Ra (también llamado Re) es el dios del sol del antiguo Egipto. Es una de las deidades más antiguas del panteón egipcio que luego se fusionó con otras como Horus, y se convirtió en Ra-Horajty (el sol de la mañana), Amón (como sol del mediodía) y Atum (el sol de la tarde), asociados con la energía vital primigenia.
Ra es la palabra egipcia para "sol". Como deidad solar, Ra encarnaba el poder del sol, pero también se creía que era el propio sol, imaginado como el gran dios que cabalgaba en su barcaza por los cielos a lo largo del día y descendía al inframundo al atardecer. Mientras se abría paso por la oscuridad bajo la tierra, era atacado cada noche por la serpiente gigante Apofis (también conocida como Apep), que intentaba impedir que el sol saliera y, de este modo, destruir toda la vida en la tierra.
Según el erudito Richard H. Wilkinson, Ra es "posiblemente la deidad más importante de Egipto", no solo por su asociación con el sol que da vida, sino también por su influencia en el desarrollo de los dioses posteriores (205). Amón, que llegaría a ser tan popular que su culto era casi monoteísta en devoción y el más poderoso del antiguo Egipto, se desarrolló a partir de Ra y comparte gran parte de su mitología. Horus, que se asociaba con el rey viviente, seguía este mismo paradigma, ya que Ra era conocido como "rey y padre del rey". También estaba asociado con el dios creador Atum y los nombres de las dos deidades se utilizan indistintamente en algunas versiones de los mitos de la creación.
Wilkinson sugiere dividir cualquier debate sobre Ra en cinco secciones que aborden sus diversos papeles y funciones:
- Ra en los cielos
- Ra en la Tierra
- Ra en el mundo de las tinieblas
- Ra como creador
- Ra como rey y padre del rey
Este curso de estudio se sugiere principalmente para esta deidad debido al alcance de sus poderes, el importante papel que desempeñó en la religión egipcia y su larga historia. El culto a Ra ya estaba establecido en la época del Reino Antiguo de Egipto (c. 2613-2181 a.C.) y continuó durante casi 2000 años hasta que, como los demás dioses egipcios, fue eclipsado por el cristianismo.
Primeras representaciones, origen y culto
Ra se menciona por primera vez en los Textos de las Pirámides (c. 2400-2300 a.C.), las obras religiosas más antiguas del mundo, inscritas en los sarcófagos y paredes de las tumbas de Saqqara. En ellas, Ra reúne el alma del rey hacia sí y lo lleva al paraíso del Campo de Juncos en su barcaza de oro. El culto a Ra ya estaba bien establecido en la época en que se inscribieron estos textos, que se cree que proceden de una tradición oral muy anterior. Su centro de culto estaba en la ciudad de Iunu (más conocida como Heliópolis, nombre griego que significa "ciudad del dios del sol"). En los Textos de las Pirámides se representa a Ra no solo como el gobernante supremo de los dioses, ni como simple consolador del alma recién llegada al más allá, sino como la encarnación del orden y el equilibrio divinos.
Se lo conoce como el Autocreado, que aparece en los mitos de la creación como la deidad (conocida indistintamente como Atum) que se encuentra en el montículo primordial en medio de las aguas arremolinadas del caos y establece el orden, da a luz a los otros dioses y crea el mundo. Ra es habilitado para ello a través del poder de Heka, que era tanto el dios de la magia como la magia misma. Para los antiguos egipcios, la magia era una fuerza divina que permitía la existencia de todo lo que existe y también la transformación. Ra, como primer dios, creó el heka y lo encauzó, dando lugar al nacimiento de Heka, que posteriormente mantuvo y controló la magia divina.
Por lo tanto, Ra está asociado con este poder transformador, que lo vinculaba con el sol que permitía el crecimiento. Una vez asociado con el sol, se vinculó con Horus, el dios del cielo y la deidad solar (y fue adorado en esta asociación como Ra-Horajty) mientras que, como dios creador, era casi sinónimo de Atum y, finalmente, como campeón del orden y del mundo visible y no visible, con Amón, la representación inefable de la naturaleza de la existencia; en esta calidad, se lo conocía como Amón-Ra.
