Oshun (también Òşun) es una entidad sobrenatural reconocida como espíritu y diosa en la religión yoruba de África Occidental. Rige sobre la fertilidad, el amor y el agua dulce, es la patrona del río Osun en Nigeria y se la honra anualmente en el Festival Osun-Osogbo.
Oshun es una de los más de 400+1 orishas (también llamados òrìṣà), avatares de la deidad suprema Olodumare (también llamada Olodumare-Oloorun) que creó y es el universo. Según algunos relatos, es la favorita de Olodumare (una fuerza que no es ni masculina ni femenina y a la que se alude como "eso") y la única que puede enviar mensajes desde el reino de Orun, el mundo espiritual.
Oshun es tanto una fuerza creadora como destructora, pero sus inundaciones o sequías son consideradas una respuesta a las acciones de las personas que no la tratan a ella o a la tierra con el debido respeto. Oshun cuida especialmente a las mujeres, a quienes buscan relaciones significativas, a las embarazadas y a quienes desean embarazarse. Hombres y mujeres también la invocan para pedirle suerte, salud, fuerza en tiempos de cambio, y prosperidad.
Fue exportada al Nuevo Mundo con la diáspora africana, donde se la conoció con muchos nombres diferentes en el Caribe, América del Sur, Central y del Norte, cuando los yorubas fueron vendidos allí como esclavos. La religión yoruba siguió practicándose al sincretizarla con el cristianismo, por lo que Oshun sigue siendo una figura importante en los sistemas de la santería, el vudú y el candomblé. Se cuenta entre las grandes diosas de la fertilidad de la cultura mundial, junto con figuras como Afrodita, Freyja, Frigg, Venus, Sauska, Astarté y otras, y se ha convertido en una diosa cada vez más popular entre las mujeres como fuente de autoempoderamiento.
Olodumare y Orishas
La religión yoruba se desarrolló en la región de la actual Nigeria hacia el año 300 a. e. c. en torno a la ciudad conocida como Ife (o Ilé-Ifẹ), que floreció entre los siglos XI y XV de nuestra era. Ife se consideraba el lugar de la creación divina, donde Obatalá separó las aguas de la tierra y estableció la vida en la Tierra. En otra versión de la historia, el orisha Oduduwa es el creador de la Tierra y del pueblo yoruba. Oduduwa siguió siendo una deidad importante en Ife, conocido como su primer rey, y sus hijos fueron enviados a gobernar en otros lugares, estableciendo el concepto de monarquía e identidad cultural. Oduduwa suele considerarse un dios, al igual que los demás orishas, que cumplen la misma función que las deidades de cualquier religión.
Los orishas representan al estado supremo de la existencia y a su creador divino Olodumare que, al igual que la figura de Brahman en el brahmanismo y el hinduismo, es tan imposiblemente poderoso e inmenso que no puede ser comprendido por la mente humana. Se dice que hay 400+1 orishas porque no se pueden numerar. Cualquier intento de definirlos numéricamente requerirá siempre un +1, por lo que son infinitos, aunque en los relatos solo aparezcan regularmente entre siete y veinte.
Olodumare mantiene un estrecho contacto con su creación a través de sus orishas, avatares, a los que otorgó diversos poderes lanzándolos al aire: aquel orisha que atrapaba un determinado poder, se encargaba de ejercerlo. De este modo, el orisha Shangó (también llamado Changó) se convirtió en el dios del rayo, el fuego y la virilidad; Yemayá en la madre de las aguas y las mujeres; Esú (también llamado Eshú, el dios embaucador) en el señor de las puertas, las encrucijadas y los mensajes, y así sucesivamente.
Aunque los orishas representaban manifestaciones únicas de la existencia, también eran seres autónomos con sus propias personalidades, deseos y defectos. Podían ponerse celosos, deprimirse, enfadarse y ser rencorosos, al igual que los humanos, e incluso ideaban periódicamente planes para rebelarse contra Olodumare y reinar en su lugar. Olodumare siempre era informado de sus planes por Esú, su mensajero, y era capaz de manejar la situación con calma y dirigir a los orishas de vuelta a sus responsabilidades individuales en relación con el mundo y la vida humana.
Oshun como creadora y destructora
La única orisha que nunca se menciona entre estos complots es Oshun. Es la más joven de los orishas y es o bien la hija de Yemayá o su hermana menor, según las distintas versiones de su historia. Al principio de la creación, después de que Obatalá terminara con el trabajo inicial, Olodumare envió diecisiete orishas a la Tierra para poner las cosas en orden y completar el trabajo de Obatalá (o de Oduduwa). Dieciséis de ellos eran hombres, y la decimoséptima era Oshun.
Los hombres ignoraron las sugerencias de ella sobre cómo hacer la vida bella, valiosa y dulce, y fracasaron en su misión. Se vieron obligados a humillarse y volver a Olodumare con las malas noticias, donde se les preguntó dónde estaba la decimoséptima orisha. Cuando admitieron haberla ignorado, se les dijo que no podrían completar el trabajo sin ella, por lo que de nuevo tuvieron que humillarse y pedirle perdón. Oshun dio al mundo amor, fertilidad y belleza, inculcando la necesidad de estas cosas en todas las personas, y así se completó la creación.
