Piero della Francesca (c. 1420-1492) fue un artista italiano del Renacimiento cuyas pinturas y frescos se caracterizan por la solidez de sus figuras, la vivacidad de los colores y la armonía de la composición. Sus obras maestras incluyen la Flagelación de Cristo, una tabla pintada que fue creada alrededor de 1455 para el Palacio ducal de Urbino; y el imponente retrato de su principal mecenas el duque de Urbino, Federico da Montefeltro (1422-1482). Habiéndose interesado particularmente en la perspectiva y en las proporciones, Piero della Francesca influenciaría el trabajo de sus propios discípulos, como lo fue Piero Perugino (c. 1450-1528), y más tarde también, el arte del Renacimiento en general.
Juventud y estilo
Piero della Francesca nació en Borgo de santo Sepulcro (Sansepolcro) en la región de la Toscana, en Italia, alrededor de 1420. Su padre murió antes de que él naciera y así fue como por su madre adoptó el nombre de «della Francesca», que es como se le conoce. Piero aparece por primera vez en los registros en 1430, cuando ya era el asistente de Antonio di Giovanni de Anghiari, un artista que trabajaba en Sansepolcro. A ellos se les encargó pintar un retablo pero nunca llegaron a hacerlo; así que al final se revocó el contrato en 1437. Piero vuelve a aparecer nuevamente en 1439, cuando era el asistente de Domenico Veneziano para hacer los frescos (ahora casi todos están perdidos) en la iglesia de san Egidio en Florencia. A pesar de las atracciones de Florencia, Piero pasó la mayor parte de su vida en Arezzo y Urbino con temporadas ocasionales en Roma, Ferrara, Loreto y Rímini.
Piero desarrolló un estilo ordenado y austero en sus pinturas donde las técnicas del color y de la perspectiva eran utilizadas para hacer que las escenas cobraran vida. Piero también fue innovador en su uso de la pintura al óleo para producir frescos. Aunque había ventajas que permitían lograr mayor sutileza con el uso del óleo, estos efectos quedaban contrarrestados por la falta de permanencia, lo que es diferente si se compara con la técnica del buen fresco o verdadero fresco. El interés del artista y su estilo de pintura al óleo han sido resumidos por The Hutchinson Encyclopedia of the Renaissance como sigue:
El método de pintura al óleo de [sus] retratos sugiere cierto conocimiento de la pintura neerlandesa, pero en general, el arte de Piero es categóricamente individualista en su poesía y espíritu contemplativo, así como en el sentimiento de fuerza intelectual que transmite con su tratamiento abstracto del espacio y de la forma. (página 323)
Paneles, retratos y frescos
Piero pintó muchos cuadros pequeños sobre tabla, tales como el Bautismo de Cristo, producido alrededor de 1450, que ahora se encuentra en la National Gallery, Londres. Alrededor de 1472 produjo la tabla del retablo de la Sacra Conversazione («Madonna del duque de Urbino»), en la cual representa a la Virgen con el Niño y santos; esta se encuentra hoy día en la Pinacoteca de Brera, Milán (por lo que también se la conoce como la «Pala de Brera»). Otra obra que hizo más tarde fue la Natividad, que también se encuentra en la National Gallery de Londres. En la actualidad, su pintura sobre tabla más celebrada es la Flagelación de Cristo (ver a continuación), otro resultado del productivo mecenazgo del duque de Urbino. Al artista también se le encargaron retratos, entre ellos se destacan dos: el que hizo de su mecenas (ver a continuación) y el de su segunda esposa, Battista Sforza (1446-1472); estas dos obras se encuentran en exposición en la Galería Uffizi en Florencia. Al ser obras imponentes destinadas a que los señores de Urbino se vean frente a frente, el retrato de Battista es un excelente ejemplo de una técnica favorita del artista para destacar áreas con destellos luminosos, que se ven reflejados en las perlas traslúcidas que la dama lleva en su cuello. En cambio detrás, las sombras oscuras en el paisaje pueden reflejar la muerte reciente y prematura de Battista cuando solo tenía 26 años.
