewart, Lord Darnley (1545-1567), y su madre fue María I de Escocia (r. 1542-1567). El reinado de María no fue nada tranquilo, con escándalos de dos matrimonios y dos complots de asesinato, uno de los cuales condujo a la muerte de Lord Darnley en febrero de 1567. A María no le ayudó para nada su firme promoción del catolicismo en un reino que se había inclinado notablemente hacia el protestantismo. En resumen, María fue forzada a abdicar el 24 de julio de 1567 en favor de su hijo, que se convirtió en Jacobo VI de Escocia. Jacobo fue coronado el 29 de julio de 1567 en la iglesia de Holy Rude en Stirling. Jacobo tenía apenas un año de edad, por lo que, si se le daba una educación protestante, podía ser fácilmente manipulado por los barones que gobernaban en su nombre, una situación que vio pasar a cuatro regentes sucesivos antes de que Jacobo llegara a la edad adulta.
James Stewart, conde de Moray (1531-1570), fue regente de 1567 a 1570. Rápidamente le siguieron otros dos regentes, y luego un cuarto, James Douglas, conde de Morton, asumió el cargo en 1572. A partir de 1578, Jacobo comenzó a gobernar por derecho propio, al menos nominalmente, ya que sólo tenía 12 años. El joven rey se convirtió en un peón en el campo de batalla religioso de Gran Bretaña, donde los monarcas católicos franceses apoyaban a los católicos en Escocia, y la reina protestante de Inglaterra, Isabel I, apoyaba a los seguidores de su fe al otro lado de la frontera. Jacobo fue incluso secuestrado por lores protestantes ingleses en agosto de 1582, un suceso conocido como el Asalto de Ruthven, por su cabecilla William Ruthven, conde de Gowrie. La toma del poder duró poco y el rey fue liberado al cabo de diez meses. Ruthven fue ahorcado. Mientras tanto, los conspiradores protestantes ingleses no se rindieron y, con el apoyo de una población cada vez más protestante, en octubre de 1585 la causa católica había muerto definitivamente en Escocia. En julio de 1586, Inglaterra y Escocia firmaron un tratado de paz, el Tratado de Berwick. El propio Jacobo parece haber estado ávido por la paz y no se puso del lado de ninguna facción religiosa.
El 23 de noviembre de 1589, Jacobo se casó con Ana de Dinamarca (n. 1574), la hija de Federico II de Dinamarca y Noruega (r. 1559-1588). Esta unión fue una buena forma de fortalecer los importantes lazos comerciales entre Escocia y los Estados bálticos. Ana murió en marzo de 1619, pero la pareja tuvo siete hijos, de los cuales solo tres sobrevivieron a la infancia: Enrique (n. 1594), Isabel (n. 1596) y Carlos (n. 1600). Desafortunadamente, Enrique murió de fiebre tifoidea en 1612 con apenas 18 años, por lo que Carlos, menos preparado, se convirtió en heredero al trono. Isabel, mientras tanto, se casó con el rey de Bohemia y su nieto gobernaría Inglaterra como Jorge I de Inglaterra (r. 1714-1727), el primero de la dinastía Hannover.
El reinado de Jacobo en Escocia se fue asentando mientras seguía un camino intermedio y trataba de mantener a los católicos y a los protestantes contentos y libres de persecución. El rey escribió La verdadera ley de las monarquías libres (1598) y Basilikon Doron (1599), con gran relevancia en eventos posteriores, los cuales defendían con vehemencia la idea del derecho divino de los reyes: que los monarcas solo eran responsables ante Dios y no podían ser destituidos de su cargo. Jacobo era un gran erudito y escritor, y también escribió poemas, comentarios eclesiásticos, una traducción del Libro de los Salmos y tratados contra la brujería y el tabaquismo.
Durante la década de 1590 hubo disputas con los nobles más poderosos del rey, pero su gobierno no presentó ningún desafío significativo y, en 1598, la nobleza terminó aceptando someterse a la justicia real en asuntos en disputa entre ellos. La única manzana de la discordia seguía siendo el costo y la creciente deuda del erario real, pero esto iba a resolverse al trasladar toda su corte a Londres.
