La literatura (del latín Littera que quiere decir "letras" en referencia al conocimiento de la palabra escrita) es la obra escrita de una cultura específica, una subcultura, una religión, una filosofía o el estudio de una obra escrita tal que pueda aparecer en poesía o en prosa. La literatura en Occidente surgió en la región de Sumeria, al sur de Mesopotamia (c. 3200), en la ciudad de Uruk y floreció en Egipto, más tarde en Grecia (que importó la escritura de los fenicios) y de allí fue a Roma. Parece ser que la escritura se originó de manera independiente en China a partir de las prácticas adivinatorias y en Mesoamérica y otros lugares, también de manera independiente.
El primer escritor del mundo cuyo nombre se conoce es la suma sacerdotisa de Ur, Enheduanna (2285-2250 AEC), que escribió himnos en alabanza a la diosa sumeria Inanna. Gran parte de la literatura temprana de Mesopotamia trata de las actividades de los dioses pero, con el tiempo, el ser humano llegó a convertirse en el personaje protagonista en tales poemas como Enmerkar y el señor de Aratta y Lugalbanda y el Monte Hurrum (c. 2600-2000 AEC). A la hora de estudiarla, la literatura hoy en día se divide en las categorías de ficción o no ficción, pero en general esta es una decisión arbitraria, ya que la literatura de la antigüedad, tal y como la entendían quienes la escribían y quienes la oían hablada o cantada antes de la alfabetización, no se entendía de la misma manera que en la actualidad.
La verdad en la literatura
Las elevadas odas de Homero a la grandeza de la flota griega navegando a Troya, o el viaje de Odiseo a través de un mar oscuro como el vino eran tan reales para los oyentes como sus descripciones de la maga Circe, el cíclope Polifemo o las sirenas. Estas historias, que hoy en día se consideran mitos, entonces se consideraban como verdades sagradas, igual que lo son cualquiera de los textos de la Biblia Judeo-Cristiana o el Corán musulmán para los creyentes. Las etiquetas de ficción y no ficción son designaciones bastante recientes que se aplican a las obras escritas. En la antigüedad entendían que, a menudo, se puede aprender la verdad mediante una fábula sobre una zorra y unas uvas fuera de su alcance. La preocupación moderna por la verdad de una historia no habría preocupado a nadie que escuchara una de las fábulas de Esopo; lo que importaba era lo que la historia intentaba transmitir.
Aun así, sí que se valoraba la exactitud al recoger acontecimientos reales (tal y como demuestran las antiguas críticas del recuento de los hechos del historiador Heródoto). Las primeras obras literarias tenían a menudo un enfoque didáctico y un propósito religioso subyacente, o a menudo obvio, como por ejemplo en la obra sumeria Enuma Elish de 1120 AEC, o la Teogonía del escritor griego Hesíodo del siglo VIII AEC.
Una de las primeras obras literarias conocidas es la Epopeya de Gilgamesh de c. 2150 AEC de sumeria/babilonia, que trata temas como el heroísmo, el orgullo, la nacionalidad, la amistad, la decepción, la muerte y la búsqueda de la vida eterna. Que "pasara realmente" o no lo que sucede en la historia de Gilgamesh no tenía importancia para el escritor ni para el oyente. Lo que importaba era lo que podía entender la audiencia de la historia.
El mejor ejemplo de esto es un género conocido como la Literatura Naru de Mesopotamia, en el que aparecen figuras históricas en medio de argumentos ficticios. Las obras más conocidas de este género incluyen La maldición de Agade y La leyenda de Cutha, en ambas de las cuales aparece el rey acadio Naram-Sin (r. 2261-2224 AEC), nieto de Sargón de Acadia (r. 2334-2279 AEC, padre de Enheduanna). Ambas obras presentan a un Naram-Sin que se comporta de una manera que contradice las evidencias físicas y otros escritos más fácticos. Sin embargo, el propósito de la literatura Naru no era relatar lo que pasó "realmente", sino enfatizar un argumento moral, cultural y religioso.
Ejemplos de la literatura antigua
Los Textos de las Pirámides de Egipto, que también se consideran literatura, hablan del viaje del alma a la otra vida en el Campo de Juncos y estas obras, a diferencia de la literatura naru de Mesopotamia, presentaban este tema como verdadero. La cultura religiosa egipcia se basaba en la realidad de la otra vida y el papel que jugaban los dioses en el viaje eterno de cada uno, del que la vida terrenal no era sino una parte. La Iliada de Homero narra la famosa guerra de diez años entre los griegos y los troyanos, mientras que la Odisea narra el viaje de regreso del gran héroe Odiseo a su casa después de la guerra, a su amada esposa Penélope de Ítaca, y esto, al igual que las otras obras mencionadas, reforzaba los valores culturales sin importar lo que hubiera pasado o dejado de pasar en la guerra de Troya.
