Jean-Paul Sartre

Jean-Paul Sartre (1905-1980) fue un filósofo francés que definió el movimiento existencialista en el siglo XX. Considerado como el intelectual consumado, fue no solo autor de obras filosóficas sino también biógrafo, dramaturgo y novelista. En 1964 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, el que rechazó.

Los temas que Sartre exploró en sus escritos son típicamente considerados como existencialistas: "la primacía de la existencia individual, la libertad humana, y la falta de valores objetivos" (Stangroom, 144). La filosofía de Sartre "posee una claridad y una fuerza que capturan el espíritu de los tiempos de una forma más potente que la de cualquiera de sus predecesores o de sus contemporáneos existencialistas" (Stokes, 235), y "sus ideas se pueden convertir en valores aplicables a la vida diaria" (Oliver,128).

Vida temprana

Nacido en París en 1905, en el seno de una familia acomodada, de clase media, Jean-Paul se vio obligado a vivir con su abuelo materno Karl Schweitzer después de la muerte de su padre, cuando apenas tenía un año de edad. La suya no fue una infancia feliz; su abuelo era estricto y dominante. De pocos amigos y con una condición ocular que afectaba su apariencia, Sartre pasaba la mayor parte del tiempo en la biblioteca del abuelo, leyendo y escribiendo. Stangroom escribió que "a pesar de las dificultades de su niñez, fue claro desde muy temprano que Sartre era extremadamente inteligente....era un niño prodigio" (144). No solamente se graduó de la prestigiosa Escuela Normal Superior en 1927 sino que también estudió filosofía en Friburgo, Suiza, y en Berlín. Fue mientras estaba todavía en París cuando conoció a su futura compañera de vida Simone de Beauvoir (1908-1986), estudiante de la Sorbona y futura fundadora del feminismo filosófico y autora de El Segundo Sexo. Después de graduarse de la Escuela Normal, Sartre trabajó como maestro de escuela secundaria. En 1939, en el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), ingresó al servicio militar solo para ser hecho prisionero al siguiente año.

Mientras estaba en prisión leyó la filosofía de Martin Heidegger (1899-1976), otro existencialista y autor de Ser y Tiempo. Liberado en 1941 regresó al París ocupado y empezó a enseñar de nuevo. Para entonces ya había publicado dos libros: La Trascendencia del ego (1936) y la novela La náusea (1938). Cuando la guerra avanzó se involucró en la Resistencia francesa. Después de la guerra, Sartre dejó su posición de maestro y se declaró marxista, actuando como activista político hasta su muerte en 1980. Sin embargo, se decepcionó con el Partido Comunista después de que la Unión Soviética reprimiera la Revolución húngara de 1956. Durante la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, Sartre tanto criticó como alabó las actividades de los soviéticos. Entre sus más cercanos amigos estuvieron Albert Camus (1913-1960) y Maurice Merleau-Ponty (1908-1961). Este último, Beauvoir y Sartre fundaron el periódico Los tiempos modernos. Camus y Sartre quebraron relaciones en 1951 debido a las ideas marxistas de Sartre y nunca más se volvieron a hablar.

Fases

La vida de Sartre como filósofo se divide en tres etapas o fases, cada una de ellas bajo la influencia de un filósofo en particular. En la primera fase se vio influido por Edmund Husserl (1859-1938) y escribió La náusea y Lo Imaginario. En la segunda fase fue afectado por Heidegger y durante ella escribió El ser y la nada y El existencialismo es un humanismo. Finalmente, en su tercera y más prolongada fase, Sartre estuvo dominado por Karl Marx (1818-1883) y Georg Wilhelm Hegel (1770-1831). Muchos de sus oponentes, así como gente joven que deseaba alejarse de la sociedad por cualquier razón, se sintieron atraídos por Sartre. Posteriormente, cerca del final de esta fase, Sartre admitió que podría haber exagerado hasta qué punto puede un individuo liberarse de las presiones de la sociedad.

Existencialismo

Por definición, el existencialismo trata de que el individuo posee libre albedrío al tiempo que está "colocado en un mundo absurdo y sin sentido" (Stokes, Glosario). En su El existencialismo es un humanismo, Sartre define el existencialismo como "una doctrina que hace la vida humana posible y que también afirma que cada verdad y cada acción implican un ambiente y una subjetividad humana". Un existencialista habla del individuo y de su necesidad de asumir responsabilidad en todos los asuntos, grandes y pequeños.

Desde la época de Søren Kierkegaard (1813-1855), los existencialistas han puesto la libertad en el centro de su filosofía. Sartre expresó este concepto en la frase "la existencia precede a la esencia". Esto significa que la humanidad existió primero sin propósito ni definición. Esta idea contrasta fuertemente con filósofos anteriores como Aristóteles (384-322 a.C.) quien en su Ética sostenía que la humanidad fue creada para servir a un propósito y que el cumplimiento consiste en esforzarse hacia una meta. Como Aristóteles, Tomás de Aquino, el filósofo eclesiástico del siglo XIII, sostenía que todas las cosas se dirigen hacia algún objetivo final, por tanto, en su creencia la esencia precede a la existencia; un objeto, por ejemplo un cronómetro para huevos, tiene un propósito (su esencia) que es medir el tiempo de cocción de huevos. El propósito de este cronómetro se originó antes de que fuera fabricado, pero un individuo es diferente de un cronómetro o cualquier otro objeto.

