Flavio Josefo

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Rebecca Denova
por , traducido por Edilsa Sofia Monterrey
Publicado el 11 octubre 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, turco
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Flavius Josephus (by William Whiston, Public Domain)
Retrato grabado de Flavio Josefo
William Whiston (Public Domain)

Tito Flavio Josefo (del latín Titus Flavius Josephus, 36-100 d.C.) nació con el nombre de Yosef ben Matityahu y en el siglo I d.C. se convirtió en un historiador judío. Era miembro de un hogar de linaje sacerdotal en Jerusalén por parte de su padre (la Casa o la Orden de Joiarib, también escrito Jehoyarib) y su madre era de descendencia real (la Dinastía de los asmoneos). Fue educado en Jerusalén y lo más probable es que compartiera la ideología y simpatizara con el partido de los fariseos.

Los escritos de Josefo son de importancia crucial para varias disciplinas: el judaísmo del Segundo Templo en el siglo I d.C., las fuentes referenciales para la historia del cristianismo primitivo, los detalles históricos de los reyes vasallos del Imperio romano en Oriente y la línea de emperadores Julio-Claudia en Roma. En las últimas décadas del siglo I d.C. escribió la Guerra judía (en torno al 75 d.C.), Antigüedades judías (en torno al 95 d.C.), Contra Apión (en torno al 97 d.C.) y la Vida de Flavio Josefo (llamada simplemente Vida, en torno al 99 d.C.).

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Josefo y la gran revuelta judía del 66 d.C.

Como miembro de la aristocracia de Jerusalén, en el 64 d.C., Josefo viajó a Roma para negociar con el emperador Nerón (reinó del 54 al 68 d.C.) la liberación de algunos sacerdotes y judíos que estaban siendo retenidos como rehenes por razones varias. Cuando regresó a Jerusalén, el partido de los zelotes había convencido a la mayoría de los judíos de que se rebelaran contra Roma. Josefo fue nombrado gobernador militar de Galilea. En lo que se relaciona a la revuelta, las ciudades de Galilea estaban divididas; algunas se adherían a la autoridad del gobierno romano, mientras que otras se habían unido a las fuerzas del rebelde Juan de Giscala.

LA GUERRA JUDÍA DE JOSEFO SIGUE SIENDO EL ÚNICO RELATO CONTEMPORÁNEO DE UN TESTIGO OCULAR DE LA REVUELTA.

Con algo de éxito al organizar Galilea, todas las victorias se perdieron cuando Nerón nombró al general Vespasiano (reinó del 69 al 79 d.C.) para que invadiera la región. Josefo estaba bajo asedio en la localidad montañosa de Jotapata. Él y 40 otros estaban atrapados en una cueva. Según esta versión de la historia, Josefo sugirió que los que allí se encontraban cometieran suicidio colectivo, en vez de ser esclavos de Roma. Echaron a suertes para ayudar a matarse unos a otros. Quedaron Josefo y otro hombre. Aquí fue cuando Josefo cambió de parecer y se rindió. Mientras esperaba la ejecución le recordó a Vespasiano que todos los judíos tenían el don de profecía y predijo que Vespasiano se convertiría en el próximo emperador de Roma.

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Josefo afirmó que había tenido una visión que explicaba el rumbo de la guerra: Dios (como en las conquistas anteriores de los judíos por los asirios y los babilonios) utilizaba a los romanos para castigar a Israel por sus pecados. La Fortuna (el destino) estaba ahora del lado de los romanos con la ayuda de Dios y el papel de Josefo era el de anunciar lo que les había pasado a los judíos que se rebelaban.

Desde este momento en adelante, Josefo sirvió a las fuerzas romanas como consultor. Cuando Vespasiano se fue para desafiar exitosamente a otros contendientes después de la muerte de Nerón, su hijo Tito (reinó del 79 al 81 d.C.) tomó el mando del asedio de Jerusalén. Josefo y Tito desarrollaron una relación estrecha. Durante el asedio, Josefo les suplicó a los zelotes que habían tomado el control del complejo del templo y de la ciudad que se rindieran. En el año 70 d.C., el Ejército romano se abrió paso y el recinto del templo fue destruido al igual que las áreas principales de la ciudad. Josefo afirmó que Tito nunca tuvo la intención de destruir el templo, sino que fue el resultado de un fuego iniciado accidentalmente por uno de los soldados.

