Osiris es el señor egipcio del Inframundo y el Juez de los Muertos, hermano y esposo de Isis y uno de los dioses más importantes del antiguo Egipto. "Osiris" es la forma latinizada de su nombre egipcio, Usir, que se interpreta como "poderoso" o "fuerte".
Fue el primero de los hijos de Geb (la tierra) y Nut (el cielo) poco después de la creación del mundo, fue asesinado por su hermano menor, Set, y fue devuelto a la vida por su hermana y esposa, Isis. Este mito, y los dioses que participan en él, se convirtió en un elemento central de la cultura y la vida religiosa egipcias. En un principio, Osiris era un dios de la fertilidad, posiblemente de Siria, aunque esta afirmación se debate, que se hizo tan popular que acabó por absorber las funciones de otros dioses anteriores como Andjeti y Khentiamenti, dos dioses de la fertilidad y la agricultura adorados en Abidos. Se lo asocia con el símbolo dyed y a menudo se lo representa con la piel negra o verde, que simboliza el barro fértil del Nilo y la regeneración. A menudo también se lo representa como una momia o parcialmente momificado, en su posición como Juez de los Muertos.
Las imágenes de Osiris como un dios vivo lo representan como un hombre atractivo vestido con los ropajes reales y con la corona del Alto Egipto como un tocado de plumas conocido como el atef y con el cayado y el mayal, los símbolos de la realeza. Está asociado con el ave mitológica Bennu, la inspiración del ave fénix griega, que renace de sus cenizas. Osiris tenía muchos nombres, pero el principal era Wennefer, "El hermoso", y, en su papel de Juez de los Muertos, Khentiamenti, "El Primero de los Occidentales". El oeste se asociaba con la muerte, de manera que "los occidentales" se convirtió en un sinónimo de aquellos que habían pasado a mejor vida.
También se lo conocía como el Señor del Amor, el Rey de los Vivos y el Señor Eterno. Después de Isis, Osiris fue el dios más popular y duradero de todos los dioses egipcios. Su culto perduró milenios, desde poco antes del periodo arcaico (desde alrededor de 3150-2613 a.C.) hasta la dinastía Ptolemaica (323-30 a.C.), la última en gobernar Egipto antes de la llegada de Roma. También cabe la posibilidad de que Osiris fuera adorado de alguna manera durante el periodo predinástico (en torno al 6000-3150 a.C.), y es probable que se originara en esa época. La experta Geraldine Pinch escribe:
Dónde, cuándo y cómo se empezó a adorar a Osiris es algo muy discutido. Se ha dicho que originalmente Osiris era un rey predinástico deificado, un espíritu primitivo de la vegetación, un dios chacal de una necrópolis real primitiva o una diosa madre. Ni siquiera estamos seguros de la etimología de su nombre, que puede que signifique sencillamente "el Poderoso". (178)
Aunque en general se ve como un dios de la vida y la abundancia justo y generoso, también hay representaciones de él como una "figura aterradora que envía a demonios emisarios a llevar a rastras a los vivos al reino de los muertos" (Pinch, 178), aunque son las menos. La imagen más popular y duradera de Osiris es la del dios gobernante justo y bueno, asesinado por su envidioso hermano, que regresa a la vida.
El mito de Osiris
Tras la creación del mundo, los primeros cinco dioses nacieron de la unión de Geb, la tierra, y Nut, el cielo. Estos eran Osiris, Isis, Set, Neftis y Horus. Osiris, como el primogénito, asumió el gobierno como Señor de la Tierra, con Isis como su reina y consorte. Descubrió que el pueblo de Egipto no estaba civilizado, así que les dio las leyes, la cultura, la religión y la agricultura. Egipto se convirtió en un paraíso bajo el gobierno de Osiris, en el que todos eran iguales y había comida abundante ya que las cosechas siempre eran copiosas.
Set estaba celoso del éxito de su hermano y empezó a sentir rencor. Su relación empeoró aún más cuando Neftis, la esposa de Set, se hizo pasar por Isis y sedujo a Osiris, tras lo cual se quedó embarazada del dios Anubis. Set hizo construir un hermoso féretro de la altura exacta de Osiris y dio una gran fiesta en la que presentó el cajón y les dijo a los invitados que aquel que encajara mejor podría quedárselo de regalo. Cuando Osiris se tumbó en el féretro, Set puso la tapa, la cerró y la arrojó al Nilo, donde se lo llevaron las aguas.
