La Revolución de las Trece Colonias (1765-1789) fue un período de agitación política en las Trece Colonias de la Norteamérica británica. Inicialmente fue una protesta por los impuestos parlamentarios, pero luego se convirtió en una rebelión que, en última instancia, condujo al nacimiento de los Estados Unidos. La Revolución, que se inspiró en las ideas de la Ilustración, desempeñó un papel importante en el surgimiento de las democracias occidentales modernas.
Orígenes: el parlamento y la identidad estadounidense
En febrero de 1763, la Guerra de los Siete Años (o Guerra franco-indígena, como se denominaba al teatro de operaciones norteamericano) llegó a su fin. Como parte del acuerdo de paz, el vencido Reino de Francia cedió su colonia de Nueva Francia (Canadá), así como todo su territorio colonial al este del río Misisipi a su rival victorioso, Gran Bretaña. Si bien esto dejó a Gran Bretaña como la potencia colonial dominante en Norteamérica, esta nueva supremacía llegó al costo de una enorme deuda de guerra. Para compensar la deuda, el Parlamento británico decidió imponer nuevos impuestos a las Trece Colonias asentadas a lo largo de la costa este de Norteamérica. Después de todo, gran parte de la guerra se había librado para defender esas colonias, y el Parlamento decidió que los colonos debían ayudar a soportar la carga financiera del imperio.
A PESAR DE QUE SE CONSIDERABAN SEPARADAS ENTRE SÍ, LAS COLONIAS ESTABAN UNIDAS DE FORMA LAXA Y SE HABÍAN UNIDO PARA DEFENDERSE EN MÚLTIPLES OCASIONES.
Antes de esta decisión, el Parlamento había seguido una política no oficial de "negligencia saludable" al tratar con las colonias americanas. Esto significaba que, a pesar de sus gobernadores reales, las colonias quedaban en gran medida a cargo de sus propios asuntos. Las legislaturas coloniales supervisaban la gobernanza y los impuestos. La influencia de estas legislaturas a menudo igualaba, si no eclipsaba, el poder del gobernador de la colonia designado por el rey. Debido a las diferentes circunstancias de su fundaciones y desarrollo, cada colonia mantuvo su propia identidad: la sociedad puritana de Nueva Inglaterra, los orígenes holandeses de Nueva York y la economía tabacalera de Virginia, por ejemplo, influyeron en la formación de sus identidades coloniales. A pesar de considerarse separadas entre sí, las colonias estaban unidas de forma laxa por sus lazos compartidos con Gran Bretaña y se habían unido para defenderse entre ellas en múltiples ocasiones durante el último siglo de guerras coloniales.
Al mismo tiempo, los colonos americanos se consideraban orgullosamente británicos. Después de la Revolución Gloriosa de 1689 y las reformas constitucionales que la acompañaron, los británicos se veían como el pueblo más libre del mundo; garantizaba el derecho a un gobierno representativo (el Parlamento) así como el derecho a la autoimposición. Los colonos creían que estos "derechos de los ingleses" se extendían a ellos, como correspondía a su sangre inglesa y a su lealtad al rey inglés; de hecho, muchos de estos derechos se reflejaban en las propias cartas de las colonias. Por lo tanto, la idea de que el Parlamento pudiera gravar directamente a las colonias iba en contra de esta noción; dado que ningún americano estaba representado en el Parlamento, el Parlamento no tenía autoridad constitucional para gravarlos (es decir, recoger impuestos sin ofrecer representación parlamentaria). El Parlamento, por supuesto, no estaba de acuerdo, argumentando que los americanos estaban virtualmente representados, como era el caso de los miles de ingleses que no poseían propiedades y no podían votar. Fue este desacuerdo fundamental sobre los derechos y libertades de los estadounidenses (expresado bajo la apariencia de impuestos) el que constituyó la causa fundamental de la Guerra de Independencia y el nacimiento de los Estados Unidos.
