En la Revolución francesa (1789-1799), el Comité de Seguridad Pública (en francés: Comité De Salut Public) fue un organismo político creado para supervisar la defensa de la República Francesa de los enemigos extranjeros y nacionales. Para lograr este objetivo, el Comité implementó el Reinado del Terror (1793-1794), durante el cual acumuló poderes prácticamente dictatoriales en Francia.
En el punto álgido de su poder, los miembros del Comité eran doce hombres que gobernaron Francia durante diez meses consecutivos, desde el inicio del Terror en septiembre de 1793 hasta la caída de Maximilien Robespierre en julio de 1794 (con la única excepción de Hérault de Séchelles, que fue ejecutado en abril). El Comité logró su objetivo de obtener victorias en las Guerras Revolucionarias Francesas (1792-1802), lo que consiguió al promulgar conscripciones masivas y aplicar reformas en los ejércitos ciudadanos franceses. Quizá sea más famoso por haber orquestado y supervisado el Terror, en el que 16.594 personas fueron guillotinadas en toda Francia y otras miles murieron sin un debido proceso.
Orígenes
Como su nombre indica, el Comité de Seguridad Pública se creó en un momento en el que la seguridad de la incipiente República Francesa —y, de hecho, de la Revolución— estaba en peligro. Aunque los franceses habían rechazado temporalmente la invasión extranjera en la Batalla de Valmy, la lista de potencias europeas que se unían a la Guerra de la Primera Coalición (1792-1797) contra Francia no dejaba de crecer, mientras que grandes franjas de las provincias se rebelaban contra el gobierno revolucionario de París. Los ciudadanos franceses, paranoicos, veían que sus libertades recién conquistadas pendían de un hilo, lo que los llevó a arremeter contra los presuntos contrarrevolucionarios en sangrientos actos de violencia como las masacres de septiembre de 1792. Mientras tanto, la moneda de la Francia revolucionaria, el assignat, se depreciaba rápidamente, lo que provocaba desempleo y hambre generalizados. Realmente, la República Francesa estaba siendo constreñida por todos lados; la sociedad igualitaria prometida por la Revolución estaba en peligro de asfixia prematura.
En este contexto apocalíptico, el 6 de abril de 1793 se creó el Comité de Seguridad Pública. Su objetivo principal era actuar como un consejo de guerra y elaborar estrategias para derrotar a los enemigos de la República, tanto extranjeros como nacionales. Sin embargo, también servía para "vigilar y agilizar" cualquier función del gobierno que pudiera estar relacionada con la guerra y la inteligencia, como la fabricación de suministros o la vigilancia policial (Palmer, 31). Esta inmensa responsabilidad contribuiría a transformarlo en un consejo ejecutivo en todo menos en el nombre. Sin embargo, inicialmente no tenía ningún poder inherente y era simplemente uno de los muchos comités bajo el paraguas más amplio del gobierno provisional de Francia, la Convención Nacional. Cada uno de los nueve miembros del Comité de Seguridad Pública (más tarde ampliado a doce) debía ser elegido por la Convención una vez al mes para evitar que ciertos individuos adquirieran demasiado poder, mientras que el Comité presentaba informes semanales a la Convención. Al menos sobre el papel, la Convención se reservaba la facultad de censurar al Comité y anular sus decisiones, aunque esto nunca llegó a suceder.
El Comité de Seguridad Pública existió en gran medida gracias a los esfuerzos de Georges Danton (1759-1794), cuyo liderazgo había ayudado a derrocar la monarquía durante el asalto al Palacio de las Tullerías ocho meses antes. Danton también había contribuido a crear el Tribunal Revolucionario, destinado a juzgar y condenar a los contrarrevolucionarios. Esta institución era esencial para la seguridad del Estado, y se esperaba que evitara que las turbas histéricas hicieran justicia por mano propia; en palabras del propio Danton, el gobierno debe ser terrible "para que el pueblo no tenga que serlo" (Furet, 220). Encabezó la creación del Comité de Seguridad Pública por la misma razón, sin darse cuenta de que había sentado las bases del Reino del Terror, al que se opondría posteriormente.
Al principio, el Comité se centró en el liderazgo de Danton; siete de los nueve miembros del Comité eran seguidores del ala dantonista del partido político conocido como la Montaña. Sin embargo, la estrella de Danton cayó rápidamente, ya que la marea de la guerra seguía girando en contra de los franceses, y sus propuestas de paz quedaron en nada. En julio de 1793, él y sus seguidores se vieron obligados a abandonar el Comité, y fueron sustituidos por miembros más radicales de la Montaña, dispuestos a llegar a extremos para salvar la República. En septiembre eran doce, con una excepción, estos doce permanecerían en el poder durante diez meses consecutivos, durante los cuales orquestarían y supervisarían la fase más sangrienta de la Revolución francesa.