El cuerpo de Osiris viajó hasta el mar y al final el féretro se quedó encallado en un gran tamarisco que crecía cerca de Biblos, en Fenicia. El árbol creció alrededor del féretro hasta cubrirlo por completo. El rey de Biblos, Malcander, acudió a la orilla junto a su esposa Astarté y admiró el árbol y el dulce aroma que parecía emanar de él. Ordenó cortar el árbol y llevarlo a palacio como un pilar ornamental, y ahí se quedó Osiris, atrapado dentro del féretro dentro del pilar, hasta que se murió.
Mientras tanto, Isis había salido de Egipto para ir a buscar a su marido y acabó por llegar a Biblos, haciéndose pasar por una mujer mayor, y una vez allí se sentó en la costa y lloró por su marido desaparecido. Las doncellas reales, que habían ido a la costa a bañarse, la invitaron a palacio y allí se engració con el rey y la reina, que le ofrecieron quedarse como niñera de sus hijos.
Isis intentó hacer inmortal al hijo menor bañándolo en fuego, y cuando la reina Astarté los descubrió, quedó horrorizada. Entonces, Isis reveló que era una diosa y el rey y la reina le prometieron lo que quisiera si los perdonaba. Les pidió el pilar, y estos no dudaron en concedérselo.
Tras marcharse de la corte, Isis sacó a Osiris del árbol y se llevó el cuerpo de vuelta a Egipto, donde lo ocultó de Set en una región cenagosa del delta del Nilo. Lo dejó allí y se fue a recoger hierbas para una poción para devolverlo a la vida, y su hermana Neftis se quedó vigilando el cuerpo. Mientras Isis estaba ausente, Set se enteró de que Osiris había regresado y salió a buscar su cuerpo. Consiguió que Neftis le dijera donde estaba el cuerpo, y cuando lo encontró lo despedazó y esparció los trozos por todo el país y por el Nilo.
Cuando Isis regresó se quedó horrorizada, pero se recompuso rápidamente y se dispuso a encontrar los trozos de su marido asesinado. Con la ayuda de Neftis, consiguió encontrar todas las partes del cuerpo menos el pene, que había caído en el Nilo y se lo había comido un pez oxirrinco, razón por la cual estaba prohibido comer este pez en el antiguo Egipto.
Isis consiguió revivir a Osiris, y una vez vivo voló alrededor de él en forma de milano, extrajo la semilla de su cuerpo y quedó embarazada de un hijo, Horus. Aunque Osiris ahora estaba vivo, estaba incompleto y no podía reinar sobre la tierra de los vivos. Descendió al Inframundo donde se convirtió en el Señor y Juez de los Muertos.
Isis, que temía lo que Set podría hacerle a su hijo, ocultó a Horus en las ciénagas de Egipto hasta que se hizo mayor. En ese momento, Horus se alzó como un poderoso guerrero y luchó contra Set por el control del mundo. En algunas versiones de la historia, Set muere, pero en la mayoría es derrotado y expulsado del país. El caos que Set había desatado en el mundo fue conquistado por Horus, que restauró el orden y luego reinó junto a su madre.
El culto de Osiris
El mito representaba algunos de los valores más importantes de la cultura egipcia: la armonía, el orden, la vida eterna y la gratitud. El resentimiento de Set hacia Osiris, incluso antes de su idilio con Neftis, nace de la falta de gratitud y la envidia por la buena fortuna de otra persona. En Egipto, la ingratitud era una especie de "pecado de iniciación", que abría el camino para todos los demás. Esta historia ejemplificaba de manera dramática cómo hasta un dios podía ser presa de la ingratitud y las consecuencias que podía traer esto. Otro aspecto importante de este mito es que contaba la historia de la victoria del orden sobre el caos y cómo se establecía la armonía en el país, un valor central de la cultura y la religión egipcias.
