Monte Sinaí (en hebreo: Har Sinay, en árabe: Jabal Musa, la «montaña de Moisés» es un lugar sagrado para las tres religiones abrahámicas: el judaísmo, el islam y el cristianismo. Tradicionalmente se localiza en el centro de la península del Sinaí, entre África y el Próximo Oriente. Su pico de 2200 metros de altura es el más alto de la región conocida como el Escudo árabe nubio, constituido de formaciones rocosas cristalinas y granito, también de elementos volcánicos.
Nombre y ubicación
El origen del nombre continúa siendo objeto de debate. Hay teorías que consideran que la raíz de sin proviene del dios de la luna de Mesopotamia llamado Sin, que también se asocia con el dios egipcio de la luna llamado Thoth o Tot. Los textos rabínicos citan la raíz de seneh, en dos casos, donde esta se refiere al sitio de la «zarza ardiente».
La historia más antigua de la región se relaciona con la importancia de su ubicación y con la minería de varios metales: el oro, la plata, el cobre, el zinc, el estaño y el plomo. El Egipto faraónico tenía numerosas minas en la región así como una serie de fortalezas defensivas a lo largo de su frontera en el noreste. Según las tradiciones bíblicas del rey Salomón (en los años 900 a.C.), su fortuna se tomaba en cuenta gracias a las «minas de Salomón» en el área. En la península se han excavado los centros mineros de la Antigüedad.
El Monte Sinaí en la Biblia
La península del Sinaí era el puente entre el Próximo Oriente y la región del Delta de Egipto. Cuando había hambruna, los «asiáticos» (el término derogatorio egipcio para referirse a los nómadas) solían cruzar a esta área. Gracias al Nilo, Egipto siempre tuvo comida. El Libro de Génesis relata que los hijos de Jacob vendieron a su hermano José a esclavistas egipcios. José prosperó allí y se convirtió en un antiguo visir egipcio. En una de esas hambrunas, Jacob envió a sus hijos a Egipto para encontrar comida. Finalmente se reconciliaron con José y mejoraron su fortuna y trajeron al resto de sus tribus.
El Libro del Éxodo (del griego «irse» o «partir») comienza afirmando que los «hebreos» (otra palabra para referirse a los israelitas en este libro) vivieron 450 años en Egipto y prosperaron en el Delta del Nilo. Pero hubo un faraón que ascendió al trono «quien no conocía a José» (Éxodo 1:8), lo que significa que no sabía nada de una antigua relación (un faraón eficaz no quería que extranjeros se juntaran en la frontera al noreste en una época en que varios imperios estaban en expansión en la región).
Este nuevo faraón decidió esclavizar a los hebreos y los puso a trabajar en las ciudades graneras. (Los hebreos no construyeron las pirámides.) El Libro del Éxodo no da el nombre del faraón, pero las ciudades de Pitón y de Ramsés (Pi-Ramsés) allí mencionadas conectan la tradición a Ramsés II (quien reinó entre 1279 y 1213 a.C.), uno de los faraones más famosos del Imperio Nuevo de Egipto. Para controlar el número de hebreos, el faraón le dio la orden a las matronas de que mataran a todos los varones que nacieran de ellos (lo que no ejecutaron). Uno de los bebés fue escondido por su madre haciéndolo flotar Nilo abajo en un pequeño bote. La hija del faraón (quien era estéril) lo recogió y así el niño fue educado en la corte real egipcia. Este bebé era Moisés. Siendo ya un adulto, Moisés vio a un capataz que golpeaba a un esclavo hebreo y mató al capataz. Tuvo que huir de Egipto y llegó a un oasis en el Sinaí. Moisés rescató a algunas pastoras que estaban en un pozo siendo atacadas por otros nómadas (una de ellas, Séfora, se convirtió en su esposa); él se estableció y se hizo pastor.
Un día vio una zarza ardiendo sobre una montaña, pero no se consumía. Al ir a verla fue cuando Moisés recibió de Dios su primera revelación. En la tradición judía, el lugar era el Monte Sinaí. Sin embargo, dependiendo de la datación y de la fuente de varios pasajes en el texto, también se le llama «Monte Horeb» (¿se refiere esto a la zarza ardiente?) A Moisés se le ordenó que regresara a Egipto y que le dijera al faraón: «Deja ir a mi pueblo» (Éxodo 7:16), lo que resultó en la historia del primer Pésaj.
Los mandamientos
Tras su huida, la cual incluye la bien conocida historia de la separación milagrosa de las aguas del Mar Rojo, Moisés llevó a su pueblo hasta el pie del Monte Sinaí y subió a su cima para conocer las intenciones del Señor. Fue ahí donde recibió los mandamientos. Pese a la tradición, no son diez mandamientos; él recibió 613, pero diez de ellos se convirtieron en la iconografía de los juzgados, de las sinagogas, de las iglesias y de otras artes (donde se representa a Moisés cargando dos tablas de piedra). También esto se debe a que después los cristianos redujeron a diez la lista de los mandamientos, siendo estos los que los cristianos debían obedecer. Los diez mandamientos se destacan al principio, no porque sean universales sino porque son diferentes del resto. Son cortos porque no hay resarcimiento o sea que no hay reparación una vez que hayan sido violados. Los otros que le siguen son los que llamamos del dominio de la jurisprudencia, lo que significa que puede haber expiación. Si se viola cualquiera de estos otros (los 603), uno puede resarcirlo o repararlo haciendo un sacrificio o un ritual.
