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María de Nazaret, madre de Jesucristo, es una de las mujeres más veneradas del mundo antiguo. Se la conoce como “la Virgen María”. Es venerada como “la madre de Dios” por la iglesia ortodoxa, el catolicismo y varias comuniones protestantes. En el islamismo, la sura 19 (también conocido como azora en español, que equivale en significado a capítulo) está dedicada a Maryam, nombre arábigo de María.
Las historias de María han evolucionado con el paso del tiempo. Para el cristianismo la fuente más antigua son las cartas de Pablo dedicadas a los gentiles. Escritas antes de los evangelios canónicos, Pablo no la menciona, pero escribe lo siguiente: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4).
Los evangelios de Marcos, Mateo, Lucas y Juan (70-100 d.C.) son las fuentes de las que aprendemos de María. A veces resulta confuso porque hay muchas mujeres con el nombre de María en los evangelios. En aquel entonces (como hoy en día) la gente usaba nombres de figuras conocidas para nombrar a sus hijos. El nombre María deriva del nombre arameo Mariam, que en la lengua koiné (griego helenístico) se escribe María. Miriam era la hermana de Moisés.
El primero de los evangelios, el evangelio según Marcos (que data de alrededor del 70 d.C), comienza in media res, con Jesús ya adulto comenzando su ministerio en Nazaret:
Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor, Se preguntaban: «¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos? Pero no es más que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de Joset, de Judas y Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?» Se escandalizaban y no lo reconocían (Marcos 6:2-3).
Aunque no se describe a su hermano Santiago como seguidor del ministerio terrenal, sabemos que se trata de una figura histórica porque Pablo lo visitó dos veces, y se lo nombra “Santiago, hermano del Señor” en Gálatas 1:18. En Hechos, Santiago es uno de los líderes del nuevo movimiento en Jerusalén. El cristianismo primitivo entendía que por “hermanos” se refería a que María tuvo otros hijos después de Cristo.
Las culturas antiguas comparten la convicción de que las grandes personas a menudo habían tenido un nacimiento milagroso.
Los Evangelios según Mateo y según Lucas comienzan con el nacimiento de Jesús. La explicación más probable es que haya sido para convencer a la gente de que Jesús era el mesías anunciado por los profetas israelitas. Para lograr eso, hacen referencias a los libros de los profetas en las escrituras judías. Las culturas antiguas comparten la convicción de que las grandes personas tuvieron un nacimiento milagroso, por lo general mediante la unión entre un dios y una mujer humana.
En el Evangelio según Mateo, se describe el nacimiento de Jesús del siguiente modo:
Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús. (Mateo 1:18-25)
En ese momento, el Espíritu Santo no era parte de lo que se conoció como la Trinidad en el 325 d.C., sino que se refería al espíritu de Dios, que animó a Adán cuando “sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento y vida” (Génesis 2:7). Fue el espíritu de Dios el que confería a los profetas la habilidad de hablar en nombre de Dios y realizar milagros.
Los lectores del evangelio suelen confundir lo que el texto refiere con la palabra divorcio (en la versión en inglés, se utiliza la palabra “divorcio” en vez de “despedirla”), considerando que José y María no estaban casados todavía. Tanto el compromiso como el casamiento se realizaban por medio de un contrato legal, era la transferencia de la propiedad del padre al nuevo esposo. Para deshacer el contrato original, se requería un nuevo contrato: el de divorcio.
María, la Virgen
El anterior pasaje del evangelio de Mateo es famoso por el problema que acarreó la traducción del hebreo al griego, en la que se estableció la virginidad de María. Alrededor del 200 a.C., en Alejandría, Egipto, se tradujeron las escrituras hebreas al griego, conocida como la Biblia Septuaginta, que es la versión que los escritores de los Evangelios utilizaron; sin embargo, cuenta con varias traducciones libres, como el pasaje de Isaías 7 al que recurre Mateo. Isaías fue el profeta en tiempos de la conquista asiria en el 722 a.C. Ajaz era un malvado rey de Judea (gobernó entre el 732 y el 716 a.C.) al que Dios había ordenado que pidiera una señal, pero el rey se rehusó: “El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel” (Isaías 7, 14). La palabra hebrea almah, acá traducida como “la joven”, hace referencia a una muchacha que ha alcanzado la pubertad, es decir, que está en condiciones de procrear. En la traducción al griego, la palabra almah se tradujo como parthenos, es decir, “virgen”.
