Tiberio Sempronio Graco (hacia 163-133 a.C.) y su hermano menor Cayo (hacia 154-121 a.C.) fueron tribunos de la plebe en la República romana. Luego de servir en 133 a.C., Tiberio introdujo una reforma agraria, pero lo mataron a golpes después de su mandato. Once años más tarde, en 122-121 a.C., Cayo reafirmó la reforma agraria de su hermano e intentó frenar la corrupción, pero sufrió el mismo destino que su hermano.
La familia
Tiberio y Cayo eran hijos de Tiberio Sempronio Graco y Cornelia, la segunda hija de Publio Cornelio Escipión el Africano, héroe de la batalla de Zama en la segunda guerra púnica y el patriarca de una de las familias más ricas y aristocráticas de Roma. Cornelia tuvo 12 hijos, de los cuales solo tres llegaron a la edad adulta: Tiberio, Cayo y una hija, Sempronia, que más adelante se casaría con el primo de Cornelia, el comandante romano Escipión Emiliano. Luego de la muerte de su esposo en 154 a.C., Cornelia no quiso volver a casarse. En cambio, esta mujer muy independiente eligió tomar el control de sus propios asuntos. Se dedicó por completo a sus dos hijos y les brindó una educación a través de un tutor en retórica y filosofía griega.
En su obra Roma antigua, el historiador Simon Baker escribió que Tiberio, tras la muerte de su padre, se vio ante la responsabilidad de sostener el nombre de su padre y el prestigio de la familia de su madre. Cornelia alentó a Tiberio y a Cayo a demostrar disciplina y coraje, características evidenciadas en su época como tribunos. Tiberio era visto como una persona amable y calmada, mientras que su hermano, nueve años menor, era considerado muy nervioso e impulsivo. En sus Vidas,Plutarco escribió lo siguiente sobre las personalidades de ambos: Tiberio era tranquilo y razonable, mientras que Cayo era brusco y apasionado. Agregó que su valor contra los enemigos de Roma y su "cuidado y diligencia en el poder y su dominio sobre sí mismos (…) fueron igualmente notables" (908).
Cornelia, la madre de los hermanos Graco
Archivio fotografico del Museo Civico di Modena (CC BY-SA)
La carrera de Tiberio
Tiberio comenzó su trayectoria en el mundo de la política romana a través del Ejército, donde sirvió durante la caída de Cartago al final mismo de la tercera guerra púnica (149-146 a.C.) bajo el mando de su cuñado. "Pronto aprendió a estimar el noble espíritu de su comandante, que era tan apropiado que inspiraba fuertes sentimientos de imitación" (908). Una vez ubicados los andamios y las máquinas de asedio, Tiberio fue uno de los primeros en escalar los muros. Según Plutarco, mientras estaba en Cartago, superaba a todos los demás en obediencia y coraje, y "se lo consideraba con gran afecto mientras continuó en el ejército; al partir, dejó atrás un fuerte deseo de regresar" (909).
Como tribuno, Tiberio propuso un proyecto de ley agraria, la lex agraria, para pedir la distribución justa de las tierras comunales.
Tiberio entró en el cursus honorum (el "camino del honor") como cuestor en 137 a.C., y sirvió bajo el mando del cónsul Cayo Hostilio Mancino en Hispania. Una campaña contra los numantinos, insurgentes de guerrilla, casi provoca el fin prematuro de la carrera militar y política de Tiberio. Desde el principio, las cosas salieron muy mal. Los romanos fueron superados tácticamente, y tras un intento fallido de escapar en el medio de la noche, se vieron obligados a rendirse y aceptar la firma de un tratado, que Tiberio ayudó a negociar. En Roma estaban indignados: las legiones del ejército romano jamás se rinden. Mancino fue despojado de su estatus de comandante y regresado a los insurgentes en cadenas. Tiberio no fue acusado: "Los soldados (…) reconocían a Tiberio como preservador de muchos ciudadanos y le achacaron al general todos los errores que se habían cometido" (910).
