María II de Inglaterra (que reinó de 1689 a 1694) gobernó conjuntamente con su marido Guillermo III de Inglaterra (de 1689 a 1702) hasta su muerte por viruela. Mientras Guillermo sufría una reacción xenófoba a su gobierno, María representó la continuidad de la Casa Real de los Estuardo y fue mucho más popular entre el pueblo que su marido holandés.
Juventud y familia
María nació el 30 de abril de 1662 en el Palacio de St. James de Londres. El padre de María era Jacobo II de Inglaterra (que reinó de 1685 a 1688) de la Casa Real de Estuardo. La madre de María era Ana Hyde, hija del conde de Clarendon y primera esposa de Jacobo. Ana murió por enfermedad en marzo de 1671. El rey Jacobo heredó el trono de su hermano Carlos II de Inglaterra (reinó de 1660 a 1685), quien murió en febrero de 1685 sin tener hijos legítimos. Esta sucesión no fue sencilla, ya que mientras Carlos vivía, Jacobo se había convertido al catolicismo (en 1668). Desde la Reforma inglesa y sucesos como el complot de la pólvora de 1605 para hacer volar al rey y al Parlamento, los católicos no tenían buena reputación en Inglaterra. En 1679, un grupo de políticos "whig" consiguió que el Parlamento excluyera a Jacobo de la sucesión a causa de su fe, pero su hermano Carlos lo restituyó. Una de las condiciones de su reincorporación fue que Jacobo garantizara que tanto María como su hermana menor, Ana (nacida en 1665), fueran educadas como protestantes. María tenía una figura agraciada, con su larga melena oscura, ojos marrones y una tez blanca y suave. Era un poco más alta que la media y bailaba bien.
Alentada por Carlos II para asegurar la buena voluntad de sus súbditos protestantes, María se casó con su primo Guillermo, Príncipe de Orange (nacido en 1650) el 4 de noviembre de 1677. Guillermo, protestante holandés, no era un gran partido en cuanto a su aspecto; era bajo (12 cm más bajo que María), encorvado, tenía la nariz aguileña y los dientes negros, y su carácter no ayudaba, ya que era taciturno y sin sentido del humor. María lloró durante un día y medio al enterarse de la noticia de su matrimonio concertado. La pareja terminó estableciendo un fuerte vínculo, pero aunque María escribió cartas cariñosas a su marido a durante su matrimonio, Guillermo tuvo amantes, y abundaron los rumores de que su gusto se dirigía también a los hombres jóvenes.
Cuando su padre ascendió al trono, María se convirtió en su heredera y lo siguió siendo, ya que la segunda esposa de Jacobo, María de Módena, no tuvo suerte en el parto y todos los hijos de la pareja murieron jóvenes. Pero la situación cambió radicalmente el 10 de junio de 1688. Por fin, Jacobo y María tuvieron un hijo, Jacobo Francisco Eduardo. Seguramente sería educado como católico, al igual que sus padres, y esto preocupaba a muchos en el Parlamento. Hubo rumores de que Jacobo planeaba volver a convertir a Inglaterra en un país católico, y aunque no había muchas pruebas concretas de esta intención, el rey alimentó las sospechas al nombrar a católicos en muchos puestos clave del poder. Jacobo era también demasiado autoritario para el gusto de algunos políticos; ignoraba leyes, aplicaba mal otras, e incluso destituyó al Parlamento en noviembre de 1685. Aunque muchos habían estado dispuestos a esperar a que el rey muriera de forma natural y fuera sustituido por la protestante María, el nacimiento de Jacobo Francisco Eduardo lo cambió todo. Un grupo de siete protestantes destacados ahora buscaba una solución en el extranjero.
La Revolución Gloriosa
Guillermo de Orange era una opción obvia para sustituir a Jacobo II. Era protestante, nieto de Carlos I de Inglaterra y, por supuesto, estaba casado con María. Además, a pesar de las recientes guerras navales, Gran Bretaña y los Países Bajos eran aliados naturales contra la Francia católica, que entonces dominaba el continente. Quizá motivado más por las posibilidades militares que por otra cosa, Guillermo aceptó la invitación de los protestantes ingleses y se lanzó a la invasión. El holandés y un ejército de hasta 21.000 hombres desembarcaron en Devon, Inglaterra, el 5 de noviembre de 1688. Desertado por algunos de sus aliados más cercanos y sin saber qué hacer, Jacobo intentó huir pero fue capturado. Guillermo permitió entonces a su suegro abandonar Inglaterra sin ser molestado y reunirse con su familia en Francia. El trono estaba ahora vacío, y el Parlamento registró la abdicación como ocurrida el 23 de diciembre de 1688, cuando Jaime abandonó las costas inglesas.
Una monarquía constitucional
Los siguientes pasos fueron bastante más complejos. Los "whig" de la Cámara de los Comunes (la cámara baja del Parlamento) querían un gobierno conjunto entre Guillermo y María. La opinión de María era que Guillermo debía gobernar como regente de su padre; no tenía ninguna ambición de gobernar sola. Los "tories" de la Cámara de los Lores (la cámara alta) querían que María gobernara sola y así preservar la línea natural de sucesión. Sin embargo, Guillermo no se conformaría con un papel menor y amenazó con retirarse y sembrar el caos. En consecuencia, el 13 de febrero de 1689, el Parlamento decretó que ambos gobernaran conjuntamente, aunque en la práctica fuera Guillermo quien ejerciera los poderes soberanos. Sin embargo, María gobernó formalmente en los períodos en los que Guillermo estuvo ausente del reino. Guillermo III de Inglaterra (también Guillermo II de Escocia) y María II de Inglaterra fueron coronados en la Abadía de Westminster el 11 de abril. Su reinado conjunto suele llamarse simplemente "el reinado de Guillermo y María", y las monedas acuñadas del momento mostraban a los dos monarcas juntos. Había sido una Revolución Gloriosa en el sentido de que había habido muy poca violencia y se habían conservado las tradiciones de gobierno del reino.