Los doce que gobernaron
Con el tiempo, el poder de los doce eclipsó al de la Convención Nacional; la autoridad del Comité se disparó hasta alcanzar cotas casi dictatoriales hasta que los acontecimientos del 9 de julio de 1794 (Año del Termidor II) provocaron la caída de Robespierre. Los doce no siempre se agradaron entre sí, ni coincidieron en cuestiones de política. Algunos eran ciertamente más populares e influyentes que otros; Maximilien Robespierre a menudo era reconocido como el rostro del Comité. Sin embargo, su administración fue una de las más eficientes que Francia vería durante su caótica década de Revolución, ya que cada persona trabajó en las tareas para las que estaba más capacitado. Verdaderamente, en las famosas palabras de Thomas Carlyle, "un conjunto más extraño de Cloud-Compellers la Tierra nunca vio" (649). A continuación se presenta una lista de los "Doce que gobernaron", tal y como los denomina el historiador R. R. Palmer en su influyente libro del mismo nombre:
- Bertrand Barère (1755-1841): abogado de familia de abogados, líder de "la Llanura", el equivalente a un partido independiente en la Revolución. Fue el primer miembro elegido para el Comité de Seguridad Pública y a menudo actuó como enlace entre el Comité y la Convención Nacional, donde siguió siendo popular. Debido a sus numerosos discursos y obras de apoyo al Terror, fue apodado "Anacreonte de la Guillotina".
- Jacques-Nicolas Billaud-Varenne (1756-1819): abogado sin éxito que se radicalizó antes que la mayoría de sus colegas. Fue uno de los defensores más militantes del Terror, declarando célebremente: "o la revolución triunfa, o todos morimos" (Schama, 809).
- Lazare Carnot (1753-1823): antiguo oficial del ejército y brillante matemático. Desempeñó un papel decisivo en la reforma de los ejércitos de la República y en el cambio de rumbo de la Guerra de la Primera Coalición a favor de Francia; por ello, fue apodado el "Organizador de la Victoria".
- Jean-Marie Collot d'Herbois (1750-1796): actor y dramaturgo, conocido por su carácter excitante. Junto con Billaud-Varenne, fue uno de los dos últimos miembros añadidos al Comité para aplacar a los "ultrarrevolucionarios" hébertistas tras la insurrección del 5 de septiembre. Collot supervisó la masacre a gran escala de sospechosos tras la revuelta de Lyon.
- Georges Couthon (1756-1794): abogado que perdió el uso de las piernas a causa de la meningitis, confinado por este motivo a una silla de ruedas en 1793. Fue el principal autor de la tristemente célebre Ley de Pradial del año II y, junto con Robespierre y Saint-Just, formó un triunvirato no oficial dentro del Comité.
- Jeanbon Saint-André (1749-1813): antiguo ministro protestante, que supervisó la reconstrucción de la marina francesa.
- Robert Lindet (1746-1825): a los 46 años, es el miembro de mayor edad del Comité. Abogado, dirigió la Comisión Nacional de Alimentación, que supervisó la producción agrícola e industrial durante el Terror.
- Prieur de la Marne (1756-1827): abogado, que supervisó el Terror en Bretaña, pero del que no se sabe mucho más; no emparentado con Prieur de la Côte-d'Or.
- Prieur de la Côte-d'Or (1763-1832): ingeniero del ejército, ayudó a Carnot a organizar la defensa de la nación; no emparentado con Prieur de la Marne.
- Maximilien Robespierre (1758-1794): abogado de Arras. Santurrón, casto, a menudo perdido en sus propios pensamientos. Sus discursos se asemejan más a conferencias sobre moral que a cualquier otra cosa, pero rápidamente ganó popularidad en el Club de los Jacobinos porque, parafraseando a Mirabeau, se creía de verdad todo lo que decía. Por esta razón, se le apodó "el Incorruptible".
- Louis Antoine Saint-Just (1767-1794): joven abogado que había sido un gran admirador de Robespierre antes de convertirse en su aliado más importante. Hizo importantes progresos en el esfuerzo bélico como comisario militar, pero es más recordado por ser uno de los más devotos defensores del Terror, lo que le valió el apodo de "Arcángel del Terror".
- Marie-Jean Hérault de Séchelles (1759-1794): aristócrata adinerado que había comenzado a trabajar en los tribunales de París como abogado del rey con apenas 18 años. En el Comité, a menudo entró en conflicto con Robespierre, quien se encargó de que fuera juzgado y ejecutado junto a los dantonistas el 5 de abril de 1794.
En su libro, Palmer señala que estos Doce no eran muy representativos del conjunto de Francia. A excepción de Hérault, un noble, eran enteramente burgueses, sin ninguna representación del campesinado que todavía constituía las cuatro quintas partes de la población francesa. Eran extraordinariamente jóvenes para todo el poder que habían alcanzado; la mayoría de ellos tenía treinta años, Saint-Just era el más joven, con apenas veintiséis.
