Giotto di Bondone (nació en 1267 o 1277 – murió en 1337), generalmente llamado simplemente Giotto, fue un pintor y arquitecto italiano cuya obra fue muy influyente en la historia del arte de Occidente. En la actualidad, Giotto es famosísimo por el ciclo de frescos pintados en la capilla Scrovegni de Padua, donde su amor por el drama es más efectivo en escenas tales como la traición de Judas Iscariote a Jesucristo. Un pintor innovador que buscó crear a través de su arte mucho más realismo y emoción humana de lo que se había visto antes, él fue un artista que tuvo una habilidad particular para componer escenas dinámicas únicas sobre los temas religiosos que eran familiares. A menudo se le llama «el primer pintor del Renacimiento» aun cuando vivió antes de que empezara el Renacimiento propiamente dicho; de hecho, Giotto fue un puente entre los personajes bidimensionales sin carácter del arte religioso de la Alta y Baja Edad Media y el drama vívido e innovativo que se ve en las obras maestras del Alto Renacimiento.
Juventud
Giotto di Bondone nació sea en el año 1267 o 1277; los historiadores no se han puesto de acuerdo ni sobre la fecha ni sobre el lugar exacto de su nacimiento. Según una anécdota que nos cuenta el historiador del arte Giorgio Vasari (1511-1574), la familia de Giotto tenía orígenes humildes; Vasari nos informa que un día el renombrado artista Cimabue estaba viajando de Florencia a Vespigiano en la Toscana cuando se encontró con un chico que estaba cuidando de un rebaño de ovejas. El niño, que parecía tener unos diez años, estaba ocupado dibujando una oveja sobre una losa y utilizaba el filo de otra piedra puntiaguda con la que raspaba la superficie. Impresionado con el dibujo, Cimabue le preguntó su nombre y el chico respondió: «me llaman Giotto». Poco después, Cimabue invitó al joven para que se entrenara con él en su taller de Florencia. Siendo todavía un adolescente, Giotto ya era un artista cualificado y creaba paneles pintados para las iglesias. A los veintipocos años, ya había progresado hasta llegar a pintar frescos y fue integrado al gremio de los pintores de Florencia con todas las de la ley. Modesto, fornido y lejos de ser guapo, Giotto era difícilmente el artista arquetipo, pero sus obras hablarían por sí mismas.
Para entonces, el antiguo aprendiz ya estaba sobrepasando a su maestro. Giotto debió enfrentarse a un elenco repetitivo interminable de figuras bíblicas, que hasta esa época aparecían en pinturas, murales e íconos, no como algo que se debería admirar, sino como imágenes frente a las cuales se debía rezar. Al igual que Cimabue, pero yendo más lejos, Giotto estaba interesado en representar estas figuras tan familiares de modo que se parecieran a la gente de verdad y que expresaran emociones. Un excelente ejemplo de este nuevo método puede verse en la Madonna de Giotto, una pintura que se encuentra hoy día en el Borgo san Lorenzo de Florencia. Otra Virgen, el retablo conocido como Ognisanti Madonna (también llamado La Majestad con todos los santos), está pintado de igual modo y también sugiere que Giotto estaba usando modelos reales para ayudarlo en su búsqueda de expresiones faciales verdaderas. Esta última obra se encuentra hoy día en la Galería Uffizi de Florencia.
El artista revolucionario
Giotto se apartó de las convenciones del arte medieval de varias maneras importantes, igual que lo hicieron con el mármol sus casi contemporáneos los escultores, por ejemplo, los hermanos Pisano. El artista utilizó hábilmente toques de luz y sombra para crear la ilusión de profundidad en sus escenas, al igual que redondez en sus figuras humanas, dándoles una expresión realística. También pintó los elementos arquitectónicos de manera detallada y tridimensional. Para terminar, la fuente de luz en la escena que pinta suele estar claramente indicada. Al combinar estas habilidades con una apreciación magistral de cómo representar de la mejor manera los famosos episodios bíblicos en una sola escena cargada de emoción, mientras captura todo esto en un momento dinámico en el tiempo, Giotto alcanzó la fama en vida.
Al artista le encargaron obras en Florencia, Nápoles, Milán y Roma. Una variación destacada en el material utilizado se observa en la Navicella (la pequeña barca), un mosaico que fue hecho alrededor de 1300 (ahora muy alterado); esta es una representación de la barca de san Pedro que fue hecha en la basílica del mismo nombre en la Ciudad del Vaticano. Otras obras famosas incluyen los frescos (realizados en la década de 1320) en la capilla Bardi y en la capilla Peruzzi; ambas obras se encuentran dentro de la Basílica de santa Croce, en Florencia. En la capilla Bardi está el ciclo de la vida de san Francisco de Asís, mientras que en la capilla Peruzzi se muestran los episodios de la vida de san Juan Evangelista.
