Ilitía era la diosa del parto en la mitología griega, con el poder de ayudar o dificultar el parto. Es famosa por su papel en el nacimiento de Hércules y Apolo. Ilitía era hija de Zeus y Hera y a menudo se ponía del lado de su madre para dificultar los nacimientos de los hijos ilegítimos de Zeus.
A menudo se hacía referencia a Ilitía en plural como Ilitiai y como «las hijas de Hera», antes de transformarse en una figura singular. Ilitía fue muy venerada en todo el mundo griego durante cientos de años. Su homóloga romana era Lucina.
Nacimiento y familia
Según cuenta Hesíodo (en torno a 700 a.C.) en su Teogonía, Ilitía era hija de Zeus y Hera y hermana de Ares, el dios de la guerra, y Hebe, la diosa de la eterna juventud.
En último lugar tomó por esposa a la floreciente Hera; esta parió a Hebe, Ares e Ilitía en contacto amoroso con el rey de dioses y hombres.
(Hesíodo, Teogonía, 921-925).
Diosa del parto
Como diosa del parto, Ilitía presidía el nacimiento de humanos y dioses. Según Homero (en torno a 750 a.C.), que se refería a ella tanto en plural como en singular, Ilitía provocaba los agudos dolores de parto que sufrían las mujeres. En sus Historias, Heródoto (hacia 484-425/413 a.C.) habla de dos muchachas hiperbóreas, Hipéroca y Laódice, que viajaron a la isla de Delos para llevar ofrendas a Ilitía para que les ayudara en sus partos. Ilitía tenía que estar físicamente presente para que se produjera un nacimiento.
Ilitía desempeñó un papel negativo en la mitología griega. A menudo se ponía del lado de su celosa madre y la ayudaba a vengarse de las múltiples amantes de Zeus dificultando sus labores y haciendo más difícil que los hijos ilegítimos de Zeus vinieran al mundo.
El nacimiento de Hércules
Cuando Alcmena se preparaba para dar a luz a Hércules, el hijo de Zeus, este profetizó a los dioses del Olimpo que ese día nacería un descendiente de Perseo que se convertiría en el futuro rey de Micenas. Hera, celosa, no quería que el hijo de su marido tuviera un estatus tan elevado, así que ordenó a Ilitía que se sentara fuera de la habitación donde Alcmena estaba dando a luz y cruzara las piernas, los brazos y las manos para retrasar el parto nueve días.
Hera consiguió que Ilitía organizara el nacimiento prematuro de otro niño, Euristeo, que resultó ser otro descendiente de Perseo y primo de Hércules. Retrasando el nacimiento de Hércules, Hera podía asegurarse de que Euristeo se convirtiera en el gobernante de Micenas en lugar de Hércules.
Hércules nació finalmente después de que Alcmena enviara a una sirvienta llamada Galantis para informar falsamente de que Hércules ya había nacido. Al oír esto, Ilitía saltó sorprendida, descruzando las piernas y los brazos, y Hércules nació. Cuando descubrió que había sido engañada, la sirvienta fue convertida en comadreja como castigo.
Después de que Hera se jactara de haber mantenido a Ilitía alejada de Alcmena durante su parto, Zeus se enfadó tanto con ella que cogió a su hija mayor, Ate, y la castigó por ocultarle la traición de Hera. Entonces consiguió que Hera le prometiera que Hércules podría convertirse en dios si superaba los doce trabajos que su primo Euristeo le había impuesto.
El nacimiento de Apolo
Como se menciona en Los Himnos Homéricos, Hera también utilizó a Ilitía para interferir en el nacimiento de Apolo, otro de los hijos ilegítimos de Zeus, con la diosa Leto. Para preparar el parto, Leto se rodeó de diosas en la isla de Delos. Sin embargo, había una ausencia notable: Ilitía, a quien Hera mantenía distraída en el Olimpo mientras Leto estuvo en trabajo de parto durante nueve días y nueve noches.
Hera sabía que Leto daría a luz a otro hijo fuerte de Zeus y estaba haciendo todo lo posible para impedir el nacimiento. Las diosas enviaron a Iris, mensajera de los dioses, a buscar a Ilitía para que Leto pudiera dar a luz. Le prometieron un hermoso collar de oro si abandonaba a Hera y acudía a Delos para ayudar en el parto de Leto.
Y cuando llegó al hogar de los dioses,
el Olimpo, inmediatamente llamó a Ilitía
de la sala a la puerta y le habló
palabras aladas, diciéndole todo,
tal como las diosas que viven en el Olimpo
la habían instado a hacerlo.
Así se ganó el corazón de Ilitía,
y se marcharon, pisando suavemente
como tímidas palomas torcaces.
Tan pronto como Ilitía, la diosa
que ayuda a las parturientas,
tocó Delos, el momento del nacimiento
se apoderó de Leto y ansió dar a luz.(Himnos homéricos: Himno a Apolo, 3.109-117).