Fue mientras estuvo en Hispania que observó algo que lo perseguiría y cambiaría la dirección de su vida. Mientras viajaba por la región, notó que la mayoría del trabajo en el campo la realizaban los esclavos. La pequeña granja familiar había prácticamente desaparecido. Al regresar a Roma, se enteró de que, cuando la República romana derrotaba a sus enemigos, les confiscaba sus tierras. Aunque una parte de las tierras iba a los pobres e indigentes que pagaban un pequeño feudo al tesoro público, la mayoría se volvía ager publicus, o tierras públicas comunales. Desafortunadamente, la mayoría de estas tierras públicas terminaban en grandes fincas o latifundios. Con el tiempo, el pequeño agricultor campesino simplemente desaparecía. Un segundo factor que afectaba esta desaparición era la demanda continua del ejército romano de fuerzas de trabajo. Sin nadie que trabajara la tierra, la pequeña granja familiar se iba a la quiebra y la terminaban comprando los grandes terratenientes. Plutarco afirmó que, por un tiempo, los pobres e indigentes se aprovecharon de las tierras comunales, pero los ricos empezaron a "expulsar a los más pobres" (911). Tiberio entendió que era necesario hacer algo.
En 133 a.C., Tiberio fue elegido uno de los diez tribunos de la plebe. Un tribuno electo por el Concilium Plebis, o Consejo de la Plebe, por un mandato de un año podía proponer leyes y convocar sesiones del Senado romano. Tiberio aprovechó de sus poderes recién adquiridos y propuso un proyecto de ley agraria, la lex agraria, para pedir la distribución justa de las tierras comunales. Al darse cuenta de que el Senado respondería con resentimiento y en un intento por aplacarlos, renovó una vieja ley sin aplicar que prohibía la ocupación de más de 500 iugera (121 hectáreas) de tierras.
La sociedad y el orden social en la Roma antigua
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
Dado que toda la legislación debía presentarse primero ante el Senado, Tiberio temía que este bloqueara su propuesta antes de poder presentarla ante el Consejo, así que simplemente ignoró al Senado y presentó su proyecto de ley de reforma ante el Consejo. Un compañero tribuno, Marco Octavio, juró utilizar su poder de veto para evitar que pudiera leerlo ante el Consejo. Cuando estaba por presentar el proyecto de ley, Octavio intervino y, como prometió, bloqueó su lectura. Al día siguiente, hizo lo mismo. Si el proyecto de ley no se leía, no se podía votar sobre él. Tiberio ideó una solución sencilla: al día siguiente, presentó un segundo proyecto de ley para despojar a Octavio de su tribunado. Con Octavio fuera de escena, el proyecto de ley propuesto se leyó y aprobó. Luego, Tiberio creó una comisión para supervisar la implementación de la nueva ley.
La comisión, formada por Tiberio, su suegro y Cayo, evaluó el estatus de aquellos que poseían tierras públicas y les impuso el límite de 500 iugera. La nueva ley estipulaba que la posesión de tierras no significaba su propiedad; sin embargo, seguían estando exentas del pago de renta. El Estado podía reclamar todas las tierras públicas que superaran el límite legal. Luego de la aprobación del proyecto de ley, Tiberio se encargó de hallar los medios para financiar su implementación. Por suerte para él, el rey de Pérgamo, Átalo III, murió y le legó todo su reino a Roma.
Tiberio fue asesinado a golpes; su cuerpo fue arrojado al Tíber junto con 200 de sus seguidores.
Aunque esta ley era excelente para el pequeño agricultor, la naturaleza abierta de Tiberio y el hecho de que evadió al Senado causaron oposición. Cuando se presentó a un nuevo mandato como tribuno, reunió a sus seguidores en el templo de Júpiter, en la colina Capitolina, donde se estaban contando los votos. Sabía que, si no ganaba, revocarían su ley. Uno de sus opositores más escuchados era el pontifex maximus Publio Cornelio Escipión Nasica, primo de Tiberio. A medida que su oposición se hacía oír más fuerte, estallaron conflictos en toda la ciudad.