Por aquel entonces, Oshun no tenía un dominio propio, a diferencia de los demás orishas, porque era muy joven. Shangó era el señor del fuego y el rayo, Obatalá era el señor del cielo, Ogún el de los metales, y todos los demás orishas tenían su propia área de influencia. Un día, Oshun estaba paseando cuando su belleza llamó la atención de Ogún, que la persiguió. Al huir de él, cayó a un río y comenzó a arrastrarse por la corriente río abajo cuando Yemayá la vio y la rescató, dándole el don del agua dulce y los ríos como su dominio para que siempre tuviera un lugar seguro al que llamar hogar. Después, aunque Yemayá siguió siendo la madre de las aguas, Oshun presidió el agua dulce y, en concreto, el río Osun.
Poco después de esto, los orishas volvieron a sentirse disconformes con Olodumare como ser supremo, al igual que antes, y pensaron que podían hacer un mejor trabajo gobernando el mundo. Esú comunicó al ser supremo que los orishas ya no obedecerían, y entonces Olodumare detuvo las lluvias. Una gran sequía se apoderó de la tierra; los arroyos, ríos y lagos se secaron y la tierra empezó a morir. Los orishas se dieron cuenta de que habían enfadado a Olodumare y le rogaron que los perdonara, pero Olodumare no los escuchó (o no quiso hacerlo).
Oshun se transformó en un pavo real y emprendió el vuelo hacia Orun, en lo alto de los cielos, para llevar a Olodumare la noticia del arrepentimiento de los orishas. Sin embargo, el viaje era largo y para llegar a Orun tenía que pasar muy cerca del sol, lo que hizo que algunas de sus plumas se quemaran y otras se cayeran. A pesar del cansancio, continuó el viaje y finalmente cayó en los brazos de Olodumare en forma de buitre. Olodumare quedó impresionado por su valentía, determinación y sacrificio, por lo que la curó, desató las lluvias sobre la tierra y designó a Oshun como el único orisha siempre bienvenido para entregar mensajes a Orun a partir de ese momento. El pavo real y el buitre pasaron a asociarse con ella a partir de esta historia.
Si bien participó en la creación del mundo y también lo salvó de la extinción, a Oshun también se la representa como destructora de la vida cuando los humanos la ofenden por su descuido, crueldad y falta de respeto por lo divino y el mundo natural. Como deidad de las aguas dulces, puede impedir la lluvia para provocar una sequía o enviar un diluvio infinito para inundar la tierra y arrastrar a quienes le desagradan. Las acciones de Oshun son siempre en respuesta a algún pecado humano, y ella no desempeña ningún papel en la versión yoruba de la historia del Gran Diluvio en la que el orisha Olokun (quien gobierna el mar) inunda el mundo con agua del océano, enfadado porque Obatalá tomó demasiada tierra como parte del acto de la creación.
Características, matrimonio y asociaciones
Al margen de sus arrebatos ocasionales, a Oshun se la representa como bondadosa, benévola y misericordiosa. Una historia cuenta cómo un pueblo que se asentó junto al río Osun, cerca de la ciudad de Osogbo, no respetó sus sencillas peticiones y fue arrastrado por las aguas, pero otro, que llegó más tarde, la respetó y honró. A cambio, Oshun les prometió su protección, guía y ayuda, lo que permitió el florecimiento de Osogbo. La ciudad acabó siendo asociada a Oshun y se consideró un lugar sagrado de peregrinación. Todos los años se sigue celebrando el Festival de Osun-Osogbo en su honor, al que acude gente de todas partes para presentar sus respetos en la arboleda sagrada de Osun-Osogbo, a las afueras de la ciudad.
Se cree que Oshun mantiene la promesa que hizo a los primeros que la honraron en aquel lugar, atendiendo a los peregrinos de hoy en día, curando sus dolencias y enfermedades, garantizando la fertilidad y los nacimientos sanos, y ayudando a la gente con diversos desafíos de la vida. Se la considera una deidad especialmente comprensiva con las dificultades de las transiciones y se la asocia con la transformación y las luchas asociadas al cambio o la pérdida, por lo que también ofrece consuelo a los creyentes que están de duelo, así como a los que intentan seguir adelante y establecer una nueva vida.
No obstante, Oshun tiene una personalidad propia y es capaz de portarse mal como cualquier ser humano, lo que la hace mucho más humana. Ella es la segunda esposa de Shangó, mientras que la primera es Obá (orisha de la domesticidad, el tiempo y el río Oba) y la tercera es Oyá (orisha del renacer, la transformación y el río Níger). En una historia, Oshun se pone celosa de Obá, que le ha preguntado cómo preparar un plato especial para Shangó. Antes de preparar la comida, Oshun se ata la cabeza con un pañuelo, tapándose las orejas. Luego añade una especie de seta que parece una oreja al plato que está preparando y se lo sirve a Shangó, que lo disfruta. Obá, pensando que Oshun se había cortado una oreja para preparar la comida, se corta la suya propia al prepararla la próxima vez y se la sirve a Shango, que se disgusta y rechaza el plato. Oshun y Oyá se ríen entonces a costa de Obá.
