Ino es una princesa de Tebas y la esposa del rey Atamante de Beocia en la mitología griega. Ayudó a criar a Dionisos, el dios del vino, pero el mito más famoso asociado con ella es su descenso a la locura y el destino trágico de su familia.
Después de volverse loca y tirarse de un acantilado con su hijo Melicertes, Ino y su hijo fueron rescatados por su abuela Afrodita y el dios del mar Poseidón, quienes los transformaron en la diosa del mar Leucótea y el dios del mar Palemón. En la Odisea de Homero (en torno a 750 a.C.), Leucótea rescató al famoso héroe griego Odiseo después de que Poseidón desatara una poderosa tormenta.
Familia
Ino es la hija del rey Cadmo de Tebas y de Harmonía, la diosa de la armonía. Sus hermanos incluyen a Autónoe, Ágave, Polidoro y Sémele, la madre de Dionisos. Ino tuvo dos hijos con el rey Atamante, Learco y Melicertes. Aunque los dioses favorecieron al rey Cadmo y a Harmonía, sus descendientes estuvieron condenados a vivir vidas malditas.
Ino y Dioniso
Según Apolodoro (en torno a 180 a.C.), el dios Hermes trajo al recién nacido Dionisos a Ino y Atamante para que cuidaran de él. Hermes los convenció para que lo criaran como mujer. Hera se enfureció porque Ino estaba cuidando a Dionisos y envió a Tisífone, una de las Furias, para volver locos a Ino y Atamante. Después de que se volvieran locos, Zeus llevó a Dionisos a las ninfas nisíades. Otras versiones del mito afirman que las ninfas nisíades criaron primero a Dionisos y luego se lo entregaron a Ino y Atamante.
Otra tradición afirma que Sémele y el bebé Dioniso fueron colocados en un cofre por Cadmo, el padre de ella, y enviados al mar. El cofre llegó a la costa en Prasias (Brasias), donde se descubrió que Sémele había muerto. Ino pasó cerca del cofre durante sus viajes, encontró a su sobrino vivo y sano, y se lo llevó para cuidarlo, criándolo en una cueva cercana.
La muerte de Penteo
Penteo era el hijo de Ágave y el sobrino de Ino y sufrió un horrible final a manos de su propia madre y sus tías Ino y Autónoe, las cuales lo asesinaron en un frenesí dionisíaco después de que Penteo se negara a adorar a Dioniso. La historia de la muerte violenta de Penteo se encuentra en la tragedia griega de Eurípides (en torno a 484-407 a.C.), Las bacantes.
"Madre," dijo, "Soy tu hijo, Penteo, hijo de Equión.
¡Madre, ten piedad de mí! No me mates, Madre.
Cometí errores, pero sigo siendo tu hijo".
Pero tenía espuma en la boca, sus ojos
daban vueltas sin cesar; su mente estaba sin sentido.
Poseída por el dios, no prestaba atención al hombre.
Agarró su brazo izquierdo justo debajo del codo:
con el pie encajado contra las costillas de la víctima,
le arrancó el hombro - no solo con fuerza;
el dios facilitaba todo lo que tocaban.
Por su brazo derecho trabajaba Ino, desgarrando la carne;
Autónoe y la multitud de ménades lo sujetaban,
gritando al unísono.
(Eurípides, Las bacantes, 1119-1131)
Descenso hacia la locura
La historia de cómo volvieron locos a Ino y Atamante difiere dependiendo del autor y la fuente. Según Ovidio (43 a.C. a 17 d.C.) en su Metamorfosis, por orden de Hera, Tisífone, una de las Furias, lanzó dos serpientes y una poción venenosa contra Ino y Atamante, lo que los volvió locos. Ino se arrojó al mar desde un acantilado con su hijo Melicertes en sus brazos, mientras que Atamante golpeó a su otro hijo, Learco, contra una pared hasta que murió. Afrodita, la abuela de Ino, le pidió a Poseidón que salvara a su nieta y transformara a Ino y a su hijo en criaturas marinas.
Apolodoro cuenta más antecedentes en su versión del mito. Escribe que antes de su matrimonio con Ino, el rey Atamante había tenido dos hijos con la diosa de las nubes, Néfele. Ino odiaba a sus hijastros e ideó un plan para deshacerse de ellos. Hizo que las cosechas fallaran para que Atamante consultara el Oráculo de Delfos. Ino interceptó a su mensajero y lo sobornó para que dijera que la única forma de asegurar que los cultivos crecieran nuevamente era sacrificando al hijo de Atamante, Frixo. Atamante se preparó para sacrificar a su hijo, pero Néfele se abalanzó y lo rescató a él y a su hermana Hele. Apolodoro también escribe que después de que Hera la volviera loca, Ino arrojó a Melicertes en una caldera hirviendo antes de saltar al mar con él. Mientras tanto, un delirante Atamante dio caza a Learco, creyendo que era un ciervo.