Lo que Moisés trajo al bajar de la montaña era esencialmente la constitución para la nación de Israel. Esta describía la manera en que debían lucir, comer, resolver problemas legales y rendir culto. En este sentido, ellos debían distinguirse y ser diferentes de todas las otras naciones. Ellos debían ser el modelo de la nación justa que finalmente sería seguido por el resto del mundo. Este es el pacto (la alianza) con Moisés.
Todo lo que él trajo al bajar fue incorporado en varios de los siguientes libros: el Levítico, el de los Números, el Deuteronomio. Por tradición, Moisés hasta trajo los planos del Templo de Salomón que fue construido siglos después. Las tablas fueron puestas en el interior de un cofre, el Arca de la Alianza. Se convirtió en un recipiente sagrado, que más tarde fue puesto en el lugar más santo y consagrado del Templo de Jerusalén. Los primeros cinco libros de las Escrituras judías fueron incorporados en la Ley de Moisés o la Torá (traducido como «instrucción, enseñanza, doctrina»). Al mismo tiempo, las referencias a esta experiencia y eventos fueron abreviados; es lo que se conoce como «las tradiciones en el Sinaí».
Cades Barnea
Varios textos en las Escrituras judías mencionan un lugar, Cades Barnea, que está asociado a los años durante los cuales los hebreos «vagaron por el desierto» como castigo por su pecado de idolatría al pie del Monte Sinaí. Situado entre el Sinaí y las fronteras de Canaán, Cades Barnea seguramente se refiere a un oasis, que puede sostener una gran cantidad de gente y sus rebaños. Las excavaciones arqueológicas continúan explorando muchas de estas áreas, lo que también ayuda a determinar la o las rutas entre Egipto y Canaán. Según el Libro de Números, Aarón, el hermano de Moisés, y Míriam, su hermana, murieron en Cades (20:22-29; 20:1).
Sinaí y el cristianismo
Al incorporar el judaísmo en el cristianismo, los cristianos mantuvieron los mandamientos de Moisés pero los redujeron a diez. Cuando en el año 313, el emperador romano Constantino I legalizó el cristianismo, su madre, Helena de Constantinopla, viajó a Palestina e identificó los lugares sagrados relacionados a la vida y ministerio de Jesús de Nazaret. Esto inició la práctica de la peregrinación hacia esas ciudades.
El Monasterio de santa Catalina, construido entre 548 y 565 por orden del emperador bizantino Justiniano I, se sitúa en la falda del monte, que se declaró como el sitio donde se vio la zarza ardiente. Se dice que los huesos y reliquias de santa Catalina de Alejandría, una mártir del siglo IV, fueron transferidos allí. Sigue siendo un lugar principal de peregrinación no solo para los cristianos ortodoxos sino también para la cristiandad latina. Este edificio está considerado como uno de los más antiguos monasterios en funcionamiento; tiene una vasta colección de íconos antiguos.
Más allá de la peregrinación religiosa, el monasterio medieval es célebre por su famosa (y siempre activa) biblioteca. Descubierto en 1844 por Constantino von Tischendorf (1815-1874) en una visita al Monasterio de santa Catalina, el Codex Sinaiticus es uno de los descubrimientos más importantes del mundo antiguo. Este contiene no solo las Escrituras judías sino también el Nuevo Testamento en griego. Contiene textos apócrifos (aquellos que no fueron incluidos en los cánones del judaísmo ni del cristianismo). Es increíblemente importante para los estudiosos a fin de encontrar el origen de la evolución de las ideas y la edición de la Biblia a través de varios siglos.
Islam
El islam incorpora las tradiciones del judaísmo, especialmente al honrar a los profetas de Dios, entre los cuales Mahoma fue el último. Asociado con Musa (Moisés en árabe), hay numerosas referencias a Gebel o Jabal Musa (la «montaña de Moisés») en el Corán. Es el lugar sagrado, donde «Musa habló con su Señor». Una mezquita fue construida en la cima del monte.
La península del Sinaí hoy
Uno puede subir a pie hasta la cima del monte, lo que toma unas dos horas y media, apoyándose de los 3750 escalones de la penitencia que fueron construidos. La manera más popular para hacer el camino de peregrinación hasta la cima es en camello. Los peregrinos pueden tomar un bus turístico organizado (a partir de El Cairo o desde Alejandría) que sale por la noche y que llega a tiempo para el amanecer. Dado el calor en el desierto, la madrugada es el mejor momento para hacer el viaje.
La importancia de la península del Sinaí fue realzada en el siglo XIX con la construcción del Canal de Suez. A través de las décadas, la península del Sinaí fue escenario de varias guerras, incluyendo la Guerra de Yom Kipur, cuando Israel la capturó de Egipto. Con el Tratado de Paz entre Egipto e Israel, Egipto volvió a tomar el Sinaí y ahora administra la región. Sin embargo, el área se ha convertido recientemente en el centro para los participantes de ISIS, contra quienes Egipto continúa luchando. Por consiguiente, la peregrinación y las actividades turísticas de vez en cuando serán restringidas dependiendo de las condiciones en el Sinaí.