Casi siempre se lo representa como el macho con cabeza de halcón Ra-Horajty con el disco solar sobre su cabeza, aunque a veces también se muestra como el escarabajo debajo del disco solar (en esta forma se lo conoce como Ra-Jepri. Su culto ya estaba bien establecido en la segunda dinastía de Egipto y se realizaban sacrificios en templos dedicados a él. En la época de la quinta dinastía, los reyes asociaban sus reinados a Ra, lo que dio lugar a la construcción de los Templos del Sol de la época, construidos en honor al dios. Desde una fecha temprana, fue adorado en Heliópolis bajo la forma del toro Mnevis, la encarnación viviente de Ra, comparable al toro más conocido Apis.
Ra en los cielos
En los Textos de las Pirámides se asocia a Ra con el cielo y se lo relaciona ya con el sol y la energía vital, pero un texto posterior, conocido como el Libro de la Vaca Sagrada, proporciona los detalles de cómo Ra dejó la tierra, que antes gobernaba directamente, y ascendió al cielo. Se cree que el Libro de la Vaca Sagrada existió en alguna forma durante el Primer Período Intermedio (2181-2040 a.C.) y fue escrito durante el Reino Medio (2040-1782 a.C.). Sin embargo, todas las escrituras existentes proceden del período del Nuevo Reino (c. 1570 - c. 1069 a.C.).
La historia cuenta que Ra ha envejecido y sus súbditos humanos empiezan a planear su deposición. Ra se enfada y convoca un consejo de los demás dioses que lo animan a castigar a los humanos por su ingratitud. Ra convoca al Ojo de Ra, normalmente personificado como una diosa, que es una fuerza poderosa que alternativamente cumple las órdenes de Ra o se libera de su control para causar estragos. En cualquier caso, el Ojo de Ra siempre trae consigo alguna forma de transformación y esta historia se alinea con todas las demás relativas al Ojo en este sentido.
Hathor es aquí el Ojo de Ra y se libera para destruir a la humanidad. Mata a miles de personas antes de que Ra se dé cuenta de lo que ha hecho y se arrepienta, y le ruegue que se detenga. Sin embargo, Hathor ha perdido toda la razón a causa de la matanza y se ha convertido en la salvaje Sejmet que, en su furia, no puede escucharlo. Ra ordena que se tiñan de rojo 7000 jarras de cerveza para que se asemejen a la sangre y las hace verter en las llanuras de Dendera. Hathor-Sejmet bebe la cerveza de sangre, se desmaya y se despierta como Hathor, que se compromete a ser amiga de la humanidad en lo sucesivo.
Sin embargo, Ra está cansado de gobernar a los humanos y pide a la diosa Nut que lo lleve a los cielos. Nut se convierte en una vaca sagrada y lleva a Ra al cielo en su espalda. En su camino, Ra crea el Campo de Juncos y organiza la administración del mundo, y la deja en manos de los demás dioses. A partir de este momento, los seres humanos se encargarán de mantener el orden según la voluntad de estos dioses y Ra, retirado, solo se ocupará de conducir su gran barcaza por el cielo.
Ra en la Tierra
Antes de su partida, Ra gobernaba su creación directamente desde la tierra. Ra creó las leyes que más tarde dieron a la humanidad Osiris e Isis en la edad de oro de su reinado, antes de que Osiris fuera asesinado por su hermano Set, que usurpó el poder (hasta que fue derrotado por el hijo de Osiris e Isis, Horus el Joven, que restauró el orden). La presencia de Ra en la tierra se reconocía por la luz del sol y el crecimiento de las cosechas, así como por el cambio de las estaciones. Wilkinson señala:
Un ejemplo específico e importante de la influencia de Ra en la tierra es que se decía que el dios dirigía las tres estaciones del año egipcio, de modo que influía en la inundación anual del Nilo y en las subsiguientes estaciones de cultivo y cosecha. (206)
Ra era honrado a través de las Casas de la Vida, scriptoria adjunta a los templos, donde se guardaban los trabajos de los escribas bajo la protección del dios de la escritura Thot y su consorte (y a veces hija) Seshat. La palabra escrita, que registraba el pasado y ayudaba a mantener el equilibrio y el orden en el presente, fue entregada a la humanidad por Thot pero, como Creador de Todo, procedía en última instancia de Ra. Las Casas de la Vida, por tanto, se consideraban emanaciones del propio Ra, que también inspiraba la correcta interpretación de las obras escritas.
