Guerra anglosajona

Definición

Michael McComb
por , traducido por Nicolás Cavaliere
Publicado el 10 diciembre 2024
Disponible en otros idiomas: inglés
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Battle of Hastings, Bayeux Tapestry (by Unknown Artist, Public Domain)
La batalla de Hastings, tapiz de Bayeux
Unknown Artist (Public Domain)

La guerra anglosajona se caracterizaba por conflictos violentos y frecuentes entre reyezuelos, pero que, con el tiempo, resultaron en el auge de reinos más grandes, como el reino de Mercia, el de Northumbria y el de Wessex. En la época de la Inglaterra anglosajona, se esperaba que los reyes fueran militares exitosos: la conquista de tierras y la recolección de tributos eran el medio por el cual un caudillo real recompensaba a sus seguidores y se aseguraba su lealtad.

Fuentes

Existen diversas fuentes primarias que tratan la guerra anglosajona. Sobre la descripción de campañas militares, está presente la obra Historia eclesiástica de la nación inglesa, escrita por Beda, monje de Northumbria del siglo VIII, y las Crónicas anglosajonas, que es una colección de anales registrada en la corte real de la Casa de Wessex. También sobrevivieron poemas, como Beowulf, la Batalla de Brunanburh y la Batalla de Maldon, que ofrecen información sobre la cultura militar. Por ejemplo, en Beowulf, se explica que el rey danés, Scyld Scefing, era un buen rey justamente porque había sometido a las tribus vecinas y recibido tributo.

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Además, los hallazgos arqueológicos y el tapiz de Bayeux proporcionan una representación visual de los guerreros y su armamento. Finalmente, los códigos de leyes, las cartas de propiedad y el Libro de Domesday dan una idea sobre las costumbres militares, includias las obligaciones militares de los terratenientes y el número de soldados que se esperaba que cada región pudiera reunir.

Armas y equipamiento

Un acaudalado guerrero de la Inglaterra anglosajona solía estar equipado con una lanza, escudo redondo, cota de malla y un casco cónico.

Un acaudalado guerrero de la Inglaterra anglosajona solía estar equipado con lanza, escudo redondo, cota de malla y casco cónico; atado a su cintura, tenía un cinto para la espada y una hoja corta similar a un cuchillo, denominado seax. Objetos valiosos, como espadas y cascos, eran marcas de riqueza y posición social. Las espadas solían considerarse reliquias familiares; por ejemplo, un caso notable es el de Alfredo el Grande (que reinó entre el 871 y el 899), que legó su espada a su yerno en el testamento. Otro ejemplo es el yelmo de Sutton Hoo, que se encuentra entre los hallazgos arqueológicos más importantes de la era, que se cree que perteneció a un rey de Anglia Oriental. Construido con piezas de hierro y bronce, el intrincado diseño del yelmo demuestra que es una gran obra de artesanía, y es un ejemplo del prestigio y del estatus real de su dueño.

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Aunque los caballos predominaban en la cultura de los primeros colonos anglosajones, sus dos fundadores legendarios se llamaban Hengist (Semental) y Horsa (Caballo), no existen muchas pruebas que indiquen que se utilizaran en batalla, a excepción de dos casos. El primer caso aparece referenciado en el poema la Batalla de Brunanburh, recuento de lo sucedido en el 937. Luego de derrotar a la alianza rival de escoceses y vikingos, los guerreros ingleses montados a caballo persiguieron y mataron a sus enemigos en retirada. El segundo caso aparece en un pasaje escrito en el año 1055 de la Crónica anglosajona, que describe a Raúl el Tímido cuando lideró una unidad de caballería en batalla contra los galeses; Raúl era el sobrino normado de Eduardo el Confesor (que reinó entre 1042 y 1066). Sin embargo, el ejército de Raúl se retiró antes de que comenzara la lucha porque no estaba familiarizado con el combate a caballo. Por lo tanto, en los ejércitos predominaba la infantería, y aunque el poema de Brunaburh apunta a que se utilizaban caballos en ataques posteriores a la batalla, su utilidad en la guerra era principalmente la transportación, permitiendo a los ejércitos desplazarse con mayor eficiencia.

