Asurbanipal (que reinó de 668-627 a.C., también conocido como Assurbanipal) fue el último de los grandes reyes de Asiria. Su nombre significa "El dios Ashur es creador de un heredero" y era hijo del rey Asarhaddón del Imperio neoasirio. En el Tanak (equivalente al Antiguo Testamento cristiano) se lo conoce como As(e)nappar o Osnapper (Esdras 4:10).
Los griegos lo conocían como Sardanapolos y los romanos como Sadanapulus. Logró la mayor extensión territorial del Imperio asirio, en la que estaban incluidas Babilonia, Persia, Siria y Egipto, aunque perdió Egipto como resultado de una revuelta bajo el reinado del faraón egipcio Psamético I. Asurbanipal fue un rey popular que gobernaba a sus súbditos de una manera justa, pero destaca por su crueldad hacia aquellos a quienes derrotaba, de entre los cuales el mejor ejemplo es un relieve en el que aparece el rey derrotado con una cadena que le atraviesa la mandíbula, obligado a vivir en una perrera tras su captura.
Es conocido por su inmensa biblioteca de Nínive, que él mismo consideraba su mayor logro. Bajo el reinado de Asurbanipal, el país de Elam (que desde hacía tiempo era un enemigo inconquistable de Asiria) fue destruido y Urartu, otro adversario de antaño, también fue subyugado. Sin embargo, hacia el final de su reinado el imperio se había hecho demasiado grande y demasiado difícil de defender. El Imperio asirio ya se estaba desmoronando para entonces, y, con su muerte, este también tocó a su fin.
Primeros años y campañas egipcias
Asarhaddón (que reinó de 681-669 a.C.) había conquistado Egipto en el año 671 a.C., pero los egipcios se habían rebelado poco después y habían expulsado a muchos de los gobernadores asirios de sus puestos. En 669 a.C. Asarhaddón movilizó sus tropas y se dirigió allí otra vez para acabar con la revuelta, pero murió antes de llegar a las fronteras de Egipto. Sin embargo, antes de partir en la campaña, por fortuna había decidido poner sus asuntos en orden. Cuando su padre, Senaquerib (que reinó de 705-681 a. C.), había sido asesinado, Asarhaddón se había visto obligado a luchar una guerra de seis semanas con las facciones de su hermano para asegurarse la corona. No quería que le pasara lo mismo a su propio heredero.
El hijo mayor y heredero de Asarhaddón, Sin-iddina-apla, había muerto en 672 a.C. y en ese momento el rey eligió sucesor a su segundo hijo, Asurbanipal. Obligó a sus estados vasallos a jurarle lealtad a Asurbanipal por adelantado para evitar cualquier revuelta sobre la sucesión. En torno a esa misma época, la madre de Asarhaddón, Zakutu (que vivió en torno a 728-668 a.C.) emitió el Tratado de Lealtad de Naqi'a-Zakutu (más conocido como el Tratado de Zakutu de 670 o 668 a. C.) que obligaba a la corte asiria, y aquellos territorios bajo el gobierno asirio, a aceptar y apoyar el reinado de Asurbanipal. Para evitar la clase de conflicto que había vivido él con sus hermanos, Asarhaddón también cuidó de su hijo menor, Shamash-shum-ukin, al decretar que sería rey de Babilonia.
Asurbanipal sucedió a Asarhaddón en 668 a.C. y ordenó un gran festival de coronación para la ascensión de su hermano al trono de Babilonia. En las inscripciones, escribe que Shamash-shum-ukin fue bien recibido en Babilonia "con alegría" al devolverle al pueblo la estatua del gran dios Marduk (que Senaquerib, que había saqueado la ciudad, se había llevado en 689 a.C.). Le devolvió a Babilonia su antiguo estatus de gran ciudad, y habla de Shamash-shum-ukin como "mi hermano favorito". Una vez que estuvo seguro de que tanto Babilonia como los territorios del sur estaban seguros, lideró a sus ejércitos hacia Egipto para acabar con lo que había empezado su padre.
Asarhaddón conquistó al faraón Tirhakah, pero no lo mató. La familia inmediata de Tirhakah fue llevada presa a Nínive y se quedó allí, pero hizo que su familia extensa huyera al sur, a Nubia. Cuando Asurbanipal invadió Egipto en torno a 667 a.C., condujo a su ejército hacia el sur hasta Tebas y fue saqueando todas las ciudades rebeldes a su paso. El único gobernante que se salvó fue el rey que había seguido siendo leal a Asiria, el rey Necao de la ciudad de Sais.