Como otros artistas de renombre, Giotto a menudo confiaba en sus asistentes no solo para que terminaran sus obras sino incluso para que transformaran su diseño original en una realidad; entonces, él las firmaba. Esto ha hecho que la identificación de algunas de sus obras sea problemática; en particular hay tres retablos y entre los más controvertidos están los frescos del nivel superior de la Basílica en Asís, que probablemente fueron supervisados por el maestro, pero no necesariamente fueron pintados por él. Los frescos muestran escenas de la vida de san Francisco de Asís y, hasta el día de hoy, continúa el furor del debate sobre quién los pintó; el debate se perpetúa principalmente debido a la mera calidad de las escenas y a la necesidad de ciertos historiadores de atribuir las obras a un maestro conocido. Aunque Giotto estuviera en demanda a través de Italia, no vivió solamente de su arte y era algo así como un hombre de negocios, para dar un ejemplo, arrendaba telares (el equipo necesario para hacer tejidos). Otras informaciones personales que se conocen sobre el artista es que Giotto fue un miembro laico de la Orden franciscana; además fue famoso por su sentido del humor.
Capilla Scrovegni en Padua
Actualmente la obra más célebre de Giotto, terminada en la cúspide de su carrera, son los frescos de la capilla Scrovegni (también conocida como la capilla de la Arena) en Padua, al norte de Italia. La capilla toma su nombre del hombre que encargó no solo el edificio, sino también los frescos en su interior, Enrico Scrovegni, un banquero rico de esa ciudad. El padre de Enrico fue Reginaldo Scrovegni, un prestamista infame (que logró llegar al Infierno de Dante) y Enrico siguió un camino profesional similar. Puede ser que Enrico invirtió en la capilla para reconciliarse con Dios por sus culpas del pasado y si esto fuera así, entonces no es de extrañar que el edificio estuviera dedicado a santa Maria della Carità, la Virgen de la Caridad. La capilla fue planeada para el uso privado de la familia y estaba erigida al lado de un suntuoso palacio que ya no existe desde hace mucho tiempo; solo la capilla ha sobrevivido como un rastro de la ambición que tenía Scrovegni de ser inmortalizado.
Los frescos de Giotto, los cuales trabajó entre más o menos 1304 y alrededor de 1315, forman un ciclo de las vidas de Jesús y María. Hay 38 escenas en las capillas interiores que están divididas en tres espacios horizontales formando líneas pintadas en las paredes laterales, en una arcada múltiple cerrada y en otra escena única en la pared de la entrada. Para seguir la historia, estas escenas deben verse desde la línea más alta, comenzando por el panel de la derecha a la entrada, y después, se sigue viendo la historia alrededor de la capilla antes de bajar la vista a la segunda línea y de nuevo es preciso seguir viendo alrededor y finalmente ir a la tercera. El espacio mide un total de 20,4 x 8,5 metros (67 x 28 ft) y la altura de la bóveda de cañón es de 18,5 metros (61 ft). Cada uno de los paneles de las paredes laterales mide 2 x 1,85 metros (6 ft 6 in x 6 ft 1 in). Entonces, el espectador está literalmente rodeado por la imaginería de Giotto, la mayor parte tiene un fondo azul para que haga juego con la bóveda nocturna estrellada.
El panel de La Crucifixión es una escena de intensa actividad, típica de Giotto, con ángeles que sobrevuelan en lo alto; por un lado, hay gente que observa angustiada y por el otro, gente que no está interesada, que discute sobre la ropa de Jesús. El panel de La Natividad es un buen ejemplo del logro innovativo de Giotto en cuanto a la profundidad de la escena, por ejemplo, parte del brazo del pastor está escondido detrás de un semejante y el burro está girando su cabeza hacia el lado opuesto al espectador. Las emociones son evidentes, particularmente la preocupación de María por su recién nacido y la cara y postura de cansancio de José, lo que nos recuerda todo lo que tuvo que pasar antes de encontrar un lugar para pasar la noche. Directamente debajo, el panel de la Última cena es otro tratamiento innovativo; esta vez se muestra a Jesús y a la totalidad de sus 12 apóstoles, pero cinco de ellos le están dando la espalda al espectador, quien debe mirar sobre sus cabezas para ver a las figuras al otro lado de la mesa.