The Sutton Hoo Helmet
El yelmo de Sutton Hoo
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Los barcos jugaron un papel limitado en los primeros tiempos de la guerra anglosajona a pesar de los orígenes marineros de los primeros líderes. Las primeras muestras de poderío naval son observables en el reino de Northumbria del siglo VII, que conquistó la Isla de Man y Anglesey, y realizó incursiones en Irlanda. Sin embargo, la primera batalla naval documentada no fue hasta el 851, cuando el rey Athelstan de Kent (que reinó entre los años 839 y 851) luchó contra una flota vikinga cerca de la costa de Sandwich. El hermano menor de Athelstan, Alfredo el Grande, profundizó el desarrollo del poderío naval luchando en repetidas ocasiones contra los vikingos en el mar y diseñando su propia flota. Aun así, sus operaciones navales se limitaban a interceptar pequeños grupos de incursiones en vez de luchar contra grandes flotas vikingas. Pero para los herederos de Alfredo, la fuerza naval se convirtió en un recurso esencial; el hijo de Alfredo, Eduardo el Viejo (que reinó entre el 899 y el 924), poseía una flota de 100 naves y sus sucesores utilizaron navíos para atacar Escocia, Normandía y la Isla de Man. Al nieto de Eduardo, Edgar el Pacífico (que reinó entre el 959 y el 975), se le atribuye establecer un sistema administrativo para la tripulación de los barcos, en la que se disponía la cantidad de marineros que cada región del reino debía enviar para servir en la flota del rey.

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Tácticas y batallas

Las campañas militares de la Inglaterra anglosajona solían durar poco tiempo y se resolvían en una única batalla decisiva. Por lo general antes de la batalla los dos bandos negociaban; por ejemplo, antes de la batalla de Hastings en 1066, el rey anglosajón, Haroldo Godwinson (que reinó en el año 1066), le mandó a un emisario a Guillermo el Conquistador para exigirle que abandonara Inglaterra. Según Guillermo de Poitiers, un sacerdote normando contemporáneo, Guillermo respondió ofreciendo un juicio legal para determinar quién tenía el mayor derecho a la corona inglesa o, como alternativa, un duelo en combate singular. Haroldo se rehusó a ambas opciones.

Antes de la batalla, también era común que los líderes militares buscaran ayuda divina; por ejemplo, antes de la batalla de Ashdown en el año 871, el rey Etelredo I de Wessex (que reinó entre los años 865 y 871) asistió a misa en su tienda de campaña. En los momentos que antecedían a la confrontación, los comandantes reunían a las tropas para motivarlas, como se describe en el poema la Batalla de Maldon, que describe un enfrentamiento contra los invasores vikingos en el año 991:

Byrhtnoth [ealdorman de Essex] después dispuso a sus hombres. En medio de ellos cabalgando ordenó y enseñó a los soldados así a resistir: asiendo el escudo sólidamente, prietos los puños, sin pánico alguno. (Whitelock, p. 317).

El arco no era un arma comúnmente usada entre los ingleses, pero al comienzo de una batalla solía ocurrir un intercambio de misiles, con ambos bandos lanzándose jabalinas. Los anglosajones utilizaban la formación skjaldborg (muro de escudos) como táctica de batalla principal, retratada en el tapiz de Bayeux, en la que los soldados formaban una línea recta, hombro con hombro, y sostenían los escudos frente a ellos para formar una barrera protectora. Aunque funcionaba como táctica defensiva, a menudo la formación servía de estrategia ofensiva porque le permitía al ejército, con los escudos superpuestos, cargar contra el enemigo al unísono. Luego del intercambio de proyectiles, ambos ejércitos avanzaban haciendo colisión con sus respectivos skjaldborg. La batalla no tardaba en convertirse en una contienda de empujones y golpes, en la que cada bando intentaba hacer retroceder al contrincante. Si una de las líneas de combate era más larga que la contraria, podían rodear al rival para atacarlo desde distintos ángulos. La lanza era un arma elemental en este tipo de combate porque podía utilizarse para atacar desde arriba o desde la cintura para matar o herir a los enemigos en la primera línea, lo que podía crear un hueco en la formación enemiga y así crear un caótico combate cuerpo a cuerpo.

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Death of Harold, Bayeux Tapestry
La muerte de Haroldo, tapiz de Bayeux
Myrabella (Public Domain)

El momento decisivo de la batalla llegaba con la captura del estandarte enemigo o con la muerte de un líder, que destrozaba la moral de sus seguidores. En la batalla de Hastings, la muerte de Haroldo causó que su ejército huyera o se rindiera, como fue el caso de la mayor parte del ejército de Byrhtnoth en Maldon. Sin embargo, se esperaba que los pocos soldados que servían personalmente a un caudillo se quedaran a luchar luego de la muerte de su señor con el objeto de poder vengarlo o morir en el intento. En el poema de la Batalla de Maldon, cuando ven que Byrhtnoth es muerto por sus enemigos, continúan luchando para “perder la vida o vengar al que amaban” (Whitelock, p. 319).