Que una mujer fuera “virgen” no implicaba que el himen estuviera intacto, sino que era un término general que aplicaba a las mujeres solteras. Se utilizaba la palabra “virgen” como metáfora de la inocencia y la pureza, el estado de las jóvenes antes de la pubertad y de la adultez. Por ejemplo, el templo dedicado a Atenea fue nombrado Partenón, que significa “la diosa virgen”, porque Atenea decidió reinar sola, sin consorte o esposo, y no tuvo hijos.
En el Evangelio según Mateo, el nacimiento de Jesús está en segundo plano y no se dan muchos detalles. En sueños le ordenan a José a que huya a Egipto con su familia, porque el rey Herodes planeaba matar a todos los niños de dos años por miedo de que un nuevo rey usurpara su trono. La Iglesia copta ortodoxa de Egipto venera los sitios sagrados donde la familia halló refugio a lo largo de su travesía.
La Natividad en el Evangelio según Lucas
A diferencia del Evangelio según Mateo, Lucas provee de un contexto elaborado y detallado la historia de María y el nacimiento de Jesús. El Evangelio según Lucas comienza con la historia de Zacarías e Isabel, pareja que no podía concebir debido a su edad. Ocupando el lugar de alto sacerdote en el templo, Zacarías recibió la visita de un ángel, quien le dijo que serían los padres de Juan el Bautista.
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntó que significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel. (Lucas 1:26-38).
Más adelante el arte renacentista volvería icónica la anunciación a María, que se celebra el 25 de marzo, nueve meses antes de diciembre.
María visita a Isabel y, en el pasaje que continua con el antes citado, la palabra “pariente” se traduciría más tarde como “prima”.
Cuando Isabel escucha el saludo de María, el niño en su vientre da saltos. Llena del Espíritu Santo, Isabel exclama en alta voz: “Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas”. (Lucas 1:41-44).
En otras palabras, incluso estando en el útero, Juan reconoce la superioridad de Jesús. Entre los siglos VI y XI, el anunciamiento a María y ese pasaje fueron incorporados a la oración conocida como “Ave María”:
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Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Se le atribuye el uso de la oración en la liturgia al papa Gregorio Magno (fue papa entre el 590 y el 604). Santo Domingo de Guzmán (1170-1221) recibió la visita de un ángel, que le dijo que instruyera a la gente a usar el rosario para llevar un registro de las oraciones. Hasta el día de hoy, el rosario continúa siendo un ritual de devoción a la Virgen María.
Mientras que Mateo afirma que la familia era oriunda de Belén y que luego se trasladaron a Nazaret, Lucas utiliza el censo romano para ubicar a María y José en Belén. Como no había lugar en las habitaciones de la posada, en el Evangelio de Lucas, el nacimiento de Jesús transcurre en el establo, donde se encierran los animales.
Luego de que circuncidaran a Jesús, María fue al Templo de Jerusalén para completar el ritual de purificación requerido cuando nacía un niño, que conllevaba ofrendar dos palomas tórtolas. En el Templo, María se encontró con Simeón que predicó:
Mira, este niño traerá a la gente de Israel caída o resurrección. Será una señal de contradicción, mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo, saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres. (Lucas 2:34-35).
Esa se volvió la tradición del sufrimiento de María, colocándola entre las mártires más importantes, la Reina del Cielo.
