Paulus Orosius (generalmente conocido como Paulo Orosio, siglo V d.C.) fue un teólogo e historiador cristiano que también fue un amigo y protegido de san Agustín de Hipona (que vivió del 354 al 430 d.C.). Se lo conoce mejor por su obra Los siete libros de Historias contra los paganos, en la cual argumenta que el saqueo de Roma del año 410 d.C., efectuado por Alarico I, rey de los godos (que reinó del 394 al 410 d.C.), no tenía nada que ver con la adopción del cristianismo por los romanos, una afirmación popularmente sostenida por los paganos de la época. Agustín lo animó para que emprendiera la obra y el libro de este, La ciudad de Dios, se inspiró del mismo evento. Al haber hecho un trazado de la historia del mundo desde la creación hasta sus propios días, desde una perspectiva cristiana, la obra de Orosio fue inmensamente popular entre los seguidores de la nueva religión y esta se convirtió en el estándar historiográfico de referencia para los futuros autores. Después de la publicación de su libro, Orosio desaparece de la historia.
Vida y carrera
Poco se sabe de la juventud de Orosio. Probablemente nació en Portugal hacia el año 380 d.C., en el seno de una familia de la clase alta, y entró en el sacerdocio en algún momento durante su juventud, posiblemente antes de cumplir los 20 años. En el 414 d.C. fue forzado a dejar rápidamente su hogar en Hispania (por razones desconocidas) y se embarcó con destino a Hipona para encontrarse con san Agustín. Parece que le hizo buena impresión al clérigo de más edad porque al año siguiente, Agustín lo envió a Jerusalén para debatir con el herético Pelagio, autor del pelagianismo, que sostenía que el hombre era capaz de alcanzar la salvación individual sin la intercesión de la Iglesia.
LA OBRA LOS SIETE LIBROS DE HISTORIAS CONTRA LOS PAGANOS DE OROSIO FUE LA PRIMERA HISTORIA MUNDIAL ESCRITA POR UN CRISTIANO, completada HACIA EL 418 d.C.
En Jerusalén, Orosio consultó con san Jerónimo y con Juan, obispo de Jerusalén, y se enfrentó a Pelagio en el sínodo llamado para discutir sobre la herejía. El resultado quedó inconcluso, pero en el informe oficial enviado a Roma la propia ortodoxia de Orosio se puso en duda. Este cargo que le imputaron lo provocó a que escribiera su defensa en el libro Liber Apologeticus contra Pelagianos (Defensa contra Pelagio), en el cual mantuvo su ortodoxia al mismo tiempo que condenaba a Pelagio.
En algún momento a principios del 416 d.C., Orosio se fue de Palestina ya que se le habían dado las reliquias del primer mártir, san Esteban (del libro bíblico Actos de los Apóstoles 6 y 7), para que los llevara a su tierra natal en Portugal. Primero hizo una parada en Hipona para entregarle cartas de san Jerónimo a Agustín y generalmente se piensa que fue en ese momento cuando Agustín le planteó el asunto de escribir su historia.
La mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que la obra Historias de Orosio muestra signos de haber sido escrita deprisa y quizás Agustín quería que la terminara rápido para usarla como recurso para completar La ciudad de Dios. Otras teorías sugieren que Orosio asistió en el proceso de escritura de La ciudad de Dios y sus Historias fueron escritas con rapidez porque estaba trabajando en dos libros a la vez. Sin embargo, todo esto es una especulación porque en realidad todo lo que se sabe es que Orosio salió de Hipona y regresó a Portugal con las reliquias de san Esteban. Entonces escribió sus Historias y poco tiempo después, Orosio desapareció.
Importancia de la obra Historias
La obra Los siete libros de Historias contra los paganos de Orosio fue la primera historia mundial escrita por un cristiano, completada hacia el 418 d.C., poco después del saqueo de Roma por Alarico. Utilizando como recurso material de Livio, César, Tácito, Justiniano, al igual que de Suetonio, Floro, la Biblia y de la Historia eclesiástica de Eusebio, Orosio defendió sus argumentos de que el cristianismo había hecho más bien que mal en el mundo y, ciertamente, no había tenido nada que ver con la reciente catástofe de Roma.