Sucesión a la Corona inglesa
María Estuardo había huido de Escocia a Inglaterra buscando la protección de su prima Isabel I. La reina inglesa, sin embargo, desconfiaba de su prima, lo que tal vez resultó justificado porque durante su encierro de 19 años en varias casas de campo inglesas, María fue declarada culpable de tramar traiciones contra Isabel y conspirar junto con la Corona española. María fue ejecutada el 8 de febrero de 1587. Jacobo presentó una queja formal a Isabel sobre la muerte de su madre, pero no pasó de allí, y sus intentos de que lo nombraran heredero de Isabel no llegaron a nada. Con una buena renta anual y lo suficientemente contento como para seguir siendo rey y estar en paz con Inglaterra, Jacobo esperó por su momento y siguió con su gran pasión por la caza. Quizás de manera crucial, Inglaterra estaba en ese momento totalmente ocupada en enfrentar una potencial invasión española: la flota de la Armada Invencible de 1588.
La marina de Isabel derrotó a la Armada Invencible y su trono permaneció seguro. Sin embargo, sin hijos y sin haber nombrado heredero, cuando Isabel murió el 24 de marzo de 1603, se inició una crisis de sucesión. Como su pariente más cercano, Jacobo fue invitado a convertirse en el próximo rey de Inglaterra como Jacobo I. Tenía sangre real inglesa en las venas, porque Jacobo era el tataranieto de Enrique VII de Inglaterra (r. 1485-1509). En consecuencia, fue el final de la Casa Tudor y el comienzo de la Casa Estuardo en Inglaterra. Parece que hubo muy poca oposición a Jacobo como primera opción, y es posible que Elizabeth lo nombrara como su heredero en su lecho de muerte, aunque los estudiosos no están de acuerdo en este punto. Sin lugar a dudas, los consejeros más importantes de Isabel apoyaron a Jacobo.
Jacobo fue coronado Rey de Inglaterra e Irlanda el 25 de julio de 1603 en la Abadía de Westminster y fue el primer monarca en gobernar Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda juntas. Tras una proclamación el 20 de octubre, James se autodenominó «Rey de Gran Bretaña». Como un toque final que indicaba que había comenzado un nuevo orden, James trasladó los restos de su madre de Peterborough a una magnífica tumba nueva en la Abadía de Westminster. Entonces se instaló en su nueva corte en Inglaterra, y solo una vez, en 1617, regresaría a Escocia. Las instituciones de gobierno al norte de la frontera permanecieron como estaban antes, Jacobo gobernó mediante el Consejo Privado y el Parlamento escocés a través de correspondencia, y tal como lo dijo él mismo: gobernó con la pluma y no con la espada.
Parece que la gente corriente de Inglaterra no objetó el cambio de dinastía gobernante y el nuevo rey incluso fue vitoreado en su procesión a Londres. Sin embargo, un pequeño grupo de nobles ingleses hizo una excepción. Este grupo de rebeldes estaba dirigido por Sir Walter Raleigh (c. 1552-1618) y Lord Cobham, y su objetivo era poner a la prima de Jacobo, Lady Arabella Estuardo, en el trono. Los cabecillas fueron arrestados y el complot fracasó.
Asuntos europeos
El ascenso de un rey escocés logró poner fin a las incursiones transfronterizas que habían estado ocurriendo durante siglos entre el norte de Inglaterra y el sur de Escocia. El reinado de Jacobo vio también el final de la costosa e impopular guerra contra España que había arruinado el reinado de Isabel en términos financieros. Ambos países firmaron un tratado de paz en Londres el 18 de agosto de 1604. Las relaciones con Francia eran pacíficas pero no había mucho respeto por el tosco monarca escocés. Enrique IV de Francia (r. 1589-1610) describió una vez a Jacobo como «el tonto más sabio de la cristiandad» (Philips, 140) sobre la aparente paradoja de un rey sin tacto ni modales que sin embargo parecía manejar de forma adecuada su propia posición como monarca. El hijo de Jacobo, Carlos, resultó un poco más favorecido a los ojos de los franceses, y en 1624 se concertó un matrimonio para él con Enriqueta Maria, la hermana pequeña del nuevo rey Luis XIII de Francia (1610-1643). En Irlanda, mientras tanto, se envió protestantes para establecer «colonias» en lo que era un país católico, particularmente en el norte de la isla, aunque no solo allí. El proceso de «plantación», como se lo conoció, comenzó con la aprobación del rey en 1608, hizo que se confiscaran las propiedades de terratenientes católicos y provocó un resentimiento incalculable y duradero entre Inglaterra e Irlanda.