Jerarquía social y organización militar

El rey ocupaba el peldaño más alto de la jerarquía social en la Inglaterra anglosajona. Sus deberes incluían liderar el ejército del reino, defender las fronteras, supervisar los concejos reales y dispensar leyes justas. Debajo del rey se encontraban los ealdormen, grandes señores cuya responsabilidad era supervisar una provincia o comarca del reino. A continuación, estaban los thegns, clase aristocrática compuesta de oficiales y guerreros terratenientes. Finalmente estaban los ceorls u hombres libres, que componían la mayor parte de la población; por lo general trabajaban la tierra como agricultores, aunque el término ceorl incluía personas cuya situación económica y libertad variaba considerablemente. En la parte inferior de la escala social se encontraban los esclavos, cuya esclavitud era a menudo el resultado de la captura en la guerra o el castigo por crímenes. El estatuto de un hombre en la jerarquía social estaba definido por una forma de compensación denominado wergild o “precio de un hombre”, es decir, la suma de dinero que se pagaría a la familia en caso de que fuera asesinado, y que era pagada por el culpable. Por ejemplo, un código de leyes de Northumbria, llamado La ley de los pueblos del norte, decretaba que el werlgild por un ealdorman era de 8.000 thrymas (monedas de oro), mientras que el de un thegn era solo una cuarta parte de esa suma.

Richard Abels explica que el sistema militar temprano de la Inglaterra anglosajona estaba compuesto por el séquito del rey y los seguidores de sus terratenientes nobles (p. 32). La poesía del inglés antiguo o anglosajón denominaba geogruth (traducido como “jóvenes”) a aquellos de noble nacimiento, que comenzaban su vida adulta al servicio de la casa del rey o de un gran señor. Esos jóvenes formaban el séquito personal de su señor, lo protegían en batalla y vivían bajo su techo. Los que demostraban coraje en batalla y lealtad al rey eran recompensados con fincas propias, lo que elevaba su condición de geogruth a la de duguth (traducido como “hombre probado”). A partir de entonces, dirigían su propia casa y comandaban a otros jóvenes guerreros, hijos de nobles y algunos miembros de las familias de los ceorl más opulentes que residían en sus tierras. Sin embargo, a un ceorl también se le podían asignar tareas fuera de combate, como cargar suministros de alimentos y armas adicionales. La tierra regalada por el rey aseguraba la lealdad de quien la recibiera; además, se esperaba que el nuevo terrateniente reclutara tropas para apoyar al rey en batalla y que participara en los concejos. Pero esa tierra era prestada, es decir, el rey la recuperaba en caso de que muriera el duguth que la había recibido.

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Mientras que los terratenientes lideraban a las tropas en batalla, se esperaba que sus seguidores se encargaran del mantenimiento de puentes y fortificaciones.

A lo largo del siglo VIII, cada vez era más común que las concesiones reales de tierra fueran hereditarias, lo que resultó en una jerarquía más estática dado que los nobles podían dejarles sus riquezas a sus hijos. Durante los reinados de los reyes mercios Ethelbaldo (que reinó entre el 716 y el 757) y Offa (que reinó entre el 757 y el 796), se establecieron condiciones para la propiedad de la tierra, se trataba de deberes, conocidos como las “tres cargas comunes”, que afectaban a la realeza. Entre los deberes se incluían el servicio militar y lel mantenimiento de fortalezas y puentes locales. Mientras que los terratenientes, ya fuera un ealdorman o un thegn, lideraban a las tropas en batalla, se esperaba que sus seguidores se encargaran del mantenimiento de puentes y fortificaciones. Con el tiempo esas prácticas se introdujeron en los reinos vecinos de Kent y de Wessex.

La obligación militar de un terrateniente hacia su rey provenía tanto de sus juramentos de lealtad como de la propiedad de la tierra. Sin embargo, el grado en que proporcionaba servicio dependía del tamaño o valor de sus tierras. Lo común, según el Libro de Domesday, era que se convocara a un soldado por cada cinco unidades de hide, unidad de medida de superficie inglesa que representaba originalmente la cantidad de tierra suficiente para mantener un hogar. Cinco unidades de hide era el valor de tierra estándar requerido para que su propietario adquiriera el estatus de thegn; por lo tanto, estos componían la mayor parte del ejército. Aun así, se esperaba que los que poseían más tierras reclutaran guerreros adicionales; por ejemplo, un thegn que poseía 50 unidades de hide estaría obligado a reclutar diez guerreros. Los thegn organizaban las partidas de guerras y las dirigían a puntos de reunión regionales, donde el ealdorman de la región tomaba el mando del ejército de la comarca o provincia y lo conducía hasta el rey.