Asarhaddón se había llevado al hijo de Necao, Psamético, de vuelta a Nínive para reeducarlo en las costumbres y creencias asirias y fue entonces cuando se lo devolvieron a su padre para que gobernara con él. Asurbanipal dividió los territorios de Egipto entre estos dos reyes y después, creyendo que Egipto estaba seguro, regresó a Asiria para lidiar con problemas en Elam. Sin embargo, el sobrino de Tirhakah en Nubia, un joven llamado Tatanami, supo ver la vulnerabilidad de Egipto bajo este nuevo gobierno de dos reyes y decidió aprovechar la oportunidad.
Tatanami marchó sobre Egipto y fue tomando cada ciudad a su paso con muy poco esfuerzo. En Menfis, la capital, se enfrentó a las fuerzas egipcio-asirias al mando del rey Necao. Aunque Psamético pudo repeler al ejército nubio, Necao murió en la batalla. Sin embargo, los egipcios preferían el gobierno de nubios por encima del de asirios, y forzaron a Psamético a huir y esconderse. En 666 a.C., las noticias de la rebelión habían llegado a Nínive y Asurbanipal volvió a tomar el mando de sus tropas y una vez más aplastó las revueltas.
Su bastión en Tebas fue asaltado y Tatanami abandonó su campaña y huyó de vuelta a Nubia. Después, Asurbanipal nombró a Psamético el faraón pleno de Egipto, le proveyó de guarniciones asirias apostadas en puntos estratégicos y después regresó a Asiria en 665 a.C. Entre 665 y 657 a.C. aplastó una rebelión en Tiro, repelió a los elamitas, lideró a su ejército a través de Anatolia para reconquistar al pueblo de Tabal, y subyugó el reino de Urartu que se había vuelto a levantar y suponía una amenaza para los intereses asirios. Mientras estaba ocupado con estas campañas, Egipto se le fue escapando poco a poco de las manos.
La primera campaña de Elam y la revuelta de Babilonia
Psamético no estaba contento con gobernar como una simple marioneta asiria, por lo que empezó a asegurar la independencia firmando acuerdos con varios gobernadores egipcios y buscando el favor de Giges, rey de Lidia, en Anatolia. En 653 a.C., con la ayuda de los lidios, Psamético expulsó a las tropas asirias de Egipto y estableció su nueva capital en la ciudad de Sais. Aunque las noticias de la revuelta llegaron a la atención de Asurbanipal, no hay constancia de que regresara a Egipto para hacer nada al respecto. Elam, el antiguo enemigo de Asiria, estaba causando problemas más cerca de casa y Asurbanipal lo consideró una prioridad.
Para el año 653 a.C., Shamash-shum-ukin también se había cansado de ser un rey títere a las órdenes de Asurbanipal. Las inscripciones de Babilonia indican que Asurbanipal había estado dictando los decretos de su hermano y llevando sus asuntos. Otras inscripciones indican que Shamash-shum-ukin envió emisarios secretos al rey de Elam pidiendo el apoyo necesario para deshacerse del yugo asirio. Parece ser que Asurbanipal no sabía nada de las tramas de su hermano y solo se enteró de la movilización de los ejércitos de Elam por un asalto a Babilonia; adoptando una posición ofensiva, marchó con su ejército a Elam y atacó.
Derrotó a los elamitas y saqueó las ciudades. Según su inscripción, mató al rey elamita, Teumann, y a su hijo con su propia espada. "Con el apoyo de Assur, los maté; les corté la cabeza uno frente al otro". Después llevó las cabezas de vuelta a Nínive, donde las colgó en el jardín a modo de decoración. Como no sabía que su hermano había invitado a los elamitas a Babilonia, Shamash-shum-ukin siguió gobernando y Asurbanipal siguió diciéndole lo que tenía que hacer.
Incluso de haber sabido que su hermano era cómplice de la invasión elamita, no habría tenido tiempo para lidiar con el problema. Una coalición de medos, persas y cimerios se dirigieron a Nínive ese mismo año y los ejércitos llegaron hasta las mismas murallas. Asurbanipal convocó a sus aliados escitas, conocidos por su destreza como jinetes con lo que derrotó a la coalición y mató al rey de los medos, Fraortes.
