Vesta era la diosa del hogar, la casa y la vida doméstica en la religión romana (identificada con la diosa griega Hestia). Era la primogénita de los titanes Crono y Rea y, como los demás, fue engullida por su padre. Cuando su hermano Júpiter (el Zeus griego), que logró escapar del apetito de su padre, liberó a sus hermanos, Vesta fue la última en ser liberada (porque fue la primera tragada) y por eso se la considera tanto la más vieja como la más joven de los dioses. Era muy bella y atrajo la atención tanto de Apolo como de Neptuno, que lucharon por su mano. Sin embargo, Vesta los rechazó a ambos y rogó a Júpiter que le permitiera permanecer siempre virgen. Cuando Júpiter consintió, Vesta se sintió complacida y cuidó de su casa y su hogar, identificándose así con la vida doméstica pero, sobre todo, con la tranquilidad doméstica.
El fuego del hogar de los antiguos romanos no solo era esencial para cocinar los alimentos y calentar el agua, sino que también servía como lugar de reunión para la familia y, con el tiempo, se asoció con el espíritu de esa familia en particular reunida alrededor de ese hogar en particular. La palabra latina para "hogar" es focus, que del inglés se puede traducir al español como "enfoque", y que también conforma expresiones que refieren a centros o actividades de interés. El hogar en Roma era sin duda un centro de actividad y el fuego que ardía allí era muy importante. Los sacrificios a los dioses del hogar se hacían junto al fuego y se arrojaban a las llamas. Cuando se salía de casa en un viaje de negocios, o incluso de vacaciones, se llevaba algo del fuego del hogar para mantenerlo cerca incluso cuando se estaba fuera. Además, la dificultad de hacer o transportar el fuego hacía que el hogar que ardía constantemente fuera un elemento vital en el hogar, así como en los edificios estatales. Vesta, por tanto, junto con los espíritus domésticos de los Penates, Panes y Lares, era una diosa venerada en todos los estratos de la sociedad romana, ya que se pensaba que literalmente "mantenía el fuego del hogar encendido" desde el apartamento más modesto hasta la villa más grandiosa.
En el santuario de Vesta en el Foro Romano constantemente ardía un fuego atendido por las Vírgenes Vestales. El fuego se renovaba anualmente el 1 de marzo (que originalmente era el año nuevo romano) y el santuario no estaba abierto al público, salvo durante las fiestas de Vesta (del 7 al 15 de junio, conocidas como Vestalia), cuando las matronas podían visitarlo descalzas y con humildad. Cuando terminaban las Vestalia se realizaba una ceremonia de barrido del santuario y se consideraba un momento de mala suerte y de malos presagios hasta que los residuos se arrojaban al río Tíber o a un lugar determinado acordado en la ciudad. Las Vírgenes Vestales debían permanecer castas durante todo su mandato como servidoras de Vesta y el castigo por no hacerlo era ser enterradas vivas o, en una excepción, que se les vertiera plomo fundido por la garganta.
Vesta siempre es representada como una mujer completamente vestida acompañada de su animal favorito, el asno. Como Vesta era la diosa del hogar, también era la diosa patrona de los panaderos de la ciudad y, como el asno hacía girar la piedra de molino para moler el trigo para el pan, el animal se asoció estrechamente con la diosa. También se la representa con frecuencia sosteniendo una tetera (símbolo del hogar) y también flores cortadas (símbolo de la domesticidad). Al igual que la diosa Bastet en la creencia egipcia, Vesta prestaba un servicio especial a las mujeres, pero era popular entre ambos sexos. Era la proctectora de Roma, ya que cuidaba y mantenía los hogares de cada uno de sus ciudadanos. De todas las deidades romanas, solo Vesta tenía el honor de contar con un clero a tiempo completo dedicado exclusivamente a sus ritos.
Las Vírgenes Vestales mantenían el fuego sagrado en su templo y atendían su hogar en agradecimiento a su caridad y cuidado del pueblo. Fueron disueltas en el año 394 d.C. por el emperador Teodosio I, que también prohibió el culto a Vesta junto con los demás dioses de los paganos y cerró las escuelas y los templos. Tras casi mil años de observancia en Roma, el fuego sagrado de Vesta se extinguió y la nueva fe cristiana instituyó sus propios rituales.