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Second Temple Model
Modelo a escala del Segundo Templo
Dana Murray (CC BY-NC-SA)

Después de la guerra lo recompensaron por sus servicios transfiriéndolo a una antigua casa de Vespasiano (Tito Flavio Vespasiano) en Roma y adoptó su nombre al mismo tiempo que obtuvo su patrocinio. Mientras estuvo en Roma tuvo acceso a los registros y archivos romanos de los cuales recopiló sus fuentes para sus historias.

La Guerra judía (Bellum Judaicum)

Comenzando con una breve historia de los sucesos desde la mitad del siglo II a.C. hasta la revuelta, este libro sigue siendo el único relato contemporáneo de un testigo ocular de la revuelta. Describió las horribles condiciones del asedio y el sufrimiento de los jerosolimitanos (también llamados hierosolimitanos) durante la hambruna. La obra también es digna de mención por ser nuestra única descripción detallada de la implantación de un campo romano de legionarios (Libro III). De manera similar a las historias modernas, Josefo catalogó las razones que llevaron a la guerra. Estas incluían detalles de los gobernadores romanos corruptos durante la década de los 50 y de los 60 d.C., así como las opiniones fanáticas del partido de los zelotes. Según el punto de vista de Josefo, los zelotes cargaban con la mayor parte de la culpa por este desastre.

El libro sirvió dos propósitos:

  1. Detalló la invencibilidad de la poderosa Roma, quizás para desanimar la rebelión de otras comunidades judías en el Imperio.
  2. Dio una apología (una explicación) a la audiencia romana de que a pesar de que había zelotes fanáticos, la mayoría de los judíos eran sujetos leales a Roma.

El último capítulo del libro detallaba el asedio de Masada, una fortaleza antigua en las riberas del mar Muerto. Después de la destrucción de Jerusalén, los zelotes que escaparon juntaron al resto de los rebeldes en un último intento de resistencia contra Roma. Después de tres años de guerra romana de asedio, los atacantes finalmente se abrieron paso, sólo para encontrar que los ocupantes habían cometido suicidio en masa. En este capítulo, el líder del grupo, Eleazar, dio un largo discurso sobre por qué la muerte es mejor que la esclavitud bajo el yugo de Roma. Este capítulo incluyó temas que Josefo había descrito en otro asedio anterior en Galilea, el de Gamala, que resultó en suicidio.

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Masada
Vista de Masada
Dany Sternfeld (CC BY-NC-ND)

La historia de Masada sigue siendo controvertida entre los estudiosos porque en este caso, Josefo no fue un testigo ocular. La retórica de los discursos refleja conceptos grecorromanos de muerte noble y pudo haber sido idealizada por Josefo. La zona arqueológica de Masada continúa siendo excavada por los arqueólogos con el objetivo de verificar su historia (o no).

Antigüedades judías

Quizás sea su obra más importante en 20 volúmenes; en ella Josefo proporcionó una historia de los judíos y del judaísmo desde la creación hasta el estallido de la guerra. La fuente para los primeros años fue tomada de las Escrituras judías, pero también repitió los problemas del gobierno romano que condujo a la revuelta. Cabe señalar la ausencia de detalles sobre la mayoría de los profetas de Israel. Los profetas predijeron un futuro reino de Dios, que destruiría a los actuales gobernantes supremos. De ser enfatizado, esto hubiera podido ser un asunto políticamente incorrecto para una audiencia romana. En vez de eso, Josefo subrayó la cultura y la racionalidad civilizada de la ley de Moisés, presentando al judaísmo de la mejor manera posible.

La obra es invaluable por la sección que describe varias sectas de judíos en el siglo I d.C.: los fariseos, los saduceos, los esenios y aquellos que con el tiempo se convirtieron en zelotes. Durante los siglos que llevaron a la revuelta, Josefo describió a varios contendientes mesiánicos y sus esfuerzos por agitar a la gente durante los festivales en el templo para motivar a Dios a que le diera paso al reino. Esto provee un contexto histórico importante para conocer las ideas que estaban en el aire durante el ministerio de Jesús de Nazaret.

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JOSEFO NO ERA REACIO A REPORTAR HABLADURÍAS Y ESCÁNDALOS.

La obra Antigüedades judías también es importante por los detalles de los reinos vasallos del Imperio romano, particularmente el de Herodes el Grande (en torno al 75 – 74 a.C.) y la Dinastía herodiana. Herodes el Grande tenía un escribano de la corte, Nicolás de Damasco o Damasceno, que mantenía un registro de los detalles de su reino. La obra ya no existe, pero sobrevivió gracias a que Josefo la utilizó para muchos de los detalles. De este modo sabemos más sobre Herodes el Grande que cualquier otra persona de la Antigüedad, incluido Julio César (100 – 44 a.C.). Debido a que Josefo vivía en Roma, también obtenemos detalles sobre la Dinastía Julio-Claudia de los primeros emperadores romanos. Josefo no era reacio a reportar habladurías y escándalos.

