El oricalco (cobre de montaña) o auricalco (cobre de oro) fue un metal usado para acuñar moneda durante los tiempos antiguos. El oricalco era una aleación de color amarillo-dorado compuesta por cobre y zinc conocida como latón. Los romanos fueron los primeros en fabricar monedas con oricalco y les gustaba el metal por su gran parecido con el oro.
De acuerdo con el filósofo griego Platón (428/427-348/347 a.C.), el oricalco le seguía al oro en su valor. Los escritores antiguos estaban en desacuerdo sobre si el oricalco era un mineral natural o estaba compuesto de diferentes metales.
Descripción y etimología
El oricalco era un metal que se parecía mucho al oro, aunque su valor era inferior. Fue descrito como del color del fuego, generalmente un amarillo oscuro o un amarillo con tonos rojizos. Aunque los escritores antiguos no están de acuerdo acerca de la composición química del oricalco, los estudios modernos muestran que la mayoría del oricalco estaba compuesto por hasta un 80% de cobre y un 20% de zinc, con pequeñas cantidades de plomo, estaño y otros metales que se detectaron. El oricalco era maleable, más resistente que el cobre y no perdía el brillo fácilmente. Según el orador y escritor romano Cicerón (106-43 a.C.) en su De Officiis (Sobre los deberes), el oro y el oricalco se parecían mucho y la gente se equivocaba y confundía uno con el otro.
La palabra oricalco deriva del griego oros (“montaña”) y chalkos (“cobre” o “bronce”), de ahí el nombre de “cobre de montaña”. Los romanos llamaban al oricalco auricalco, derivándolo del latín aurum (“oro”).
Historia del oricalco
Se cree que los antiguos griegos sabían de la existencia del oricalco antes que los romanos, porque es mencionado en la literatura griega antigua por Homero (c. 750 a.C.) y Hesíodo (c. 700 a.C.). Ambos parecen tener ese metal en alta estima. Sin embargo, fueron los romanos los primeros en acuñar monedas con el oricalco, la mayoría sestercios y dupondius. Las primeras monedas acuñadas con oricalco datan del 45 a.C.
Durante su reinado, el emperador romano Nerón (quien reinó del 54 al 68 a.C.) hizo acuñar con oricalco tres monedas de baja denominación (semis, quadrans y as), aunque las razones por las que lo hizo no están del todo claras. Lo mismo hicieron emperadores posteriores, Vespasiano (quien reinó del 69 al 79 d.C.), Trajano (del 98 al 117 d.C.) y Adriano (del 117 al 138 d.C.). Las monedas romanas acuñadas con oricalco eran más livianas y de menor diámetro que sus equivalentes de cobre, y más difíciles de conseguir.
La producción de oricalco disminuyó considerablemente después del reinado del emperador Antonino Pio (del 138 al 161 d.C.) y especialmente durante el reinado del emperador Marco Aurelio (del 161 al 180 d.C.) y de Cómodo (del 180 al 192 d.C.). La evidencia arqueológica y numismática muestra que el oricalco fue usado principalmente para fabricar monedas y que su producción era monopolio del Estado (siendo el gobierno el único proveedor de oricalco). Se dice que los escasos objetos hechos de oricalco y que no son monedas, tienen una composición muy similar a la de las monedas de oricalco; todos los objetos eran pequeños y pesaban muy poco (no más que un sestercio). Se cree que esos objetos fueron fabricados con monedas de oricalco fundidas.
Algunos romanos (incluidos algunos muy conocidos) se aprovecharon del gran parecido que tenía el oricalco con el oro. En este cuestionable comportamiento incurrieron personas que no dudaron en saquear el oro de los templos y otros lugares públicos y reemplazar el oro robado con oricalco. Esto incluye a Julio César (100-44 a.C.), quien robó 3000 libras (1360 kilos) de oro del Capitolio (Colina Capitolina), y al emperador Vitelio (quien reinó en el 69 d.C.), que hizo lo mismo y despojó sistemáticamente los templos y dejó oricalco en su lugar.
Proceso de producción
Aunque no sobrevive ningún texto acerca de cómo se obtenía el oricalco, se desprenden algunos indicios de las obras de los escritores antiguos, incluyendo a Plinio el Viejo (23-79 d.C.) en su Historia natural y Pedanio Dioscórides (c. 40-90 d.C.) en su De materia medica, que sugiere que era necesario un proceso de cementación.
Según Plinio el Viejo, el oricalco se formaba cuando el cobre era tratado con una substancia llamada cadmea (kadmeia, en griego). La cadmea consistía en dos grupos de metales; el primer grupo incluía minerales de zinc, llamados smithsonita y calamina. En contraste, el segundo grupo consistía en materiales artificiales que se recogían de las paredes de los hornos de fundición y algunas veces se procesaban en un horno separado. La cadmea siempre parecía estar formada por óxido de zinc, pero variaba en su pureza y forma física. La cadmea natural era el tipo que se usaba principalmente para tratar el cobre y obtener oricalco.
