Margarita de Navarra (1492-1549) fue una escritora, filósofa, diplomática y reina de Navarra, hermana del rey Francisco I de Francia (que reinó de 1515 a 1547), madre de Juana de Albret (1528-1572) y abuela de Enrique IV de Francia (1553-1610). También fue defensora de la Reforma, actuando de mediadora entre protestantes y católicos en Francia.
También conocida como Margarita de Angulema, es famosa sobre todo por su Heptamerón (1558), inacabado a su muerte y publicado póstumamente, que está considerado como una de las obras más importantes del Renacimiento. Mantuvo correspondencia con algunos de los grandes reformadores de su época, incluyendo a Martín Lutero (1483-1546), Felipe Melanchthon (1497-1560), Juan Calvino (1509-1564), Guillaume Farel (1489-1565) y Marie Dentière (ca. 1495-1561). Margarita y Dentière fueron amigas y también tenía una relación cercana con Ana Bolena (ca. 1501-1536), y patrocinó el trabajo de Leonardo da Vinci (1452-1519), que pasó sus últimos años en el castillo que ella y Francisco I le ofrecieron.
Aunque nunca renunció oficialmente al catolicismo, apoyó la Reforma protestante en Francia, protegió de la persecución a sacerdotes y escritores protestantes, e hizo avanzar la causa de la Reforma, financiando la traducción al francés de las obras de Lutero y Calvino, así como de otros comentarios sobre las Escrituras, y de la propia Biblia. Apoyó y protegió al reformador Jacques Lefèvre d’Étaples (ca. 1455 - ca. 1536), el primer teólogo en traducir el Nuevo Testamento al francés, y utilizó su influencia con su hermano para evitar su arresto y la destrucción de su obra.
Fue defensora de los pobres y de las madres solteras, y fundó hospitales, casas de beneficencia y orfanatos, a la vez que atendía sus obligaciones en la corte y escribía de forma casi constante. Sus cartas, poemas (especialmente su Espejo del alma pecadora), obras de teatro, y el Heptamerón, siguen siendo ampliamente leídos en la actualidad y se la recuerda como una gran mujer del Renacimiento, que encarnó los mejores aspectos de su época.
Educación y primer matrimonio
Margarita nació el 11 de abril de 1492, hija de Carlos, duque de Angulema (1459-1496), un descendiente de Carlos V de Francia (que reinó de 1364 a 1380), y la noble Luisa de Saboya (1476-1531). Sus padres habían recibido ambos una educación selecta, valoraban la lectura y tenían una gran biblioteca. Aunque la educación de las niñas se consideraba una pérdida de tiempo sin sentido, Margarita tuvo desde pequeña profesores académicos, incluso después del nacimiento de su hermano Francisco, en 1494, porque se pensaba que la hermana de un futuro rey debería ser capaz de conversar sobre muchos temas diversos. El académico Marcel Tetel comenta:
Margarita de Angulema no podría haber tenido un contexto más privilegiado. Como ninguno de los dos últimos reyes de Francia, Carlos VIII (muerto en 1498) y Luis XII (muerto en 1515), dejó un heredero varón, la rama Angulema de los Valois pasó a heredar el trono. Margarita y su hermano, el futuro Francisco I, pasaron su niñez primero en Cognac, Angulema y después en el Valle del Loira, en los castillos de Blois y de Amboise. Ahí es donde estudió latín, italiano y español (y más tarde alemán y hebreo), filosofía clásica y las Escrituras. (Wilson, 99)
Su padre sufrió una grave enfermedad en el invierno de 1495, falleciendo en enero de 1496 y dejando a su madre viuda, con 19 años de edad. Luisa trasladó la familia a la corte de Luis XII (que reinó de 1498 a 1515), el primo de su marido, donde crecieron sus dos hijos, supervisando su educación, y congraciando a Francisco con el rey. Tal como ya había hecho anteriormente, Luisa invitó a los profesores más competentes para educar a sus hijos, de forma que Margarita creció leyendo la Biblia, a Platón, Cicerón, Virgilio y, más tarde, Dante, Petrarca y Bocaccio. Tuvo una influencia especial de Plotino, como complemento filosófico del cristianismo.
