Sargón de Acadia, que reinó de 2334 a 2279 a.C. fue el rey del Imperio acadio de Mesopotamia, el primer imperio multinacional de la historia, que unificó los diversos reinos de la región bajo una autoridad central. Hoy en día también es igual de famoso como padre de la gran poeta y sacerdotisa Enheduanna (2285-2250 a.C.), la primera escritora de la historia que se conoce por nombre.
Sargón (también conocido como Sargón el grande, Shar-Gani-Sharri, y Sarru-Kan, que quiere decir "rey verdadero" o "rey legítimo") fue el hijo ilegítimo de una "mujer cambiada", lo que podría referirse a una sacerdotisa del templo de la diosa Inanna (cuyo clero era andrógino) y, según la Leyenda de Sargón (una tablilla de cuneiforme que dice ser su biografía), nunca conoció a su padre. Su madre no podía revelar su embarazo, o quedarse con el bebé, así que lo dejó ir en un cesto en el río Éufrates, donde fue encontrado por un hombre llamado Akki, un jardinero de Ur-Zababa, el rey de la ciudad sumeria de Kish. A pesar de un origen así de humilde, Sargón ascendería y llegaría a conquistar toda Mesopotamia.
El Imperio acadio fue la primera entidad política en hacer un uso extensivo y eficiente de la burocracia y la administración a gran escala, asentando las bases para los futuros gobernantes y reinos. Su historia fue conocida durante mucho tiempo por toda Mesopotamia, donde con el tiempo se lo acabó considerando el hombre más grande que jamás hubiera vivido, celebrado mediante historias gloriosas hasta el Imperio persa, junto con su nieto, Naram-Sin.
El historiador Paul Kriwaczek resume el impacto de Sargón en las generaciones posteriores de Mesopotamia diciendo que "durante al menos 1500 años tras su muerte, Sargón el Grande, fundador del Imperio acadio, fue considerado como una figura semisagrada, el santo patrón de todos los imperios posteriores del reino de Mesopotamia" (111). Aun así, de dónde proviene, o incluso su verdadero nombre, se desconocen.
Juventud y ascenso al poder
"Sargón" no era su nombre de pila, sino el nombre que eligió él al ascender al trono. Es un nombre semítico, no sumerio, por lo que en general se acepta que era semita. No se sabe nada a ciencia cierta del nacimiento de Sargón ni de sus primeros años. De hecho, a pesar de que su nombre era de los más famosos en la antigüedad, en la edad moderna fue un desconocido hasta 1870, cuando el arqueólogo Sir Henry Rawlinson publicó la Leyenda de Sargón que había encontrado en la biblioteca de Asurbanipal en sus excavaciones en Nínive en 1867. La Leyenda de Sargón dice:
Mi madre fue una cambiante, a mi padre no lo conocí,
El hermano de mi padre amaba las colinas,
Mi hogar estaba en las tierras altas, donde crecen las hierbas.
Mi madre me concibió en secreto, me dio a luz escondida.
Me puso en un cesto de juncos,
Selló la tapa con brea.
Me echó al río, pero este no me tragó,
Las aguas me llevaron a Akki, el que sacaba el agua del río.
Me sacó a mí cuando metía su jarra en el agua,
Me tomó como a su hijo, me crio,
Me hizo su jardinero. (Bauer, 95)
Akki adoptó al niño y lo crio como a su propio hijo. Sargón fue adquiriendo importancia en la corte y se convirtió en el copero del rey. La historiadora Susan Wise Bauer apunta que, "los coperos de la antigüedad no eran simples mayordomos. Las inscripciones sumerias no describen las labores de los coperos, pero en Asiria, no mucho tiempo después, el copero era el segundo después del rey" (97).
En su calidad de copero, Sargón tenía la confianza del rey, pero esta fue puesta a prueba cuando un rey cercano, Lugalzagesi de Umma, se lanzó en una campaña de conquista de la región. La antigua Mesopotamia, al igual que la antigua Grecia, estaba salpicada de muchas ciudades-estado pequeñas que luchaban entre ellas por la tierra fértil y el agua.