El primer indicador de que la política de negligencia saludable podría llegar a su fin fue en octubre de 1763, cuando el rey Jorge III de Gran Bretaña (r. 1760-1820) emitió la Proclama Real de 1763. Esta prohibía a los colonos establecerse en las tierras recién adquiridas al oeste de los montes Apalaches, en un esfuerzo por restringir el conflicto innecesario entre los colonos y los pueblos nativos de América del Norte (además, el gobierno británico temía que la expansión hacia el oeste perturbara el sistema mercantil al dar a las colonias más oportunidades de independencia económica). Esto enfureció a muchos colonos, en particular a los veteranos de la guerra franco-india a quienes se les había prometido tierras en el territorio de Ohio y a los ricos especuladores de tierras de Virginia que deseaban expandirse en el territorio. La Proclama Real provocó algunas quejas, solo para fortalecerlas al año siguiente, cuando el Parlamento aprobó la Ley del Azúcar. Esta ley puso en práctica el impuesto existente sobre el comercio de melaza, que los comerciantes coloniales frecuentemente eludían mediante el contrabando. Dado que la melaza era tan importante para las economías de las colonias de Nueva Inglaterra, los estadounidenses habían visto su contrabando como un delito sin víctimas y estaban resentidos por la intromisión del Parlamento.
Aunque la Proclama Real y la Ley del Azúcar anunciaban el fin de la negligencia saludable, el primer clavo en el ataúd de las colonias se clavaría en marzo de 1765, cuando el Parlamento aprobó la Ley del Timbre. Este fue el primero de los impuestos directos destinados a ayudar a pagar la deuda de guerra y consistía en un impuesto en forma de sello, que se colocaba en todos los artículos de papel, como documentos legales, periódicos, calendarios y naipes. Aunque la Ley del Timbre no estaba programada para entrar en vigor hasta noviembre, la mera noticia de su implementación causó indignación en todas las colonias. En Massachusetts, Samuel Adams y James Otis Junior, tomaron la iniciativa en la resistencia al impuesto, argumentando que la Ley del Timbre violaba los "derechos de los colonos como ingleses" y que el pago equivaldría a la esclavitud tributaria. En Virginia, Patrick Henry encabezó la aprobación de las Resoluciones de Virginia a través de la Cámara de los Burgueses, que declaraban efectivamente que nadie tenía derecho a imponer impuestos en Virginia excepto los virginianos. El 14 de agosto, estallaron disturbios en Boston, liderados por un grupo de agitadores políticos llamado los Hijos de la Libertad. Los manifestantes quemaron efigies y asaltaron las casas del distribuidor de sellos de la colonia y del vicegobernador; disturbios similares estallaron en Newport, Rhode Island.
Uno de los resultados más significativos fue el Congreso de la Ley del Timbre, en el que 9 de las 13 colonias enviaron delegados a la ciudad de Nueva York para coordinar una respuesta; este fue el primer ejemplo de resistencia colonial unida frente a Gran Bretaña. El Parlamento no había esperado una reacción tan furiosa y, en enero de 1766, derogó la Ley del Timbre. Sin embargo, para que no pareciera que estaba cediendo ante los estadounidenses, el Parlamento también aprobó la Ley Declaratoria, que estipulaba que el Parlamento tenía el poder de legislar en nombre de todas las colonias de Gran Bretaña "en todos los casos" (Middlekauff, 118). Usando la Ley Declaratoria como su justificación, el Parlamento aprobó otra serie de impuestos directos -esta vez sobre el vidrio, el plomo, la pintura, el papel y el té- en las Leyes Townshend de 1767-68. Los colonos resistieron una vez más; Las legislaturas coloniales condenaron los impuestos por considerarlos inconstitucionales, mientras que los comerciantes estadounidenses hicieron acuerdos de no consumo para boicotear las importaciones británicas. Los Hijos de la Libertad siguieron aterrorizando a los recaudadores de impuestos y a los tories (como se denominaba a los leales al Parlamento) con métodos como el alquitrán y el emplumado.
El 9 de mayo de 1768, los funcionarios de aduanas británicos se apoderaron del Liberty, un balandro perteneciente al popular comerciante bostoniano John Hancock, con el pretexto de que transportaba mercancías de contrabando. Cuando los marineros británicos llegaron para hacerse cargo del balandro, se desató un motín en los muelles del puerto de Boston; la situación se tornó tan violenta que los cinco funcionarios de aduanas británicos se vieron obligados a buscar refugio en el castillo William, en el puerto. Cuando las noticias de los disturbios llegaron a Londres, el Parlamento decidió enviar soldados a Boston para restablecer el orden. El 1 de octubre de 1768, los soldados llegaron a la ciudad y acamparon en Boston Commons; las tensiones entre los soldados y los colonos aumentaron durante el año siguiente hasta el 5 de marzo de 1770, cuando nueve soldados británicos dispararon contra una multitud furiosa de colonos que los había estado acosando. Cinco colonos murieron en lo que se conocería como la Masacre de Boston. Aunque la mayoría de los soldados fueron finalmente absueltos gracias a la defensa legal de John Adams, el incidente se convirtió en un excelente material propagandístico para los whigs, o patriotas, que lo utilizaron para presentar a los soldados británicos como bárbaros.