Para los estudiosos del cristianismo primitivo, Josefo ocupa un lugar preponderante no sólo en su descripción de la muerte de Juan el Bautista (murió en torno al 30 d.C.) bajo las órdenes de Herodes Agripa, sino también en sus detalles concernientes al período de gobierno de Poncio Pilatos (26 – 36 d.C.). Su letanía de los abusos de Pilatos al ordenamiento jurídico romano en la provincia desmiente la descripción de un Pilatos compasivo en el juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret en los evangelios.

Uno de los pasajes más controvertidos ocurre en el Libro 18 y se presenta como una digresión en su descripción de Poncio Pilatos:

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Por estas fechas vivió Jesús, un hombre sabio, si es que procede llamarlo hombre. Pues fue autor de hechos extraordinarios y maestro de gentes que gustaban de alcanzar la verdad. Y fueron numerosos los judíos e igualmente numerosos los griegos que ganó por su causa. Éste era el Cristo. Y aunque Pilato lo condenó a morir en la cruz por denuncia presentada por las autoridades de nuestro pueblo, las gentes que lo habían amado anteriormente tampoco dejaron de hacerlo después, pues se les apareció vivo de nuevo al tercer día, milagro este, así como otros más en número infinito, que los divinos profetas habían predicho de él. Y hasta el día de hoy todavía no ha desaparecido la raza de los cristianos, así llamados en honor de él. Flavio Josefo. Antigüedades judías. (Trad. J. Vara Donado; Libro XVIII.3, página 1089.)[1]

Los estudiosos debaten si este pasaje fue escrito originalmente por Josefo o añadido por un cristiano posteriormente para validar las creencias cristianas. Se hizo más famoso en la Edad Media como prueba de la historia de Jesús, ya que demostraba un punto de vista externo y objetivo. Este pasaje es problemático porque es la única referencia sobre Jesús o el movimiento de Jesús en los escritos de Josefo. Lo que es extraño es el hecho de que si Josefo creía que Jesús era el Cristo (el mesías de las Escrituras) debería haber más detalles y referencias a las misiones de los apóstoles a través del imperio. Pero después de este pasaje, pasó a describir más abusos y conflictos bajo el gobierno romano. Algunos estudiosos modernos intentan recobrar el original eliminando las referencias cristológicas, transformándolo tan sólo en un informe más sobre un contendiente mesiánico.

The Antiquities of the Jews
Ejemplar del manuscrito iluminado «Antigüedades judías»
Flavius Josephus (Public Domain)

Al describir el gobierno del procurador Albino (62 d.C.), Josefo incluyó la historia de la lapidación de Santiago, el hermano de Jesús:

El César envió a Albino a Judea en calidad de procurador, al informarse de la muerte de Festo. Y el rey despojó a Josefo de la dignidad de Sumo Sacerdote, mientras concedió el honor de sucederle en el cargo al hijo de Anán, también él llamado Anán. […] Pero el Anán más joven […] era de carácter extraordinariamente osado y temerario, aunque pertenecía a la secta de los saduceos, quienes en sus sentencias se muestran más severos que todos los demás judíos […]. Pues bien, Anán, dado su carácter, como creyó disponer de una ocasión pintiparada por haber muerto Festo y encontrarse Albino todavía en camino, instituyó un consejo de jueces, y tras presentar ante él al hermano del llamado Jesucristo, de nombre Santiago, y a algunos otros, presentó contra ellos la falsa acusación de que habían trasgredido la ley y, así, los entregó a la plebe para que fueran lapidados. Flavio Josefo. Antigüedades judías. (Trad. J. Vara Donado; Libro XX.9, páginas 1233-1234.)[2]

Anán fue despedido de su cargo como sumo sacerdote por haber actuado por cuenta propia antes de que el magistrado llegara. Josefo no aclaró los detalles de la acusación como «violadores de la ley». Sin embargo, para el siglo II d.C., la historia de Santiago se expandió para incluir detalles de su piedad; de manera que fue conocido entonces como Santiago el Justo. Según esta versión, lo tiraron del pináculo del templo y fue considerado uno de los primeros mártires cristianos.