Luis XII organizó los matrimonios de ambos niños: Francisco con su hija Claudia de Francia (1499-1524), en 1514, y Margarita con Carlos IV, duque de Alençon (1489-1525), en 1509. El rey Enrique VII de Inglaterra (que reinó de 1485 a 1509) le había pedido a Luis XII que le concediera a Margarita como esposa de su segundo hijo (el futuro Enrique VIII de Inglaterra, que reinó de 1509 a 1547), pero Luis XII quería tener acceso a los dominios de Carlos IV y lo rechazó (con lo que le ahorró a Margarita convertirse en la primera esposa de Enrique VIII). Este no fue un matrimonio feliz y se dice que Margarita estuvo llorando durante toda la ceremonia de su boda. Carlos IV era analfabeto, no tenía ningún interés por los libros, y su afición principal era la caza. Margarita se llevó sus libros al nuevo hogar en el castillo de Alençon, donde de forma regular invitaba a cenar a músicos, poetas y eruditos.
Margarita no se contentaba sólo con hablar sobre conceptos religiosos y filosóficos, sino que se esforzaba por ponerlos en práctica. Animaba a las demás nobles que conocía a que contribuyeran a la construcción de hospitales, orfanatos y asilos en Alençon, y estableció normas en dichas instituciones que exigían comidas saludables, higiene diaria y respeto por las personas, especialmente las mujeres, que se refugiaban en ellas. Las mujeres solteras embarazadas recibían asilo, comida y ayuda antes y después de dar a luz, y cualquier acto de acoso o violación se castigaba severamente.
Francisco I se convirtió en rey en 1515, y Margarita le pidió que fundara un hospicio en París para huérfanos, para separarlos de la población adulta, que con frecuencia les acosaba en las casas de beneficencia parisinas. Igual que en Alençon, envió representantes a París para asegurarse de que sus normas se cumplían, sin que se produjera ningún tipo de abuso.
Para 1521, el mensaje reformador de Lutero ya circulaba por Francia y Margarita buscó el consejo espiritual de Jacques Lefèvre d’Étaples, un teólogo muy respetado, que simpatizaba con la Reforma. La envió con Guillaume Briçonnet, obispo de Meaux, también implicado en la reforma de la Iglesia desde dentro, que se convirtió en su mentor espiritual en los tres años siguientes. Durante esa época, ella promovió las obras de los escritores evangélicos y comenzó a escribir poesía religiosa y obras contemplativas.
Muertes y rescate
En 1524, falleció Claudia, esposa de Francisco I, y Margarita asumió el cuidado de sus hijos, entre los que estaban Magdalena de Valois (1520-1537) y Margarita de Valois (1523-1574). En el mes de agosto, los seis niños contrajeron el sarampión y la mayor, la princesa Carlota, que era su favorita, falleció. La muerte de Claudia, seguida de la de Carlota, inspiró a Margarita a componer su Diálogo en forma de visión nocturna, en el que el espíritu de Carlota viene a consolar a Margarita en su duelo, recordándole la promesa del cielo, y reprendiéndole por llorar, cuando la muerte no es más que una transición del mundo mortal a la vida eterna. Margarita, como narradora, rechaza esa visión, porque la pena por la pérdida es demasiado grande para ser soportada, y siente como si ella misma hubiera muerto y pide ser llevada a donde esté Carlota. Esta replica que ha de esperar la llamada de Dios, en su momento, y asciende hacia la luz, dejando a la narradora sola, pero confortada, en la esperanza de la gracia de Dios. Aunque el poema hace énfasis en la importancia de la fe, es una expresión profundamente personal del dolor, todavía relevante hoy en día.
Ese mismo año, Francisco I dejó París para llevar a cabo la guerra en Italia contra Carlos V, del Sacro Imperio Romano, en las continuas Guerras italianas (1494-1559), con el apoyo de sus nobles, incluyendo el marido de Margarita y Henri d’Albret (el futuro Enrique II de Navarra, 1503-1555). Francisco I fue derrotado en la Batalla de Pavía, el 24 de febrero de 1525, y hecho prisionero junto con algunos otros, incluyendo a Henri d’Albret, mientras que Carlos IV escapó y pudo regresar a Francia. Margarita atendió la enfermedad y las heridas de su marido, con las que había regresado, incluso aunque su madre y otros nobles la reprendieran porque se pensaba que Carlos IV había sido el responsable de la captura de Francisco I, hasta que murió en el mes de abril, el día que Margarita cumplía 33 años.
Margarita asumió la responsabilidad de negociar la liberación de su hermano y los demás cautivos, mantenidos en España en espera del rescate. Viajó a Madrid con un salvoconducto, en octubre de 1525, a encontrarse con Carlos V, pero las negociaciones se eternizaban y Francisco I, sospechando que Carlos V la estaba reteniendo a idea, en espera de que venciera su salvoconducto y pudiera ser retenida también como rehén, le dijo que se marchara. De vuelta en Francia continuó las negociaciones, que concluyeron con el Tratado de Madrid en enero de 1526 y la liberación de los presos, aunque sus sobrinos Francisco y Enrique tuvieron que ser intercambiados por su padre como rehenes.
