Sin la valiosa contribución de los historiadores, las generaciones posteriores apenas conocerían el pasado, tanto lo bueno como lo malo.Heródoto y Tucídides, los padres de la escritura histórica, nunca habrían escrito sus historias. Sin Plutarco no se sabría nada de las vidas y logros de muchos de los grandes griegos y romanos. Se perderían las aportaciones de las grandes civilizaciones: sumerios, egipcios y persas. Sin Arriano o Diodoro, ¿cómo conoceríamos las campañas militares de Alejandro Magno? Y, por último, sin Tito Livio, conocido simplemente como Livio (59 a.C.-17 d.C.), las luchas del pueblo romano y la creación de un imperio habrían caído en el olvido hace mucho tiempo.
Aunque pasó la mayor parte de su vida adulta en Roma, donde llegó a la edad de treinta años, Tito Livio nació en realidad en la pequeña ciudad de Patuvium, situada en el norte de Italia, la actual Padua, alrededor del año 59 a.C., y fue a su lugar de nacimiento adonde regresó para morir, en el año 17 d.C. a la edad de sesenta años. Aunque gran parte de su vida temprana está rodeada de misterio, fue en esta pequeña ciudad donde recibió su educación formal durante la época de las guerras civiles del 49 al 30 a. C. Fue en su juventud cuando comenzó a escribir obras breves de carácter histórico y filosófico, poco se sabe de su familia; estuvo casado y tuvo al menos un hijo y una hija que más tarde se casaría con un retórico llamado Lucio Mago. Aunque sólo se puede especular sobre el motivo de su viaje a Roma, fue allí donde alcanzó fama e incluso notoriedad tras la publicación de una historia de Roma en 142 volúmenes titulada Ab urbe condita o Desde la fundación de la ciudad. Se trata de una historia completa de la República romana, desde su fundación en tiempos de Eneas hasta el final de la República; pasando por los primeros años de la Roma imperial y el reinado del emperador Augusto, comprende un periodo de más de siete siglos.
Tito Livio escribió una historia de Roma en 142 volúmenes titulada Desde la fundación de la ciudad.
A diferencia de muchos historiadores de la época, Tito Livio nunca ocupó un cargo público y carecía de experiencia política o militar (algo que otros, incluidos sus contemporáneos, consideraban un defecto) y, a diferencia de muchos en su profesión, asumió el rol de historiador a tiempo completo. La obra en varios volúmenes, de la que sólo ha sobrevivido una pequeña parte (volúmenes 1 a 10 y 21 a 45), consumió su vida, pero la obra ofrece una asombrosa visión tanto del crecimiento de la República romana como de lo que él consideraba la desaparición del carácter romano. Estos volúmenes (los últimos veintidós no se publicaron hasta después de su muerte) se escribieron en una estructura anual, una pentada, y demuestran lo que un historiador vio con una perspectiva más estoica, pero que hacía hincapié en la ética, no en el fatalismo del estoicismo clásico. Aunque carecía de la visión personal de la mente de un soldado, sus obras demostraban respeto por el heroísmo visto en las victorias romanas. Tito Livio creía que el entorno histórico que rodeaba a Roma formaba a su pueblo. Para él, la historia no sólo debía informar al lector, sino también elevarlo, lo que algunos consideraban una educación moral.
Aunque la mayor parte de su obra se ha perdido, se conservan breves resúmenes o periochae de todos los libros menos de dos. El primer volumen, que cubría el período más largo (más de 200 años), comenzaba con la llegada de los troyanos a Italia y terminaba con la expulsión del rey Tarquino y los etruscos alrededor del 509 a. C. En el prefacio de este libro sentó las bases de su historia. Escribió de forma casi de disculpa:
Si la tarea que he emprendido de escribir una historia completa del pueblo romano, desde el comienzo de su existencia me recompensará por el trabajo invertido en ella, no lo sé con certeza o no, y si lo supiera, no me aventuraría a decirlo. Porque veo que ésta es una práctica antigua y común, en la que cada nuevo escritor está invariablemente convencido de que alcanzará una mayor certeza en los materiales de su narración, o superará la tosquedad de la antigüedad con la excelencia de su estilo.
Se enorgullecía de su papel como escritor de la historia de lo que él llamaba «los anales de la nación más importante del mundo». Comprendió los problemas que asolaban a Roma en los años anteriores al reinado de Augusto. Decía que tenía que cerrar los ojos:
a los males que nuestra generación ha presenciado durante tantos años, al menos mientras dedico mis pensamientos a reconstruir esos registros prístinos, libre de toda la ansiedad que puede perturbar al historiador de su propio tiempo, incluso si no puede desviarlo de la verdad.