Ocho de ellos eran abogados y todos, excepto Collot, habían recibido una educación superior a la media. Salvo Collot, ninguno de ellos conoció la inseguridad económica ni conoció de primera mano a la clase asalariada. Por lo general, su situación era mejor que la de sus padres y, salvo el protestante Saint-André, nunca habían sufrido la opresión del gobierno. Aunque diferían entre sí y de la población que presidían, los doce estaban unidos en su visión común de una Francia mejor. No se habían convertido en revolucionarios para mejorar sus propias vidas, sino para convertir a Francia en una sociedad nueva y progresista basada en los ideales de la Ilustración que tanto apreciaban.
Día a día
La Convención Nacional, y todas las asambleas revolucionarias que la precedieron, se caracterizaron por su carácter público. Los discursos eran dinámicos y teatrales, las actas se grababan y se daban a conocer al público. No fue el caso del Comité de Seguridad Pública, que se reunió principalmente por la noche y a puerta cerrada. No se labraron actas ni se registraron declaraciones, ni se escribieron grandes discursos para la posteridad. Más allá de los rumores y las especulaciones, es imposible conocer los detalles de las conversaciones que los doce mantuvieron entre sí y que marcaron el curso de la historia.
Cuando los doce estaban presentes, se reunían dos veces al día, brevemente a las 9 de la mañana y de forma más extensa a las 7 de la tarde. Se reunían en un despacho del Palacio de las Tullerías, amueblado con papel pintado de color verde y una gran mesa ovalada cubierta con un paño verde. Normalmente, algunos estaban ausentes, en misiones en Bretaña, Alsacia o Lyon, o para supervisar los ejércitos, como era el caso constante de Carnot y Saint-Just. Algunos miembros, como Saint-Just, preferían estar en misión en las provincias a estar encerrados en la capital, mientras que otros, como Robespierre, no salían nunca de París.
Cada miembro trabajaba con sus propias fuerzas. Robespierre, Saint-Just y Couthon eran los políticos, expertos en hablar ante el Club Jacobino y en orquestar hábilmente las ofensivas judiciales del Comité contra sus enemigos. Barère y Hérault se aseguraron el apoyo de los diputados de la Convención que, de otro modo, habrían visto con recelo la llegada al poder del Comité. Carnot y Prieur de la Côte-d'Or centraron sus esfuerzos en la reestructuración y el reabastecimiento del ejército, mientras que Saint-André hacía lo propio con la marina. Lindet se ocupó del suministro de alimentos. Esta división del trabajo no era perfecta, y los miembros ciertamente tenían ideas diferentes para Francia; un ingeniero como Carnot, por ejemplo, creía que la visión idealista de Robespierre de una república moral y virtuosa era absurda. Sin embargo, trabajaron notablemente bien juntos hasta que todo se desmoronó en julio de 1794.
El camino hacia el autoritarismo
El camino del Comité hacia el autoritarismo comenzó el 27 de julio de 1793, cuando el popular Robespierre fue nombrado miembro; su búsqueda obsesiva para purgar el cuerpo político de la contrarrevolución sería el catalizador del cambio radical del Comité. El 5 de septiembre, la Convención Nacional declara que el Terror está "a la orden del día" y dispone la creación del llamado Ejército Revolucionario para extender la justicia revolucionaria a las provincias. El 17 de septiembre se promulgó la Ley de Sospechosos, una medida draconiana que permitía detener a cualquiera que "por su conducta, sus contactos, sus palabras o sus escritos se mostrara partidario de la tiranía, del federalismo o enemigo de la libertad" (Doyle, 251). Esta ambigua definición podía aplicarse a casi cualquier persona y dio lugar a cientos de miles de detenciones en todo el país. De estos sospechosos, 16.594 fueron guillotinados durante el Terror, y otros 10.000 murieron en prisión.
El 14 de septiembre, al Comité de Seguridad Pública se le otorgó el poder de nombrar a los suplentes de otros comités. Ese mismo mes, intentó solucionar el problema del sobreprecio del pan mediante la promulgación de la Ley del Máximo General, que imponía un estricto control de los precios en el suministro de alimentos. Esto también convirtió el acaparamiento en un delito castigado con la muerte. El 10 de octubre, gracias a los esfuerzos de Saint-Just, la Convención Nacional declaró que el gobierno de Francia seguiría siendo "revolucionario" (o dictatorial) hasta la paz. La Constitución republicana de 1793 quedó archivada, ya que nunca se aplicó, y el Comité siguió imponiendo su voluntad a la Convención. El 4 de diciembre, Robespierre pudo utilizar la amenaza de un rumoreado "complot extranjero" para codificar los poderes del Comité en la Ley del 14 de Frimario.