Marcos y Mateo nombran a varias mujeres con el nombre de María, que presenciaron el juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret. Una de ellas, “María, la madre de Santiago y José”, puede tratarse de la madre de Jesús. Lucas solo menciona un grupo de mujeres lamentándose y, en los Hechos de los Apóstoles, nombra a María una única vez. María estaba presente con los discípulos cuando escogieron a Matías para reemplazar a Judas: “Todos ellos perseveraban juntos en la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.” (Hechos 1:14).
María en el Evangelio según Juan
En el Evangelio según Juan, no existe mención del nacimiento físico de Jesús, sino que se trata de la manifestación de la palabra de Dios sobre la tierra (el logos). Esto derivó en el concepto cristiano de la encarnación, que explica que Jesús ya existía en el Cielo y que apareció en cuerpo humano sobre la tierra. Aun así, Juan introduce a la madre de Jesús, aunque nunca la nombra. En el versículo 2:1-12, la madre de Jesús lo convence de que convierta el agua en vino durante las bodas de Caná. Juan también ubica a María durante la crucifixión:
Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. (Juan 19:25-27)
La tradición identifica a Juan como “el discípulo amado”, el hermano de Santiago, uno de los hijos de Zebedeo. Existieron historias que indican que Juan sobrevivió y realizó obras en Éfeso, a donde se llevó a María. En la actualidad, los cristianos visitan la excavación de la casa de Juan y María en la ciudad moderna de Éfeso; dicha escena también se volvió una representación popular de la iconografía cristiana, que representaba a María y Juan al pie de la cruz.
Otros textos
Del siglo II d.C., tenemos el Protoevangelio de Santiago, que explica lo sucedido antes de la buena nueva de los Evangelios. En el texto leemos que María fue hija de una pareja estéril, Joaquín y Ana. Esta le ruega a Dios que le de un hijo y le promete que estará “dedicado a Dios” si responde a sus plegarias. Cuando destetan a María, Ana la lleva al Templo para que la críen los sacerdotes, lo que presenta a María con la particularidad de que nunca estuvo expuesta a los males del mundo exterior.
A principios del siglo II d.C., el cristianismo concede a María el título de theotokos (Madre de Dios).
Cuando alcanzó la pubertad, se celebró una competencia por la mano de María. José ganó porque su bastón había florecido milagrosamente. El texto indica que María y José nunca tuvieron relaciones luego del nacimiento de Jesús. Dicha versión menciona que una partera examina a María y comprueba que el himen sigue intacto, incluso luego del nacimiento. La casa de Ana y Joaquín esta abierta a turistas y peregrinos en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
El Nuevo Testamento no dice nada sobre el fin de la vida de María, y la primera mención de su muerte se encuentra en un texto del siglo IV d.C., Tratado sobre la Asunción de la Santísima Virgen María. Los Apósteles se encontraban con ella cuando murió y los ángeles llevaron el cuerpo al Cielo. En el Nuevo Testamento, la muerte de creyentes es descrita como “quedándose dormidos”; la Abadía de la Dormición de la Virgen María, se encuentra donde María se “quedó dormida” y ascendió al Cielo.
En el Corán, libro sagrado del islam, Maryam es alabada por los creyentes como la mujer más importante, elegida y purificada por Dios, y su historia se relata en una sura dedicada a ella. Según la tradición islámica, el ángel Gabriel informa a Maryam de que concebirá a un niño por obra del espíritu divino, el niño sería el mesías prometido (Jesús es conocido con el nombre de Isa en el Corán). El Diablo (llamado Iblis en el Corán) no tiene poder alguno sobre el elegido y su madre. La diferencia es que en el islam solo Dios puede ser adorado, mientras que Maryam e Isa son venerados.
María en la Antigüedad tardía y la Edad Media
El estatuto de María tuvo que cambiar cuando deificaron a Jesús con los atributos de Dios. A principios del siglo II d.C., el cristianismo concede a María el título de theotokos (Madre de Dios) porque llevó divinidad en el vientre, es decir, una “portadora divina”, no contaminada por el coito. Como consecuencia se realizaron cambios a los hermanos mencionados en los Evangelios. Se propusieron dos teorías:
Los hermanos en los Evangelios eran primos en realidad.
