La Liga Aquea (o Confederación Aquea) fue una federación de ciudades-estado griegas en las zonas norte y central del Peloponeso en los siglos III y II a.C. Con una representación política y un ejército terrestre combinados, los exitosos primeros años de la Liga eventualmente la pondrían en conflicto con otras potencias regionales como Esparta, Macedonia y luego Roma. La derrota ante este último en 146 a.C. llevó a la confederación a un final dramático.
Fundación y membresía
La Liga se formó en 281 a.C. por 12 ciudades-estado en la región de Acaya que se consideraban con una identidad común (ethnos). De hecho, varios de estos estados ya habían sido miembros de una federación (koinon) en el período clásico, pero esta se había disuelto en 324 a.C. Los principales miembros fundadores de la Liga fueron, entonces, Dime, Patras, Feras y Tritea, todos ubicados en el oeste de Acaya en el norte del Peloponeso de Grecia. En la década siguiente se unieron más ciudades aqueas y la influencia de la Liga creció cuando Sición, una ciudad fuera de la región, se unió en 251 a.C. A partir de entonces, la membresía creció de manera sostenida hasta llegar a abarcar todo el Peloponeso.
Los miembros disfrutaron de la fuerza numérica de la Liga mientras mantenían su independencia. Su obligación principal era contribuir con una cuota de guerreros para el ejército colectivo de la Liga. Las ciudades también enviaban representantes a las reuniones de la Liga en proporción a su situación: las ciudades más pequeñas enviaban uno y las más grandes podían enviar tres. De estos, los fundadores originales y los miembros más grandes continuaron ejerciendo más influencia y sus representantes tenían más peso como estadistas regionales. Los representantes se reunían quizás cuatro veces al año, en un consejo federal, y también había una asamblea de ciudadanos. Hasta el 189 a.C., se llevaron a cabo en el santuario de Zeus Homarios en Egio y, posteriormente, en ciudades-estado individuales, probablemente en forma rotativa.
Los representantes enviados por las ciudades-estado estaban dirigidos por el strategos (general), cargo que se introdujo en 255 a.C. y se mantuvo durante un año. Para garantizar mejor que un estado no dominara demasiado, el puesto no podía ocuparse durante años consecutivos. Sin embargo, esto no impidió que algunas figuras notables como Filopemén (de Megalópolis) y Arato (de Sición) ocuparan el cargo varias veces en sus carreras. Otros puestos importantes incluían el comandante de caballería (hipparca), diez oficiales damiourgoi y un secretario de la Liga.
La Liga no solo brindó a sus miembros una mejor defensa contra la agresión externa, sino que también les dio varios beneficios no militares, como el acceso a un proceso judicial común y el uso de una moneda y un sistema de medidas comunes.
Logros
A medida que la Liga se expandía y se hacía más influyente, también aumentaba la intensidad de sus relaciones con otras potencias regionales. Existían rivalidades locales, en particular con Esparta al sur y la Liga Aitolia al otro lado del estrecho de Corinto. Incluso los lejanos Macedonia y Egipto comenzaron a interesarse por los asuntos de la Liga. Estas relaciones se volvieron cada vez más tensas a medida que la Liga se volvía más ambiciosa. En 243 a.C., Corinto fue atacado y forzado a ser miembro de la Liga. El efecto de esta adquisición fue debilitar la presencia macedonia en la región, lo que permitió que la Liga asumiera más ciudades miembros, en particular Megalópolis en 235 a.C.
Las guerras macedónicas
Sin embargo, se estaban gestando problemas cuando Cleómenes III de Esparta (quien reinó de 235 a 222 a.C.) buscaba expandir su propia influencia en la región. Esto obligó a la Liga a buscar la ayuda de Antígonos III de Macedonia. Juntos, los dos aliados derrotaron a Esparta en la Batalla de Selasia en 222 a.C. Como pago por su apoyo se devolvió a los macedonios la acrópolis de Corinto, el Acrocorinto.
Entonces una nueva potencia de peso pesado entró en escena en la política interestatal griega: Roma. La Liga permaneció leal a Macedonia en la Primera Guerra de Macedonia (212-205 a.C.) entre las dos potencias. Este fue un movimiento imprudente ya que el ejército macedonio de Filipo V fue derrotado. Luego, los aqueos cambiaron pragmáticamente de bando en la Segunda Guerra de Macedonia (200-196 a.C.) y apoyaron a Roma. Al estar del lado ganador, esta vez la Liga tuvo que equilibrar cuidadosamente sus ambiciones en la nueva situación política más amplia. Alrededor de 196 a.C., Roma y la Liga firmaron un tratado de alianza, lo que fue toda una distinción en ese momento.
Conflicto con Roma y colapso
Esparta, Elis y Mesina se convirtieron en miembros de la Liga mientras Roma estaba distraída por otra guerra, esta vez contra el rey seléucida Antíoco III. Una vez más, los romanos fueron imparables, la derrota de Antíoco en las Termópilas en 191 a.C. y Magnesia en Asia Menor en 190 a.C. dejó a Grecia aún más vulnerable al dominio romano. Una Tercera Guerra de Macedonia (171-167 a.C.) trajo otra victoria romana y Grecia estaba en camino de convertirse en nada más que una provincia romana.
Roma, que ya no estaba muy complacida con el ingreso de Esparta a la Liga, comenzó a sospechar de su postura política ambigua. Como consecuencia, Roma llevó a 1000 rehenes aqueos prominentes a la Ciudad Eterna y en 146 a.C. hubo una guerra abierta entre las dos potencias en lo que a veces se denomina la Guerra Aquea. Como era de esperar, la máquina de guerra romana prevaleció de nuevo; Corinto fue saqueada y la Liga en su forma actual se disolvió. Sin embargo, más tarde se permitió que la confederación funcionara de una manera más limitada y sobre una base más local. Sobrevivió como tal hasta el siglo III d.C. y quizás después también, formando ocasionalmente alianzas con otros grupos similares dentro de la región griega del Imperio romano.