En el frente militar, el Comité promulgó la levée en masse el 23 de agosto de 1793. Redactada por Barère y Carnot, se trataba esencialmente de una política de reclutamiento nacional masivo; la redacción del decreto era una declaración de guerra total:
A partir de este momento, y hasta que los enemigos hayan sido expulsados del territorio de la República, todos los franceses están en permanente requisición para el servicio de los ejércitos. Los jóvenes irán al combate; los hombres casados forjarán armas y transportarán alimentos; las mujeres fabricarán tiendas y uniformes y servirán en los hospitales; los niños harán vendas con lino viejo; los ancianos se presentarán en los lugares públicos para ensalzar el valor de los guerreros y predicar el odio a los reyes y la unidad de la República. (Schama, 762)
A pesar de la evasión del reclutamiento a gran escala, la levée en masse tuvo éxito, aumentó drásticamente el número de hombres alistados en los ejércitos de Francia hasta 1,5 millones en septiembre de 1794. Gracias a ella, el esfuerzo bélico se intensificó y se organizó de forma más eficaz. Además, Carnot se aseguró de que los reclutas novatos se fusionaran con soldados experimentados para su entrenamiento, e impuso una disciplina más estricta en los ejércitos. Las reformas militares del Comité, así como su estricto control sobre los ejércitos, condujeron a victorias decisivas en las batallas de Hondschoote, Wattignies y Fleurus, que cambiaron el rumbo de la Campaña de Flandes a favor de Francia.
Además, casi todas las guerras civiles fueron aplastadas a finales de 1793, y a menudo se sometió a sus participantes a brutales medidas punitivas por orden del Comité. Collot d'Herbois, por ejemplo, presidió matanzas masivas en Lyon tras el fracaso de su rebelión, mientras que los soldados franceses saquearon e incendiaron su camino a través de la Vendée, actuando bajo las órdenes de Barère para convertir la región rebelde en un desierto inhabitable.
Caída del poder
A principios de 1794, parecía que el peligro para la República Francesa había pasado en su mayor parte. Muchos creían que había llegado el momento de que el Terror terminara y que el Comité renunciara a sus poderes para que la nueva constitución pudiera finalmente aplicarse. Pero Robespierre y sus aliados seguían creyendo que quedaban enemigos por eliminar. Para ello, la facción ultrarradical llamada los hébertistas fue arrestada y ejecutada en marzo de 1794. El 5 de abril, los indulgentes, una facción moderada que pretendía hacer retroceder el Terror, también fueron guillotinados; entre ellos estaban Danton y Hérault.
A principios del verano, el poder dentro del Comité se había concentrado en su mayor parte en manos de un "triunvirato" no oficial que comandaba el Club Jacobino, a saber, Robespierre, Saint-Just y Couthon. El 10 de junio, el triunvirato aprobó la Ley de Pradial del año II, que intensificó el Terror acelerando la fase de juicios. De este modo, comenzó la fase del Gran Terror, que duró un mes y en la que se ejecutó a 1400 personas en París. Durante este tiempo, Robespierre comenzó a insinuar que había sospechosos de traición en la Convención Nacional, así como dentro del propio Comité de Seguridad Pública. Collot y Billaud-Varenne, en particular, fueron atacados verbalmente en el Club Jacobino, lo que suele ser la antesala de una denuncia y una detención. Los que se sentían más amenazados por los robespierristas decidieron dar un golpe preventivo; Robespierre, Saint-Just y Couthon fueron derrocados el 27 de julio de 1794 y ejecutados al día siguiente. Este acontecimiento, al que se suele denominar el Golpe del 9 de Termidor, no solo supuso el fin del Reino del Terror, sino también del poder del Comité de Seguridad Pública.
Durante aproximadamente un año después del 9 de Termidor, el Comité siguió existiendo, aunque con una capacidad drásticamente reducida. Collot y Billaud-Varenne fueron arrestados por su papel en el Terror y deportados a la Guayana Francesa en 1795; Barère por poco zafó de compartir el mismo destino. El 22 de agosto de 1795, la República Francesa adoptó la Constitución del Año III, que dotó a Francia de un nuevo órgano legislativo bicameral, el Directorio Nacional. Al hacerlo, se suprimieron todas las comisiones de la antigua Convención Nacional, incluido el Comité de Seguridad Pública. Aunque hoy en día se lo recuerda principalmente por su papel en el Reinado del Terror, es innegable que el Comité de Seguridad Pública desempeñó un papel vital en la conducción de la República Francesa durante los días más oscuros de las Guerras Revolucionarias francesas, lo que preparó, sin saberlo, el escenario para el ascenso de Napoleón Bonaparte (1769-1821).