Eran medios hermanos de un matrimonio previo que tuvo José, que había enviudado.
Durante el Concilio de Constantinopla del 553 María recibió el estatuto oficial de “virgen perpetua”. Igual que Jesús trajo el perdón por los pecados de Adán, María deshizo el pecado de Eva, y se convirtió en el modelo a seguir ideal de la mujer. Durante el transcurso de la Edad Media, hubo celebraciones, plegarias especiales y devociones en nombre de María; también se construyeron iglesias y santuarios inspirados en sucesos de su vida para que los pudieran visitar peregrinos. María podía interceder en la vida de los creyentes y aliviar a aquellos que esperaban en el purgatorio.
El auge del culto de María causó la proliferación de pinturas y estatuas de la Madona (la Virgen María) durante el periodo renacentista. En tiempos del Imperio romano, María en su papel de madre se volvió sinónimo de la diosa egipcia, Isis, que también protegía madres y niños. Una representación icónica es la de María sentada con Jesús sobre su regazo.
Una de las representaciones más famosas de María es la Piedad del Vaticano de Miguel Ángel (1475-1564). Es una escultura que se alberga en la Basílica de San Pedro, en Roma. La Piedad expone el sufrimiento de María cuando sostuvo en brazos a Jesús cuando lo bajaron de la cruz.
Apariciones de María
San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) creó el concepto del pecado original: todos los seres humanos habían heredado el pecado de Adán y Eva. El “espíritu de Dios” concibió a Jesús, pero ¿qué sucede en el caso de María?
En 1858, en Lourdes, Francia, una campesina, Bernadette Soubirous (1844-1879), aseguró haber visto una “gran señora” mientras recogía leña, quien le dijo que construyera una capilla cerca de una caverna con un manantial. La campesina le preguntó su nombre a la señora y María respondió: “Soy la inmaculada concepción” (es decir, concebida sin pecado original). No había forma de que una campesina sin educación supiera eso, por lo que se declaró que fue un milagro. Canonizaron como santa a Bernadette en 1933; y las curaciones milagrosas han vuelto de Lourdes un lugar famoso.
María ha hecho varias apariciones milagrosas, por lo general en tiempos de crisis y agitación cultural. Se apareció frente Juan Diego, campesino mexicano cuando se trataba de territorios españoles en 1531 (Nuestra Señora de Guadalupe). En 1917, en Fátima, Portugal, se apareció ante tres niños para anunciar la llegada de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial. En 1981, seis adolescentes experimentaron visiones de María en Medjugorje, Bosnia y Herzegovina; en las visiones, María reprendía a los creyentes, en especial a los sacerdotes, para que ayudaran a la gente a creer incluso sin la necesidad de visiones. Miles de peregrinos visitan las ubicaciones donde María apareció.
La muerte de María no se recoge en el Nuevo Testamento. Según el Tratado sobre el fallecimiento de la Santísima Virgen María, del siglo IV d.C., los apóstoles estaban con María cuando murió y los ángeles se llevaron su cuerpo al cielo.
¿Es santa la Virgen María?
La Virgen María es la mujer más venerada del cristianismo. Es celebrada por las Iglesias ortodoxas orientales, el catolicismo y diversas denominaciones protestantes como "la madre de Dios", figura entre las mártires más elevadas, la Reina del Cielo.
Soy traductor técnico-científico y literario de inglés a español, aficionado a la Historia desde muy pequeño. La posibilidad de combinar las dos disciplinas me parece una oportunidad imperdible e invaluable.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, R. (2024, octubre 04). María, madre de Jesús [Mary, Mother of Jesus].
(N. Cavaliere, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23587/maria-madre-de-jesus/
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Denova, Rebecca. "María, madre de Jesús."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 04, 2024.
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Denova, Rebecca. "María, madre de Jesús."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 04 oct 2024. Web. 21 dic 2024.
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Escrito por Rebecca Denova, publicado el 04 octubre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.