En los tiempos medievales y modernos, el proceso de cementación incluye poner trozos de cobre dentro de una mezcla de mineral de zinc y carbón en un crisol. Al calentarse, el carbón reduce el mineral de zinc, y el metal liberado forma un vapor que es absorbido por el cobre.
Los romanos realizaban el proceso de cementación de manera algo diferente. De acuerdo con Pedanio Dioscórides, durante el tratamiento final del cobre, se echaba sobre grandes cantidades de cadmea en polvo para mejorar la calidad del metal. Tiene que haber sido necesaria la adición de un agente reductor, lo que significa que debió mezclarse carbón y cadmea en el cobre fundido. Además, Dioscórides menciona que durante el tratamiento del cobre se desprendía un fino humo blanco. La cantidad de humo era tan grande que se recogía de las paredes del horno de fundición. Este proceso de producir oricalco consumía el mineral de zinc y el metal, y debió ser difícil de controlar la proporción de zinc en el producto final. Pero también está claro que los fundidores de la antigüedad no sabían que durante el proceso el zinc formaba una aleación con el cobre, y que el color y otras propiedades variaban dependiendo de la cantidad de zinc que se agregaba.
Los escritos de Plinio el Viejo y Dioscórides demuestran que ellos no tenían los conocimientos básicos acerca de los cambios químicos que ocurrían durante el tratamiento del cobre con materiales conteniendo zinc. Plinio el Viejo creía que el metal absorbía la cadmea, mientras que Dioscórides estaba seguro de que el propósito del proceso era mejorar la calidad del cobre.
Se sabe que durante el reinado del emperador Nerón disminuyó la cantidad de zinc en las monedas de oricalco. Lo más posible es que esto fuera el resultado de que los minerales de zinc se hicieron más difíciles de encontrar y por lo tanto más caros de adquirir. Plinio el Viejo también cuenta que el oricalco había perdido su valor debido a que las minas se agotaron. Otra explicación posible es que las monedas antiguas eran fundidas para usar el metal en la fabricación de monedas nuevas. Las cantidades crecientes de plomo y estaño en las monedas de oricalco posteriores al reinado de Nerón, sugieren que al proceso de fabricación se agregaba chatarra de bronce, probablemente durante el proceso de refundición de las monedas. Este bronce posiblemente provenía de antiguas monedas coloniales romanas.
La adición de bronce significa que la mayoría de las monedas de sestertii y dupondii eran acuñadas con bronce en lugar de oricalco en los tiempos en que Cómodo era emperador de Roma. Después de su reinado, el oricalco desapareció casi por completo como metal para la fabricación de monedas.
El oricalco en las fuentes escritas
Una de las menciones más antiguas del oricalco (algunas veces traducido como cobre de montaña) se encuentra en el Homeric Hymn to Aphrodite (Himno homérico a Afrodita), datado del 630 a.C., que describe la belleza de Afrodita y el deseo que todos los dioses inmortales sentían por ella.
En su inmortal cabeza
pusieron una corona de oro
maravillosamente fabricada
y en
los lóbulos perforados de sus orejas
colgaron
flores de cobre
de las montañas
y oro precioso.
(Himno homérico a Afrodita, 6.6-9)
En el Libro 12 de la Eneida, del poeta romano Virgilio (70-19 a.C.), Turno, el legendario rey de los Rútulos y gran enemigo de Eneas, usaba una coraza hecha de oro y oricalco blanco (cobre).
Atlántida
El oricalco se menciona con frecuencia en el Critias de Platón, donde se nos cuenta la historia del legendario continente perdido de la Atlántida. Platón dice que el oricalco se extraía de numerosas minas en la Atlántida y que sus edificios, incluyendo el palacio real y el templo de Poseidón, estaban cubiertos con ese metal, que los hacía brillar con un resplandor rojo.
En el interior del templo, el techo era de marfil, curiosamente tachonado con oro, plata y oricalco; y todas las demás partes, los muros, las columnas y el piso estaban recubiertos de oricalco. (Platón, Critias, 116e)
Platón dice también que las leyes de Atlántida les habían sido dadas por Poseidón, que los primeros reyes de Atlántida inscribieron en una columna de oricalco. Muchos aficionados e investigadores de la Atlántida buscan el oricalco con la esperanza de que los condujera hasta el fabuloso continente.
En 2015, los aficionados a la Atlántida se mostraron optimistas cuando encontraron los restos de un naufragio que contenía 47 lingotes de oricalco en la costa sur de Sicilia. En 2017 se encontraron otras 39 barras. Se estima que esos lingotes fueron producidos hace 2600 años. Estaban cubiertos de una pátina azul y verde (una delgada película que se forma sobre algunos metales) que revelaba la presencia de cobre. Los análisis mostraron que los lingotes contenían entre 75 y 80% de cobre y entre 15 y 20% de zinc, con una mezcla de otros metales, incluidos níquel, plomo y hierro. Estos resultados confirmaron definitivamente que los lingotes eran de oricalco. Sin embargo, la verdad acerca de la Atlántida se nos sigue escapando.