El Parlamento
El reinado de Jacobo en Inglaterra se caracterizó por una falta de formalidad en términos de etiqueta y protocolo de la corte, algo que resultaba inusual para los nobles ingleses. Por ejemplo, cualquier visitante podía ver al rey a la hora de comer, un privilegio jamás concedido por sus predecesores Tudor. La dicción escocesa del rey a menudo causaba confusión y se lo consideraba un poco rústico, aunque tal vez sus modales no fueran tan malos como describieron algunos escritores posteriores. Se ha dicho que el rey tenía piernas débiles, un andar extraño y una tendencia a babear debido a una lengua grande o laxa. Todas estas características pudieran indicar un caso de parálisis cerebral leve.
Otros hábitos que no le ganaron el cariño de sus nobles ingleses fueron el amor de Jacobo por el gasto y la búsqueda sin disimulo de jóvenes apuestos que luego adquirieron un poder excesivo en la corte. El mejor ejemplo de tal favorito es George Villiers, un noble menor a quien Jacobo nombró conde de Buckingham en 1617 (y luego ascendió a marqués y después a duque) y que muy a menudo controlaba quién tenía acceso al rey en su última década de gobierno.
A pesar del choque cultural, el reinado de Jacobo fue al menos moderado en términos de lidiar con las distintas facciones religiosas en su reino de protestantes, puritanos, católicos e indiferentes. El verdadero problema del rey era la política. Jacobo estaba firmemente convencido de su derecho divino a gobernar el reino con autoridad absoluta, y esta posición lo puso en frecuentes conflictos con el Parlamento inglés, incluso si en la práctica a veces se mostraba conciliatorio con sus nobles. Los predecesores Tudor de Jacobo habían entendido bien la necesidad de conciliar con los poderosos nobles a través del Parlamento, pero Jacobo, acostumbrado a una institución más débil en Escocia, quizás no comprendió las diferencias entre los dos sistemas de gobierno en Escocia e Inglaterra. Los asuntos financieros fueron una causa particular de problemas y llevaron a Jacobo a disolver un Parlamento en 1611 y otro en 1621. El Parlamento de 1614 no logró llegar a un acuerdo sobre el dinero y no aprobó ninguna legislación. Además, el intento del rey de unificar políticamente Escocia e Inglaterra fue rechazado por el Parlamento, aunque la bandera Union Jack, que combinaba las banderas de las dos naciones, fue adoptada por los barcos a partir del 12 de abril de 1606. También hubo una prolongada disputa sobre la necesidad del rey de obtener fondos para su lujoso estilo de vida, ya que el aumento en los impuestos era competencia del Parlamento.
La conspiración de la pólvora
Aunque el Parlamento y el rey rara vez estaban de acuerdo, había un grupo de conspiradores que los detestaba por igual. Al principio de su reinado, en 1605, un grupo de rebeldes católicos, molestos por una nueva ola de leyes en la Iglesia Anglicana contra los católicos practicantes, decidió tomar medidas drásticas. Los conspiradores, encabezados por Sir Robert Catesby, eran ciertamente ambiciosos y comenzaron a excavar un túnel debajo del Palacio de Westminster, donde se reunía el Parlamento. Este túnel fue abandonado cuando los conspiradores se dieron cuenta de que era bastante fácil alquilar un almacén vacío, en realidad un sótano de carbón, debajo de la parte del edificio que les interesaba. En este almacén depositaron una cantidad enorme de pólvora con la intención expresa de volar el edificio cuando el rey inaugurara el Parlamento el 5 de noviembre. Todos los nobles de mayor poder estarían presentes y sus muertes habrían provocado el caos en Inglaterra, una situación que las fuerzas pro católicas podrían aprovechar en su beneficio.