La obra de Orosio no solo fue una refutación de la opinión sostenida por los paganos de que el cristianismo destruyó a Roma, sino que también fue una historia detallada que presenta al Dios de los cristianos en el papel de director de los eventos humanos. Agustín estaba interesado una historia del mundo que ilustrara cómo arreglaba Dios los asuntos de las naciones para sus propios propósitos que, aunque estos no solieran ser claros para la humanidad, siempre eran para lo mejor. Orosio se tomó su encargo seriamente y comenzó su obra con la creación del mundo como se entendía desde la perspectiva cristiana. Orosio empieza su obra escribiendo:
Y como tengo intención de hablar desde la creación del mundo hasta la creación de Roma, y, después, hasta el principado de Augusto y el nacimiento de Cristo, a partir del cual el gobierno del mundo ha estado bajo el poder de Roma, y, por fin, incluso hasta nuestros días (en la medida en que pueda traer los hechos a la memoria), pienso que es necesario, con el fin de mostrar, como desde una atalaya, los conflictos del género humano y el fuego de este mundo que, por así decirlo, se inició en la chispa de los placeres y arde de males por todas partes…
(Orosio, Historias, traducción de E. Sánchez Salor, Libro I, pág.81/356)[1]
La ciudad a la cual se refiere Orosio es, por supuesto, Roma (que también es la ciudad de La ciudad de Dios), la cual se consideraba (con buena razón) el centro urbano más importante e influyente en la época. En el Libro I, Orosio trata la historia del mundo desde la creación hasta el diluvio universal y la fundación de Roma. El segundo libro discute sobre la historia de Roma hasta el saqueo por los galos en el 390 a.C. y las interacciones posteriores con otras naciones. En el tercer y cuarto libro, Orosio se refiere a Alejandro Magno, al ascenso y a la caída de las naciones, así como al papel de Roma en las guerras púnicas y a la destrucción de Cartago. Los libros quinto, sexto y séptimo se enfocan en Roma desde el final de la tercera guerra púnica (146 a.C.) hasta la época de Orosio, hacia el 418 d.C.
El propósito de La ciudad de Dios de Agustín era defender el cristianismo teológica y filosóficamente contra el paganismo y, específicamente, contra la acusación de que el cristianismo había formado parte del saqueo de Roma. El propósito de la obra de Orosio era complementar la obra literaria de Agustín con una historia detallada que mostraba cómo las grandes naciones habían ascendido y caído desde el principio del mundo, mucho antes de la venida de Cristo, por lo que la afirmación de que el cristianismo era el responsable de las calamidades de una nación u otra era insostenible. Roma cayó por la misma razón que otras ciudades y estados habían caído antes: porque Dios así lo quiso y Dios tenía el control, y no fue porque el cristianismo hubiera interferido de alguna manera en la relación entre la humanidad y lo divino. Al contrario, señalaba Orosio; el cristianismo había revelado la verdadera naturaleza de esta relación.
La importancia de ambas obras, para los autores, era la salvación de las almas y la defensa de su fe. Si la afirmación de que el cristianismo había destruido a Roma persistía y se hacía más aceptable, entonces habría menos personas dispuestas a aceptar la nueva fe. Lo que se temía en aquel momento era que resurgiría el paganismo a causa del saqueo de Roma y que el cristianismo se tambalearía, o incluso llegaría a fracasar y entonces las almas que se podrían haber salvado se perderían para la eternidad. Las obras de ambos hombres tenían que ser detalladas y precisas porque la religión politeísta de Roma estaba íntimamente ligada a todos los aspectos de la vida diaria y no podían decir simplemente que esta afirmación era errónea; había que demostrar de una vez por todas que eso era un error.
La Roma pagana
La religión politeísta de Roma estaba patrocinada por el Estado y se creía que la salud del Estado dependía de la observación apropiada de los ritos y prácticas religiosas. Consultaban a los dioses de la antigua Roma regularmente en cuestiones de Estado y creían que los sacerdotes podían interpretar con exactitud la voluntad divina. Tanto si se trataba de lanzar una campaña militar como de construir un nuevo complejo o de plantar un cierto cultivo en una época determinada, se apelaba a los dioses para que pronunciaran una decisión, la cual se respetaba y adoptaba.
Un ejemplo de la relación entre el templo y el Estado es el de las Vírgenes vestales. Estas mujeres eran las únicas sacerdotisas a tiempo completo en la Antigua Roma y servían a la diosa Vesta quien protegía la llama del hogar y la vida doméstica. Vesta estaba considerada como una de las diosas más importantes porque su protección aseguraba la paz y la tranquilidad de cada uno de los ciudadanos de Roma. Los individuos felices creaban comunidades felices y esto promovía la estabilidad y el mayor bienestar general.
A las Vírgenes vestales se les había encargado la responsabilidad de ocuparse de la llama sagrada de Vesta en el foro romano, de cuidar su lugar de culto y los objetos que le eran consagrados, de presidir ceremonias y de hacer el pan especial que era servido en la fiesta del primero de marzo, día del Año Nuevo romano. Las vírgenes (sólo cuatro o seis a un mismo tiempo) habían hecho votos de castidad por un término de 30 años de servicio, dedicando sus cuerpos al servicio de Vesta tal y como lo habían hecho con sus almas y corazones. El castigo por romper sus votos de castidad era la muerte porque se creía que no sólo habrían traicionado a Vesta, sino también al Estado. Se creía que la ofensa contra la diosa desataría su ira contra la ciudad.