El panel que muestra la traición de Judas Iscariote, conocido como El beso de Judas, es otra obra maestra de acción intensa, tal y como aparece aquí resumido por el historiador del arte J. T. Paoletti:
[Giotto] ha dramatizado el suceso de una manera nunca imaginada por artistas precedentes. La capa de color amarillo brillante que lleva Judas ha obliterado virtualmente la figura de Jesús. Captados en la vorágine de miradas implacables, Judas y Jesucristo están frente a frente, los ojos escrutadores y compasivos de Jesús se mantienen vivaces ante la mirada fulminante de Judas. En la escena, Giotto utiliza caracterizaciones estereotipadas del bien y del mal; representa a Jesucristo con rasgos bellos y a Judas con un rostro burdo. La intensidad psicológica del suceso se agudiza, a la izquierda de la escena, con el acto violento de Pedro, quien le corta la oreja al sirviente del sumo sacerdote. Los binomios en el primer plano de esta composición, esto es, Pedro sobre su derecha y Jesús enfrentados respectivamente a la figura del encapuchado y a un Judas que está completamente cubierto con una capa, representan poderosamente la violencia y la emoción humana que se oponen a la aceptación del plan divino de redención.
(Paoletti & Radke, 2011, Art in Renaissance Italy, página 76)
Para terminar, el Juicio Final es el sujeto que se encuentra en la pared de entrada y salida de la capilla, quizás el último recordatorio ante los peligros de las tentaciones terrenales que uno pudiera encontrar antes de dejar la santidad de la capilla. Jesucristo está sentado majestuosamente justo en el centro de la composición, rodeado de un grupo de ángeles y de apóstoles. Abajo, a la izquierda están aquellos que pasarán la eternidad con Jesucristo, mientras que a la derecha se muestra a los condenados que están siendo comidos por un monstruo terrible que personifica el mal. Enrico Scrovegni está representado en la figura arrodillada que se encuentra justo a la entrada.
Cuando la capilla fue terminada, esta debió ser bien recibida puesto que a Giotto se le encargó la producción de los frescos antes mencionados para la capilla de la Basílica de santa Croce en Florencia. Una de sus últimas obras maestras fue el Polittico Stefaneschi (el retablo Stefaneschi), que fue terminado alrededor de la mitad de la década de 1330; este estaba destinado para la antigua Basílica de san Pedro en Roma. El retablo, hecho en témpera, está compuesto de tres paneles y el conjunto mide 2,45 x 2 metros (8 ft 8 in x 7 ft 2 in). Las escenas están pintadas de ambos lados del retablo y muestran episodios de la vida de san Pedro. Está firmado por Giotto, pero algunos historiadores lo atribuyen a su taller; la obra se encuentra hoy día en la Pinacoteca de los Museos vaticanos.
Proyectos arquitectónicos
Aunque Giotto no tenía ninguna experiencia en particular con la arquitectura, en 1334, él fue nombrado capomaestro (arquitecto en jefe) del proyecto que estaba en curso para la construcción de la catedral de Florencia. Puede ser que el nombramiento simplemente reflejara la reputación de Giotto como el artista más importante de esa ciudad, pero entre otros diseños de desarrollo urbano, él sí diseñó el campanile, aun si después las paredes del campanario fueran hechas más gruesas para darle soporte al peso. Otro proyecto arquitectural fue el elegante vínculo de múltiples arcos, el puente Carraia, en Florencia, pero este fue destruido durante un bombardeo en la Segunda Guerra Mundial y nunca se reconstruyó.
Reputación y legado
Durante el Alto Renacimiento, Giotto fue reconocido como uno de los padres fundadores del movimiento renacentista gracias a las habilidades que aportó a la pintura como hemos mencionado antes. Además, tal como lo notó en su autobiografía Lorenzo Ghiberti (1378-1455), Giotto ayudó a revivir el arte en general al combinar su talento (ingegno) con un conocimiento sólido de las enseñanzas (doctrina) de los maestros de la Antigüedad, esto es, la habilidad de representar exacta y dramáticamente las proporciones y detalles anatómicos del cuerpo humano.
La reputación de Giotto como el «primer artista del Renacimiento» fue realzada todavía más gracias a la opinión favorable que tenían de él figuras tales como los poetas Dante Alighieri (1265-1321) y Francesco Petrarca (1304-1374) y el historiador del arte Giorgio Vasari. El artista hasta aparece en literatura, principalmente en la obra de Giovanni Boccaccio (1313-1375), donde se cuentan muchas historias divertidas. Los artistas del Renacimiento tales como Leonardo da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel (1475-1564) y Rafael (1483-1520) no solo estudiaron las obras de Giotto, sino que también continuaron su método y luego, añadieron a sus propias obras técnicas nuevas tales como chiaroscuro (la utilización contrastada de luz y sombra) y perspectiva matemática. Giotto había iniciado estos primeros pasos para alcanzar un mayor realismo en arte, y su presencia fue de tal amplitud en el arte del Renacimiento temprano que los historiadores han catalogado innumerables artistas con un estilo similar con el término «giottesco».