Los sumerios eran un pueblo del sur de Mesopotamia cuya civilización floreció entre el 4100 y el 1750 a.C. Su nombre proviene de la región que, con frecuencia (e incorrectamente) se considera un país. Sumer nunca fue una entidad política cohesionada, sino una región de ciudades estado, cada cual con su propio rey.
Sumer era la contraparte sur de la región de Acad, al norte. Fueron los acadios quienes dieron su nombre a Sumer; el término significa «tierra de los reyes civilizados». Los sumerios llamaban a su territorio simplemente «la tierra» o «la tierra de los hombres de cabeza negra».
Los sumerios fueron los artífices de la mayoría de innovaciones, inventos y conceptos que hoy damos por sentado. «Inventaron» el tiempo, dividiendo el día y la noche en periodos de doce horas, las horas en sesenta minutos, y los minutos en sesenta segundos. Otras innovaciones incluyen las primeras escuelas, la versión más antigua del relato del Diluvio Universal y varias narraciones bíblicas, el poema épico más antiguo, la burocracia gubernamental, la arquitectura monumental y las técnicas de regadío.
Con el auge de los amoritas (o amorreos) en Mesopotamia, y tras la invasión de los elamitas, Sumer dejó de existir y sólo conocemos esta cultura por referencias en las obras de antiguos escritores, entre ellos los escribas que redactaron el Génesis. Sumer permaneció en el olvido hasta mediados del siglo XIX, cuando las excavaciones en Mesopotamia desenterraron su civilización y sacaron a la luz sus numerosas aportaciones.
Desarrollo y los «39 primeros»
A lo largo del siglo XIX, los arqueólogos europeos bajaron al Oriente Próximo en busca de antiguas ciudades, tumbas y artefactos. No iban a Mesopotamia buscando a los sumerios, porque ignoraban su existencia; su intención era excavar lugares mencionados en la Biblia, como Babilonia y Nínive, así como un misterioso lugar llamado Sinar. Pero encontraron mucho más de lo que podían esperar.
Nadie sabe de dónde vinieron los sumerios, pero hacia el 2900 a.C. ya estaban firmemente asentados en el sur de Mesopotamia. La historia de esta región se divide, según los estudiosos modernos, en seis eras:
- Periodo de El Obeid (5000-4100 a.C.)
- Periodo de Uruk (4100-2900 a.C.)
- Periodo Dinástico Arcaico (2900-2334 a.C.)
- Imperio Acadio (2334-2218 a.C.)
- Periodo Guti (c. 2218-2047 a.C.)
- III Dinastía de Ur o Renacimiento Sumerio (2047-1750 a.C.)
Los orígenes de los pueblos del periodo de El Obeid también son desconocidos, al igual que su cultura, pero dejaron tras de sí objetos intrigantes y fundaron probablemente las primeras comunidades que se desarrollarían hasta convertirse en ciudades y ciudades-estado, durante el periodo de Uruk. El periodo Dinástico Arcaico contempló el auge de los reyes, el establecimiento del gobierno y la burocracia y los conflictos entre las ciudades estado sumerias, en disputa por la tierra y los derechos del agua. Las ciudades sumerias caían periódicamente bajo el dominio de un solo rey, como es el caso de Enmembaragesi de Kish, que dirigió a Sumer contra Elam en la primera batalla registrada de la historia, hacia el 2700 a.C. Los sumerios obtuvieron la victoria y saquearon las ciudades de Elam.
El último rey, Eannatum, reconquistaría varias zonas de Elam alrededor del 2500 a.C. y Lugalzagesi repetiría la hazaña hacia el 2330 a.C., pero estos reyes nunca pudieron controlar todas las ciudades estado sumerias. Sumer fue finalmente conquistada por Sargón de Acad (2334-2279 a.C.), que la convirtió en el núcleo de su imperio multinacional. Sargón dominó la región colocando oficiales de confianza en cargos de poder en cada ciudad, incluyendo a su hija Enheduanna (2285-2250 a.C.), la suma sacerdotisa de la diosa Inanna en Ur (famosa por ser la primera escritora del mundo conocida por su nombre). El Imperio acadio mantuvo la región hasta la invasión de los guti, que gobernaron hasta ser expulsados por Ur-Nammu (2047-2030 a.C.) y su hijo Shulgi de Ur (2029-1982 a.C.). Ambos fueron responsables del célebre Renacimiento Sumerio, que vio florecer de nuevo la cultura sumeria tras las conquistas acadia y guti.
Antes y después de las conquistas, las ciudades sumerias se enriquecieron con el comercio. La relativa estabilidad de las ciudades alentó el crecimiento cultural, la innovación y el ingenio. El académico Samuel Noah Kramer, en su emblemática obra La historia empieza en Sumer explora los «39 primeros» inventos que los sumerios trajeron al mundo:
- Las primeras escuelas.
