El “mundo helénico" es un término que se refiere al periodo de la historia griega antigua entre el año 507 a.C. (fecha de la primera democracia en Atenas) y el 323 a.C. (muerte de Alejandro Magno). Este período también se conoce como la era de la Grecia clásica.
Sin embargo, esta época no debe confundirse con el mundo helenístico que designa al periodo entre la muerte de Alejandro y la conquista de Grecia por parte Roma (323-146-31 a.C.).
El mundo helénico de la antigua Grecia constaba de la Grecia continental, Creta, las islas del archipiélago griego y la costa de Asia Menor principalmente (aunque se mencionan las ciudades en el interior de Asia Menor y, por supuesto, las colonias de la Italia meridional). Esta es la época de la gran Edad de Oro de Grecia y, en la imaginación popular, resuena como la “antigua Grecia”.
El establecimiento de la democracia
Solón, el gran legislador, sirvió sabiamente como arconte de Atenas durante 22 años, se retiró de la vida pública y vio a la ciudad, casi inmediatamente, caer bajo la dictadura de Pisístrato. Aunque era un dictador, Pisístrato comprendió la sabiduría de Solón, llevando a cabo sus políticas y, después de su muerte, su hijo Hipias continuó esta tradición (aunque manteniendo una dictadura que favorecía a la aristocracia). No obstante, después del asesinato de su hermano menor (inspirado, según Tucídides, por una historia de desamor y no, como se pensó posteriormente, por motivación política), Hipias, receloso de la gente de Atenas, instituyó un régimen de terror y fue, finalmente, derrocado por el ejército bajo Cleómenes I de Esparta y Clístenes de Atenas.
Clístenes reformó la constitución de Atenas y estableció la democracia en la ciudad en el año 507 a.C. También siguió lo establecido por Solón pero instituyó nuevas leyes que disminuyeron el poder de la aristocracia, incrementaron el prestigio del pueblo llano e intentó unir las tribus separadas de la montaña, la planicie y la costa en un pueblo unificado bajo una nueva forma de gobierno. Según el historiador Will Durant:
Los propios atenienses estaban fascinados por esta aventura hacia la soberanía. Desde aquel momento conocieron el entusiasmo de la libertad en la acción, el discurso y el pensamiento. A partir de ahí comenzaron a liderar toda Grecia en la literatura y el arte, incluso en la administración pública y en la guerra. (126)
Este fundamento de la democracia, de un estado libre compuesto por hombres quienes “poseían la tierra que labraban y quienes dirigían al estado que los gobernaba” estabilizó a Atenas y proporcionó los cimientos para la Edad de Oro.
Grandes mentes de Grecia
La lista de pensadores, escritores, médicos, artistas, científicos, estadistas y guerreros del mundo helénico incluye a aquellos que hicieron algunas de las contribuciones más importantes a la civilización occidental: el estadista Solón, los poetas Píndaro y Safo, los dramaturgos Sófocles, Eurípides, Esquilo, y Aristófanes, el orador Lisias, los historiadores Heródoto y Tucídides, los filósofos Zenón de Elea, Protágoras de Abdera, Empédocles de Agrigento, Heráclito, Jenófanes, Sócrates, Platón y Aristóteles, el escritor y general Jenofonte, el médico Hipócrates; el escultor Fidias, el estadista Pericles, los generales Alcibíades y Temístocles, entre otros muchos nombres notables, todos vivieron durante este periodo.
La Edad de Oro de Grecia, según el poeta Shelley, “es sin duda… la más memorable en la historia del mundo” por los logros y avances de la gente de aquella época. Curiosamente, Heródoto consideraba a su propia era como vacía en muchas formas y miraba hacia atrás a un pasado más antiguo en busca de un paradigma de verdadera grandeza.
El escritor Hesíodo, un contemporáneo de Homero del siglo VIII a.C., afirmaba precisamente lo mismo sobre la era a la que Heródoto miraba hacia atrás y llamaba a su propia era “malvada, depravada y disoluta" y esperaba que el futuro produciría una mejor raza de hombres para Grecia. Sin embargo, dejando a un lado a Heródoto, se entiende que el mundo helénico fue una época de logros humanos increíbles.
Las grandes ciudades y su arte
Las principales ciudades-estado (y lugares sagrados de peregrinación) en el mundo helénico eran Argos, Atenas, Eleusis, Corinto, Delfos, Ítaca, Olimpia, Esparta, Tebas, Tracia y, por supuesto, el monte Olimpo, el hogar de los dioses. Los dioses jugaban una parte importante en las vidas de la gente del mundo helénico; tanto es así que alguien podía enfrentarse la pena de muerte por cuestionar, ya fuera abierta o presuntamente, su existencia, como en los casos de Protágoras, Sócrates y Alcibíades. El estadista ateniense Critias, algunas veces considerado como “el primer ateo”, sólo se escapó de ser condenado porque era muy poderoso.
Las grandes obras de arte y los hermosos templos fueron creados para el culto y la alabanza de los diferentes diosas y dioses de los griegos, como el Partenón de Atenas, dedicado a la diosa Atenea Partenos (Atenea la virgen) y el Templo de Zeus en Olimpia (ambas obras a las cuales contribuyó Fidias y una, el Templo de Zeus, catalogada como Maravilla de la Antigüedad). El templo de Deméter en Eleusis era el lugar de los famosos misterios de Eleusis, considerado el rito más importante en la antigua Grecia.
Homero en sus obras La Ilíada y La Odisea, inmensamente populares e influyentes en el mundo helénico, describía a los dioses y diosas íntimamente involucrados en las vidas la gente y se consultaba a las deidades regularmente en asuntos domésticos y de estado. El famoso oráculo de Delfos era considerado tan importante para la época que gente de todo el mundo conocido viajaba a Grecia a solicitar consejo o favores del dios y se consideraba vital consultar con las fuerzas sobrenaturales antes de embarcarse en cualquier campaña militar.
Conclusión
Entre las batallas famosas del mundo helénico para las que se les consultó a los dioses estaban la batalla de Maratón (490 a.C.), las batallas de las Termópilas y de Salamina (480 a.C.), Platea (479 a.C.) y la batalla de Queronea (338 a.C.) donde las fuerzas del rey macedonio Filipo II, comandadas en parte por su hijo Alejandro, derrotaron a las griegas y unificaron las ciudades-estado griegas.
Después de la muerte de Filipo, Alejandro marchó a conquistar el mundo de su tiempo, convirtiéndose en Alejandro Magno. Llevó la cultura, el idioma y la civilización griega a través de sus campañas al mundo y, tras su muerte, dejó el legado que llegaría a ser conocido como el mundo helenístico.
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