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El libro del Génesis es el primero de las escrituras judías y del Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Génesis toma el nombre de la palabra hebrea escrita al comienzo de la obra: beresit, «en el principio», luego traducida al griego como genesis, «origen». Es, además, el texto inicial del conjunto de escritos que recibiría el nombre de Pentateuco, la Torá judía o «enseñanzas»: los cinco libros de las Leyes de Moisés.
La hipótesis documentaria
Génesis consta de una variedad de formas literarias: mitos, himnos, oraciones, sacrificios, rituales, oráculos, cuentos folclóricos y narraciones históricas. Según la tradición, Moisés fue el autor de los primeros cinco libros, que entregó a su general Josué al arribo de los israelitas a Canaán, procedentes de Egipto. En el siglo XIX surgieron las disciplinas de arqueología, antropología y sociología como parte de las ciencias sociales, todas empleadas en el estudio de las civilizaciones y textos de la antigüedad. Debe mencionarse que en Génesis se repiten algunas historias, aunque con detalles distintos. En algunas ocasiones se hace referencia al Dios de Israel con el título de «Señor», y en otras con el de «Dios Todopoderoso». Junto a la ocurrencia de estas formas aparecen diferencias teológicas, así como señales de cambios en los contextos históricos, incluidos los de política.
DEBIDO A QUE SE DESCONOCE QUIÉN ESCRIBIÓ LOS TEXTOS BÍBLICOS, LOS DIVERSOS ELEMENTOS QUE LOS COMPONEN SE CLASIFICARON POR FUENTES.
Al concluir el período de la monarquía unificada del rey David y después de la de su hijo Salomón alrededor del 900 a.C., se crearon dos reinos independientes: el Reino del Norte, que mantuvo el nombre de Israel, y el Reino del Sur, Judá. Julius Wellhausen (1844-1918), profesor de la Universidad de Gotinga en Alemania, propuso una explicación acerca de la manera en que se formó el texto, conocida más adelante con el nombre de hipótesis documentaria. Debido a que se desconoce la identidad del verdadero autor de los textos bíblicos, los diversos elementos que los componen se clasificaron en atención a sus fuentes.
J, la fuente yahvista, o de Jerusalén.
(J, del alemán Jahweh). El nombre hebreo de Dios revelado en el libro de Éxodo constaba de cuatro consonantes, el tetragrámaton YHVH, que significa «Yo soy el que soy». En alemán el sonido de la J equivale al de la Y. Las versiones masoréticas escritas con posterioridad añadieron vocales al tetragrámaton, de donde provino el terminó «Jehová», transliteración que no se encontraba en los textos hebreos originales de la Biblia. Los escritos de la fuente J se caracterizan por presentar representaciones antropomórficas de Dios, como «la faz de Dios», o «la mano de Dios», y descripciones de frecuentes visitas de Dios a la tierra.
E, la fuente de Elohim, o elohista. La E proviene del canaanita «el», que en plural representa diversos aspectos de la divinidad, aunque también puede asociarse a la tribu de Efraín asentada en Israel, el Reino del Norte. La fuente E caracteriza a Dios como un ser más abstracto que no visita la tierra, que sin embargo se comunica a través de los ángeles.
P, la fuente sacerdotal. (P, del alemán priester, inglés priestly, sacerdotal). La fuente P es un término global que agrupa las incumbencias sacerdotales, entre las cuales se incluyen sacrificios, rituales, himnos, oraciones, y los begats o engendramientos de Génesis.Begat, «engendrado», era el término hebreo empleado para significar procreación. Todas las culturas de la antigüedad hacían énfasis en los linajes, que explicaban en detalladas genealogías cuya función era validar los conceptos y prácticas transmitidos a través de generaciones. En las culturas orales la repetición de los begats, las listas de los engendrados, pudo haber constituido una forma de memorizar las tradiciones orales.
D, la fuente deuteronómica. Esta fuente se designó con el nombre del último de los cinco libros que se atribuyen a Moisés, el Deuteronomio. El libro es una antología de las tradiciones, escritas en su forma definitiva. En 722 a.C. el Imperio neoasirio invadió el Reino del Norte y los refugiados que huyeron de esa región migraron hacia Judea, oportunidad en que por primera vez pudo haberse producido la fusión de las tradiciones del norte y del sur, con la consecuente combinación de las fuentes J y E.
