Tartessos

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Norman Lindner
por , traducido por Diego Villa Caballero
Publicado el 25 marzo 2015
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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El Carambolo Treasure (Tartessos) (by Anual, Public Domain)
Tesoro de El Carambolo (Tartesso)
Anual (Public Domain)

La cultura tartesia existió desde el siglo IX al VI a.C. en la parte más suroeste de España. El paisaje entre las modernas ciudades de Huelva y Cádiz está enmarcado en la actualidad por el bajo curso del río Guadalquivir, pero en la antigüedad esta zona estaba cubierta por un enorme golfo que bordeaba el mar Mediterráneo. Tartessos se extendía por las costas de este golfo y las tierras vecinas al norte y este, ambas de ellas forman parte de la actual Andalucía.

Si alguna vez ha oído hablar de "El Dorado", sabrá que aquellas leyendas que se centran en riquezas, tesoros y viajes de aventuras a tierras lejanas y desconocidas perduran por mucho tiempo. Los pueblos mediterráneos del primer milenio a.C. sabían de Tartessos, y para ellos era un lugar legendario, lejano y lleno de innumerables tesoros. La riqueza de Tartessos fue descrita por autores antiguos y mencionada varias veces en la Biblia, sin embargo, aquella tierra siguió siendo tan mítica como lo sería "El Dorado" (aunque mucho menos conocida), hasta que los arqueólogos finalmente encontraron rastros de la cultura tartesia en la segunda mitad del siglo XX.

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Dado que los propios tartesios no nos dejaron testimonios escritos y los escritores antiguos solo mencionan muy poco esta tierra desaparecida, la investigación arqueológica es la clave para comprender esta cultura única, que fue la primera en la península ibérica en entrar en contacto estrecho con las antiguas culturas de oriente. Los fenicios fueron quienes reconocieron por primera vez el potencial de los recursos metalúrgicos ocultos cerca del golfo tartesio, en consecuencia los exploraron y los explotaron continuamente.

LOS PUEBLOS DEL MEDITERRÁNEO DEL PRIMER MILENIO A.C. SABÍAN DE TARTESSOS, EL QUE PARA ELLOS ERA UN LUGAR LEGENDARIO, LLENO DE INNUMERABLES TESOROS.

Los fenicios en España

Los hallazgos más antiguos relacionados con los fenicios en España se encontraron en la zona del moderno puerto de Huelva, conocida como la antigua ciudad de Onoba. Aquí, los arqueólogos descubrieron los restos de un pozo de basura de un puesto comercial fenicio que estuvo en uso de forma permanente durante la segunda mitad del siglo X a.C. Junto a joyería fina y adornos, también había bienes comerciales consumibles, por ejemplo vino y aceite, como lo indica la presencia de miles de fragmentos de ánforas rotas que se usaban como medio de transporte. Cerámicas como esas, especialmente el ánfora de transporte fenicia "Torres 1.1.2.1", viajaron lejos en España en una etapa temprana de contacto, pero desde el siglo VIII a.C. se encuentran números cada vez mayores en entornos puramente indígenas tan al norte como el río Ebro.

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Su contenido, el vino, fue el primer producto oriental que fue escogido por los nativos alrededor del golfo tartesio para ser consumido en grandes cantidades y se convirtió en la importación fenicia más famosa en toda España (al menos en el registro arqueológico). Lo que los nativos comerciaban a cambio sigue bajo especulación, pero no debería sorprender si los fenicios (que ya estaban en una etapa temprana de contacto) quisieran metales y los derechos de minería para obtenerlos, especialmente porque su puesto comercial estaba directamente en el antiguo estuario del río Guadalquivir en el golfo de tartesio, la conexión más conveniente con las montañas y sus minerales.

La creación de la leyenda de Tartessos

Por lo menos desde finales del siglo IX a.C. en adelante, se puede rastrear arqueológicamente una explotación extendida de los recursos metalúrgicos en el interior de Huelva, en la región del río Tinto. Estos opulentos yacimientos formaban parte de la llamada faja pirítica ibérica, una cadena montañosa que cubre la parte norte de la actual provincia de Andalucía. La faja pirítica poseía cobre, estaño y plomo en grandes cantidades, además de plata y oro en abundancia, también hierro pero en cantidades menores.

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La minería y otros procesos relacionados con la extracción y el transporte de los metales fueron impulsados por las élites locales y llevados a cabo por el pueblo, pero estos procesos seguramente fueron planificados, supervisados y enseñados por colonos fenicios especializados. Dado que aquellos marineros no poseían la capacidad de manejar estos proyectos por sí solos, tenían que depender de la fuerza de trabajo indígena. Seguramente los nativos ya sabían cómo extraer el cobre y cómo alearlo con el bronce, pero la extracción y copelación (la separación de un metal noble de sus elementos más impuros) de la plata y el hierro era algo nuevo para ellos. La copelación de la plata, especialmente, requiere conocimientos y procedimientos sofisticados. El trabajo en esas nuevas industrias comenzó a pequeña escala, pero la demanda siguió creciendo, especialmente de plata, y se abrieron muchas minas.