- El primer ejemplo de «hacer la pelota».
- El primer caso de delincuencia juvenil.
- La primera «guerra psicológica».
- El primer congreso de dos cámaras.
- El primer historiador.
- El primer caso de reducción de impuestos.
- El primer «Moisés».
- El primer antecedente legal.
- La primera farmacopea.
- El primer «calendario del agricultor».
- El primer experimento en jardinería con árboles de sombra.
- La primera cosmogonía y cosmología.
- Los primeros ideales morales.
- El primer «Job».
- Los primeros proverbios y refranes.
- Las primeras fábulas de animales.
- Los primeros debates literarios.
- Los primeros paralelos bíblicos.
- El primer «Noé».
- El primer relato de una resurrección.
- El primer «San Jorge».
- El primer caso de préstamo literario.
- La primera edad heroica de la humanidad.
- La primera canción de amor.
- El primer catálogo de libros.
- La primera edad de oro del hombre.
- La primera sociedad enferma.
- Los primeros lamentos litúrgicos.
- El primer Mesías.
- El primer campeón de larga distancia.
- La primera metáfora literaria.
- El primer simbolismo sexual.
- La primera Mater Dolorosa.
- La primera canción de cuna.
- El primer retrato literario.
- Las primeras elegías.
- La primera gran victoria de los trabajadores.
- El primer acuario.
Los sumerios también inventaron el concepto de ciudad y pueden reclamar el honor de poseer la ciudad más antigua del mundo, la sumeria Uruk. Otras antiguas ciudades de Sumer fueron:
- Eridu
- Uruk
- Ur
- Larsa
- Isin
- Adab
- Kutallu
- Nippur
- Kish
- Lagash
- Umma
El corazón de la ciudad era el complejo del templo, donde emergían los grandes zigurats que inspirarían más tarde el relato de la torre de Babel. Cada ciudad tenía su propia deidad, que habitaba el templo, protegiendo y guiando a los ciudadanos. Sin embargo, para los sumerios la ciudad de Eridu, patria del dios Enki, ocupaba un lugar especial.
La primera ciudad
Aunque la arqueología moderna ha establecido a Uruk como la ciudad más antigua de Mesopotamia, los sumerios creían que la primera ciudad del mundo fue Eridu, presidida por el dios de la sabiduría y de las aguas, Enki, que hizo surgir la ciudad de las marismas y estableció la monarquía y el orden en la tierra. La fundación de Eridu por parte de Enki se contemplaba como una edad dorada comparable al jardín bíblico del Edén, hogar de los dioses y patria natal del gobierno civilizado (conocido como meh). La académica Gwendolyn Leick señala:
«El Edén mesopotámico no es un jardín, sino una ciudad, formada por una parcela de tierra seca rodeada por las aguas. El primer edificio es un templo... Así es como la tradición mesopotámica presentó la evolución y la función de las ciudades, y Eridu proporciona el paradigma mítico. Al contrario que el Edén, donde el hombre es expulsado tras la caída, Eridu continuó siendo un lugar real y sagrado, impregnado de divinidad, pero siempre accesible.» (2)
La caída de Eridu no tuvo nada que ver con los pecados de la humanidad, sino con la inteligencia de una de las diosas más populares en Mesopotamia, Inanna. En el poema Inanna y el dios de la Sabiduría, la diosa viaja desde su ciudad, Uruk, hasta Eridu, hogar de su padre Enki, y lo invita a sentarse y beber con ella. A medida que bebe, Enki se vuelve cada vez más jovial y al final, un tanto alegremente, le entrega el meh a su hija. Una vez ella obtiene el poder, huye corriendo a su barco y lo lleva de regreso a Uruk, convirtiendo su ciudad en la principal, con menoscabo de Eridu. Los académicos actuales creen que este mito surgió como respuesta al salto de una cultura agraria, simbolizada por Eridu, hacia una cultura urbana cuyo epítome es Uruk, entre las ciudades más poderosas de la región.
Gobierno
La religión estaba totalmente integrada en la vida cotidiana y modelaba el gobierno y la estructura social. Los sumerios creían que los dioses habían creado el orden a partir del caos y que el rol de cada persona en la vida era trabajar cooperando con los dioses para asegurarse de que el caos no volvería de nuevo. Los mismos dioses, sin embargo, acabaron revirtiendo su obra y devolviendo el mundo al caos, cuando el ruido y el alboroto de la humanidad crecieron tanto que les resultaron insoportables.