Reina de Navarra y Reforma
Mientras Francisco I estaba prisionero en España, el clero católico de Francia se había proclamado en contra de los teólogos evangélicos, incluyendo Jacques Lefèvre d’Étaples, cuyas obras fueron censuradas. Al regreso de Francisco I, y a petición de Margarita, este detuvo las persecuciones, aunque no simpatizara con la causa, y le permitió a d’Étaples seguir con su obra. A continuación, Francisco I promovió o concertó el matrimonio de su hermana con Enrique II de Navarra, que había escapado de España antes del fin de las negociaciones y que es posible que ayudara a Margarita en las últimas etapas de las conversaciones. Se casaron en diciembre de 1526, y ella se convirtió en reina de Navarra.
En Navarra, continuó la misma trayectoria que en Alençon, ayudando a los pobres, a la vez que protegía a los sacerdotes, escritores y activistas evangélicos. En 1529, un año después del nacimiento de su hija, Juana de Albret, Margarita sirvió como rehén en las negociaciones de liberación de sus dos sobrinos. Su hijo, Juan, nació en 1530 aunque no llegó a cumplir un año, y su madre murió en 1531. Margarita volvió a la poesía para expresar su dolor y su sentimiento de separación de Dios, escribiendo una de sus obras más conocidas, Espejo del alma pecadora (1531), un monólogo dirigido a Cristo, en el que el narrador relata su propio estado de miseria y pecado, para que los lectores reflexionen observando el suyo propio.
Tras la muerte de su madre, Margarita pasó más tiempo en París en la corte de su hermano, donde continuó su apoyo a las enseñanzas y publicaciones evangélicas y a los esfuerzos de reconciliación entre católicos y protestantes. Publicó el Espejo del alma pecadora en una edición que incluía traducciones de salmos hechas por un escritor reformista, lo que provocó que su poema, y la obra en su conjunto, fueran condenados. Francisco I levantó esa condena y protegió a su hermana y a los demás contribuyentes a la obra, pero la Facultad de Teología de La Sorbona pudo condenar al impresor por la difusión de obras heréticas, que fue ahorcado.
Francisco I siguió protegiendo a Margarita y a los que ella defendía, hasta los hechos conocidos como "Asunto de los pasquines", de octubre de 1534 cuando, entre los días 17 y 18, unos carteles, que denunciaban la misa católica y defendían las ideas del reformador Ulrico Zuinglio (1484-1531) fueron hechos públicos en Blois, Orleans, París, Ruan y Tours; uno de ellos apareció en la puerta del dormitorio del castillo de Francisco I. Los académicos modernos siguen debatiendo si eso fue obra del reformador Antoine Marcourt (como se creía tradicionalmente) o de las autoridades católicas, que estaban hartas de las políticas indulgentes de Francisco I hacia los evangélicos e incriminaron a Marcourt y a otros. Quienquiera que fuera el responsable, Francisco I reaccionó rehusando seguir protegiendo a los compañeros de Margarita, e iniciando la persecución de los protestantes por toda Francia.
Juan Calvino huyó entonces de Francia, junto con muchos otros, deteniéndose en el castillo de Margarita en Navarra antes de seguir hacia Ginebra en 1536. Las impresiones de cualquier tipo fueron restringidas por el rey, que pasó a dictaminar por decreto los tipos de obras autorizadas; cualquier sospechoso de tomar parte en el Asunto de los pasquines, o de ayudar a los participantes, fue arrestado. Muchos protestantes murieron en la hoguera. Navarra pasó a ser un lugar seguro para los protestantes, porque Enrique II apoyaba las políticas de su mujer de tolerancia religiosa e intercambio de ideas, pero ella ya no pudo seguir ejerciendo la misma influencia de antes sobre su hermano.
Influencia y Heptamerón
En algún momento entre 1531 y 1536, Margarita envió una copia del Espejo de un alma pecadora a su amiga Ana Bolena, en Inglaterra. Esta había sido dama de compañía en la corte de la reina Claudia, y mantuvo correspondencia con Margarita tras la muerte de la reina. Se cree que Margarita influyó en la Reforma en Inglaterra a través de esa correspondencia, porque la propia Ana era simpatizante de la Reforma, y su hija Isabel (la futura Isabel I de Inglaterra, que reinó de 1558 a 1603) tradujo el poema al inglés en 1544, presentándolo a una audiencia internacional.