Sin embargo, Shamash-shum-ukin, seguía igual de descontento que antes como títere de su hermano y en 652 a.C. se rebeló abiertamente. Tomó los pueblos y las avanzadas asirias y las reclamó en nombre de Babilonia. Cuando Asurbanipal respondió llevando al ejército a la región, Shamash-shum-ukin se retiró tras los muros de Babilonia, donde el ejército lo asedió durante los siguientes cuatro años.
Las inscripciones de la época relatan lo que sufrieron los defensores de Babilonia tras los muros. "Se comieron la carne de sus hijos e hijas por el hambre". Cuando la ciudad cayó, los que habían logrado sobrevivir todo ese tiempo cayeron a manos de los soldados asirios, y Asurbanipal escribe que "destruí a los que quedaban vivos... y di sus cuerpos descuartizados de comer a perros, cerdos, lobos, águilas, aves del cielo y peces de las profundidades". Shamash-shum-ukin se inmoló en su propio palacio para evitar la captura. Después, Asurbanipal instaló en el trono de Babilonia a un funcionario asirio llamado Kandalu.
La segunda campaña de Elam
Al mismo tiempo que caía Babilonia en 648/647 a.C., en Elam estalló la guerra civil. El rey de Elam había muerto y varias facciones se estaban disputando el trono. Asurbanipal vio la oportunidad de derrotar de una vez por todas a su antiguo enemigo y volvió a llevar a su ejército a Elam. La historiadora Susa Wise Bauer comenta al respecto:
Las ciudades elamitas ardieron. Los templos y palacios de Susa fueron saqueados. Sin más razón que la venganza, Asurbanipal ordenó abrir las tumbas reales y llevarse cautivos los huesos de los reyes. (414)
Cuando saqueó y destruyó la ciudad de Susa en 647 a.C., dejó una tablilla que documentaba su triunfo sobre los elamitas:
Susa, la gran ciudad sagrada, hogar de sus dioses, sede de sus misterios, conquisté. Entré en sus palacios, abrí sus tesorerías donde se amasaban la plata y el oro, los bienes y las riquezas... Destruí el zigurat de Susa. Destrocé sus brillantes cuernos de cobre. Reduje a escombros los templos de Elam; sus dioses y diosas, esparcidos por el viento. Devasté las tumbas de sus reyes antiguos y recientes, los expuse al sol y me llevé sus huesos a la tierra de Ashur. Devasté las provincias de Elam y sembré sus tierras con sal.
Cualquiera que tuviera la más mínima pretensión al trono fue capturado y llevado de vuelta a Nínive como esclavo. Siguiendo la política asiria, Asurbanipal procedió a reubicar a grandes cantidades de población por toda la región y dejó las ciudades vacías y los campos estériles. Bauer escribe:
Asurbanipal no reconstruyó nada tras devastar el país. No puso ningún gobernador, no volvió a poblar ninguna de las ciudades devastadas ni intentó convertir esta nueva provincia de Asiria en nada más allá de un erial. Elam quedó expuesta y sin defensas. (414)
Más tarde, esto resultó ser un error porque los persas fueron haciéndose poco a poco con el territorio que antes había sido Elam y procedieron a reconstruir y fortificar las ciudades. Con el tiempo, ayudarían a derrocar el Imperio asirio.
La biblioteca de Asurbanipal
Sin embargo, tras la destrucción de Elam, la idea misma de que el imperio no duraría para siempre se habría considerado una absurdidad. En aquel momento, no había rival alguno para el poderío del Imperio asirio. Los antiguos enemigos de Asiria, Urartu y Elam, habían sido derrotados y, aunque Egipto se había liberado, ya llevaba la marca de la cultura asiria. Los demás territorios del imperio que se habían rebelado habían recibido un trato duro y estaban de vuelta bajo el mando asirio.
Asurbanipal fue un gran mecenas de las artes, y en aquel momento se dedicó a ese interés. Estableció su famosa biblioteca de más de 30.000 tablillas de arcilla en Nínive. Entre las obras que se encontraron en la Biblioteca de Asurbanipal estaban la Enuma Elish (la epopeya babilónica de la creación) y la gran historia épica de Gilgamesh, la historia de aventuras más antigua que existe. Fue también entre las tablillas de Nínive donde se encontró la historia original mesopotámica del Gran diluvio, anterior a la historia de la Biblia, en el siglo XIX. El descubrimiento de esta biblioteca se ha considerado desde entonces uno de los descubrimientos arqueológicos más grandes e importantes de la historia.