Las reformas de Alfredo el Grande

El sistema militar anglosajón de principios del siglo IX estaba diseñado para guerrear contra los reinos ingleses o contra los galeses, pero resultaba poco adecuado para contrarrestar las incursiones vikingas en Gran Bretaña, cuya movilidad con barcos y caballos les permitía a los vikingos saquear o capturar pueblos antes de siquiera enfrentar gran resistencia. Una vez capturado y construido barricadas, los invasores podían atacar poblaciones cercanas y defenderse de los intentos de expulsión a manos de líderes ingleses. El fracaso de los anglosajones en defenderse trajo aparejado consecuencias devastadoras: desde el año 867 hasta el 874, la mayor parte de los reinos de Estanglia, Mercia y Northumbria cayeron bajo control vikingo.

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El rey que sobrevivió el suficiente tiempo como para abordar las carencias de las defensas inglesas fue el soberano de Wessex, Alfredo el Grande, quien introdujo extensas reformas militares luego de ganar la batalla de Edington en el año 878. La innovación más importante que estableció Alfredo fue la creación del sistema conocido como burghal, que conllevaba la construcción de 30 burhs, fortalezas o pueblos fortificados, en todo el reino de Wessex. Esas construcciones defensivas estaban protegidas por murallas de madera, zanjas defensivas y una guarnición de soldados provista por los terratenientes locales. Estaban conectadas por una red de senderos, que permitía que las guarniciones se ayudaran mutuamente en caso de ser atacadas, y cada una estaba a 32 km (20 millas, el equivalente a un día de marcha) de todos los súbditos de Alfredo, permitiéndoles buscar refugio en caso de una invasión vikinga.

Great Viking Army in England, 865-878 CE
El gran ejército danés en Inglaterra, 865-878
Hel-hama (CC BY-SA)

Alfredo también reformó el ejército. El mayor problema era la falta de velocidad para entrar en acción. Además de los guerreros de su casa, Alfredo no tenía un ejército permanente. Cuando eran atacados, Alfredo debía dar la orden a los nobles para que reclutasen a los ejércitos, que se reunían localmente antes de marchar en auxilio del rey. El sistema consumía mucho tiempo y mantener grandes ejércitos resultaba difícil porque los guerreros eran reacios a pasar largos periodos de tiempo lejos de sus hogares. Como solución, Alfredo dividió al ejército en dos divisiones rotativas: una de las divisiones funcionaría como ejército permanente, lista para desplegarse en cualquier momento, mientras que la otra división permanecería en sus hogares, supervisando las tierras locales y actuando como fuerzas del orden en la región. También se equiparon con caballos los ejércitos permanentes, para así asegurar una respuesta rápida ante ataques vikingos.

Las reformas rindieron sus frutos y consiguieron muchas victorias contra los líderes vikingos, lo que galardonó la reputación de Alfredo entre los nobles y otros soberanos, y fortaleció el reino. Estas prácticas militares se extendieron a Mercia, regentada por el yerno de Alfredo, Etelredo, señor de los mercianos (que reinó entre el año 883 y el 911), y utilizadas por sus hijos, Ethelfleda de Wessex y Eduardo el Viejo, y por sus nietos para conquistar las Tierras Medias Orientales, Estanglia y Northumbria. Así, hacia el año 927, el hijo mayor de Eduardo, el rey Athelstan (que reinó entre los años 924 y 939), fue el primer gobernante de un reino inglés unido.

Hacia la década del 960, había disminuido la amenaza vikinga, lo que dio lugar a una edad dorada de paz y prosperidad. Los terratenientes cargaban con menos obligaciones y muchos de los burhs de Alfredo se convirtieron de fortalezas en centros comerciales que carecían de defensas. Sin embargo, durante el reinado de Etelredo II el Indeciso (que reinó entre el 978 y el 1016), comenzó una segunda época vikinga para la que los ingleses no estaban preparados. Debido al faccionalismo, a un liderazgo ineficiente y a un sistema militar estancado, los vikingos retornaron al poder en Inglaterra en el año 1013, cuando Svend I Barba partida de Dinamarca destronó a Etelredo. Pero fue el hijo de Svend, el rey Canuto el Grande (que reinó entre el 1016 y el 1035), quien completó la conquista danesa de Inglaterra. Resultó un líder competente por dos décadas hasta la restauración de la dinastía de Wessex en el 1042 bajo Eduardo el Confesor (que reinó del 1042 al 1066).