Los minerales extraídos fueron copelados y fundidos, en su mayoría en las aldeas indígenas cercanas, como lo prueban los moldes de fundición y los desechos que han sido excavados. Posteriormente, los metales procesados se llevaban a los centros de distribución (en última instancia a la ciudad fenicia de Gadir, la actual Cádiz) y finalmente se enviaban al extranjero. La cantidad de los metales extraídos solo se puede adivinar, pero las fuentes antiguas dan testimonio de una abundancia increíble. Estrabón menciona que incluso las anclas de plomo o piedra de las naves que zarpaban fueron sustituidas por otras de plata (Geogr. 3,2,8), y Diodoro añade que los fenicios tuvieron que talar todos los bosques de Sierra Morena para juntar leña suficiente para calentar constantemente el fuego de los hornos de fundición (5, 35, 4-5).

Las incontables riquezas obtenidas de los suelos y las montañas de Tartessos generaron asombro en las comunidades del Mediterráneo oriental, y estas resonaron a lo largo de los siglos venideros, como una versión antigua del moderno "El Dorado". La Biblia menciona que Tartessos era comerciante de plata, hierro, estaño y plomo (Ez. 27, 12), y también al único rey tartesio que conocemos Argantonio (Her. 1, 163), que se traduce como "el de plata". Sin embargo, hace 90 años el arqueólogo Adolf Schulten intentó sin éxito ubicar la ciudad de Argantonio en busca de las riquezas que sospechaba debían encontrarse allí.

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Asentamientos tartesios

Con las industrias floreciendo, los fenicios comenzaron a colonizar consecutivamente las costas del sur de España, formando así una red de ciudades autónomas en el siglo VIII a.C. No se encontraron signos de resistencia por parte de los indígenas en ninguno de los más de 150 lugares conocidos en la península ibérica que contienen material o estructuras fenicias. Por el contrario, en el asentamiento indígena de Huelva del siglo VIII a.C. se estaba gestando un distrito fenicio.

Map of Tartessos with Phoenician and Greek colonies
Mapa de Tartesso con colonias fenicias y griegas
Té y kriptonita (GNU FDL)

El crecimiento económico en torno a Huelva y Cádiz supuso un importante aumento de la población y fueron encontrados asentamientos nuevos en todo el golfo tartesio. Casi todos ellos tenían fines agrícolas, aunque el marisco y la cría de ganado también eran importantes fuentes de alimentación en Tartessos; otra actividad frecuente entre estos pueblos era la tala y recolección de leña, como se comprobó especialmente en el entorno malagueño. Aquí, los números del roble portugués se redujeron del 15% al 1,2% durante la existencia de Tartessos, lo que respalda la afirmación de Diodoro.

El diseño y el tipo de espacios habitables construidos variaban de un asentamiento a otro. A veces la tradición de la construcción seguía las tradiciones de la edad de bronce, a veces se reemplazaba por técnicas fenicias (aunque adaptadas a sus propias costumbres) y a veces era una mezcla de ambas. En ninguno de estos poblados se encontraron fortificaciones u otras instalaciones de carácter marcial. Ocasionalmente, estas pequeñas viviendas contienen indicios de talleres fenicios y puestos de avanzada de las fábricas más grandes de las colonias fenicias, pero ninguno de ellos está libre de la influencia general que los colonizadores habían tenido sobre los pueblos indígenas durante décadas.

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A model of the Tartessian site of Cancho Roano, Extremadura, Spain
Modelo del sitio tartessano en Cancho Roano, Extremadura, España
Carlos Cabanillas (CC BY-SA)

El uso de la rueda de alfarería, por ejemplo, pronto se estandarizó y reemplazó completamente al hábito de modelar cerámica a mano durante el siglo VII a.C. en la mayoría de los pueblos y ciudades de Tartessos. Desde el siglo IX a.C., los artistas tartesios intentaron imitar la cerámica oriental a su manera tradicional, creando así cerámicas híbridas únicas y hermosas. Hay piezas modeladas a mano que imitan e interpretan la forma de los cántaros fenicios pero con una decoración pintada en patrones tradicionales exclusivamente ibéricos, reflejando así muy bien las raíces de Tartessos. Todos los trabajos relacionados con la artesanía de cualquier tipo (también las mencionadas copelación y fundición de metales) se ejecutaban en los espacios domésticos de las diferentes casas que conformaban los nuevos poblados.

Ninguna de estas viviendas tartesias contenía una construcción que pudiera representar un taller especializado que produjera a mayor escala, un equipamiento público de algún tipo o un edificio residencial. Todo esto indica que los agricultores eran autosuficientes y relativamente libres de cualquier tipo de control político o gubernamental directo. Las élites y las clases altas de la sociedad tartesia obtuvieron su estatus no tanto de la centralización del poder sobre el pueblo, sino más bien de sus elaborados vínculos con los mercantes fenicios.