En 587 a.C. el Imperio babilónico invadió Judá y destruyó el Templo de Salomón. En esa época una parte de los judíos fue capturada y trasladada a la ciudad de Babilonia, período que se conoce como «el cautiverio de Babilonia». La teoría plantea que durante la expatriación en Babilonia, el «deuteronomista», haya sido un individuo o una escuela de escribas, completó a partir de los años 600 a.C. la redacción final o edición de todas las fuentes combinadas. No obstante, a lo largo de los siguientes siglos, desde el 538 hasta el 332 a.C., continuaron realizándose ediciones.
La antigüedad siempre se honraba y respetaba, a pesar de aparentes contradicciones. Génesis comienza con dos versiones de la creación, la P y la J; además, existen dos versiones de la historia de Noé y el diluvio. La versión final pudo haber resultado del intento de preservar las distintas tradiciones y evitar que cayeran en el olvido.
EXISTE CONSENSO ACERCA DE QUE LAS HISTORIAS ORIGINALES DE GÉNESIS DATAN DE ALREDEDOR DEL 1800 AL 1400 A.C.
La propia naturaleza de las tradiciones orales dificulta relacionarlas con fechas históricas. Como alternativa, los académicos se apoyan en los detalles de los relatos para situarlos en el contexto histórico que les corresponde. Existe consenso en cuanto a que las historias originales de Génesis datan de alrededor del 1800 al 1400 a.C. Las narraciones reflejan la vida nómada en Egipto y el Medio Oriente a finales de la Edad de Bronce.
La paradoja de Génesis radica en que al afirmar ser el «origen», supone que proporciona la primera articulación de las concepciones que se convirtieron en judaísmo. Sin embargo, en realidad el libro del Génesis podría haber sido uno de los últimos en terminarse. Este proceso se describe como «leer hacia atrás» elementos de la historia. Por ejemplo, Génesis coloca a Abraham y a otros en la construcción de altares y en el ofrecimiento de sacrificios a Dios en los distintos sitios donde se les presentaron revelaciones. Esto, a pesar de que es en el libro de Éxodo, consecutivo al de Génesis, donde Moisés relaciona por primera vez las instrucciones relativas a altares y ofrendas. En la misma línea, el libro de Levítico, tercero en el ordenamiento bíblico, detalla las repetidas ocasiones en que Moisés afirma que Dios elegiría un único lugar para efectuar los rituales del culto, el futuro Templo de Jerusalén.
La historia de la creación
Los primeros once capítulos de Génesis se describen en forma de mito, cuya función, como la de todos los mitos, es explicar los orígenes de los dioses, del universo material, y de los humanos. Los especialistas nombran estos capítulos «historia primigenia». A diferencia de otros mitos de la creación, Génesis no describe el origen de Dios, sino que comparte el concepto de que la creación surgió del caos y de las aguas de los abismos. Génesis también incluye polémica, una crítica a otras visiones.
Uno de los primeros mitos mesopotámicos sobre la creación, nombrado Enuma Elish, describía a los dioses como seres caóticos y caprichosos, en correspondencia con lo cual la creación de los seres humanos tenía como único propósito que les sirvieran de esclavos. De manera contrastante, la creación del Dios de Israel siempre se describe como «buena». A menudo otros dioses y diosas copulaban con humanos, pero el Dios de Israel no procrea: crea mediante la palabra.
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra... Y los bendijo Dios… Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:26-28)
En Génesis 1, Dios crea al hombre y a la mujer de manera simultánea. La frase «hagamos…» provoca la pregunta de a quién le hablaba Dios, dado que solo existían los animales. Una respuesta a la interrogante parte de considerar que los sistemas religiosos son construcciones sociales, y que en las culturas de la antigüedad los reyes contaban con una corte de consejeros. Así, la teoría prevaleciente es que Dios se dirigía a su corte, compuesta por ángeles. Génesis no describe la creación de los ángeles. También se entiende como un plural mayestático.