Lugalzagesi de Umma condujo a su ejército a través de la región de Sumeria, conquistando las ciudades-estado una tras otra, unificándolas todas bajo su mandato. Sería el primer rey sumerio en conseguirlo a gran escala; y el último rey sumerio antes del ascenso de Acadia. Parece que previamente había acordado dejar en paz a Kish, pero tras conquistar Uruk, decidió avanzar sobre Kish. Bauer escribe que "Ur-Zababa, al enterarse de que el ejército conquistador se dirigía a la ciudad, se asustó tanto que 'se mojó las piernas'" (97). Sospechaba de Sargón y, aunque no parece haber prueba alguna que justificara sus sospechas del copero, decidió mandarlo a Lugalzagesi, aparentemente con una oferta de paz.
No se sabe si Ur-Zababa incluyó o no en el mensaje nada sobre términos y condiciones; lo que sí se sabe es que el mensaje pedía a Lugalzagesi que matara a Sargón al recibirlo. Sea por la razón que fuere, Lugalzagesi se negó a cumplir con la petición, y en vez de ello invitó a Sargón a unirse a él. Juntos, marcharon sobre Kish y tomaron la ciudad fácilmente. Ur-Zababa escapó y se ocultó.
No está claro qué es lo que pasó después exactamente debido a las muchas leyendas que surgirían en torno a la vida y el reinado de Sargón a lo largo de los siglos. Es posible que en aquel momento tuviera una aventura con la mujer de Lugalzagesi o que fuera enviado a una misión que Sargón convertiría en la primera batalla de su propia conquista de la región. Pasara lo que pasase entre él y Lugalzagesi, se volvieron enemigos tan rápido como se habían hecho aliados.
Sargón avanzó sobre Uruk y la conquistó. Lugalzagesi marchó con su ejército de Kish a luchar contra Sargón, y fue derrotado. Entonces, Sargón lo encadenó, le ató una cuerda al cuello y lo llevó a la ciudad de Nippur, dedicada al dios Enlil a quien Lugalzagesi se había confiado, y lo obligó a marchar humillado por la puerta de Enlil. Sargón eligió para sí a la diosa Ishtar (Inanna) como protectora divina y, con Ur-Zababa y Lugalzagesi fuera de su camino, se proclamó rey de Kish y sometió rápidamente la región de Sumeria.
Campañas militares y la creación del imperio
Cuando Sargón derrocó a Lugalzagesi y se hizo con el poder, se hizo con un reino ya unificado que podía usar como ventaja en las campañas militares para establecer el primer imperio de toda Mesopotamia. Puede que a esto también lo ayudara su propia leyenda, que establecía sus orígenes humildes. Al igual que en épocas posteriores y en otras culturas, hasta la actualidad, la distinción de clases en las ciudades sumerias había llevado a un resentimiento creciente entre la clase baja contra la élite. Los ciudadanos más ricos podían tomar toda la tierra que quisieran, y las clases bajas siempre se sentían marginadas.
La historia del origen humilde de Sargón como jardinero habría resultado atractiva para un gran número de sumerios de la clase trabajadora, que puede que lo vieran como un libertador y un reformista. Sin embargo, inmediatamente después de ascender al poder, las ciudades-estado y las élites que las gobernaban no aceptaron a Sargón con gracia y sumisión; se rebelaron contra el nuevo gobernante y lo obligaron a demostrar su legitimidad como rey a través del poderío militar.