Si las vírgenes realizaban su deber concienzudamente, esto le agradaría a Vesta y todo iría bien para la gente de Roma. Este mismo paradigma se aplicaba a los otros dioses del panteón romano. El Estado establecía por mandato los ritos específicos y los tipos de comportamiento aceptables a los dioses, patrocinaba festivales y días feriados en honor a los dioses y regularmente hacía sacrificios a los dioses, con el pleno conocimiento de que por su parte sus dioses los protegerían y ayudarían en tiempos de necesidad. Sin embargo, esta relación quid pro quo (recíproca) solo funcionaba si la gente de Roma cumplía con su parte del trato. El cristianismo, según las afirmaciones paganas, había hecho que fracasaran, lo que trajo a Alarico a Roma como castigo.
El saqueo de Roma por Alarico
A medida que el Imperio romano se extendía, este requería cada vez de más hombres para el servicio militar y por ello comenzó a emplear mercenarios en su ejército. Los mercenarios no eran una novedad para la máquina de guerra romana (Julio César, que vivió del año 100 al 44 a.C., había empleado a mercenarios en sus campañas), pero el número de este tipo de soldados aumentó a la par que la expansión del imperio. Para el siglo III d.C., los mercenarios sobrepasaban en número a los romanos en el ejército y muchos de ellos eran godos.
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Al final del siglo IV, el rey godo Alarico I unió su ejército con el de Roma como un contingente mercenario en la guerra civil entre Teodosio I (que reinó del 379 al 395 d.C.) del Imperio romano de Oriente (o Imperio bizantino) y Eugenio delImperio romano de Occidente (que reinó del 392 al 394 d.C.). La decisión de Alarico no fue voluntaria pues a partir del 382 d.C., existía una estipulación en el tratado entre los godos y Roma en la que se establecía que los godos podían instalarse en los Balcanes (como aliados, no como ciudadanos de pleno derecho) a cambio de la prestación del servicio militar. En el 394 d.C. durante la batalla del Frígido, las tropas de Alarico pelearon por Teodosio I, pero fueron puestas en primera línea, donde básicamente sirvieron como carne de cañón para los misiles del enemigo. Las fuerzas de Teodosio I ganaron la batalla (supuestamente gracias a la asistencia divina), pero Alarico sufrió pérdidas importantes.
Pocos meses después de la batalla, Teodosio I falleció, dejando a sus dos hijos jóvenes bajo el cuidado del general Estilicón (que vivió del 359 al 408 d.C.). Así, Estilicón se convirtió en el regente del gobierno de Honorio (que reinó del 395 al 423 d.C.), el joven heredero de Teodosio I. En un intento por recobrar sus pérdidas y forzar a Roma a que reconsiderase los términos del tratado de 382 d.C., Alarico inició una serie de ataques en los Balcanes, afirmando que estos cesarían si a los godos se les proveía con granos y se les otorgaba la plena ciudadanía romana. Estilicón rechazó esta solicitud y los ataques continuaron; entretanto, Alarico envió otro mensaje pidiendo 4.000 libras de oro.
Llegados a este punto, Estilicón iba a concederle la petición, pero el Senado anuló la decisión y declaró a Alarico como un enemigo del Estado. Uno de los senadores, Olimpio, se ganó la confianza del joven Honorio y lo persuadió de que Estilicón se había aliado con Alarico. En el 408 d.C., Olimpio orquestó una masacre de los mercenarios godos que servían en el ejército romano y el propio Estilicón se contó entre las víctimas. Cansado de las maquinaciones y duplicidad romanas, en el 410 d.C., Alarico invadió y saqueó la ciudad de Roma.
Naturalmente, los romanos lo consideraron una tragedia inmensa y tuvieron dificultades para comprender cómo y por qué había sucedido. Después de todo, siempre habían hecho lo posible por cumplir su parte del trato con los dioses, pero parecía que estas deidades los habían traicionado favoreciendo a sus enemigos.En la búsqueda de encontrar algún tipo de explicación sobrenatural a la catástrofe, la secuencia práctica y terrenal de los eventos que llevaron al saqueo de Roma se ignoró por completo y la respuesta más aparente fue que había que culpar a los cristianos por haber causado la ira de los dioses al arruinar la relación de Roma con lo divino por medio de su nueva fe.
EN LA BÚSQUEDA DE ALGÚN TIPO DE EXPLICACIÓN SOBRENATURAL A LA CATÁSTROFE, LA SECUENCIA de eventos PRÁCTICos y TERRENALes QUE LLEVÓ AL SAQUEO DE ROMA se ignoró por completo.