«A nuestra imagen … » plantea preguntas adicionales: ¿Se parece Dios a nosotros? ¿Nos parecemos a Dios? Mientras continúan los debates, una popular teoría afirma que «la imagen de Dios» puede referirse al tema de gobernar. Del mismo modo que Dios gobierna el universo, los humanos gobernarán a todos los seres vivientes de la tierra.
Adán y Eva
Génesis 2 comienza con otra historia de la creación, en la que Dios crea a Adán y luego a Eva, de una costilla de éste. Ambos tenían acceso a todo lo que existía en el Jardín del Edén, con la excepción del «árbol de la ciencia del bien y del mal» (Génesis 2:9). Todas las religiones del pasado incluían una historia sobre la caída, lo cual tenía dos propósitos: explicar cómo y por qué entra el mal al mundo, y por qué morían los humanos. El relato judío introdujo el personaje de la serpiente, que más tarde evolucionó y se transformó en el Diablo. Sin embargo, en la narración la serpiente cumple el rol de introducir el concepto de la capacidad de elección del ser humano. Adán y Eva eligieron mal.
Las descripciones de Dios hablan de su naturaleza omnipotente y omnisciente, todo conocedora. En este contexto, ¿por qué no sabía Dios que Adán y Eva desobedecerían? Aunque Génesis no lo manifiesta, judíos y cristianos afirmaron con posterioridad en sus interpretaciones que Dios no quería esclavos, por lo que facultó a los seres humanos para ejercer el libre albedrío.
El propósito del relato de Adán y Eva es explicar la evolución ulterior de la sociedad a partir de la descripción de sus castigos: el hombre tiene que trabajar para ganarse la vida, y la mujer padece dolores durante el parto y el alumbramiento. Estos aspectos se describen como etiología, causalidad. No obstante, el castigo supremo fue la pérdida de la inmortalidad, razón por la que los humanos mueren. Debe acotarse que en Génesis no se menciona el coito como causa del «pecado original». Fue el obispo Agustín de Hipona en el siglo IV d.C. quien creó el concepto cristiano de la sexualidad humana como pecado.
Historias fundacionales
Génesis 6:11 incluye varias historias fundacionales diferentes. Dios se arrepintió de haber creado a los humanos debido a la maldad que imperaba en la tierra. Diversas culturas contaban historias similares: El dios sol de los egipcios, Ra, intentó erradicar a los humanos; la epopeya mesopotámica de Gilgamesh describe el envío del diluvio debido al clamor y ruido que hacían los humanos; la mitología griega narra los hechos de un sobreviviente del diluvio, Deucalión. La historia de Noé y el arca comparte elementos comunes a todos los relatos del diluvio, que describen lluvias excepcionales y desbordamiento de los sistemas fluviales.
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Después del diluvio el mundo se puebla de nuevo con los descendientes de Noé, que quedan registrados en una lista de «las naciones» de la tierra, contentiva de los «begats», los engendrados, de cada generación. Génesis 11 relata la historia de la Torre de Babel. Los humanos intentaron construir una torre que alcanzara los cielos, pero Dios respondió con la creación de las distintas lenguas y generó «babel», confusión, para así impedirles de manera definitiva que cooperaran en la ejecución de una empresa semejante.
La historia ancestral
El propósito principal de Génesis comienza en el capítulo 12, con el llamado de Abraham. Abraham escucha una voz proveniente del Dios de Israel que le ordena trasladar a toda su familia y clanes a la tierra de Canaán, donde Él lo hará padre de una gran nación. Este es el significado del nombre «Abraham». Se le prometió que sus descendientes se multiplicarían «como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; …» (Génesis 22:17). El episodio se conoce como el pacto con Abraham. En esencia, las alianzas eran un contrato entre la divinidad y el ser humano que especificaba lo que se esperaba de cada parte. Abraham y sus descendientes debían prestarle lealtad a este Dios a cambio de que los protegiera y concediera prosperidad. De esta manera, Abraham fue el padre fundador de la nación judía.