La obra sumeria conocida como el Génesis de Eridu (compuesta hacia el 2300 a.C. y hallada en las ruinas de Eridu) es la versión más antigua del relato del Diluvio Universal, más tarde reescrito en el Atrahasis, en el Poema de Gilgamesh y en el libro del Génesis. Relata cómo los dioses destruyeron a la humanidad mediante una gran inundación, pero un solo hombre, Ziusudra, se salvó porque Enki le ordenó que construyera un arca para salvar a un par de cada especie animal. Más tarde, los dioses cedieron en su furor y resolvieron controlar la población humana poniendo coto a sus molestas inclinaciones, introduciendo la muerte y la enfermedad en el mundo a fin de restablecer el orden y poniendo límite a la vida humana y a su ambición.
Los dioses esperaban que los seres humanos dedicaran su vida a mantener el orden, y esto implicaba encontrar la manera de cooperar con ellos. Los sumerios se enorgullecían de su individualidad, como lo evidencia el patronazgo de cada ciudad bajo la protección de un dios, así como las continuas luchas y rivalidades entre ellas, pero los dioses exigían que dejaran a un lado el conflicto para trabajar en aras al bien común. Kramer escribe:
«Aunque los sumerios tenían en gran estima el valor y los logros individuales, había un factor superior que alentaba un espíritu de cooperación entre las personas y las comunidades: la total dependencia de Sumer en el regadío para asegurar su bienestar y, de hecho, para sobrevivir. El regadío era un proceso complejo que requería de una organización y un esfuerzo comunitarios. Había que cavar canales y repararlos constantemente. El agua tenía que ser distribuida de forma equitativa entre los interesados. Para asegurarse de ello, se precisaba de un poder superior al del terrateniente, incluso a la misma comunidad: de ahí el crecimiento de las instituciones gubernamentales y el auge del estado sumerio.» (Los Sumerios, 5)
La lista de reyes sumerios, documento compuesto hacia el 2100 a.C. en Lagash, enumera todos los reyes desde el comienzo del mundo, cuando los dioses establecieron su reinado en Eridu. El primer rey arqueológicamente documentado fue Etana, descrito como «el que estabilizó todas las tierras» (Los sumerios, 43), y la lista continúa en orden cronológico, a menudo con reinados de una longitud inverosímil, hasta los reyes cercanos al 2100 a.C.
La ciudad estado sumeria estaba gobernada por un rey, el Lugal (literalmente, «gran hombre»), que supervisaba el cultivo de la tierra, entre muchas otras responsabilidades, y estaba consagrado por los dioses para asegurar que la voluntad divina se cumplía en la tierra. El Lugal inicialmente era el cabeza de familia de una comunidad fuertemente cohesionada que almacenaba sus recursos, y el concepto de hogar-familia continuó como estructura de poder subyacente en las ciudades. Con el auge de las ciudades y el desarrollo de innovaciones agrarias, los sumerios cambiaron la forma en que habían vivido y en la que habrían de vivir para siempre. El erudito Paul Kriwaczek comenta:
«Fue un momento revolucionario en la historia de la humanidad. Los sumerios aspiraban nada menos que a cambiar el mundo, y eran conscientes de ello. Fueron los primeros en adoptar el principio que ha impulsado el progreso a lo largo de la historia, y aún motiva a muchos de nosotros en los tiempos modernos: la convicción de que es un derecho de la humanidad, su misión y su destino, transformar y mejorar la naturaleza y convertirse en su dueña.» (20)
Contribuciones y colapso
Las ciudades sumerias se expandieron y, cuando necesitaron más espacio y recursos, los tomaron de otros. Durante el Periodo de Uruk, la cultura se desarrolló rápidamente, siendo la escritura, quizás, el mayor de sus inventos hacia el 3600-3500 a.C. La escritura primitiva se desarrolló como respuesta a la necesidad de una forma de comunicación a larga distancia en el comercio, y recogía información básica, como «dos ovejas, cinco cabras, Kish», algo suficientemente claro para el emisario de entonces, pero que no informaba al receptor si las dos ovejas y las dos cabras iban o venían de Kish, si estaban vivas o muertas, y con qué propósito. El sistema se desarrolló en tiempos del Periodo Dinástico Arcaico, hasta producir obras como el Poema de Gilgamesh, los himnos de Enheduanna a la diosa Inanna y muchas otras obras maestras de la literatura.