El renacimiento de Osiris se asociaba con el río Nilo, que se consideraba un símbolo de su poder dador de vida. Los festivales de Osiris se celebraban para festejar la belleza del dios y su poder trascendental, pero también para celebrar su muerte y resurrección. El festival de la Caída del Nilo conmemoraba su muerte, mientras que el festival del Pilar Dyed celebraba la resurrección de Osiris. La historiadora Margaret Bunson escribe:
Cuando el Nilo se retiraba, los egipcios acudían a las orillas para presentar regalos y mostrar su pena porque Osiris moría otra vez. El Nilo representaba la capacidad de Osiris de regenerar la tierra y devolverle la vida a la nación. Cuando el Nilo empezaba a crecer otra vez antes de las inundaciones, se volvía a honrar a Osiris. Se soltaban santuarios pequeños en el río, y los sacerdotes vertían agua dulce en el Nilo, a la vez que declaraban que se había vuelto a encontrar a Osiris. (198)
La ciudad de Abidos era su centro de culto y la necrópolis llegó a ser el lugar de enterramiento más deseado, ya que la gente quería estar enterrada lo más cerca posible del dios. La gente que vivía demasiado lejos, o que no contaba con los medios para tal enterramiento, hacía erigir una estela con su nombre en la necrópolis. Osiris se adoraba principalmente como el Juez de los Muertos, pero los "muertos" seguían existiendo en otro reino y la muerte no era el final de la existencia.
Por tanto, los festivales celebraban la vida, tanto en la tierra como después, y una parte de estas celebraciones consistía en plantar el Jardín de Osiris, que era un jardín moldeado con la forma del dios y fertilizado por el barro y el agua del Nilo. Los granos que crecían en estos jardines simbolizaban a Osiris resucitando de la muerte, además de ser una promesa de la vida eterna para aquellos que cuidaban del jardín.
Los Jardines de Osiris se ponían en las tumbas, donde se conocían como una Cama de Osiris. Margaret Bunson describe esta práctica de la siguiente manera:
Eran cajas de madera o cerámica, normalmente con la forma del dios. Las Camas de Osiris normalmente estaban huecas; se rellenaban de barro del Nilo y se plantaba grano. Después estas cajas se envolvían como las momias y se ponían en las tumbas. La idea era que el grano germinara como un símbolo de la resurrección de Osiris. En algunas cajas había indicios de germinación y crecimiento una vez de hubieron abierto al cabo de los siglos. (198)
Los sacerdotes de Osiris cuidaban del templo y de la estatua del dios en Abidos, Busiris, y Heliópolis y, tal y como era costumbre en el culto egipcio, ellos eran los únicos que tenían permitido entrar en el santuario interior. El pueblo egipcio podía ir a visitar el templo y hacer ofrendas y pedir plegarias, ayuda médica y consejo, podía recibir ayuda de los sacerdotes en forma de bienes materiales o donativos y podía entregar sacrificios para el dios para pedir favores o en agradecimiento por una petición concedida.
Osiris, el rey y el pueblo
Osiris estaba considerado como el primer rey de Egipto, que estableció los valores culturales que todos los reyes posteriores juraban mantener. Cuando Set asesinó al rey, el país se sumió en el caos y no se recobró el orden hasta que Horus consiguió vencer a Set. Los reyes de Egipto se identificaban con Horus en vida (todos tenían un nombre propio y otro nombre, el "nombre de Horus", que adoptaban al comienzo de su reinado) y con Osiris en la muerte. Como Isis era la madre de Horus, estaba considerada como la madre de todos los reyes, el rey era su hijo, y Osiris era tanto su padre como su aspecto superior y la esperanza de la salvación tras la muerte.
Por eso Osiris se representa tan a menudo como un faraón momificado: porque se momificaba a los faraones para parecerse a Osiris. La imagen del gran dios momificado precede a la práctica de preparar el cuerpo real para parecerse a Osiris. Todos los símbolos e imágenes que componen los Textos de las pirámides en las paredes de las tumbas estaban ahí para recordar al alma del difunto lo que tenía que hacer una vez llegara a la otra vida. El hecho de que aparecieran como el propio Osiris no solo les recordaba al dios sino que también alejaba a los malos espíritus haciéndolos creer que eran el propio dios. La apariencia del rey basada en Osiris se extendía a lo largo de su reinado; el famoso cayado y mayal, sinónimos de los faraones egipcios, fueron los primeros símbolos de Osiris, ya que el mayal representaba la fertilidad de la tierra mientras que el cayado simbolizaba la autoridad de su gobierno.