Margarita también inspiró una de las obras más conocidas de la Reforma, cuando escribió a su amiga Marie Dentière, en 1539, preguntándole por qué Calvino y Farel habían sido expulsados de Ginebra. La respuesta de esta fue su carta abierta a Margarita conocida como Una epístola muy útil de Marie Dentière, que defendía una participación mayor de las mujeres en la Reforma, los derechos de las mujeres en general y el destierro del clero católico de Francia.
Es posible que también ejerciera una influencia indirecta sobre la joven académica reformista Olimpia Fulvia Morata (1526-1555), compañera en la corte de Ana de Este (1531-1607), hija de Renata de Francia (1510-1574). Margarita mantuvo correspondencia con Renata, como con muchas otras, y esta llegó a ser muy conocida como defensora de la reforma religiosa. Morata se convertiría en una de las más grandes académicas clásicas de su época, y también es recordada como una apasionada defensora de la Reforma.
Margarita también fue mecenas de François Rabelais (1483-1553), protegiéndolo y promoviendo la publicación de Gargantúa y Pantagruel, de su amigo íntimo y poeta Clément Marot (1496-1544) y del poeta Pierre de Ronsard (1524-1585), entre muchos otros, incluido Leonardo da Vinci, cuyos últimos trabajos fueron patrocinados por ella. Sin embargo, es conocida sobre todo por su Heptamerón, su trabajo más ambicioso, que quedó inacabado a su muerte.
El Heptamerón es una colección de 72 cuentos interrelacionados temáticamente, explicados por cinco mujeres y cinco hombres aislados en una abadía. Una inundación se ha llevado el único puente en las cercanías y llevará diez días reconstruirlo. Mientras esperan, acuerdan entretenerse con historias de amor y con los desafíos de las relaciones románticas. Margarita pensó la obra como un Decamerón francés, ya que hace referencia directa en el prólogo a Giovanni Bocaccio, donde también aclara que la obra iba a incluir 100 cuentos. En el momento de su muerte, solo había completado 72, o al menos eso se cree; los académicos siguen trabajando sobre los diversos manuscritos y versiones existentes, publicados entre 1558 y el siglo XIX, para establecer una versión acreditada de la obra porque parece claro que Margarita escribió más de lo que se incluyó en las primeras publicaciones posteriores a su fallecimiento.
Conclusión
El Heptamerón, aunque de lectura popular desde su aparición, fue criticado por algunos como vulgar, y condenado por su descripción de los clérigos católicos como violadores y depredadores. Sin embargo, en último término, es una obra religiosa que promueve la creencia en el concepto neoplatónico (inspirado por Plotino) de una realidad mayor y más duradera por encima del mundo de la percepción sensorial y de la experiencia. Esta visión se entrelaza con el concepto cristiano del cielo y el amor de Dios quien, a diferencia de los amantes humanos, permanece fiel por siempre. Tetel comenta sobre el tema y el mensaje de la obra:
Finalmente, la fe fuerte y genuina ofrece el único consuelo posible tras sufrir los caprichos e inconvenientes de las relaciones hombre/mujer. Idealmente, uno debería buscar la bondad en el otro y darle a su vez la suyo. Eso se denomina amor perfecto, pero, en la práctica, la carne y los sentidos predominan, dada la debilidad inherente a los seres humanos y el fracaso de la humanidad. Sin embargo, las relaciones hombre/mujer son necesarias, si no bienvenidas, porque le hacen a uno darse cuenta de la naturaleza efímera de esas relaciones y de la vida, allanando así el camino para un consuelo espiritual superior. (Wilson, 102)
Las otras obras de Margarita tratan del mismo tema, o similares, y afirman la existencia de un significado y un amor duraderos en un mundo de cambio constante y muerte. Perdió a su amigo Marot en 1544, puso término a su correspondencia con Calvino en 1545 por sus duras críticas y, el mismo año, perdió a su sobrino favorito, Carlos. Su hermano murió en 1547 y, como anteriormente, recurrió a la poesía para expresar su dolor y su fe en otra vida y en un Dios amoroso que devolverá lo perdido, cuando todos se vuelvan a reunir en el paraíso.
Falleció de pleuresía en diciembre de 1549 y, a diferencia de muchas de las escritoras de su tiempo, sus obras se preservaron intactas y fueron publicadas por primera vez en los diez años que siguieron a su muerte. Esas obras, especialmente el Heptamerón, encontraron una audiencia más amplia en el siglo XIX, y la reputación de Margarita como una gran mujer del Renacimiento no ha dejado de crecer desde entonces. Hoy en día es reconocida como una de las figuras más significativas de su tiempo, tanto por sus logros literarios como por sus contribuciones a la reforma social y a la libertad de expresión religiosa.