La escalada: 1770-1775
Poco después de la Masacre de Boston, llegó a las colonias la noticia de que todas las Leyes Townshend habían sido derogadas, excepto un único impuesto al té. Aparte de unos pocos casos aislados de violencia, como el caso Gaspee de 1772, cuando los habitantes de Rhode Island incendiaron un balandro de la Marina Real, las tensiones disminuyeron significativamente y parecía que las cosas podrían volver a la normalidad. Luego, en mayo de 1773, el Parlamento aprobó la Ley del Té, de apariencia inocua. Dicha ley otorgó a la Compañía Británica de las Indias Orientales el monopolio del comercio del té en las colonias. Pero el té de la Compañía de las Indias Orientales seguía sujeto al impuesto. Por tanto, los patriotas vieron la Ley del Té como una forma solapada de obligarlos a pagar el impuesto y, de esa manera, reconocer la supremacía del Parlamento. Esto culminó con el Motín del Té de Boston, cuando el 16 de diciembre de 1773 un grupo de Hijos de la Libertad, disfrazados de mohawks, arrojaron 342 cajas de té de la Compañía de las Indias Orientales al puerto de Boston.
Para el Parlamento, esto fue la gota que colmó el vaso. A principios de 1774, aprobó las Leyes Coercitivas –conocidas en las colonias como las Leyes Intolerables– destinadas a castigar a Massachusetts por su insolencia. Estas leyes incluían el cierre del puerto de Boston al comercio hasta que la Compañía de las Indias Orientales recibiera el pago por la pérdida de carga, así como la suspensión del gobierno representativo en Massachusetts, y permitían que los soldados británicos se alojaran en edificios estadounidenses desocupados. En septiembre de 1774, todas las colonias, excepto Georgia, enviaron delegados al Primer Congreso Continental en Filadelfia, Pensilvania. Con la esperanza de que su disputa fuera solo con el Parlamento, el Congreso redactó una "Petición al Rey" en la que enumeraban sus quejas y pedían ayuda a Jorge III. El Congreso también acordó no importar productos británicos y permitió que las milicias de Nueva Inglaterra comenzaran a prepararse para un posible conflicto con los soldados británicos. El Congreso se disolvió el 26 de octubre, con la decisión de volver a reunirse si la situación no mejoraba para la primavera siguiente.
Mientras tanto, las colonias de Nueva Inglaterra se convirtieron en un polvorín, ya que las milicias locales comenzaron a entrenarse para la guerra y a almacenar municiones. El general Thomas Gage, gobernador militar de Massachusetts, sabía que no tenía suficientes soldados para reprimir una rebelión abierta y trató de posponer una guerra durante el mayor tiempo posible confiscando periódicamente arsenales de armas de los patriotas. Temprano en la mañana del 19 de abril de 1775, un destacamento de soldados británicos se dirigía a apoderarse de uno de esos arsenales en Concord, Massachusetts, cuando se enfrentaron a 77 milicianos patriotas en Lexington Green. Se oyó un disparo (nadie sabe quién lo disparó) que provocó ocho milicianos muertos y diez heridos antes de que los británicos continuaran su camino. En Concord, se encontraron con cientos de milicianos más. Después de no encontrar armas, el destacamento británico se retiró a Boston, acosado durante todo el camino por los patriotas. Cuando llegaron a Boston, casi 15000 milicianos de Nueva Inglaterra se habían reunido fuera de la ciudad, listos para sitiarla. La Guerra de Independencia de los Estados Unidos había comenzado.