Esta historia humaniza a Oshun, a la que se suele asociar con los actos nobles, la luz, el brillo, la bondad y la generosidad, mostrando cómo incluso los mejores pueden tener malas actitudes y animando así a la gente a perdonarse a sí misma por sus fallos.
A Oshun se la asocia con el pavo real como símbolo de transformación; con el buitre, relacionado con la muerte, el renacimiento, la inteligencia y la determinación; con el zorrillo como símbolo de autodeterminación y protección; con la nutria por el juego y la alegría; y con las mariposas y las abejas, ambas relacionadas con la fertilidad, la felicidad y el cambio.
La identificación de Oshun como entidad que ayuda en los estados de transformación es muy abarcativa e incluye, entre otras cosas, la salud reproductiva, digestiva, espiritual y mental de la mujer y también la del hombre. Era una de las deidades más populares del África Occidental por su atractivo universal, y esto viajó con ella cuando su pueblo fue llevado (de forma involuntaria) al otro lado del océano, al llamado Nuevo Mundo.
Oshun en el Nuevo Mundo
El comercio transatlántico de esclavos de los siglos XVI-XIX llevó a millones de africanos esclavizados a las Américas y el Caribe, donde las mayores concentraciones se dieron en Brasil, Haití y las colonias que más tarde serían Estados Unidos. En el siglo XVIII, las potencias políticas africanas como el Reino de Benín, el Reino de Dahomey y el Imperio Oyo participaban activamente en el transporte y la venta de esclavos en África Occidental, y muchos de los que eran arreados a bordo de barcos europeos eran yoruba.
Oshun viajó con ellos al Nuevo Mundo, donde siguió siendo honrada junto con los demás Orishas. En el Brasil católico y Haití, los yoruba reconocieron su propia cosmovisión dentro de la estructura del catolicismo, en el sentido de que uno se dirigía a los santos cristianos con algún pedido o necesidad particular y estos transmitían esas peticiones a Dios, del mismo modo que los orishas actuaban como intermediarios entre el pueblo y Olodumare. En los Estados Unidos protestantes, se la sincretizó con la Virgen María. De este modo, aunque nominalmente cristianos, los yoruba podían seguir practicando su religión, que conocían como Isese (traducido como «origen de nuestras tradiciones»).
En la religión brasileña del candomblé, Oshun pasó a llamarse Oxum (entre otros epítetos relacionados con sus características), mientras que en los sistemas de creencias santería y vodún del Caribe se convirtió en Ochun. En Estados Unidos, es posible que se la honrara con el Abebe, un abanico circular asociado a Oshun, y muy probablemente con rituales observados en los barrios de esclavos, aunque esto último es meramente especulativo. En las regiones donde se sabe que continuó su culto, conservó sus atributos tradicionales como diosa de la fertilidad y protectora de las mujeres.
Conclusión
Muchas mujeres a lo largo de la historia han adoptado a Oshun como deidad personal, algo que sigue ocurriendo hoy en día. Sus fieles se inspiran en las antiguas historias sobre ella y destacan su relevancia en una época en la que las personas, tal y como los dieciséis arrogantes orishas, ignoran cada vez más los valores que Oshun defiende e insisten en hacer las cosas a su manera, a costa de la Tierra y de los demás. Quienes buscan el poder de Oshun recurren a sus energías para lograr un cambio personal y comunitario que incluye una mayor conciencia de uno mismo y de los demás como merecedores de amor, respeto y felicidad.
Estos temas inspiraron el álbum y la película de 2016 Lemonade, de la artista Beyoncé, que se inspiró en Oshun y se refiere a ella directamente en la canción Hold Up. El título del álbum y de la película hace referencia al viejo dicho «Si la vida te da limones, haz limonada», que anima a la gente a sacar lo mejor de cualquier situación, pero también refleja el color amarillo de Oshun, que la relaciona con la luz. Beyoncé deja clara esta asociación en la película, donde aparece con un vestido amarillo ámbar y pulseras doradas. El oro también se asocia con el carácter luminoso de Oshun, al igual que la miel, que suele simbolizar la fertilidad.
La asociación de este dicho con Oshun también es acertada, ya que la gratitud por lo que uno tiene, en lugar de lamentarse por las pérdidas o amargarse por las carencias, es un valor central del culto a Oshun, en el que se anima a los fieles a reconocer y agradecer las cosas que se les han dado. Cada año, personas de muchos países llegan a África Occidental para participar en celebraciones centradas en el concepto de gratitud en honor de Oshun. En 2005, la arboleda sagrada de Osun-Osogbo, que forma parte de la zona del festival, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lo que atrajo más atención hacia la gran diosa cuyos fieles de todo el mundo reconocen agradecidos sus dones de belleza, amor y todo lo que hace dulce la vida.