Afortunadamente, el complot fue descubierto antes de que fuera demasiado tarde cuando uno de los conspiradores, Francis Tresham, envió una carta anónima a su cuñado, Lord Mounteagle, quien iba a estar presente en el fatídico día y era un conocido católico. Mounteagle cumplió con su deber de alertar sobre el complot y finalmente se informó al rey. Cuando se investigó el almacén debajo del Palacio a la medianoche del 4 de noviembre, se detuvo a un hombre que había estado custodiando 35 barriles de pólvora, un tal Guy Fawkes. Fawkes era un soldado de fortuna católico y un experto en explosivos que había llegado recientemente a Inglaterra. Fawkes fue llevado a la Torre de Londres donde, después de muchas torturas, reveló los nombres de los conspiradores, quienes finalmente fueron ahorcados, arrastrados y descuartizados, el terrible castigo reservado para los traidores.
Para celebrar el fracaso de lo que se conoció como la Conspiración de la pólvora, las autoridades alentaron a los plebeyos a encender hogueras la noche del 5 de noviembre, y así lo hicieron, dando inicio una tradición que continúa hasta el día de hoy.
La Biblia, América y otros eventos
El accidentado reinado de Jacobo continuó y en 1611 se publicó la primera Versión Autorizada de la Biblia, conocida luego como la Versión King James o la Versión Autorizada porque el rey había permitido la enorme tarea. Esta versión fue el producto de una conferencia en la que participaron anglicanos y puritanos en Hampton Court en 1605, celebrada para decidir una versión definitiva del libro sagrado. En ese momento, existían tres versiones principales: la Gran Biblia de William Tyndale de 1539, la Biblia de Ginebra de 1560 y la Biblia del Obispo de 1572. La versión de Jacobo, compilada por un equipo de 47 eruditos, traductores y obispos durante siete años, resultó ser duradera y se convirtió, a partir de entonces y durante siglos, en la interpretación estándar en los países de habla inglesa.
En 1606, el rey otorgó una cédula real para fundar colonias en la costa este de América del Norte. En mayo de 1607, Jamestown, que lleva el nombre del rey, fue fundada en Virginia, y en 1616, Pocahontas (c. 1596-1617), la famosa hija del jefe Powhatan (1547 - c. 1618) viajó a Inglaterra y fue recibida por Jacobo I en la corte. En 1620, el Mayflower zarpó hacia América del Norte con los peregrinos puritanos que establecieron la colonia de Plymouth. Curiosamente, el Mayflower había recibido el respaldo real, a pesar de que fue la postura de Jacobo contra las libertades religiosas lo que en un principio ocasionó la partida de los peregrinos. El rey había declarado que su política hacia cualquiera que no obedeciera las prácticas estándar de la iglesia sería dura: «Los haré someterse o los expulsaré de la tierra o les haré algo peor» (Philips, 137). En 1624, Virginia se convirtió en la Colonia Real.
El florecimiento de las artes continuó como lo había hecho bajo Isabel I. Jacobo honró a la compañía de actores de William Shakespeare otorgándoles el título de «Hombres del Rey», y se representaron una cantidad significativa de obras del famoso dramaturgo en la corte real, como El rey Lear, Macbeth y La Tempestad. En otro evento que tuvo repercusiones a largo plazo, se inventó el juego del golf.
Muerte y sucesor
Jacobo sufrió varias dolencias en sus últimos años, como artritis, problemas renales y gota. El rey murió, probablemente de un derrame cerebral, a la edad de 58 años el 27 de marzo de 1625 en Theobalds Park en Hertfordshire. Fue enterrado en la Abadía de Westminster junto a su predecesor Tudor, Enrique VII. Jacobo fue sucedido por el mayor de sus hijos sobrevivientes, Carlos, que reinaría hasta 1649. Desafortunadamente para todos, incluso para él, Carlos se mostró aún menos conciliador que su padre con los nobles y las instituciones políticas, y una crisis de la monarquía se transformó en una guerra civil con todas las letras. Carlos fue ejecutado en 1649 y reemplazado por un sistema republicano encabezado por Oliver Cromwell (1599-1658). La monarquía fue finalmente restaurada en 1660 cuando el hijo de Carlos se convirtió en Carlos II de Inglaterra (r. 1660-1685). Los Estuardo continuarían gobernando hasta 1714.