Gorgias (427 a.C.) fue un sofista y filósofo griego, considerado el mejor retórico de su época. Se dice que creó varios aspectos de la oratoria que aún se utilizan y que dominó el arte de la persuasión, y que cobraba altos precios por enseñarlo a otros. Hoy se lo conoce sobre todo por el diálogo platónico Gorgias.
Su filosofía se basaba en la afirmación de que nada existe o, si existe, no se puede conocer realmente y, si se puede conocer, ese conocimiento no se puede transmitir. Y aunque pudiera comunicarse, no se entendería como se pretende. Gorgias hizo esta afirmación basándose en la naturaleza subjetiva de la mente humana. Dado que toda la realidad debe ser interpretada por un individuo, la visión que una persona tenga de una "silla" diferirá de la de otra y, aunque cada una asumirá que la otra tiene la misma comprensión de la "silla", esto es imposible, y por lo tanto la comunicación precisa de los conceptos también es imposible, porque la idea de la "silla" es diferente de la silla real.
Esta afirmación, sin embargo, se contradice con las propias obras y enseñanzas de Gorgias, ya que creía que podía comunicar sus conceptos y que los demás los entenderían como se pretendía. Esto ha llevado a algunos estudiosos a especular que sus obras escritas eran modelos irónicos o satíricos que solo pretendían enseñar cómo construir un argumento persuasivo (o como un anuncio de las habilidades de Gorgias) y que el contenido se no debía tomar en serio. También es posible que hiciera estas afirmaciones para satirizar la visión de la Escuela Eleática de Parménides (c. 485 a.C.) de la existencia como una sustancia única, increada e indestructible. Según Gorgias, pretender conocer lo que constituía la existencia era un absurdo y era igualmente posible afirmar (y demostrar) que no existía nada en absoluto.
Platón (428/427-348/347 a.C.) lo calificó de charlatán en su diálogo del Gorgias y, aunque fue popular en su época, su estilo florido cayó en desgracia después de su muerte y quedó en el olvido hasta el siglo XIX, cuando los filósofos modernos empezaron a tomar nota de sus afirmaciones sobre la naturaleza de la existencia, la diferencia entre el pensamiento y la realidad y la imposibilidad de la comunicación. Prefiguró en 2000 años al escritor y filósofo relativista italiano Luigi Pirandello (1867-1936) en su afirmación de que una persona no puede entender las palabras de otra y que cada uno vive en su propia realidad creada y mantenida por sus propias interpretaciones del mundo.
Vida y obras
Las fechas de Gorgias se ubican a menudo entre el 483 y el 375 a.C., pero se basan en la única fecha registrada, el 427 a.C., cuando llegó a Atenas como parte de una delegación de Leontini, Sicilia, cuando tenía aproximadamente sesenta años. También se dice que murió a la edad de 108 años, por lo que, partiendo del 427 a.C., se establecen las fechas de su nacimiento y muerte, pero son aproximaciones, ya que se desconoce su edad real en el 427 a.C.
Nació en la colonia griega de Leontini, en Sicilia, y tenía un hermano y una hermana. Su padre se llamaba Charmantides, pero no se sabe nada de su ocupación ni del nombre de su madre. Recibió una buena educación y se dice que estudió con Empédocles (c. 484-424 a.C.). No se sabe nada de su vida en Leontini, pero ya era un retórico respetado en el año 427 a.C. cuando fue elegido para formar parte de una delegación en Atenas que solicitaba protección militar a la ciudad-estado de Siracusa.
Tras tener éxito en esta misión, Gorgias permaneció en Atenas y viajó a otras ciudades-estado enseñando el arte de la persuasión a los jóvenes de las familias ricas. Entre ellos estaba Isócrates (436-338 a.C.), el influyente sofista que estableció su propia escuela de retórica. También se dice que Gorgias instruyó o influyó en muchos de los hombres más importantes de Atenas, como Pericles (495-429 a.C.) y Critias (c. 460-403 a.C.). Algunos estudiosos afirman que instauró la sofística en Grecia, destacando la importancia de la retórica en la oratoria, y también se cree que fomentó el uso de un lenguaje elevado y de recursos literarios como la metáfora para atraer al público.