En el relato de Abraham, la tensión que moviliza a los personajes de la historia y hace avanzar la trama, comienza con la promesa de Dios. Pero la vejez de Abraham y Sara y la infecundidad de ella propinan un mentís al compromiso de proveer una progenie. El resto del libro del Génesis se centra en el tema del cumplimiento de la promesa de Dios de crear una nación, la de los descendientes de Abraham, mediante una pareja que no puede procrear. A lo largo de Génesis son muchas las mujeres que se consideran estériles, lo cual no se debía a que hubieran pecado, sino al empleo de un recurso literario que tenía como objetivo involucrar a Dios en el logro de la fertilidad por medio de la intervención divina. Una parte significativa de las mujeres infecundas reciben una anunciación de Dios o de un ángel, en las que se les informa que más adelante se convertirán en madres. El contenido de la anunciación predice que el hijo, siempre un chico, sería una persona excepcional o un instrumento de la divina voluntad de Dios.
Sara le dice a Abraham que tenga relaciones con su esclava egipcia Agar, con lo que Abraham estuvo de acuerdo. En el mundo antiguo los esclavos eran propiedad de sus amos, por lo que el hecho no se consideraba adulterio, sino algo parecido a subrogación de la maternidad, en versión ancestral; además, vale destacar que la definición técnica de adulterio era «violación de la propiedad de un hombre». El embarazo de Agar produciría un vástago que a los efectos legales sería hijo de Abraham y de Sara. Agar dio a luz a Ismael. Ismael no era el «hijo de la promesa», pero a Agar se le hizo saber que también su progenie se convertiría en «una gran nación». Ismael se convirtió en el antecesor de los árabes.
La señal del convenio
A menudo los convenios iban acompañados de una señal. Génesis 17 describe otro pacto que repetía la promesa hecha a Abraham, con la particularidad que este imponía la adopción de una señal: la circuncisión, la remoción de la piel del prepucio. Muchos pueblos de la antigüedad practicaban la circuncisión. Numerosas personas suponen que se trataba de una medida higiénica, pero la mayoría de las gentes de antaño no tenía conocimientos de enfermedades ni de gérmenes. Lo que queda claro acerca de la circuncisión judía es que actuaba como marcador físico permanente de afiliación tribal.
Sodoma y Gomorra
Una de las historias más conocidas de Génesis es la destrucción de Sodoma y Gomorra. Tres ángeles visitan a Abraham en su campamento y le anuncian la próxima destrucción de las ciudades debido a que el «clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo» (Génesis 18:20).
Lot, sobrino de Abraham, vivía en Sodoma, y al llegar los ángeles, los acoge en su casa. Los hombres de Sodoma rodean la morada y requieren de Lot que saque a los ángeles para que «los conozcamos», forma eufemística de referirse a tener relaciones sexuales (Génesis 19:5). Sin embargo, el texto no resulta del todo claro. La hospitalidad era un concepto antiguo que implicaba el ofrecimiento de ayuda incluso a personas desconocidas, bajo el entendido que en cualquier momento se podía necesitar el auxilio de algún extraño. ¿Se limitaba el pecado de aquellos hombres a ser una violación de la hospitalidad, o se trataba del bien definido concepto de sodomía, de coito anal entre hombres? La sodomía se condenaba por el judaísmo de la antigüedad debido a que trastornaba el mandato de procrear, y a que generaba el desperdicio de la semilla de la vida, el semen (Levítico 18). Sodoma y Gomorra se destruyeron a fuego y azufre. Lot huyó con sus hijas y continuó el linaje de Abraham. En la actualidad algunos cristianos citan la historia como ejemplo de «pecado» en debates sobre homosexualidad.
El sacrificio de Isaac y de los patriarcas
Sara por fin da a luz a un hijo: Isaac. Dios le ordena a Abraham que lo sacrifique, pero en el último minuto un ángel del Señor lo detiene. Durante siglos el relato ha sido tema de debate de estudiosos y teólogos. ¿Era mediante esta historia que los israelitas promulgaban la prohibición del sacrificio humano? Algunas culturas antiguas lo practicaban, pero en la mayoría de las ocasiones sacrificaban prisioneros de guerra. Es posible que la narración constituya el reflejo de una legislación posterior según la cual los «primeros frutos» de cosechas y rebaños debían ofrecerse o dedicarse a Dios: de manera literal ofrendárselos en sacrificio. ¿Acaso esta historia aclaraba que los «primeros frutos» no incluían a los hijos? Del relato se puede concluir que toda la situación constituyó una demostración de la obediencia y fidelidad de Abraham.