La lucha por la independencia: 1775-1783
Poco después de las batallas de Lexington y Concord, el Segundo Congreso Continental se reunió en Filadelfia para hacerse cargo de la rebelión. Creó el Ejército Continental y nombró a George Washington como comandante en jefe, todo ello mientras intentaba reducir las tensiones con Gran Bretaña. El 5 de julio de 1775, envió la Petición de la Rama de Olivo en un último intento por lograr la paz. La petición expresaba lealtad al rey Jorge III al tiempo que culpaba de la guerra por completo a la tiranía del Parlamento. Sin embargo, el rey ni siquiera leyó la petición; en su lugar, emitió una proclama en octubre de 1775 declarando a las colonias en abierta rebelión. La constatación de que el rey no se mostraba comprensivo con su difícil situación fue una amarga sorpresa para muchos estadounidenses, que se preguntaron qué hacer a continuación; la respuesta llegó en forma del influyente panfleto de Thomas Paine, Sentido común, en el que instaba a las colonias a declarar la independencia. La idea, impensable sólo un año antes, pronto ganó fuerza en todas las colonias. En el Congreso, John Adams y Richard Henry Lee encabezaron la iniciativa de separarse de Gran Bretaña. Finalmente, el 2 de julio de 1776, el Congreso votó a favor de la independencia y adoptó la Declaración de Independencia dos días después.
Mientras tanto, la guerra seguía su curso. Al principio, los rebeldes obtuvieron buenos resultados en la batalla de Bunker Hill (17 de junio de 1775) y en la captura de Fort Ticonderoga (10 de mayo de 1775) y ganaron el asedio de Boston (de abril de 1775 a marzo de 1776). Pero estos sentimientos de victoria se vieron contrarrestados por la fallida invasión estadounidense de Quebec en diciembre de 1775 y por la derrota de Washington en la batalla de Long Island el 27 de agosto de 1776, que culminó con la captura británica de la ciudad de Nueva York. Durante el resto del otoño, Washington fue perseguido por el sur de Nueva York y Nueva Jersey, y su ejército se redujo a apenas 3000 hombres debido al desgaste. Pero justo cuando parecía que el Ejército Continental estaba al borde de la derrota, Washington cruzó el río Delaware y obtuvo una serie de victorias rápidas en las batallas de Trenton (26 de diciembre de 1776) y Princeton (3 de enero de 1777). Estas acciones evitaron la derrota y renovaron el apoyo a la revolución.
Francia, ansiosa por vengar su pérdida en la Guerra de los Siete Años, proporcionó a los patriotas dinero, armas, tropas y barcos.
Al año siguiente, los británicos infligieron a Washington dos importantes derrotas en las batallas de Brandywine (11 de septiembre de 1777) y Germantown (4 de octubre) antes de ocupar la capital estadounidense, Filadelfia, obligando al Congreso a buscar refugio en la cercana ciudad de York. Los británicos pronto se dieron cuenta de que su ocupación de Filadelfia tenía un efecto mínimo en la moral de los patriotas, y no pudieron mantener la ciudad, abandonándola en junio de 1778. Mientras tanto, los patriotas obtuvieron victorias sorprendentes en las batallas de Saratoga (19 de septiembre y 7 de octubre de 1777). Lo que obligó a la rendición de todo un ejército británico que avanzó hacia el sur desde Canadá. La campaña de Saratoga finalmente persuadió a Francia a entrar en la guerra como aliado de Estados Unidos. Ansiosa por vengarse de su pérdida en la Guerra de los Siete Años, Francia proporcionó a los patriotas dinero, armas, tropas y barcos; la entrada de Francia, y más tarde de España y la República Holandesa, transformó la rebelión en un conflicto global. Gran Bretaña se vio obligada a desplegar sus recursos militares para defender sus colonias más valiosas en las Indias Occidentales, lo que dio a los patriotas un respiro muy necesario.
En 1778, el Ejército Continental salió de sus cuarteles de invierno en Valley Forge como una fuerza de combate más disciplinada y eficiente. Luchó contra el ejército británico hasta detenerlo en la batalla de Monmouth (28 de junio de 1778), poco después de que los británicos se vieran obligados a abandonar Filadelfia. El foco de la guerra se trasladó entonces al sur de Estados Unidos, donde los británicos obtuvieron algunas victorias importantes en el asedio de Charleston (del 29 de marzo al 12 de mayo de 1780) y la batalla de Camden (16 de agosto de 1780). Sin embargo, gracias a la resistencia de las fuerzas de la milicia patriota y al liderazgo del general Nathanael Greene, los patriotas gradualmente arrebataron a los británicos el control del sur. Finalmente, el 19 de octubre de 1781, el general británico Lord Charles Cornwallis se rindió a Washington, después de que las fuerzas franco-estadounidenses lo pusieran bajo asedio en Yorktown. Esto puso fin a la fase activa de la guerra y, en septiembre de 1783, los diplomáticos estadounidenses y británicos firmaron el Tratado de París de 1783, que reconocía la independencia de los Estados Unidos.