Sartre sostenía que los individuos no existen para un propósito particular, cuando escribió:

El ateísmo existencialista... es más consistente. Sostiene que si Dios no existe hay al menos un ser en quien su existencia precede a su esencia - un ser cuya existencia viene antes que su esencia, un ser que existe antes de que pueda ser definido por ningún concepto... el hombre primero existe: se materializa en el mundo, se encuentra a sí mismo y solo después se define a sí mismo. (El existencialismo es un humanismo, 22)

En el concepto de que "la existencia precede a la esencia" el hombre existe primero y a partir de entonces se vuelve una obra para ser construida y reconstruida en base a sus experiencias y su conducta.

Libertad y mala fe

Según Sartre, los individuos son libres pero esta libertad le da al individuo una enorme carga y responsabilidad, algo que uno no siempre quiere reconocer. Uno mismo es el único juez de sus propias acciones y no hay nada ni nadie que le ayude a tomar decisiones. Esta libertad puede hacer que una persona se cuestione lo que es conducta correcta o incorrecta: una cuestión de moralidad.

Sartre creía que, en un mundo sin Dios, el individuo no tiene otra alternativa más que escoger y que, en ese sentido, crear sus propios valores. Sostuvo que la gente está condenada a ser libre. Uno elude esta libertad de escoger y su responsabilidad aduciendo que sus acciones están regidas por algún código estricto de moral. Sartre consideraba esta excusa como racionalización. Uno explica o justifica su conducta de manera adrede con lo que uno cree ser razones lógicas. Estas excusas agregan a la ecuación la existencia de un poder superior. Y, la existencia de un poder superior o un Dios es un aspecto del existencialismo. La mayoría de los existencialistas son ateos - Kierkegaard fue una rara excepción. Como ateo, Sartre creía que, ya que no existe un Dios o creador que dé una excusa o un propósito al individuo, uno es libre de escoger la vida que uno quiere. Interesantemente, una persona no está en libertad de hacer absolutamente todo lo que quiere; hay límites, pero Sartre no quería que la gente pensara que está condenada a vivir sus vidas regida por los eventos que ocurrieron en el pasado. Sin embargo, la creencia en Dios, como cualquier otra elección, es personal. Es tanto una elección de vida como de propósito.

Si bien el individuo tiene la libertad de escoger, a veces uno haya esto difícil de aceptar. Los individuos son responsables detodo lo que hacen, sin excusas; no hay nadie más a quien culpar, tal como a un poder superior o la naturaleza humana. Stokes escribió que las personas hacen sus elecciones en medio de tres tipos de lastre: angustia, abandono y desesperación. La angustia surge de la consciencia de la responsabilidad. Todo lo que una persona hace afecta a otras. Cuando un individuo escoge, no hace solo una decisión personal sino también una acción que afecta a otros. En abandono, una persona queda sola; no hay Dios ni alguien más para ayudarle o darle guía. Finalmente, en desesperación, el individuo debe actuar sin esperanza, renunciando al instinto de que las cosas resultarán bien. Los individuos deben depender de lo que pueden hacer por ellos mismos y no caer en la trampa de la mala fe.

Sartre pone de cara a la humanidad la inevitable responsabilidad de escoger, pero esta libertad radical tiene sus consecuencias. Uno puede no darse cuenta de que tiene una elección que hacer y cae en mala fe por la que puede acabar engañándose a sí mismo. Uno cree que, como un objeto (el cronómetro de cocción de huevos, por ejemplo), uno está determinado a ser quien es y actuar como actúa. Stephen Law, en su Los grandes filósofos, da un ejemplo de mala fe: un mesero (o salonero) tiene la libertad de seguir atendiendo mesas o renunciar para viajar o escoger otra ocupación. La elección es suya pero él se engaña actuando como si hubiese sido hecho para ser un mesero y que no es una decisión que él enfrenta.

Hubo confusión sobre la manera en que Sartre definió la consciencia. En El ser y la nada dividió "ser" en dos campos: "ser para sí" que define simplemente como consciencia, y "ser en sí" que es todo lo demás. "Para sí" se caracteriza por el término "la nada" o "el vacío" que está en el centro de ser. Esto indica que no hay esencia humana. Sarte creía que consciencia implica posibilidad y en ello yace su libertad. Las elecciones que la gente hace son suyas y solo suyas, pero el individuo debe darse cuenta de que uno no toma una decisión en un vacío y debe enfrentar la especificidad de la situación ya que hay algunas cosas que no pueden cambiarse: la edad de una persona y su genética. Una persona debe escoger auténticamente, dándose cuenta de que está escogiendo libremente.

Conclusión

Sartre murió en 1980. Stangroom destacó que a través de su vida, Sartre se ocupó de muchos temas. Vivió en tiempos de agitación política y social, y desde los días de la post-guerra siguió siendo un activista político. Como existencialista, Sartre no dejó de tener críticos. Aunque no para defender sus creencias, al final de El existencialismo es un humanismo, respondió a algunos de sus críticos y resumió el existencialismo:

El existencialismo no es tanto un ateísmo en el sentido de que se agotaría a sí mismo tratando de demostrar la no existencia de Dios. Más bien afirma que aún si Dios existiese eso no haría diferencia - ese es nuestro punto de vista. (53)

Concluyó que "lo que el hombre necesita hacer es redescubrirse a sí mismo y comprender que nada lo puede salvar de sí mismo, ni aún una prueba válida de la existencia de Dios." (53)