Otra versión cuenta que el rey Atamante fue exiliado de Beocia y fundó una comunidad en Tesalia. Se casó con la princesa tesalia Temisto, y juntos tuvieron a Eritrio, Leucón, Esqueneo y Ptoo. Temisto quería deshacerse de los hijos de Atamante e Ino, pero accidentalmente terminó matando a sus propios hijos. Atamante se volvió loco y mató a Learco, su hijo con Ino, Learco, lo que provocó que Ino se arrojara al mar.
Apoteosis de Ino
Después de que Ino se volviera loca y saltara de un acantilado con su hijo menor Melicertes en brazos, Afrodita se apiadó de su nieta y le rogó a Poseidón que los salvara. Poseidón transformó a Ino en una diosa del mar que se hizo conocida como Leucótea ("la diosa blanca") y Melicertes en un dios del mar conocido como Palemón.
Los seguidores de Ino habían seguido sus huellas hasta el borde del acantilado. Sabiendo que probablemente estaba muerta, gritaron de dolor por la condenada casa de Cadmo. También maldijeron a Hera por su crueldad, y varios de ellos amenazaron con seguir a Ino hacia el mar. La respuesta de Hera fue transformar a este grupo de dolientes en gaviotas que todavía vuelan sobre el mar Jónico hoy.
El rescate de Odiseo
El mito más famoso asociado con Leucótea es su rescate del héroe griego Odiseo. Poseidón había enviado una gran tormenta que golpeó a Odiseo, que se aferraba a la balsa que había hecho. Leucótea emergió de las olas y le ordenó a Odiseo que abandonara su balsa y nadara.
Ino, una vez una mujer mortal con voz humana y ahora llamada
Leucótea, vive en las profundidades saladas del mar,
estimada por todos los dioses como se merece.
Ella se compadeció de Odiseo, sacudido y atormentado,
y emergió de las olas como una pardela en vuelo,
posándose en el naufragio y le preguntó amablemente: "Ah, pobre hombre,
¿Por qué el dios de los terremotos está tan en contra de ti?
¡Sembrando tu camino de tantos problemas!
Pero él no puede destruirte, no importa toda su ira.
Solo haz lo que te digo. No me pareces un tonto.
Quítate esas ropas y deja tu balsa
para que los vientos la arrojen, y nada ahora, debes
impulsarte con los brazos hacia esa tierra,
la tierra de los Feacios, donde te espera un destino seguro".
(Homero, Odisea, 5.366-380).
Leucótea entregó a Odiseo su pañuelo, con el que le dijo que era inmortal, y le advirtió que lo arrojara de nuevo al mar una vez que hubiera llegado a tierra. Nadó ferozmente y finalmente llegó a la tierra de los Feacios con más ayuda de Atenea.
Culto
Ino y Leucótea fueron adoradas en toda Grecia. En su Descripción de Grecia, Pausanias (en torno a 115 a en torno a 180 d.C.) escribe que en Ática, en el camino hacia el pritaneo (lugar de reunión del gobierno), se dedicó un montículo a Ino en el que crecían olivos. Afirma que los habitantes de Megara fueron los únicos en Grecia que creyeron que Ino había llegado a sus costas y que fueron los primeros en llamarla Leucótea y ofrecerle sacrificios. La gente de Ática también creía que la roca Moluria era sagrada tanto para Leucótea como para su hijo Palemón.
En Corinto, una estatua de Leucótea se podía encontrar en el templo de Palemón, junto con una estatua de Poseidón. En el camino a Lequeo en Corinto había esculturas de Hermes, Leucótea, Poseidón y Palemón en un delfín. En Laconia, los lugareños nombraron Ino a un pequeño lago en el que arrojaban panes de cebada durante el Festival de Ino. Si el pan se quedaba en el agua, era buena suerte para quien lo tirara, pero si flotaba hasta la superficie, significaba mala suerte. En el camino a Tálamas había un santuario y un oráculo de Ino, y esta revelaba los oráculos a la gente mediantes los sueños. En Leuctra, había una estatua de Ino.
Leucótea también tiene un himno órfico dedicado a ella, donde se habla de ella como una diosa venerada y como la mayor salvadora de los mortales.
Hago un llamado a Leucótea,
hija de Cadmo, diosa venerada,
nutridora poderosa
de Dioniso con bella corona.
Escucha, oh diosa,
Oh señora del mar profundo,
te deleitas en las olas,
eres la mayor salvadora para los mortales,
de ti depende el empuje inestable
de buques de navegación,
solo tú salvas hombres
de la muerte miserable en el mar,
hombres a los que rápidamente vienes
como salvadora bienvenida.
Oh divina señora,
acudir en ayuda de buques de buen banco,
haz el favor de salvarlos,
trae al mar
un viento de cola justa para los iniciados.(Los Himnos Órficos: Himno órfico a la Leucótea, 74.1-11).