Muchos hoy en día consideran que la historia bíblica del Libro del Éxodo (1446 AEC) es una verdad histórica, pero puede que en un principio la intención fuera que se interpretase como la liberación de la esclavitud en un sentido espiritual, ya que se escribió para empoderar a los adoradores de Yahweh, animarlos a resistir las tentaciones de los pueblos nativos de Canaán, y elevaba la percepción propia de la audiencia como el pueblo elegido de un dios todopoderoso.
El Cantar de los Cantares (c. 950 AEC) de la escrituras hebreas del Tanak, inmortalizan el amor apasionado entre un hombre y una mujer (interpretado por los cristianos, mucho más tarde, como la relación entre Cristo y la iglesia, aunque esta interpretación no está respaldada en ningún sentido por el texto original) y el aspecto sagrado de tal relación. La épica india del Mahabharata (c. 800-400 AEC) narra el nacimiento de la nación, mientras que el Ramayana (c. 200 AEC) cuenta la historia del gran rescate de Rama de su esposa Sita, secuestrada por el malvado Ravna. Las obras encontradas en la biblioteca del rey asirio Asurbanipal (647-627 AEC) recogen los actos heroicos de los dioses y diosas y las luchas y los triunfos de los heroicos reyes de la antigua Mesopotamia, tales como Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh. El experto Samuel Noah Kramer señala que las primeras obras sumerias, y de hecho la cultura sumeria en su totalidad, es bien recibida en la actualidad en varios niveles, y esto es especialmente evidente en la literatura. Kramer dice:
Sigue siendo evidente en la ley mosaica y el proverbio salomónico, en las lágrimas de Job y el lamento de Jerusalén, en la triste historia del Dios-hombre moribundo, en la cosmogonía de Hesíodo y en el mito hindú, en la fábula de Esopo y el teorema euclidiano, en el signo zodiacal y el diseño heráldico. (5)
Originalidad en la literatura antigua
La mayoría de las primeras obras fueron escritas con la métrica poética que el escritor había oído repetida una y otra vez y, por lo tanto, datar obras como la Enuma Elish o la Odisea es difícil ya que se acabaron poniendo por escrito muchos años después de que se compusieran oralmente. El sumo valor que ponen los lectores y críticos actuales en la "originalidad" de la literatura era algo desconocido en la antigüedad. La idea misma de otorgar ningún respeto a una obra de la imaginación de un individuo ni siquiera se le habría ocurrido a nadie en la antigüedad. Las historias interpretan las hazañas de los grandes héroes, de los dioses, las diosas, de la creación, como ocurre en Hesíodo y Homero.
Había tanto respeto por lo que hoy llamamos "no ficción" que Geoffrey de Monmouth (1100-1155 EC) afirmó que su famosa Historia de los Reyes de Bretaña (que se inventó en gran medida) era realmente una traducción de un texto anterior que había "descubierto" y Sir Thomas Malory (1405-1471 EC), el famoso autor de La Muerte de Arturo, negó que hubiera añadido nada original en la obra que recopiló de escritores anteriores, aunque hoy en día es obvio que añadió mucho al material original que utilizó.
Esta tradición literaria de atribuir una obra original a fuentes anteriores, aparentemente con más autoridad, tiene un ejemplo famoso en los evangelios del Nuevo Testamento cristiano de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, ya que aunque muchos creyentes los entienden como testimonios de testigos presenciales del ministerio de Jesús, fueron escritos mucho más tarde por autores desconocidos que eligieron nombres asociados con la iglesia temprana.
La literatura abarca formas tales como la poesía, el teatro, la prosa, el folclore, la épica, la narrativa personal, la historia, la biografía, la sátira, los diálogos filosóficos, los ensayos, las leyendas y mitos, y más. Los Diálogos de Platón, aunque no fueron los primeros en combinar temas filosóficos con una estructura dramática, fueron los primeros en hacer que el drama sirviera a la causa de la investigación filosófica. Otros escritores posteriores se inspiraron en estas obras tempranas (tal y como Virgilio haría al componer la Eneida, basada en la Iliada y la Odisea de Homero, entre 30-18 AEC) y la tradición de tomar cosas prestadas duró hasta la época de Shakespeare (1564-1616 EC) y continúa en la actualidad.