El sumerio se convirtió en la lingua franca de Mesopotamia y fijó el sistema de escritura conocido como cuneiforme, que sería utilizado más tarde para escribir otros idiomas. Gwendolyn Leick afirma:
«El horizonte cultural homogéneo de las llanuras aluviales [de Sumer] encuentra su expresión en el desarrollo de la escritura en un idioma particular. No se sabe por qué el sumerio llegó a ser el lenguaje escrito. Mesopotamia nunca fue lingüística ni étnicamente homogénea, y los nombres personales de los primeros textos muestran claramente que en aquella época se hablaban otros idiomas, aparte del sumerio.» (65)
El sumerio estaba bien asentado como lenguaje escrito hacia finales del cuarto milenio a.C., así como la cultura, la religión y otros aspectos relevantes de su civilización. La literatura sumeria influiría en autores posteriores, destacando a los escribas que redactaron la Biblia; narraciones como El mito de Adapa, El Génesis de Eridu y el Atrahasis contribuirían a la redacción de los relatos sobre el Edén, la caída del hombre y el diluvio universal. Las obras de Enheduanna se convirtieron en modelos para la liturgia posterior; las fábulas de animales se harían muy populares con Esopo, y la épica de Gilgamesh inspiraría poemas como la Ilíada y la Odisea.
El concepto de los dioses habitando el templo de la ciudad, así como la forma y el tamaño de los zigurats sumerios, se piensa que pudo influir en el desarrollo de las pirámides egipcias y en las creencias en sus propios dioses. El concepto sumerio del tiempo, así como su sistema de escritura, también fue adoptado por otras civilizaciones. El sello cilíndrico sumerio, como señal identificativa de una persona, continuó utilizándose en Mesopotamia hasta el año 612, con la caída del Imperio asirio. No hay un solo aspecto de la civilización humana al que los sumerios no hayan hecho su contribución. Con todo, y pese a sus fortalezas, su cultura comenzó a declinar mucho antes de su caída.
La civilización sumeria se derrumbó hacia el 1750 a.C. con la invasión de los elamitas. Shulgi de Ur había erigido una gran muralla hacia el 2083 a.C. para proteger a su pueblo de una invasión, pero, como no tenía cierres en ningún extremo, los invasores la rodearon con toda facilidad. Aún y así, la cultura intentó mantener su autonomía incluso después de que los amorreos semitas dominaran Babilonia. El cambio cultural se hizo evidente en muchos aspectos, pero se puede apreciar notablemente en la ratio de dioses y diosas del panteón mesopotámico, que se inclinó hacia el lado masculino con el advenimiento de los semitas en Babilonia, en especial durante el reinado de Hammurabi (c. 1792-1750 a.C.). El modelo teológico sumerio cambió al elevar a un dios supremo masculino, Marduk, por encima de todos los demás. Muchos templos dedicados a las diosas fueron reemplazados por otros dedicados a los dioses. Aunque los templos de las diosas no fueron destruidos, fueron relegados a un papel marginal.
Los derechos de las mujeres, que habían sido tradicionalmente iguales a los de los hombres, declinaron al mismo tiempo que las ciudades sumerias. Una sobreexplotación de la tierra y la expansión urbana, sumadas a los conflictos crecientes, se consideran las razones principales de la caída de las ciudades. La correlación entre el declive de las deidades femeninas y los derechos de las mujeres nunca ha sido adecuadamente explicada. Se desconoce qué vino primero. Pero es un detalle significativo en el declive de una cultura que siempre tuvo en alta estima a la mujer. En tiempos de la invasión elamita, hacia el 1750 a.C., la cultura sumeria ya estaba en clara decadencia y los elamitas simplemente dieron el golpe de gracia.
El descubrimiento
Los sumerios, hoy, son reconocidos por sus numerosas aportaciones al mundo de la cultura, pero esto es un hallazgo reciente. Su historia quedó sepultada bajo las arenas durante siglos, y las referencias sobre ellos en las obras antiguas fueron malinterpretadas por los estudiosos, puesto que no había un referente conocido. Por ejemplo, se pensaba que la tierra de Sinar, que aparece en el libro del Génesis (Gn 10, 10), aludía a una región de Mesopotamia, pero la relevancia del nombre no se alcanzaba a comprender, puesto que los académicos ignoraban que jamás hubiera existido un lugar llamado el país de Sumer (la Sinar o Senaar bíblica).
La situación cambió dramáticamente a mediados del siglo XIX, cuando las instituciones y sociedades occidentales empezaron a enviar expediciones al Oriente Próximo y a Oriente Medio en busca de evidencias físicas que pudieran confirmar los relatos bíblicos. Razonaban que, si alguna vez había existido la tierra de Sinar, sus ruinas, así como las de otros edificios y ciudades mencionados en la Biblia, tenían que descubrirse.
En esa época, la Biblia (en especial los relatos del Antiguo Testamento) se consideraba el libro más antiguo del mundo, y completamente original. La historia del Edén, la caída del hombre, el Diluvio Universal, se creía que eran obras originales, inspiradas por el verdadero Dios de la tradición judeocristiana. Los arqueólogos y los estudiosos que fueron enviados en estas expediciones tenían que encontrar evidencias que respaldaran esta afirmación, pero se encontraron justamente con lo contrario: encontraron Sumer.