En un intento por detener la votación, Nasica y varios senadores corrieron al templo portando armas improvisadas y demandaron que se declarara un estado de emergencia. Plutarco escribió que los agresores de Tiberio habían "llevado palos y bastones de sus casas (…) [y] fragmentos de banquillos y sillas" (918). En la colina, no pudieron hacer nada para resistirse al ataque violento de Nasica y los demás agresores. Tiberio fue asesinado a golpes y su cuerpo fue arrojado al Tíber junto con 200 (algunos dicen que eran 300) de sus seguidores. Debido a la furia del pueblo, se envió a Nasica a una misión en el extranjero y murió en Pérgamo. Roma finalmente se tranquilizó, pero no pasó mucho antes de que otro Graco recibiera la atención de la ciudad.
Cayo Sempronio Graco
Durante el año que le siguió a la muerte de Tiberio, su hermano Cayo Sempronio Graco evitó el Foro romano y todos los lugares públicos. Plutarco escribió lo siguiente sobre su aislamiento:
(...) ya fuera por temor a los enemigos de su hermano o el deseo de hacerlos más odiosos ante el pueblo, se ausentó de las asambleas públicas y vivía tranquilo en su propia casa. (...) [Cayo] se dedicó a estudiar elocuencia, una habilidad que le permitiría aspirar a los asuntos públicos, y era muy aparente que no tenía ninguna intención de ser olvidado. (920)
Cuando finalmente salió de su reclusión, el pueblo romano lo recibió cálidamente y lo alentó a volverse un tribuno. Como ya había servido en el ejército, entró en el cursus honorum como cuestor asignado a Cerdeña bajo Lucio Aurelio Orestes. Cuando le extendieron el servicio allí de forma injusta, se enojó y se fue a Roma. Aunque lo acusaron de cargos por negligencia, utilizó sus habilidades como orador para limpiar su nombre al alegar que ya había servido más tiempo en el ejército y como cuestor que cualquier otra persona. Cuando presentaron cargos adicionales contra él por incitar la insurrección de los aliados, de nuevo tuvo que limpiar su nombre.
Las leyes de Cayo
Al igual que Tiberio, vio la necesidad de una reforma y, a pesar del miedo a sus opositores y los deseos de su propia madre, lo eligieron tribuno en 123 a.C. Según Anthony Everitt en The Rise of Rome (El ascenso de Roma), Cayo tenía una "visión mayor y más exhaustiva que su hermano". Su objetivo era "purificar el Senado y hacerlo más sensible a los intereses del pueblo" (363). De inmediato introdujo dos leyes nuevas. La primera declaraba que cualquier funcionario romano que hubiera sido depuesto de su cargo público tenía prohibido volver a servir en cualquier capacidad (posiblemente dirigida a la vieja némesis de su hermano, Octavio); sin embargo, su madre lo convenció de retirarla. El segundo proyecto de ley prohibía las sentencias de pena de muerte sin la aprobación del Consejo. Cualquier persona que hubiese privado a otra de sus derechos cívicos por ejecución o exilio, como si se tratara de un enemigo de Roma, sería enjuiciada frente al pueblo.El Consejo aprobó rápidamente este proyecto de ley.
Cayo Graco
Silvestre David Mirys (Public Domain)
Luego de asegurarse de que algunas de las tierras públicas fueran a los pobres, reafirmó la ley agraria de su hermano, pero eximió algunas de las tierras públicas de su distribución. Como exmilitar, propuso que la ciudad pagara los uniformes de los soldados romanos sin deducirle nada de su salario. Se ocupó de la creación de tres colonias nuevas en Italia y en el sitio abandonado de Cartago, renombrado Junonia por la diosa Juno. Plutarco escribió que le prestó especial atención a la construcción de las carreteras, que "tuvo cuidado de hacer más hermosas y agradables" (923). Para evitar la escasez de alimentos y una posible hambruna, Cayo almacenó reservas de granos que normalmente se importaban a África, Sicilia y Cerdeña mediante la construcción de graneros. La lex frumentaria, una ley aprobada por el Consejo, afirmaba que el Estado podía vender cierta cantidad de granos por mes a ciudadanos individuales a precios subsidiados.