Se dice que le pagaban muy bien por sus enseñanzas, que se centraban en el arte de la persuasión para "hacer que la afirmación más débil parezca la más fuerte" y supuestamente era capaz de hablar con elocuencia sobre cualquier tema. Parece que pronunció discursos en los festivales panhelénicos de Atenas y era tan respetado que se erigió una estatua de oro macizo con su imagen en Delfos. Murió en Larisa, supuestamente a la edad de 108 años, y se conservan cuatro obras de Gorgias:
- Sobre la naturaleza (o Sobre lo inexistente)
- Encomio de Helena
- Defensa de Palamedes
- Epitafios (o la Oración fúnebre ateniense)
Todas ellas se caracterizan por la predilección de Gorgias por el lenguaje florido o macrologia, es decir, el uso de más palabras de las necesarias para exponer su punto de vista, en el que parece haber confiado más que sus compañeros sofistas.
Los sofistas en la antigua Grecia
El término sofista deriva del griego sophia (sabiduría) y se entendía como sabio. Estos sabios muy cultos viajaban de ciudad en ciudad ofreciéndose a enseñar a otros y recibiendo importantes sumas por sus esfuerzos. Su nombre se convirtió en la palabra raíz del término sofisticado, pero como se llegó a considerar que utilizaban el lenguaje para engañar o manipular, "sofista" también se prestó al término sofisma o sofistería.
Gorgias fue uno de los sofistas más conocidos y mejor pagados de su época, en la que también trabajaban otros famosos sofistas, como Pródico de Ceos (c. 465 - c. 395 a.C.), Trasímaco (c. 459-400 a.C.), Protágoras (l. c. 485-415 a.C.) e Hipias de Elis (c. Siglo V a.C.) que fueron contemporáneos del filósofo Sócrates de Atenas (470/469-399 a.C.), quien se diferenciaba de los demás en que nunca cobraba por sus enseñanzas, sostenía que había una Verdad objetiva independientemente de la opinión, y no pretendía hacer a los hombres mejores oradores, litigantes o políticos.
Esta fue la pretensión de varios sofistas y muchos de ellos también hicieron la misma pretensión que Gorgias de poder hablar sobre cualquier tema y tener una oratoria persuasiva y conmovedora. A cambio de un precio, enseñaban a otros sus habilidades, y esto se consideraba excepcionalmente valioso en la antigua Grecia, donde los pleitos eran un asunto cotidiano y uno tenía que ser capaz de defenderse en los tribunales o adelantar una acusación.
En la antigua Grecia no existía la figura del abogado. Se esperaba que uno representara su propio caso en los tribunales y, si no sabía hablar bien, tenía que contratar a un logógrafo para que escribiera un discurso. Es posible que algunos sofistas comenzaran su carrera como logógrafos (escritores de discursos) antes de convertirse en maestros itinerantes que se desplazaban de ciudad en ciudad. Los políticos, por supuesto, también necesitaban ser capaces de hablar bien en público y los padres de clase alta de los jóvenes estaban ansiosos por inscribir a sus hijos en la instrucción del arte que los sofistas decían dominar.
Aunque los sofistas gozaban de gran prestigio en su época, su reputación se ha visto afectada desde entonces, principalmente debido a las duras críticas de Platón, que los tachaba de estafadores que afirmaban tener conocimientos que no poseían y prometían resultados que no podían garantizar. Varios sofistas famosos aparecen como antagonistas en los diálogos de Platón, entre ellos Gorgias, Protágoras y Trasímaco, todos los cuales quedan en ridículo gracias a la habilidad de Platón a la hora de plantear sus afirmaciones para que sean desmontadas por la dialéctica de Sócrates.
Los diálogos de Platón fomentaron la visión de los sofistas como manipuladores engañosos y en la época de Isócrates se los conocía como retóricos, adscritos a una escuela, que solo pretendían ser capaces de enseñar a hablar en público sin el añadido de impartir sabiduría o hacer de uno una mejor persona en general. Las obras de los sofistas cayeron en desgracia y, al igual que los filósofos presocráticos, solo existen en forma de fragmentos. Esto dificulta la comprensión de sus principales enseñanzas o de cómo se habrían entendido los fragmentos en su contexto, y esto se aplica especialmente al caso de Gorgias.
La obra retórica de Gorgias
De los cuatro fragmentos atribuidos a Gorgias, tres son obras retóricas que proporcionan modelos para el arte de la argumentación exitosa: Encomio de Helena, Defensa de Palamedes y Oración fúnebre ateniense. En las dos primeras, el autor trata de persuadir al público para que acepte una opinión generalmente impopular, mientras que en la última, el objetivo es simplemente honrar a los caídos y evocar una respuesta emocional. El Encomio de Helena es el que mejor ilustra el modelo de argumentación de Gorgias, ya que se trata de una defensa de Helena de Troya, que, como se describe en la Ilíada de Homero, abandonó a su marido Menelao por el príncipe troyano Paris, lo que desató la guerra de Troya.