Vita (Vida)

Añadida al final de Antigüedades judías estaba la biografía de Josefo. Esta no era una autobiografía real, sino una explicación de por qué tomó el lado de Roma durante la revuelta. Lo más probable es que fuera escrita como respuesta al panfleto polémico contra Josefo escrito por otro escritor judío, Justo de Tiberíade. Justo había escrito su propia historia de la guerra en Galilea y le echó la culpa de la pérdida a Josefo. Josefo describió a Justo como un zelote devoto y, por lo tanto, como un traidor a Roma. Acusó a Justo de atacar las ciudades mixtas de Decápolis (al otro lado del río Jordán) y de instigar a que la rebelión siguiera adelante. En esta versión de los eventos en Galilea, Josefo afirmó que él estuvo en contra de la revuelta desde un principio.

Contra Apión (Contra Apionem)

JOSEFO ENFATIZÓ LA ÉTICA Y LA MORAL DEL JUDAÍSMO CONTRA LOS (TÍPICOS) CARGOS JUDÍOS DE INMORALIDAD ENTRE LOS QUE NO ERAN JUDÍOS.

Un libro anterior a esta obra fue Sobre la antigüedad de los judíos contra los griegos, escrita como respuesta a las críticas acusatorias contra los judíos. Comenzando con las conquistas griegas bajo las órdenes de Alejandro Magno en el 330 a.C. tenemos evidencia de literatura judía y griega que criticaba recíprocamente la cultura y las prácticas de uno y otro. Apión (30 a.C. – 48 d.C.) fue un gramático egipcio helenizado que escribió comentarios sobre Homero y fue uno más de los que más recientemente habían criticado el judaísmo. Los que no eran judíos (los gentiles) respetaban a los judíos por su antigüedad, pero los consideraban excéntricos y antisociales debido a que no se unían a ellos en los muchos festivales religiosos del Imperio.

Josefo no sólo defendió el judaísmo por su antigüedad, sino que también señaló la tradición consistente que era el polo opuesto a la de los griegos con sus muchos mitos contradictorios y la mala conducta de los dioses en la mitología griega. Utilizó las enseñanzas y los preceptos de filosofía para afirmar que el judaísmo proveía el modo más racional de vida. Josefo enfatizó la ética y la moral del judaísmo contra los (típicos) cargos de inmoralidad entre los que no eran judíos.

El legado de Josefo

A comienzo del siglo XIX y más allá, Josefo se convirtió en una figura central para el movimiento que fue conocido como la búsqueda del Jesús histórico. Al ser la fuente principal para la historia y la cultura del judaísmo en el siglo I d.C., los arqueólogos hacen referencia a la información contenida en la obra de Josefo en sus reconstrucciones de ciudades y pueblos en la región. En el año 2013, el arqueólogo israelí Ehud Netzer afirmó haber descubierto la tumba de Herodes el Grande en el Herodión gracias a una lectura cuidadosa de la descripción de Josefo sobre el territorio circundante.

Herodium
Vista del Herodión
Asaf T. (Public Domain)

Para los estudiosos del judaísmo antiguo y del Nuevo Testamento, Josefo suele ser problemático. Cada pasaje tiene que ser analizado teniendo en cuenta su uso de polémica literaria, además de la tendencia de Josefo de autopromoción y justificación en los eventos que describió. Se suele analizar a Josefo comparándolo con los escritos y métodos de historiadores contemporáneos. En el prefacio de Antigüedades judías, Josefo destacó la exactitud histórica: «Pues bien, nuestra narración pondrá de manifiesto con toda exactitud en el lugar adecuado, a medida que vaya avanzando, los datos contenidos en las escrituras… sin añadir ni restar nada» (trad. J. Vara Donado; Libro I, p.27).[3]

Pero como todos los historiadores antiguos, él no se ciñó estrictamente a los hechos, sino que incluyó moralidad y psicología detrás de los actores y de las acciones. En este sentido es similar al historiador del siglo I Dionisio de Halicarnaso, que utilizó un modelo similar. En su descripción de Roma, Dionisio alabó la piedad de los romanos y el papel de la providencia divina en su éxito. Josefo hizo lo mismo para los judíos. A pesar de los problemas analíticos y los debates, sin los escritos de Josefo hubiéramos tenido muy poco acceso a la gente y a los eventos de su época.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Edilsa Sofia Monterrey
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2021, octubre 11). Flavio Josefo [Flavius Josephus]. (E. S. Monterrey, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-20121/flavio-josefo/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "Flavio Josefo." Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 11, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-20121/flavio-josefo/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Flavio Josefo." Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 11 oct 2021. Web. 16 nov 2024.

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