Otra obra hecha por el artista que capta la imagen del duque es el retrato de Federico de Montefeltro en el Díptico triunfal de los señores de Urbino, que se encuentra igualmente en la Galería Uffizi. La escena está dividida en dos tablas que están en el reverso de los dos retratos ya mencionados. Fechada alrededor de 1475, la doble escena muestra al duque con su séquito de figuras femeninas posadas sobre un carruaje o carro alargado para hacer un encuentro frontal con el otro carro que lleva a Battista y a sus compañeras. Las pasajeras del duque son personificaciones de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. El carro de Battista está tirado por unicornios, símbolos de castidad, mientras que sus pasajeras personificadas son Fe, Caridad, quizás Modestia, y Caridad. Debajo de la pintura hay una inscripción, que ensalza las virtudes del soberano y de su consorte. Con un típico gesto de reconocimiento, el artista agradecido describe a su mecenas, Federico, como sigue: «Llevado en insigne triunfo, él, que la fama perenne de su virtud con razón celebra, ilustre, igual a los sumos condotieros, sostiene dignamente el cetro.» (Pichi, #101-p. 83/216)[1]
Las obras principales del artista fueron frescos; entre ellos está el ciclo de la Leyenda de la verdadera cruz que fue hecha para la capilla Bacci en la iglesia de san Francisco en Arezzo. Este ciclo de frescos, que está formado por tres grandes paneles pintados en cada una de las tres paredes, se trabajaron entre 1452 y 1465. Entre las escenas que se hicieron están el entierro de Adán, el descubrimiento de la cruz, el retorno de la cruz a Jerusalén y el encuentro entre Salomón y la reina de Saba, quien la identificó. El tema de la cruz era de mucha importancia especialmente para la orden de los franciscanos, que ya habían sido los custodios no solo de los sitios sagrados en Tierra Santa, sino también de las reliquias que tenían que ver con la cruz. De colores vivos, especialmente en las vestiduras de las figuras y en las numerosas banderas, la mayoría de los paneles incluyen un ejemplo arquitectural en algún lugar; Piero demostró el dominio que tenía de la perspectiva. Sin embargo, Piero refrenó su amor por las matemáticas y permitió que la narrativa del drama de sus escenas pasara al primer plano. Todas las escenas de este ciclo están conectadas ya que el artista decidió utilizar la verdadera fuente de luz natural de la iglesia, que provenía de una sola ventana al estilo gótico del muro central, para crear la fuente de luz ficticia en todos los paneles pintados.
Alrededor de 1459 Piero fue a Roma y terminó los frescos en la biblioteca del Vaticano. Desafortunadamente, y quizás debido a la preferencia del artista por el óleo, estos frescos se deterioraron rápidamente y así fueron remplazados por nuevos frescos pintados por Rafael (1483-1520). Otro fresco es La resurrección de Cristo, hecho en 1465, que se encuentra hoy día en la Pinacoteca del Borgo Sansepolcro (ver a continuación).
Al haber dirigido un exitoso taller, Piero dejó un legado más duradero que sus frescos en el Vaticano en la forma de sus discípulos, entre ellos están Luca Signorelli (que murió en 1522), célebre por sus frescos en la catedral de Orvieto; y Pietro Perugino, quien continuó el trabajo precursor de su maestro en lo que se refiere al color y a la perspectiva matemática.
Arte y arquitectura
Piero estudió las obras de Euclides, el matemático alejandrino (Alejandría, Egipto) del siglo III antes de nuestra era, que estaban disponibles en su traducción a partir de fuentes árabes. El artista no solo estaba interesado en la perspectiva y la geometría de sus pinturas, sino también en la arquitectura; escribió dos tratados en esta materia. Estos son De prospectiva pingendi (sobre la perspectiva en la pintura), escrito en 1474; y De quinque corporibus regularibus (un estudio sobre los poliedros, en particular los cinco cuerpos regulares). El artista adoptó las típicas ideas del Renacimiento, por ejemplo, que se debían aplicar a la cabeza humana exactamente las mismas reglas matemáticas de acortamiento que las aplicables cuando se pinta un cubo o se diseña un capitel para una columna. Piero, como otros artistas de aquel período, creía que las proporciones del cuerpo humano eran un ejemplo de la perfección en la naturaleza y por ende, esas proporciones debían aplicarse precisamente en arquitectura, no solo en las construcciones reales, sino también en pintura. Hizo sus tratados de forma muy accesible; primero, porque fueron escritos en italiano vernacular (solo después aparecerían las versiones en latín); segundo, porque presentó las matemáticas de tal modo que los artistas sin educación podían comprender las ideas discutidas; y tercero, porque sus tratados estaban ricamente ilustrados.
Además de enseñar teoría, enseño en la práctica; Bramante (1444-1514), el famoso arquitecto que participó de la construcción de la Basílica de san Pedro en Roma, probablemente fue un algún momento discípulo de Piero. En probable que este cambio de enfoque de la pintura a la arquitectura y a la literatura se dio debido a que el artista estaba gradualmente perdiendo la vista, lo que causó que tuviera que abandonar la pintura cuando llegó a los sesenta años. Piero murió en 1492, pero sus obras y la influencia que tuvo sobre sus discípulos inspirarían a su vez a grandes artistas del Renacimiento tales como Leonardo da Vinci (1452-1519), Miguel Ángel (1475-1564) y Rafael (1483-1520).