Pacificación

En la Inglaterra anglosajona, la paz no era solo el cese de hostilidades, sino también una negociación constante. A menudo modificaba la relación entre regentes, de rivales a amigos, relación que se aseguraba mediante casamientos consanguíneos reales, pago de tributos o juramentos de amistad. Aunque la paz podía establecerse en términos de igualdad, era más común que un líder reconociese la supremacía del otro.

Los reyes que gozaban de supremacía, como Penda (que reinó del 626 al 655) y Offa de Mercia, esperaban que los gobernantes subordinados dieran tributo y apoyo militar a cambio de protección, paz y amistad. Tanto Penda como Offa casaron a sus parientes mujeres con reyes menores para fortalecer esas relaciones. Aun así, cuando las fuerzas entre líderes en conflicto eran parejas, la Iglesia medieval, en la que ambas partes confiaban, solía actuar como mediadora. Un caso así se produjo durante las guerras entre los reinos de Mercia y de Northumbria en el siglo VII. A pesar de los esfuerzos de Northumbria en llegar a un acuerdo de paz por medio de casamientos y tributos, solo la intervención del arzobispo Teodoro de Canterbury en el 679 logró poner fin al largo conflicto.

Los vikingos eran paganos por lo que poco tenían que ver con las costumbres de los anglosajones cristianos; por lo tanto, Alfredo el Grande fracasó en conseguir la paz por medio de tributos e intercambio de rehenes con los invasores. Solo luego de demostrar su supremacía militar en la victoria decisiva conseguida en la batalla de Edington en el año 878, pudo obligar a los vikingos a aceptar la paz. El rey anglosajón también insistió en que el líder vikingo Guthrum se convirtiera al cristianismo, convencido de que solo se podría confiar en otro rey cristiano para mantener la paz. Con el tratado se estableció una frontera definida y la regulación de comercio entre los dos reinos; para simbolizar la nueva amistad, Alfredo pasó a ser el padrino de Guthrum y, además, se celebraron doce días de festines e intercambio de regalos.

Los sucesores de Alfredo continuaron utilizando ese modelo de paz con los líderes vikingos, basado en el bautismo y la amistad. En el 926, el nieto de Alfredo, Athelstan, se aseguró la paz con el rey Sihtric de York (que reinó entre el 921 y el 927), quien aceptó bautizarse y casarse con la hermana de Athelstan y así pasaron de ser rivales a hermanos cristianos. Otro nieto de Alfredo, Edmundo I (que reinó entre el 939 y el 946), fue el padrino en el bautismo del rey Olaf II de York (reinó 941-944 y 949-952) como parte del tratado de paz en el 943. Sin embargo, los tratados no duraban más que la vida y el oportunismo de sus hacedores. Athelstan, por ejemplo, conquistó York a la muerte de Sihtric en el 927 y Edmundo exilió a Olaf, su ahijado, en el 944.

Aethelstan
Athelstan, rey anglosajón
Corpus Christi College, Cambridge (Public Domain)

Una paz duradera solo se alcanzaba cuando un rey lograba unificar Inglaterra, conseguía seguidores leales y vastos recursos para defenderla. El caso más notable fue el rey del siglo X, apropiadamente llamado Edgar el Pacífico, que subordinó a los reyes celtas vecinos, permitió al recién anexado reino de York seguir sus antiguas leyes y castigó con severidad a aquellos que perturbaban la paz.

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Sobre el traductor

Nicolás Cavaliere
Soy traductor técnico-científico y literario de inglés a español, aficionado a la Historia desde muy pequeño. La posibilidad de combinar las dos disciplinas me parece una oportunidad imperdible e invaluable.

Sobre el autor

Michael McComb
Michael Mccomb se graduó de la universidad Manchester Metropolitan con una Maestría en Historia en el 2022 y ha escrito para las revistas Historians Magazine, Collector, Medieval Living y Lessons from History.

Cita este trabajo

Estilo APA

McComb, M. (2024, diciembre 10). Guerra anglosajona [Anglo-Saxon Warfare]. (N. Cavaliere, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23816/guerra-anglosajona/

Estilo Chicago

McComb, Michael. "Guerra anglosajona." Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 10, 2024. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-23816/guerra-anglosajona/.

Estilo MLA

McComb, Michael. "Guerra anglosajona." Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 10 dic 2024. Web. 11 ene 2025.

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