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Luego atacó la corrupción, a saber los fraudes, los sobornos y los robos, en los cargos públicos. Creó un tribunal especial para tratar casos ante un jurado de senadores, designado para recuperar o conseguir compensación por la adquisición ilegal de dinero o propiedades. Sin embargo, muchos de los acusados fueron absueltos porque eran amigos cercanos de muchos de los senadores. Para remediar esto, se prohibió que los senadores sirvieran como jurados y fueron reemplazados por los equites. Algunas de sus propuestas fueron mal recibidas por los funcionarios del gobierno y el pueblo romanos. Tenía planes para otorgarles la ciudadanía romana completa a determinadas comunidades con ciudadanía latina o de segunda clase. La propuesta fue bloqueada y no se la volvió a abordar en serio hasta las guerras sociales de 91 a.C.
La muerte de Cayo
Cuando no fue electo tribuno para un tercer mandato, dejó Roma para visitar el nuevo sitio de Junonia. A su regreso a Roma, se encontró con una oposición estricta, sobre todo de Lucio Opimio. Luego de convertirse en cónsul, Opimio procedió a derogar muchas de las leyes de Cayo. El Senado romano había llegado a temer el poder y la influencia de los Graco, y ordenó que "otorgaran poderes extraordinarios a Opimio para proteger a la mancomunidad y suprimir a todos los tiranos" (927). Al igual que pasó el día de la muerte de Tiberio, Opimio les dijo a los senadores que se armaran. Al temerse problemas, Cornelia consiguió guardaespaldas para proteger a Cayo. Se declaró un estado de emergencia. Cayo y sus seguidores se refugiaron en el monte Aventino. Opimio ordenó que dispararan flechas sobre la multitud.
A pesar de los deseos de sus seguidores, Cayo solo se armó con una pequeña daga. Su esposa Licinia le dio una advertencia nefasta mientras salía de la casa: "Te expones ante los asesinos de Tiberio desarmado (…) y así eliges sufrir la peor de las lesiones que infligir lo mínimo tú mismo" (928). Según el relato de Plutarco, buscó santuario en el templo de Diana, donde intentó suicidarse, pero dos de sus amigos lo detuvieron. Luego se reunieron en uno de los puentes que cruzan el Tíber, el puente Sublicio. Intentaron mantener a los agresores a raya para darle tiempo a Cayo a escapar, pero la resistencia fue inútil y tanto su esclavo como Cayo fueron asesinados. Lo decapitaron y le dieron la cabeza a Opimio, mientras que su cuerpo y los cuerpos de al menos 3.000 de sus seguidores (condenados por un tribunal especial) fueron arrojados al Tíber. Se dice que, tras la muerte de sus dos hijos, Cornelia dejó Roma y se fue a Miseno.
¿Quiénes fueron los hermanos Graco y por qué los asesinaron?
Los hermanos Graco, Tiberio y Cayo Sempronio Graco, fueron tribunos de la plebe en 133 a.C. y 122-121 a.C., respectivamente, e introdujeron reformas agrarias y otras leyes eludiendo al Senado romano. Fueron asesinados a golpes por sus opositores.
¿Por qué son más conocidos los hermanos Graco?
Tiberio Sempronio Graco es conocido por su lex agraria, la reforma agraria que proponía una distribución justa de las tierras comunales. Una década después de la muerte de su hermano, Cayo Sempronio Graco intentó continuar las políticas de su hermano, luchó contra la corrupción y quería extender la ciudadanía romana.
Soy traductora pública, literaria y científico-técnica de inglés al español y me apasiona todo lo relacionado con la arqueología, la historia y la religión.
Donald ha enseñado Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos en el Lincoln College (Normal, Illinois) y, desde que estudió a Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le encanta transmitir conocimientos a sus alumnos.
Wasson, D. L. (2023, agosto 14). Hermanos Graco [Gracchi Brothers].
(E. Rua, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22136/hermanos-graco/
Estilo Chicago
Wasson, Donald L.. "Hermanos Graco."
Traducido por Eliana Rua. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 14, 2023.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22136/hermanos-graco/.
Estilo MLA
Wasson, Donald L.. "Hermanos Graco."
Traducido por Eliana Rua. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 ago 2023, https://www.worldhistory.org/Gracchi_Brothers/. Web. 27 abr 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Donald L. Wasson, publicado el 14 agosto 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.