Obras maestras
La resurrección de Cristo
El fresco de La resurrección de Cristo, que sorprendentemente era un sujeto raro en ese período, mide alrededor de 2 m x 2,25 m (6 ft 6 in x 7 ft 4 in). Aquí se muestra a Jesucristo cuando triunfalmente pone un pie sobre su tumba, mientras que en el primer plano, hay un grupo de cuatro soldados dormidos. Casi nada de la escena se parece a lo que esperaríamos ver después de haber leído el Nuevo Testamento. Jesucristo sostiene una bandera, su tumba es un sarcófago, los soldados no visten un atuendo romano reconocible y sin duda, el pasaje del fondo parece europeo. Las figuras escorzadas en el primer plano y los árboles y colinas lejanas del fondo solo sirven para traer la figura central con mayor prominencia hacia la vista del espectador. Además, al pintar a Jesucristo en vista frontal de cuerpo entero, él parece habitar un espacio diferente de donde están las otras figuras, lo que resalta su pertenencia a otro mundo.
Flagelación de Cristo
La Flagelación de Cristo es una pintura pequeña sobre tabla (mide 82 x 52 cm / 32 x 20 in) creada para el Palacio ducal de Urbino, pero que actualmente se encuentra en la Galería Nacional de Las Marcas, Urbino. Mientras que su tema ha dejado perplejos a los estudiosos, la pintura es celebrada por el uso que Piero hizo de la perspectiva, que fue lograda escorzando la arquitectura, diseñando el suelo en forma de damero en la habitación de la izquierda, lo que contrasta sorprendentemente con las tres figuras a la derecha en el primer plano. Es difícil identificar con exactitud a este trio y podemos preguntarnos ¿por qué estas figuras se destacan más que aquellas en la escena de la flagelación que están en la otra mitad de la pintura? (esta es la escena que le ha dado el nombre, por supuesto); esto es otro misterio. Una pista puede encontrarse en la inscripción que aparecía en el marco original de la pintura: convenerut in unum («consultarán unidos … contra»). Esto es una cita del salmo 2:2 y la historiadora del arte K. W. Woods sugiere, por lo tanto, que estas tres figuras representan colectivamente a la humanidad. Ella también señala que la ropa que llevan sugiere que cada uno de ellos representa a diferentes profesiones: (de izquierda a derecha) un estudioso, un artesano y un mercader. Por otro lado, la escala y la proximidad de la escena al frente donde este trio aparece hace que el espectador se aproxime a la misma. La humanidad, es decir, absolutamente todo el mundo, conspiró para crucificar a Cristo y ahora esta gente está conversando, sin tener la más mínima idea de los eventos que están sucediendo detrás de ellos.
Los estudios matemáticos que se han hecho de la pintura y su proporción revelan que de hecho, Piero fue muy exigente con la posición de todo en la pintura. En el siglo XX, el célebre historiador del arte Kenneth Clark, quien hizo tanto por popularizar los misterios de las bellas artes a través de la televisión, consideró que la Flagelación de Cristo era «la más grande pintura pequeña» que se haya producido por un artista occidental.
Retrato de Federico da Montefeltro
El retrato más famoso que hizo Piero della Francesca es aquel de Federico da Montefeltro, duque de Urbino. Pintado alrededor de 1470, el retrato fue realizado en óleo y témpera; este mide 47 x 33 cm (18 x 13 in). La tabla originalmente estaba enmarcada y probablemente estaba unida con bisagras para sujetarla al retrato de Battista Sforza (los marcos que se ven hoy día no son los originales). La obra es un imponente enfoque de cerca y (literalmente) una representación que muestra los pelos y señales del poderoso mecenas del artista. El espléndido vestido rojo de Federico, su sombrero y su nariz bastante única (pues perdió parte del puente nasal y su ojo derecho en un torneo medieval) están dispuestos de manera que contrastan con el paisaje verde en retroceso; el paisaje parece estar tan lejos que el duque aparece mucho más cerca del espectador. En otro efecto de agrandamiento, el cuello de la camisa del duque está pintado precisamente donde aparece la línea del horizonte al fondo. Los finos detalles del paisaje muestran la influencia de los pintores neerlandeses e indican los cambios que se producirían en breve en el arte del Renacimiento, dado que los artistas se esmeraban por crear sus obras con mayor realismo.