Sosípolis e Ilitía
En una ocasión, los olímpicos preveían un ataque de los arcadios. Mientras los eleos ideaban un plan de batalla, apareció una extraña mujer con un bebé en brazos. En un sueño le habían dicho que tenía que entregar a su bebé a los eleos para que les ayudara en su lucha contra los arcadios. El ejército de Elea llevó al bebé con ellos en su marcha contra los arcadios. Una vez que los arcadios avanzaron sobre ellos, el bebé se convirtió de repente en una serpiente, y los arcadios retrocedieron presa del pánico.
La serpiente desapareció en la tierra, y se construyó un templo dedicado a Ilitía en ese mismo lugar, cerca de la Colina de Cronos en Olimpia. Se hacían ofrendas al bebé en nombre de Sosípolis (que significa «salvador de la ciudad») y a Ilitía, que se creía que había sido la madre divina o nodriza del bebé.
Ilitía y Eros
Según Pausanias (hacia 115-180 d.C.), el legendario poeta conocido como Olen escribió himnos para Delos, entre ellos uno para Ilitía en el que habla de ella como una «buena hilandera», lo que indica que se la identificaba como una de las Parcas. Decía que era más vieja que Cronos y se refería a ella como Eulinos, afirmando que era la madre de Eros. Esto dio crédito al hecho de que algunos cultos locales creyeran que Ilitía era una forma de Afrodita.
En el arte
En el arte clásico, Ilitía aparece, como cabría esperar, en muchas escenas de partos, incluida la famosa escena del nacimiento de Atenea, en la que observa a Atenea salir de la cabeza de Zeus. Esta escena está pintada en un ánfora de figura negra fechada hacia 550 a.C.. Actualmente se expone en el Museo del Louvre de París.
Adoración
Como diosa del parto, había muchos cultos y lugares de culto dedicados a Ilitía, que se encontraban por todo el mundo griego antiguo. En su Descripción de Grecia, Pausanias menciona un santuario de Ilitía que se encontraba en el Ática. Los delianos ofrecían sacrificios a Ilitía y le cantaban el himno de Olen. En Corinto, cerca de la Puerta de Tenea, había otro santuario dedicado a Ilitía. En Acaya había un santuario a Ilitía, junto con santuarios a Deméter, Afrodita y Dionisos.
Otro santuario en Corinto, dedicado a Ilitía, se dice que fue fundado por Helena de Esparta (Helena de Troya) después de quedarse embarazada y dar a luz a un bebé en Argos. Este bebé fue entregado a Clitemnestra y al rey Agamenón de Micenas para que lo criaran mientras ella se casaba con el rey Menelao de Esparta. En Mesenia, había un santuario dedicado a Ilitía con una estatua de piedra de ella cerca de la Sala de los Kouretai (espíritus rústicos), donde se realizaban sacrificios de animales. En la ciudad de Clítor, en Arcadia, había múltiples santuarios dedicados a los dioses, siendo uno de los más distinguidos el de Ilitía.
En Eleia (Élide), había un santuario a Ilitía donde también se rendía culto a Sosípolis (el «salvador de la ciudad»). Los eleos identificaban a Ilitía como una Olímpica y seleccionaban una sacerdotisa para ella cada año. El altar de Ilitía se encontraba en la parte delantera del santuario, donde las muchachas vírgenes y las mujeres mayores iban a cantar himnos y quemar incienso tanto al salvador de la ciudad como a Ilitía. Sin embargo, el público solo podía acudir a la sección del santuario dedicada a Ilitía, no a la del salvador de la ciudad.
En Laconia (Esparta) también se podía ver un santuario a Ilitía, junto con Apolo y Artemisa. La gente de Laconia lo construyó y reconoció a Ilitía como diosa por orden del Oráculo de Delfos. En el recinto sagrado de Arcadia, había un santuario dedicado a Asclepio y una colina con estatuas de los dioses homéricos «trabajadores» (dioses conocidos por realizar trabajos duros), entre ellos Ilitía.
En la ciudad arcadia de Tegea, había un templo y una estatua de Ilitía en la plaza del mercado. Los tegeatas llamaban a Ilitía «Auge de rodillas» porque el rey Áleo de Arcadia entregó a su hija Auge para que la ahogaran después de que se descubriera que estaba embarazada. Cuando fue capturada, cayó de rodillas y dio a luz a un hijo. En el lugar donde dio a luz, los tegeatas construyeron el santuario de Ilitía.
Aunque Ilitía desempeñó un papel relativamente secundario en la mitología griega, sus numerosos lugares de culto demuestran que era una diosa muy apreciada en el mundo antiguo. Como diosa del parto, muchas mujeres rezaban y le hacían ofrendas con la esperanza de tener un parto seguro y un bebé sano.