Fue el hijo de Osiris, Horus, el que estableció la armonía y el orden, y el rey era el representante vivo de Horus que velaba por las necesidades del pueblo. A Osiris se le atribuía la institución de la realeza y el orden natural y la ley de la vida, por lo que mediante la participación en la comunidad y la celebración de los rituales se seguían los mandatos de Osiris. El pueblo, al igual que la realeza, contaba con la protección de Osiris en vida y su juicio imparcial tras la muerte. Osiris era el juez compasivo, flexible y justo de los muertos que vigilaba la vida de la gente en la tierra y en la otra vida.
Los misterios de Osiris
La identificación de Osiris con la vida eterna, con la vida a partir de la muerte, dio lugar a su culto mistérico que se extendería más allá de las fronteras de Egipto en la forma del Culto a Isis. Aunque nadie conoce los rituales que llevaban a cabo en el culto mistérico de Isis, puede que se desarrollaran a partir de los misterios de las celebraciones de Osiris en Abidos a principios de la Dinastía XII (1991-1802 a.C.). Estos eran festivales populares que atraían a gente de todo Egipto que quería participar en el ritual. Bunson apunta que "los misterios hablaban de la vida, la muerte, la momificación, la resurrección y la ascensión de Osiris" (198). Hacían obras de teatro en las que los papeles principales eran representados por miembros importantes de la comunidad y los sacerdotes locales, que representaban la historia del mito de Osiris. El texto de preguntas y respuestas conocido como Las Lamentaciones de Isis y Neftis, en el que dos mujeres hacían los roles de diosas llamando a Osiris de vuelta a la vida, se recitaba al principio de las festividades.
La historia conocida como El Enfrentamiento entre Horus y Set se representaba después con una batalla de mentira entre los Seguidores de Horus y los Seguidores de Set, en la que parece que todo el mundo podía participar. Una vez que los seguidores de Horus ganaban la batalla, la gente celebraba la restauración del orden y sacaban la estatua dorada de Osiris del santuario y la paseaban entre los fieles, que la colmaban de regalos. Llevaban la estatua por toda la ciudad y al final la dejaban en un santuario al aire libre donde los fieles podían admirarla y participar por completo en las festividades. La salida del dios de la oscuridad del templo para participar en las alegrías de los vivos simbolizaba el regreso de Osiris a la vida.
Aunque el festival se celebraba principalmente en Abidos, también se celebraba en otros centros de culto dedicados a Osiris por todo Egipto, como Bubastis (otro centro de culto muy importante), Busiris, Menfis y Tebas. Por supuesto, Osiris era una figura central en estas celebraciones, pero con el tiempo el centro de atención fue migrando hacia su esposa, Isis, que lo había salvado de la muerte y devuelto a la vida. Osiris estaba íntimamente relacionado con el río Nilo, y el valle del Nilo de Egipto, pero Isis acabó por separarse de una localidad específica y se la empezó a considerar la Reina de los Cielos y la creadora del universo. Todos los demás dioses egipcios acabaron entendiéndose como diferentes aspectos de la poderosa Isis, y fue así como su culto viajó a Grecia, Fenicia, Roma y todo el Imperio romano.
El Culto de Isis se hizo tan popular en el mundo romano que duró más tiempo que cualquier otro sistema de creencias paganas una vez que el cristianismo hubo capturado la imaginación popular. De hecho, los aspectos más profundos del cristianismo se pueden seguir hasta el culto de Osiris y el culto de Isis que surgió de su historia. En el antiguo Egipto, al igual que hoy en día, la gente necesitaba creer que la vida tenía un propósito, que la muerte no era el final y que había algún tipo de ser sobrenatural que cuidaba de ella y la protegía. El culto del gran dios Osiris cubría esa necesidad al igual que las creencias religiosas lo hacen hoy en día.