En general, los griegos consideraban a Helena como algo malo, pero Gorgias presenta una defensa donde argumenta que, en función del propio texto de Homero, ella no fue la culpable del conflicto. Cita cuatro posibles razones para las acciones de Helena:
- Fuerza física
- El amor
- La voluntad de los dioses
- Persuasión verbal
Si Helena fue secuestrada por la fuerza física, entonces no era culpable porque era una víctima y no una participante voluntaria. Si dejó a Menelao por Paris voluntariamente porque se había enamorado de él, no era culpable, porque el amor se consideraba una fuerza divina a la que los humanos no podían resistirse. Si los dioses quisieron que Helena dejara a Menelao por Paris, ella no tenía la culpa por esta misma razón, ya que ninguna voluntad mortal podía enfrentarse a la de la Divinidad. Si dejó a Menelao debido a la poderosa persuasión verbal de Paris, tampoco podía ser culpada porque se entendía que las palabras tenían un poder significativo y podían convencer a uno de comportarse de forma contraria a su inclinación personal.
Gorgias utiliza la misma técnica en su Palamedes. Esta vez se centra en el mítico personaje de Palamedes, responsable de involucrar a Odiseo en la guerra de Troya. Cuando Menelao estaba reuniendo a sus nobles aliados para atacar Troya y recuperar a Helena, Odiseo, rey de Ítaca, fingió estar loco y enganchó un burro y un buey a su arado y recorrió sus campos erráticamente para evitar el servicio. Cuando Palamedes vino a buscarlo para la expedición, supo que Odiseo solo estaba fingiendo y colocó al hijo de Odiseo, Telémaco, delante del arado y cuando Odiseo se movió para evitarlo, su artimaña quedó al descubierto. Más tarde, Odiseo acusó a Palamedes de traición por conspirar con los troyanos y fue ejecutado, pero el discurso de Gorgias, con Palamedes como narrador, lo defiende de la acusación y muestra lo injusto que fue tratado y lo mal que se le recuerda.
Sobre la existencia y el conocimiento
Se cree que estas dos obras, Encomio de Helena y Defensa de Palamedes, fueron piezas de exhibición que demostraban la capacidad de Gorgias para persuadir a un público en contra de su voluntad, ya que tanto Helena como Palamedes eran vistos en términos generalmente negativos. Su obra Sobre la naturaleza, sin embargo, presenta problemas de interpretación porque podría haber sido escrita por el mismo motivo que las dos anteriores, podría ser una declaración filosófica seria o podría ser una sátira de la pretensión de Parménides de conocer la naturaleza de la existencia.
Parménides afirmaba que lo que es no puede proceder de lo que no es y, puesto que lo que es existió, tiene que haber procedido de algo, pero, como solo podía proceder de lo que es, debía proceder de sí mismo y, por tanto, era increado, de una sustancia única e inmóvil porque, si pudiera estar sujeto a cambios, no sería entonces él mismo. La respuesta de Gorgias fue que nada existe porque, si algo existe, debe ser el Ser o el No Ser, pero el No Ser no existe y, si el Ser existe, tendría que ser eterno (como decía Parménides) o creado.
Si fuera eterno, no tendría principio ni fin, ni posición y no puede existir nada que no tenga lugar, por lo que el Ser no existió y, si el ser no existió, nada existe. Si el Ser fuera creado, tendría que haber un Creador y, puesto que nada puede venir de lo que no es, el Creador sería lo mismo que la Creación, lo que llevaría a que no tuviera posición y, por tanto, no existiera.