Asurbanipal afirmaba que podía leer cuneiforme tanto en acadio como en sumerio y su colección de escritos es inmensa. Según el historiador Paul Kriwaczek, "Asurbanipal iba más allá de la simple capacidad de leer y afirmaba ser un maestro de las artes del escriba" (250). En sus propias palabras, Asurbanipal afirmó:
Yo, Asurbanipal, dentro del palacio, entendí la sabiduría de Nabu [el dios del aprendizaje]. Todo el arte de la escritura de todo tipo. Me convertí en maestro de todos ellos. Leí las astutas tablillas de Sumeria y el oscuro idioma acadio que es difícil de usar correctamente; me entretuve leyendo las piedras inscritas antes de la inundación. El mejor de las artes de los escribas, tales obras ninguno de los reyes anteriores las aprendieron, remedios de la cabeza a los pies, selecciones no canónicas, enseñanzas sabias, todo lo que incumbe al aprendizaje médico de [los dioses] Ninurta y Gala, escribí en las tablillas, comprobado y revisado, y depositado en mi palacio para investigar y leer.
Kriwaczek apunta además que no es una jactancia banal del rey, ya que hay pruebas reales de que Asurbanipal podía componer en cuneiforme y cita tablillas que están firmadas por el autor como "Asurbanipal, rey de Asiria". Al recopilar su famosa biblioteca, escribió a ciudades y centros de aprendizaje por toda Mesopotamia para darles instrucciones de que le enviaran copias de todas las obras puestas por escrito en la región. Kriwaczek escribe:
Lo que quería no era simplemente amasar la mayor colección posible, sino asegurarse de que tenía copias de todas las obras importantes del canon mesopotámico. En la carta [al gobernador de Borsippa] enumera oraciones, encantamientos y otros textos identificados, como era habitual en la Antigüedad, por sus primeras palabras. (251)
El tamaño y alcance inmensos de la biblioteca de Nínive son testimonio de cuánto éxito tuvo a la hora de recopilar las obras que les había pedido a sus súbditos. Bauer comenta:
En lo que concernía a Asurbanipal, su biblioteca era el mayor logro de su reinado: "Yo, Asurbanipal, rey del universo, a quien los dioses han otorgado inteligencia, que ha adquirido gran conocimiento de los lugares más recónditos del saber erudito (ninguno de mis predecesores sabe nada de tales asuntos), he depositado estas tablillas para el futuro en la biblioteca de Nínive por mi vida y por el bienestar de mi alma, para sostener los cimientos de mi nombre real". Puede que Asarhaddón lograra mantener Egipto, pero el reino de la mente de Asurbanipal duraría para siempre. (410-411)
Muerte y caída del imperio
Entre recopilar la biblioteca, renovar Nínive y gobernar el imperio, Asurbanipal continuó liderando sus propias campañas militares. También supervisó las renovaciones de Babilonia. Para 629 a.C. estaba enfermo y se marchó de Nínive a la ciudad de Harran en el norte. Dejó el imperio en manos de su hijo Ashur-etel-ilani, pero el hermano gemelo del nuevo rey, Sin-shar-ishkun, cuestionó la decisión y estalló la guerra civil.
Los territorios del Imperio asirio aprovecharon esta división y empezaron a ejercer más autonomía que la que habían tenido anteriormente. Cuando Asurbanipal murió (de causas naturales) en 627 a.C., el imperio se desintegró. Tal y como escribe Bauer, "el desorden se tragó casi todas las partes del imperio" a medida que los antiguos estados vasallos fueron declarando su independencia (416). Entre 627 y 612 a.C., el imperio se fue disolviendo sin pausa, a medida que medos, persas, babilonios, cimerios, escitas y caldeos fueron quemando y saqueando las ciudades asirias.
En 612 a.C., Assur, Kalhu y Nínive fueron destruidas por grandes incendios que asolaron el país. La biblioteca de Asurbanipal quedó enterrada bajo los muros de su palacio y se perdió en la historia durante más de 2.000 años. No obstante, su descubrimiento cambió la manera en que la gente moderna entendía la cultura y el pasado.
Antes del descubrimiento de la biblioteca de Asurbanipal, la Biblia se consideraba el libro más viejo del mundo y las historias que contenía se consideraban sin precedente. Las excavaciones del siglo XIX de sir Austen Henry Layard, Hormuzd Rassam y las traducciones de George Smith desenterraron un mundo que nadie conocía hasta entonces. El imperio de Asurbanipal cayó y los territorios que conquistó fueron conquistados por otros y estos a su vez por otros más tarde, pero su biblioteca perduró y, tal y como afirmó él mismo, resultó ser un mayor logro.