Fue una revolución, o más bien el comienzo de una, en términos de política. Durante los años siguientes, el Parlamento se aseguró de ser un actor muy activo en un nuevo sistema de gobierno: una monarquía constitucional. Esto se estableció mediante la Carta de Derechos del 16 de diciembre de 1689 y otras leyes como la Ley de la Lista Civil de 1697. El Parlamento tenía ahora la máxima autoridad en las áreas clave de aprobación de leyes y recaudación de impuestos. A partir de entonces, ningún monarca podía mantener su propio ejército permanente, solo el Parlamento podía declarar la guerra y cualquier nuevo monarca debía jurar en su coronación que defendería a la Iglesia protestante. Por último, ningún católico o individuo casado con una católica podía volver a ser rey o reina.
Los jacobitas
En 1689, Jacobo II hizo un intento infructuoso de regresar del exilio y recuperar su trono invadiendo la Irlanda católica, pero finalmente fue derrotado por Guillermo en la batalla de Boyne en julio de 1690. Los jacobitas (como se conocía a los partidarios de Jacobo y de la Casa de Estuardo) eran fuertes en las Tierras Altas escocesas, pero no lo suficiente como para desafiar el gobierno de Guillermo y María. Tras la muerte de Jacobo en 1701, los jacobitas se agruparon en torno al hermano menor de María, Jacobo, ahora conocido como el Viejo Pretendiente. Una rebelión jacobita en Escocia fue aplastada en 1715, al igual que otra en 1745 que pretendía poner en el trono al nieto de Jacobo II, Carlos Eduardo Estuardo (conocido como el Joven Pretendiente o "Bonnie Prince Charlie", 1720-88). De todos modos, la línea real de los Estuardo estaba a punto de llegar a su fin.
Reinado e intereses
Guillermo demostró sus verdaderos objetivos cuando involucró inmediatamente a Inglaterra en el conflicto que se conoció como la Guerra de los Nueve Años (1688-1697) contra Francia. La guerra no supuso ningún beneficio para ninguno de los dos bandos. Se sospechaba de Guillermo porque no era inglés y sus modales no le hacían ningún favor. Por estas razones, María se convirtió en la monarca popular. Después de tres reinas extranjeras y católicas sucesivas, los ingleses tuvieron por fin una reina inglesa protestante de su agrado. En los períodos en los que Guillermo regresaba de la campaña y estaba de nuevo en Inglaterra, volvía a dirigir los asuntos de Estado, y María pasaba a un segundo plano. La reina fue alabada por renunciar de esta manera a sus poderes de regencia. María se limitó entonces a sus tres principales intereses: la jardinería, el coleccionismo y la promoción de la porcelana holandesa, y la mejora del estado moral de sus súbditos. Este último objetivo consistía en reducir los niveles de prostitución, la embriaguez, los juramentos y la falta de respeto por los domingos, como el comercio en ese día. La reina apoyó iniciativas como la creación en 1690 de la Sociedad para la Reforma de las Costumbres. María se aseguró de que los sermones de la corte estuvieran fácilmente disponibles para el público a través de panfletos impresos. También desempeñó un papel activo en la decisión de los nombramientos clave en la Iglesia Anglicana, como el de John Tillotson como arzobispo de Canterbury. La imagen de piedad de María funcionó bien con los protestantes, pero los jacobitas y los católicos señalaron su pecado de romper el quinto mandamiento e ir en contra de la voluntad de su padre. Los enemigos de María sugirieron que su falta de hijos era un castigo de Dios.
En 1689 Guillermo y María compraron la Casa Nottingham en los suburbios de Londres y la transformaron en el Palacio de Kensington. Esta se convirtió en la residencia real favorita de la pareja. María mandó añadir huertos de naranjos a los terrenos. La reina también supervisó los nuevos jardines paisajísticos de su residencia de campo, Hampton Court, basados en el modelo holandés de jardines formales. Otro logro notable de la reina fue la fundación del enorme Hospital Real de Greenwich en 1692. Se diseñó para atender a los marineros heridos en las batallas contra los franceses y a los que tuvieran la suerte de llegar a la jubilación.
El matrimonio real perduró, y aunque puede que no encajaran bien en lo romántico, formaban un buen equipo en lo político. María representaba la continuidad con la línea de los Estuardo, la inglesidad y la piedad, mientras que Guillermo representaba el poder militar protestante. Como el propio rey declaró: "Él debía conquistar enemigos y ella debía ganar amigos" (Starkey, 404). Sin embargo, seguía presente el problema de un heredero para la pareja, que sufrió la pérdida de tres bebés nacidos muertos.
Sucesores
María contrajo la viruela en diciembre de 1694, y murió en el Palacio de Kensington el 28 de ese mes. La difunta reina fue enterrada en la Abadía de Westminster tras una impresionante ceremonia en la que destacó la música compuesta por Henry Purcell (fallecido en 1695). Guillermo estaba angustiado por la muerte de María, de tan solo 32 años, y se negó a casarse de nuevo. Cuando se le ofrecieron formalmente las condolencias de los diputados en el Parlamento, el rey estaba tan abrumado por la emoción que fue incapaz de responder.
Después de que Guillermo III muriera sin heredero en marzo de 1702, Ana, la hermana de María, se convirtió en reina, y luego reinó sobre un reino unido como reina de Gran Bretaña e Irlanda desde 1707 hasta 1714. Ana fue la última de los monarcas Estuardo y le sucedió Jorge I de Inglaterra (que reinó de 1714 a 1727) de la Casa de Hannover.