Sociedad

Mientras que los fenicios comerciaban de forma rentable con los metales españoles en las regiones de ultramar, creando así la gran leyenda de Tartessos, los pueblos indígenas que se asociaban con ellos en el negocio minero se beneficiaban controlando las minas o proporcionando alimentos, mano de obra y madera; a cambio obtenían posesión de bienes lujosos del lejano oriente, que se utilizaban no solo para aumentar sus propios deseos consumistas, sino, lo que es más importante, para crear una forma completamente nueva de jerarquía en el suroeste de España basada en la redistribución. A finales del siglo IX a.C., los miembros de las diferentes dinastías que formaban esta jerarquía comenzaron a hacerse sepultar de manera representativa en impresionantes túmulos funerarios, de los cuales algunos pudieron ser excavados. Dichos túmulos albergaban originalmente a un individuo en el centro, pero con el tiempo se llenaron con otros entierros. Como se demuestra en múltiples casos por el análisis de los huesos, las personas enterradas una al lado de la otra en un mismo túmulo pertenecían exclusivamente a una familia.

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Siguiendo la tradición fenicia, los restos cremados de los fallecidos se guardaban junto con el ajuar funerario en una urna. El ajuar funerario habitual consistía en vasijas y joyas de bronce (fíbulas y hebillas de cinturón), ambos de exclusiva influencia fenicia. Estas ofrendas varían de una tumba a otra, por lo que no se puede recrear el conjunto típico para un noble tartesio. Hay, sin embargo, un puñado de tumbas tartesias que destacan por un ajuar funerario precioso y único, así como por el trabajo dedicado a la construcción de las tumbas. En la necrópolis onubense de La Joya encontramos un enterramiento excepcional en un enorme túmulo del siglo VII a.C., que cubría un único enterramiento en una amplia cámara de piedra. El difunto iba acompañado no solo de dos valiosísimos cuchillos de hierro con mangos de marfil y un raro incensario de bronce, sino también de un carro completo de dos ruedas a la moda oriental, hecho completamente de bronce. Esta tumba ilustra hasta qué punto las élites de la sociedad tartesia se beneficiaron del contacto con los fenicios y como se presentaban así mismos, en gran medida, al estilo de la moda oriental.

El arte de Tartessos

Si bien no se conocen obras de arte como tal (así como tampoco se conocen tumbas) de sus antepasados de la edad del bronce, la gente de Tartessos se volvió bastante hábil con diferentes materiales y produjo objetos maravillosos hechos con su propia técnica. Su sofisticada artesanía está iluminada por un magnífico conjunto que contiene 21 adornos diferentes, incluidos dos brazaletes, siete collares y 21 placas rectangulares hechas de oro. Este conjunto, con un peso total de 2,39 kilos, fue encontrado enterrado en una urna en el santuario fenicio de El Carambolo. El conjunto data de principios del siglo VII a.C. Los hermosos pectorales de oro de 24 quilates de ese tesoro muestran una mezcla única de motivos orientales, así como técnicas y tecnologías atlánticas. Especialmente la llamada fundición a la cera perdida, que utiliza un modelo para duplicar el objeto en metal, ya era famosa en las islas británicas por aquel entonces, y se puede encontrar ejecutada en diferentes piezas del tesoro. Se cree que el tesoro perteneció a un grupo de sacerdotes que usaban los objetos en sus ceremonias en el mismo santuario.

Treasure of Carambolo
Tesoro de El Carambolo
José Luiz Bernardes Ribeiro (CC BY-NC-SA)

Declive

A partir de principios del siglo VI a.C., se encuentran signos de declive en todo Tartessos. Los pueblos alrededor del golfo tartesio, algunos de ellos con apenas 50 años de existencia, fueron abandonados uno tras otro. Las minas de la región del río Tinto se cerraron y las industrias relacionadas dejaron de florecer y quedaron abandonadas por completo. Los entierros tartesios solo muestran una atmósfera marcial y hay menos signos de importaciones fenicias; en cambio, la cerámica griega comenzó a circular más ampliamente en el suroeste de España.

Muchos de esos eventos están conectados más o menos con la partida de los fenicios. Después de años de lucha continua, los fenicios perdieron su tierra natal ante los persas y posteriormente comenzaron a abandonar sus colonias en España. Las comunidades tartesias no pudieron manejar el debilitamiento del pilar más importante de su economía y sus élites ya no pudieron sostener la jerarquía recién formada. Todas las estructuras que definían la cultura de Tartessos se desvanecieron con la partida de los fenicios y los nativos volvieron a un statu quo muy parecido al de los tiempos prefenicios.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Diego Villa Caballero
Profesional en lenguas con estudios literarios. Profesor de castellano, escritor, traductor y entusiasta de la historia. Áreas de interés: literatura, artefactos antiguos, la historia de las religiones, la astrología, la arquitectura, la historia militar y del arte.

Cita este trabajo

Estilo APA

Lindner, N. (2015, marzo 25). Tartessos [Tartessos]. (D. V. Caballero, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-311/tartessos/

Estilo Chicago

Lindner, Norman. "Tartessos." Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 25, 2015. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-311/tartessos/.

Estilo MLA

Lindner, Norman. "Tartessos." Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 25 mar 2015. Web. 21 dic 2024.

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