Ra en el mundo de las tinieblas
Durante el día, Ra navegaba por el cielo en su barcaza y por la noche descendía al inframundo. La barcaza del sol se transformaba ahora en la barcaza de la noche, conocida como la Nave del Millón de Almas, que recogía a los muertos recién llegados y justificados para llevarlos al paraíso del Campo de Juncos. En este momento Ra se fusiona con Osiris, el juez de los muertos, y Osiris es visto como el "cadáver" y Ra como el "alma" de la única deidad Ra-Osiris.
Como esta deidad, Ra habla con Osiris en los niveles más profundos, tal vez para confirmar qué almas han sido correctamente justificadas antes de transportarlas, y luego atravesar la oscuridad del inframundo hacia el amanecer del paraíso. Mientras la barcaza rueda por el inframundo, es atacada por la serpiente Apofis, que intenta matar a Ra e impedir el amanecer. Los dioses a bordo luchan contra la serpiente con la ayuda de los muertos justificados, mientras que, en la tierra, los vivos animan a los defensores mediante ceremonias rituales, canalizando energías positivas para fortalecer a los que están a bordo. Cada noche Apofis ataca, y cada noche es derrotado. Ra y su tripulación navegan hacia el amanecer, los muertos justificados se entregan a su destino, y el amanecer era la señal de que Ra había vuelto a salir victorioso, y de que los egipcios verían otro día.
Esta era solo una versión del viaje del alma hacia el paraíso. En la obra del Nuevo Reino conocida como el Libro de los Muertos, el alma debe comparecer en juicio ante Osiris, que pesa el corazón del alma contra la pluma blanca de la verdad (la pluma de Ma'at, diosa de la armonía y el equilibrio) y, si la balanza queda igualada, se permite al alma seguir adelante (después de que Osiris confiese con los Cuarenta y Dos Jueces y otros dioses); si el corazón pesa más que la pluma, el alma dejaría de existir. Se consideraba que Ra estaba presente en el juicio en su forma de Ra-Osiris o en forma invisible como inspirador de la justa decisión de Osiris. Ma'at, una de las hijas de Ra, también encarnó su presencia en el juicio y estuvo entre sus defensores a bordo de la barcaza que, una vez llegado el amanecer, se transformó de nuevo en la barca solar.
Ra como creador
La mitología egipcia antigua atribuye a varios dioses el establecimiento del orden y la creación del mundo, pero los que aparecen con más frecuencia en los mitos de la creación son Ra, Atum, Ptah y la diosa Neith. Sea cual sea el nombre de los dioses, siempre tienen las mismas características y el mismo poder que Ra, y se cree que Ra estuvo presente (y solo) en el nacimiento de la creación, independientemente del nombre con el que se lo conociera posteriormente. Sin embargo, los sacerdotes de Ptah podrían afirmar que fue su dios quien creó todas las cosas, y por lo tanto, el Ptah que citan sería en realidad Ra. En el caso de Atum, era esencialmente Ra solo que con otro nombre, y lo mismo podría decirse de Neith en su capacidad creadora.
En la versión más conocida de la historia, no había nada más que aguas arremolinadas al principio de los tiempos, cuando el montículo primordial (el ben-ben) se levantó como la primera tierra seca y Ra el Autocreado se situó sobre él. Se cortó el pene y, a partir de las gotas de sangre, creó a Hu (la autoridad) y a Sia (la mente), y luego tomó conciencia de su soledad y se apareó con su propia sombra para dar a luz a Shu (dios del aire) y a Tefnut (diosa de la humedad), que partieron para establecer el mundo. Los dos se fueron durante mucho tiempo y entonces Ra envió al Ojo de Ra a buscarlos. Cuando el Ojo trajo de vuelta a sus hijos, Ra estaba tan agradecido que derramó lágrimas de alegría que cayeron sobre el fértil ben-ben y se convirtieron en hombres y mujeres.