Incluso si el Ser existiera, sería intrascendente para la condición humana porque sería incomprensible e incomunicable. Gorgias afirmaba que los conceptos existentes en la mente no se corresponden con la realidad (el "pensamiento" no es lo mismo que "sobre lo que se piensa") y los pensamientos de cada uno son diferentes. El concepto de Ser de una persona, en primer lugar, no se correspondería necesariamente con el verdadero Ser, y además, solo sería accesible para ese individuo, ya que su visión del Ser no se podría transmitir correctamente a otra persona. También es posible que la comprensión del Ser de una persona sea una completa ficción porque los humanos son capaces de imaginar cosas que no se corresponden con la realidad objetiva. Gorgias escribe:
Muchas cosas pensadas no son realidades: podemos concebir un carro que corre sobre el mar o un hombre alado. Además, como las cosas vistas son objeto de la vista, y las cosas oídas son objeto del oído, y aceptamos como reales las cosas vistas sin que sean oídas, y viceversa, así tendríamos que aceptar las cosas pensadas sin que sean vistas ni oídas; pero esto significaría creer en cosas como el carro que corre por el mar. Por lo tanto, la realidad no es objeto del pensamiento y este no puede comprender a aquella. La mente pura, como opuesta a la percepción de los sentidos, o incluso como un criterio igualmente válido, es un mito. (Sexto Empírico 1.3.B3/Baird, 45)
Las afirmaciones de Parménides y otros filósofos de que la verdad solo puede ser aprehendida por la mente pura (la razón) son un mito porque se está afirmando que la mente es capaz de comprender la realidad objetivamente pero, dado que los seres humanos están limitados por la interpretación subjetiva, solo pueden comprender lo que su entendimiento subjetivo les permite. Incluso si se pudiera afirmar que la realidad es comprensible, sería incomunicable porque el pensamiento no equivale a la realidad perceptible y las palabras no se corresponden con el pensamiento:
Aquello con lo que nos comunicamos es el habla, y el habla no es lo mismo que las cosas que existen, las perceptibles, por lo que no comunicamos las cosas que existen, sino solo el habla; así como lo que se ve no puede convertirse en lo que se oye, nuestro habla no puede equipararse a lo que existe ya que está fuera de nosotros. Además, el habla se compone de los perceptos que recibimos del exterior, es decir, de los perceptibles, de modo que no es el habla la que comunica los perceptibles, sino los perceptibles los que crean el habla. Además, el habla nunca puede representar exactamente los perceptibles, ya que es diferente de ellos y los perceptibles son aprehendidos cada uno por un tipo de órgano, el habla por otro. Por lo tanto, como los objetos de la vista no pueden ser presentados a ningún otro órgano que no sea la vista, y los diferentes órganos de los sentidos no pueden darse información unos a otros, del mismo modo, el habla no puede dar ninguna información sobre los perceptibles. (Sexto Empírico 1.3.B3/Baird, 46)
No está claro cómo debían entenderse estas afirmaciones, como se ha señalado. Gorgias era conocido por su capacidad de disertar sobre cualquier tema y por su poder de persuasión, así que, claramente, creía que se podía comunicar algo sobre la realidad objetiva a los demás y, además, que existía una realidad objetiva como punto de referencia para sus argumentos. Lo más probable es que solo tratara de demostrar la técnica que Platón criticaba como "hacer que el argumento más débil parezca el más fuerte" y así mostrar sus habilidades retóricas, pero esta interpretación es especulativa; es igualmente posible que estuviera haciendo una sincera observación filosófica.
Conclusión
El Gorgias de Platón presenta al sofista como un fraude manipulador cuando Sócrates obliga a Gorgias a aceptar que un público inculto es más fácil de convencer que un grupo armado con conocimientos y hechos. Sócrates pregunta repetidamente a Gorgias qué es exactamente lo que enseña, y Gorgias evade la pregunta con respuestas floridas antes de admitir que enseña el arte de la persuasión, que se basa en la manipulación de un público a través de sus creencias culturales, en lugar de un argumento razonado basado en hechos, y que los ignorantes son más fáciles de persuadir que los educados. Se desconoce si esta representación representa las opiniones del verdadero Gorgias, pero parece poco probable a tenor de los fragmentos existentes, especialmente la Helena, ya que Gorgias se basa claramente en hechos y argumentos razonados en esta obra, las creencias de su público son contrarias a sus afirmaciones, y se basa en un determinado nivel de educación del público para hacer valer sus argumentos.
En la época moderna, el interés por Gorgias fue reavivado por el filósofo alemán Georg W. F. Hegel (1770-1831) y por el historiador y académico inglés George Grote (1794-1871), quienes creían que los sofistas en general, y Gorgias en particular, habían sido injustamente calumniados por Platón y otros escritores posteriores. Estos autores promovieron una revalorización de los sofistas sin referencia a las críticas platónicas o aristotélicas, que fue apoyada por pensadores y escritores posteriores.
Luigi Pirandello, por citar solo un ejemplo, combina los pensamientos de Gorgias y Protágoras en sus obras de teatro, en las que sostiene que la realidad es una construcción personal, que cualquier cosa es verdadera si uno cree que lo es, y que nadie puede comunicar su realidad a otra persona. Desde mediados del siglo XX, las enseñanzas de los sofistas han seguido recibiendo una atención más seria y ahora suelen incluirse de forma más objetiva en cualquier estudio sobre los filósofos presocráticos y el pensamiento griego.