El resto del libro del Génesis narra las historias de sus descendientes, las cuales inicia con el relato del hijo de Isaac, Jacob. Son dos las razones por las cuales Jacob resulta importante: una, porque su «lucha» con Dios le proporcionó un nuevo nombre, el de «Israel», «el que prevalece», y la otra, el hecho que sus doce hijos, engendrados con las dos hermanas Lea y Raquel más algunas mujeres esclavas, se convirtieron en las doce tribus de Israel. A sus hijos se les conoce de conjunto con el nombre de patriarcas, los «padres fundadores». La narración incluye precisiones acerca de los hijos de Lea y de Raquel, así como de sus intermitentes períodos de infertilidad, lo cual explica que las esclavas también fueran madres de sus hijos. Las descripciones pueden estar relacionadas con el posterior asentamiento de las tribus en Canaán, y la intención de racionalizar cuáles hijos obtuvieron qué territorios específicos, en dependencia del rango que les otorgaba el orden en que habían nacido y el estatus de sus respectivas madres.
Génesis incluye varias historias acerca de las causas por las cuales los hijos mayores de Jacob no heredaron el manto del linaje, el cual recayó sobre el cuarto hijo, Judá. De nuevo se lee hacia atrás: el rey David pertenecía a la tribu de Judá, y la historia en cuestión validaba su derecho de pertenencia a la realeza de Israel, según esta se concebía.
Génesis 23 relata la muerte de Sara y la compra por Abraham de una parcela sepulcral en la cueva de Macpela, en el actual Hebrón. Aunque se le ofreció sin restricciones, Abraham insistió en pagar «cuatrocientos siclos de plata» (Génesis 23:15). La tenencia de una parcela funeraria constituía confirmación de propiedad sobre la tierra; el pasaje reúne importancia respecto a los derechos vinculados con los primeros asentamientos de los judíos en Israel. De manera subsiguiente, los restantes patriarcas también se enterraron en el sepulcro, que en la actualidad es un santuario compartido por judíos y musulmanes.
José y sus hermanos
El último de los relatos más importantes de Génesis explica cómo y por qué los descendientes de Abraham migraron a Egipto. José y Benjamín eran los hijos favoritos de Jacob gestados por Raquel. José interpretaba sueños pero no era muy discreto, y les relata un sueño a sus hermanos en el cual todos se encontraban de pie alrededor de él y lo reverenciaban. Pronto lo vendieron a una caravana de esclavos que se dirigía a Egipto, pero al contrario de lo esperado, José prosperó y llegó a ocupar el cargo de visir, un primer ministro. Al presentarse una hambruna en Canaán los hermanos acudieron a Egipto en busca de alimentos, pero José ocultó su identidad durante un tiempo, aunque a la postre les dijo que trajeran el clan a Egipto. Hacia el final del libro del Génesis se describe que los descendientes de Abraham en Egipto se multiplicaron con rapidez y se desarrollaron. En las bendiciones que pronunció en su lecho de muerte, Jacob predijo los roles que estos cumplirían en el futuro, una vez que las tribus se asentaran por fin en Canaán.
Respecto a la dramática anticipación, José les dijo: «Yo voy a morir; mas Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob» (Génesis 50:24). El siguiente libro, Éxodo, comienza con «Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José» (Éxodo 1:8). La historia detalla su esclavitud en Egipto, su posterior huida bajo el liderazgo de Moisés, y su llegada a las tierras de Canaán.
Génesis es un título apropiado para tratar los orígenes de una religión y cultura nacionales. Los libros subsiguientes se refieren de manera sistemática a las pormenorizadas descripciones de Génesis. El desenvolvimiento de la trama revela un patrón de alienación generado por desobediencias y pecados, que siempre va seguido del rescate de Dios, de la restauración de sus promesas originales, y del compromiso de cumplir con ellas.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, R. (2024, noviembre 12). Libro del Génesis [Book of Genesis].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23717/libro-del-genesis/
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Denova, Rebecca. "Libro del Génesis."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 12, 2024.
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Estilo MLA
Denova, Rebecca. "Libro del Génesis."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 12 nov 2024. Web. 24 dic 2024.
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Escrito por Rebecca Denova, publicado el 12 noviembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.