Reconociendo que esta gente no tenía dónde vivir, Shu y Tefnut se aparearon y dieron a luz a Geb (tierra) y Nut (cielo). Geb y Nut dieron a luz a Osiris, Isis, Set, Neftis y Horus el Viejo, y de estos dioses, todos los demás siguieron. Heka, uno de los dioses más antiguos, se cree que ya estaba presente en el acto de la creación. A cada uno de los dioses se le dio su propia esfera de influencia para que el orden se mantuviera estrictamente y, en el lenguaje actual, no hubiera duplicación de servicios. En adelante, los dioses cuidarían del pueblo y, en agradecimiento, el pueblo adoraría y obedecería la voluntad de los dioses. Esta relación producía el equilibrio y la armonía entre el pueblo, sus dioses, la tierra y el más allá, todo lo cual emanaba de Ra.
Ra como rey y padre del rey
El equilibrio era el valor cultural más importante del antiguo Egipto, y era modelado y mantenido por el rey. Se pensaba que el gobernante había sido santificado por los dioses por su capacidad de mantener el orden, que se entendía como equilibrio/armonía. El fundador de la quinta dinastía del Reino Antiguo, el rey Userkaf (que reinó hacia finales del siglo XXVI a.C.), personificó este ideal al elevar el culto a Ra a la posición de casi una religión de estado y alentar a sus súbditos a adherirse a los valores de Ra. Userkaf construyó el Nekhenre (el Templo del Sol de Ra) cerca de Abusir y estableció una tradición de veneración a Ra que continuó durante toda la dinastía.
Userkaf fue el primer rey que erigió un templo a Ra, pero todos sus sucesores seguirían su ejemplo, creando un modelo para la tradición de erigir templos en honor a Ra que continuó durante toda la historia de Egipto. La quinta dinastía es más conocida por los templos solares, así como por establecer firmemente el vínculo entre un monarca y los dioses. Userkaf y sus sucesores se referían a sí mismos como "hijos de Ra" y se entendía que eran literalmente hijos del dios. En esta época, Ra ya era reconocido como rey de los dioses, pero ahora era conocido como "rey y padre del rey" que mantenía el orden a través del gobierno justo de sus hijos.
Esta política estableció al rey (conocido como faraón solo en el Reino Nuevo) como el propio emisario del dios en la tierra y semidiós por derecho propio. En la época del Reino Nuevo, Ra había sido sustituido por Horus como dios del rey mientras este vivía y reinaba y por Osiris tras su muerte. Sin embargo, en consonancia con la creencia de que Ra era el autocreado del que procedía todo lo demás, habría seguido siendo el poder de Ra el que estaba detrás de Horus y Osiris.
Conclusión
Ra, como poder invisible detrás de todos los demás poderes, se extendía a todos los dioses del panteón egipcio. Diosas famosas como Bastet (protectora del hogar), Hathor (diosa de la alegría, la danza, la música y el amor) e Isis (diosa de la magia, la luna y la curación) eran aspectos de la fuerza vital de Ra, al igual que sus consortes masculinos. Ra era el dador de vida en forma de sol que se asoció con el aliento de vida en su forma de Amón. A veces se le representa como Ra-Horajty presentando el regalo de la vida a un monarca colocando el símbolo del ankh en los labios del rey.
Es un testimonio de la popularidad duradera de Ra que, durante el reinado del llamado rey hereje Akenatón (1353-1336 a.C.), cuando cerró y prohibió todos los demás cultos, permitió que el culto a Ra permaneciera y continuara. Esto sin dudas se debe a que el dios personal de Akenatón, Atón, era una deidad solar muy parecida a Ra y se desarrolló a partir de sus atributos y los de Amón.
Una vez que el hijo y sucesor de Akenatón, Tutankamón (que reinó de c. 1336 a c. 1327 a.C.), restauró la antigua religión, el culto a Ra volvió a ocupar su lugar entre los muchos otros e influyó en su iconografía. Incluso en las representaciones de otros dioses durante el Reino Nuevo, aparecen imágenes de Ra como discos solares y cabezas de halcón y rayos de sol. El culto continuó ejerciendo este tipo de influencia, disminuyendo gradualmente durante el período romano (30 a.C. - 646 d.C.), hasta el surgimiento del cristianismo, cuando se abandonó el culto a Ra en favor del nuevo dios.