Los paganos contra Orosio
Los paganos señalaron que los cristianos habían rechazado participar en los festivales, rechazado hacer sacrificios en honor a los dioses, hasta se burlaban de los dioses y así negaron el contrato entre los dioses y Roma provocando su ira. Señalaron que los dioses de Roma tradicionalmente habían sido bondadosos con la ciudad protegiéndola de los invasores por más de 800 años y la fe cristiana era una afrenta malagradecida a esos siglos de bondad y de amor que los dioses le habían mostrado a la ciudad. Todos los aspectos de la vida romana provenían de los dioses (desde el hogar hasta el propio Estado) y si el debido respeto y honor hubieran continuado, el saqueo de Roma nunca habría sucedido.
Orosio trató de mostrar cómo, mucho antes de que el cristianismo apareciera en la escena del mundo, importantes naciones y estados habían colapsado a pesar de que adoraban a dioses muy similares y de maneras muy similares a aquellos en Roma. Si estas naciones anteriores habían caído pese a que se entregaban a creencias y ritos religiosos politeístas, ¿por qué sería Roma una excepción? Muy lejos de que se culpara al cristianismo por la caída de Roma, lo que era mucho más probable es que la obstinación romana de negarse a aceptar la revelación de Dios a través de Jesucristo fuera la verdadera causa. Por siglos, Roma había adorado a dioses falsos y a demonios y, cuando el verdadero Dios apareció, lo habían rechazado en favor del confort de la tradición y de los falsos ídolos.
Conclusión
La obra de Orosio fue publicada alrededor de la misma época en que el cristianismo estaba ganando impulso. En el 415 d.C., no solo la filósofa pagana Hipatia de Alejandría fue asesinada en Egipto por una muchedumbre cristiana desordenada, sino que también los templos paganos y las bibliotecas fueron saqueadas. El propio Orosio alude a tales eventos en su obra, afirmando que era una pena que los libros se perdieran por el fervor de los hermanos cristianos. Cuando Roma fue saqueada, los templos paganos se estaban sustituyendo por iglesias cristianas por todo el mundo antiguo y fue por esta razón que Agustín y Orosio tuvieron que organizar una defensa para asegurarse de que el impulso continuara.
La obra Los siete libros de Historias contra los paganos se hizo popular desde su publicación y, gracias a la amistad de Orosio con Agustín y a su patrocinio, la Iglesia de la época la aceptó con facilidad como una historia «verdadera» y con el tiempo se abrió camino como la historia aceptada de la caída del Imperio romano hasta que Edward Gibbon publicó su famosa obra en seis volúmenes Historia de la decadencia y caída del Imperio romano (escrita entre 1776-1788), la cual presentaba un punto de vista de la situación completamente diferente y que ha influido desde entonces a otros historiadores para que vuelvan a evaluar la interpretación que hizo Orosio de la fuentes precedentes. Aun así, Orosio continúa siendo un escritor importante de su época y todavía se suele hacer referencia a su obra en las obras teológicas, filosóficas e históricas.
De igual importancia es el hecho de que las Historias de Orosio proveyeron a los antiguos historiadores con una guía no solo para escribir la historia, sino también para hacer los mapas. La descripción detallada que hizo Orosio del mundo antiguo suministró a los cartógrafos información muy necesaria hasta bien entrada la Edad Media y más allá. El famoso Mapamundi de Hereford (hacia 1300 d.C.) acredita a Orosio como su fuente.
Aunque se haya hablado mucho de la visión cristiana de Los siete libros de Historias contra los paganos y de La ciudad de Dios, Orosio y Agustín realmente estaban tratando de explicar un aspecto de la condición humana que todavía hoy en día molesta y confunde a la gente (de todos los credos o de ninguno): ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? Agustín admitió sin reservas que las cosas malas le suceden a todo tipo de gente (buena o mala, cristiana o pagana), todo el tiempo, y Orosio ilustró esta idea a través de sus Historias. Sin embargo, ninguno de estos dos autores pudo responder a la pregunta de por qué sufre la gente que supuestamente es buena o por qué prospera la gente que supuestamente es mala, lo mismo que nadie ha podido dar una respuesta apropiada a esa pregunta hasta el día de hoy.
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[1] Orosio. Historias. Libros I-IV. Introducción, traducción y notas de Eustaquio Sánchez Salor; asesor para la sección latina: Sebastián Mariner Bigorra; revisión por Carmen Codoñer Merino; Biblioteca Clásica Gredos, 53; Madrid: Editorial Gredos (1982), Libro I, p.81/365.https://archive.org/details/OROSIOHistoriasIIV/OROSIO%20Historias%20I-IV/page/n3/mode/2up. Consultado el 22 de octubre de 2023.
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2019, abril 03). Orosio [Orosius].
(E. S. Monterrey, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-532/orosio/
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Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 03 abr 2019. Web. 21 nov 2024.
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Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 03 abril 2019. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.