Los libros siguientes, los que llegan hasta el número 45, recorren Roma desde los días de la creación de las Doce Tablas hasta las guerras púnicas y macedónicas. De hecho, la mayor parte de lo que se sabe sobre estas guerras se debe principalmente a la obra de Tito Livio. Los párrafos iniciales del segundo libro hablan del derrocamiento del último rey y establecen otra razón para escribir su historia:
Es de una Roma, a partir de ahora libre, de la que debo escribir la historia: de su administración civil y la conducción de sus guerras, de sus magistrados elegidos anualmente, de la autoridad de sus leyes supremas sobre todos sus ciudadanos. La tiranía del último rey hizo que esta libertad fuera aún más bienvenida, pues tal había sido el gobierno de los reyes anteriores, que no podían ser considerados inmerecidamente como fundadores de partes, al menos, de la ciudad...
Desafortunadamente, muchos de los historiadores que vinieron después de él lo criticaron por no ser un investigador original y lo calificaron como descuidado por no verificar muchos de sus hechos. Aunque utilizó varias de las fuentes disponibles en ese momento, se le tachó de mero escritor y no de verdadero estudioso. Tenía escasos conocimientos de geografía (como muchos otros autores) y dificultades con el griego, pero a su favor, hay que decir que era un maestro del arte dramático.
Para otros, la principal razón de Tito Livio para escribir su historia era ilustrar la evolución del carácter romano, las condiciones que desarrollaron o moldearon las virtudes que hicieron grandes a sus compatriotas romanos; los críticos creen que Tito Livio exageró muchos de estos valores intrínsecos. Aunque se mostraba escéptico respecto a los antiguos dioses romanos que se inmiscuían continuamente en la vida humana, reconocía el valor de la religión romana y sus rituales tradicionales. Vio cómo el descuido de esta importante institución condujo al declive de la moral romana. Desgraciadamente, Tito Livio se vio obligado a relatar no solo el auge de estos valores, sino también su deterioro.
Aunque se cree que su trato con el emperador Augusto fue muy amable, la relación de Tito Livio con él sigue siendo controvertida. Aunque la mayoría coincide en que podrían considerarse amigos, esto sólo es especulativo, ya que los libros que narran el reinado del emperador se han perdido. Se sabe por otras fuentes que Augusto llamaba a Tito Livio pompeyano en referencia a su admiración por la antigua República: Tito Livio pensaba que el senador romano Cicerón representaba lo mejor de los principios republicanos. Sin embargo, el carácter independiente de Tito Livio impidió que se le considerara un historiador de la corte. Si bien Augusto lo favorecía, Calígula lo detestaba y consideraba su escritura descuidada. Sin embargo, supuestamente, Tito Livio ejerció una enorme influencia en el futuro emperador Claudio, permitiéndole escribir sus propias historias.
A lo largo de los años, los historiadores que siguieron a Tito Livio han criticado su obra por una u otra razón. Solo cabe especular sobre qué aportarían los libros desaparecidos a nuestro conocimiento histórico. Para algunos, su historia es confusa, pues muestra una Roma en guerra constante (Cartago y Macedonia, por ejemplo) y constantemente asediada por disentimientos internos. En palabras de un historiador, para Tito Livio era una Roma creada por el favor divino obtenido mediante la piedad y la moral, pero cuando éste se perdía, sólo podía significar el desastre.
Profesional en lenguas con estudios literarios. Profesor de castellano, escritor, traductor y entusiasta de la historia. Áreas de interés: literatura, artefactos antiguos, la historia de las religiones, la astrología, la arquitectura, la historia militar y del arte.
Donald ha enseñado Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos en el Lincoln College (Normal, Illinois) y, desde que estudió a Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le encanta transmitir conocimientos a sus alumnos.
Wasson, D. L. (2014, marzo 17). Tito Livio [Livy].
(D. V. Caballero, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-552/tito-livio/
Estilo Chicago
Wasson, Donald L.. "Tito Livio."
Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 17, 2014.
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Estilo MLA
Wasson, Donald L.. "Tito Livio."
Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 17 mar 2014, https://www.worldhistory.org/livy/. Web. 23 abr 2025.
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Escrito por Donald L. Wasson, publicado el 17 marzo 2014. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.