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La forja de la república: 1783-1789
Aunque la guerra terminara la joven república seguía en graves apuros. Los Artículos de la Confederación, el marco de gobierno vigente desde 1781, debilitaron intencionadamente al gobierno central para garantizar la soberanía de los estados; sin embargo, esto dejó al gobierno central incapaz de recaudar sus propios impuestos y pagar sus deudas. Además, la nueva moneda continental carecía prácticamente de valor, lo que provocó más disturbios. Hacia el final de la guerra, los soldados continentales se amotinaron después de no recibir el pago que se les había prometido, mientras que los altos impuestos llevaron a los agricultores del oeste de Massachusetts a rebelarse en la Rebelión de Shay (1786-87). Para empeorar las cosas, Gran Bretaña percibió la debilidad de los Estados Unidos y se negó a retirar sus tropas de seis fuertes en la frontera occidental, en violación del Tratado de París.
Para muchos estadounidenses, estaba claro que se necesitaba un gobierno central más fuerte si el país esperaba sobrevivir. En mayo de 1787, se celebró la Convención Constitucional en Filadelfia. La Convención, que inicialmente tenía como único objetivo revisar los Artículos de la Confederación, terminó redactando un marco de gobierno completamente nuevo: la Constitución de los Estados Unidos. Esto creó un gobierno federal más fuerte, dividido en tres ramas (ejecutiva, legislativa y judicial), cada una de las cuales controlaría a las demás. Cuando la Convención se disolvió en septiembre, la Constitución se envió a los estados para su ratificación, lo que dio lugar a un feroz debate entre los federalistas, que apoyaban la ratificación, y los antifederalistas, que pensaban que el gobierno nacional sería demasiado poderoso y podría amenazar las libertades estadounidenses. Alexander Hamilton, James Madison y John Jay escribieron una serie de ensayos a favor de la ratificación, denominados El Federalista.
El 21 de junio de 1788, la Constitución había sido ratificada por los nueve estados necesarios (aunque en muchos casos, solo había sido ratificada por un estrecho margen). En las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1789, George Washington fue elegido por unanimidad como el primer presidente de los Estados Unidos, y John Adams fue elegido vicepresidente. El Primer Congreso alcanzó el quórum a principios de abril de 1789, y Washington fue investido el 30 de abril en el Federal Hall de la ciudad de Nueva York. Con su investidura, el largo proceso de la Revolución de las Trece Colonias y Guerra de Independencia llegó a su fin, desde los primeros disturbios contra la supuesta tiranía del Parlamento en 1765 hasta la implementación de la Constitución de Estados Unidos en 1789. La Revolución, que dio origen a una de las primeras democracias occidentales modernas, sigue siendo un capítulo significativo tanto en la historia de Estados Unidos como en la del mundo.
La Revolución de las Trece Colonias fue principalmente causada por la implementación de varias políticas del Parlamento Británico (principalmente relacionadas con la tributación) que los colonos americanos consideraron una violación de sus derechos naturales y constitucionales.
¿Quiénes fueron algunos de los líderes de la Revolución?
Entre los líderes importantes de la revolución se cuentan George Washington, quien dirigió el Ejército Continental; Thomas Jefferson, quien escribió la Declaración de Independencia; Benjamin Franklin y John Adams, quienes ayudaron a asegurar el apoyo de Francia y otras naciones; John Hancock como el primer Presidente del Congreso Continental y muchos otros.
¿Cuándo ocurrió la Revolución de las Trece Colonias?
Se puede decir que la Revolución de las Trece Colonias abarcó desde la resistencia a la Ley de Timbre en agosto de 1765 hasta la implementación de la Constitución de los Estados Unidos en marzo de 1789. Sin embargo, algunas definiciones solo cubren los años de la guerra de independencia (1775-1783), mientras que otras utilizan diferentes puntos de inicio y fin.
Soy un joven graduado de inglés y ruso. Me encanta la historia, el arte y la filosofía. A través de la traducción puedo ayudar a acceder al conocimiento para entender mejor el mundo y tomar buenas decisiones.
Mark, H. W. (2024, septiembre 03). Revolución de las Trece Colonias [American Revolution].
(L. M. C. González, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19591/revolucion-de-las-trece-colonias/
Estilo Chicago
Mark, Harrison W.. "Revolución de las Trece Colonias."
Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 03, 2024.
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Estilo MLA
Mark, Harrison W.. "Revolución de las Trece Colonias."
Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 03 sep 2024. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Harrison W. Mark, publicado el 03 septiembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.