Tras conquistar Sumeria, construyó una ciudad nueva o bien renovó una antigua, Acadia (también conocida como Agadé), en las orillas del río Éufrates. Esto rompía radicalmente con el precedente ya que antes el rey de una ciudad existente conquistaba otra por la gloria de su ciudad y los recursos que esta nueva conquista traería. Sin embargo, Sargón no conquistaba por ninguna ciudad, sino por sí mismo, y una vez que tuvo el control de la zona, fue entonces cuando construyó su propia ciudad para disfrutar de los beneficios de la conquista. No contento con lo que había conseguido hasta entonces, se lanzó a una nueva campaña. Bauer escribe:
Con la llanura de Mesopotamia bajo su dominio, Sargón se dispuso a construir un imperio que se extendiera más allá de Mesopotamia. Lideró a sus soldados en una campaña tras otra: "Sargón, el rey de Kish," dice una de sus tablillas, "triunfó en treinta y cuatro batallas". Cruzó el Tigris y se apoderó de la tierra de los elamitas. Se abrió camino hacia el norte luchando, hasta la ciudad de Mari, que capturó, y luego siguió avanzando, adentrándose en la tierra de otra tribu semítica, más agreste y nómada que los propios acadios, los amorreos, que abarcaban la tierra al oeste del mar Caspio. Siguiendo con sus campañas subiendo por el Tigris, llegó a la pequeña ciudad norteña de Ashur, que conquistó... Después siguió con sus incursiones más al norte y afirmó su gobierno en la ciudad, también pequeña, de Nínive... Puede que Sargón llegara a invadir incluso Asia Menor. (101)
Puede que también conquistara Chipre, y afirma que llegó al mar Mediterráneo y que envió barcos hasta la India para comerciar. Marchó por toda Mesopotamia conquistando una ciudad-estado tras otra y expandió su imperio hasta el Líbano y los montes Tauro en Turquía y luego siguió más allá. Instauró la práctica militar de combinar diferentes tipos de fuerzas de batalla en formaciones más flojas que permitían una mayor movilidad y adaptabilidad en el campo de batalla, cosa que se convertiría en el estándar hasta la época de Alejandro Magno. Barrió el país con su ejército hasta que hubo formado el primer imperio del mundo. Kriwaczek escribe:
Por supuesto, ya había habido héroes mesopotámicos antes. Los famosos reyes de la temprana Uruk, como Gilgamesh y su padre Lugalbanda, eran los protagonistas de una serie de cuentos fantásticos e historias de hechos sorprendentes que se convertirían en los pilares del canon literario sumerio, historias que fueron copiadas y vueltas a copiar en las escuelas de escribas y los scriptorium de los palacios durante siglos, a veces milenios. Pero estos pertenecen a la edad mitológica más que a las leyendas heroicas; hablan de relaciones íntimas con los dioses, de batallas con terribles monstruos, la búsqueda de la inmortalidad y de aventuras extraordinarias e increíbles. Con la llegada de Sargón, sus hijos y sus nietos, las historias se vuelven no necesariamente más creíbles, pero sí están centradas en el aquí y el ahora, la vida terrenal. (113)
El Imperio acadio
Formar un imperio es una cosa, pero mantenerlo operativo es otra muy distinta. Aun así, Sargón demostró ser tan hábil en la administración como lo había sido en la conquista militar. Para poder mantener su presencia en todo el imperio, Sargón situó estratégicamente a sus hombres de confianza en puestos de poder en varias ciudades. Los "Ciudadanos de Acadia", como los llama un texto babilónico posterior, eran los gobernadores y los administradores de más de 65 ciudades diferentes.
Una de sus inscripciones dice: "Desde el mar superior hasta el mar inferior, los hijos de Acadia poseían el gobierno de sus ciudades" y Bauer apunta cómo, "En su reino, los sumerios pronto se encontraron viviendo como forasteros en sus propias ciudades... Cuando Sargón se apoderaba de una ciudad, esta se convertía en un baluarte acadio, con oficiales acadios y tropas acadias (99). Sargón, al instalar funcionarios de confianza, hizo que las distintas regiones quedaran más estrechamente bajo su control.
También fue inteligente al nombrar a su hija, Enheduanna, como Suma sacerdotisa de Inanna en Ur, y a través de ella parece que pudo manipular los asuntos religiosos, políticos y culturales desde la sombra. Enheduanna está reconocida hoy en día como la primera escritora del mundo que se conoce por nombre propio, y por lo que se sabe de su vida, parece que fue una administradora muy hábil y poderosa, además de sus dotes literarias.
La estabilidad que trajo este imperio dio lugar a la construcción de caminos, mejoró el regadío, amplió la esfera de influencia en el comercio y trajo también desarrollo en las artes y las ciencias. El Imperio acadio creó el primer sistema postal, por el cual las tablillas de arcilla inscritas en la escritura cuneiforme acadia se envolvían en sobres externos de arcilla marcados con el nombre y la dirección del recipiente y el sello del remitente. Estas cartas no podían ser abiertas excepto por la persona a la que iban dirigidas, porque no había manera de abrir el sobre de arcilla sin romperlo, lo que aseguraba la privacidad en la correspondencia.
Sargón también estandarizó los pesos y medidas para su uso en el comercio y los negocios, inició un sistema de impuestos que era justo con todas las clases sociales, y empezó numerosos proyectos de construcción tales como la restauración de Babilonia (que, según algunas fuentes, fundó él, aunque esta afirmación ha sido cuestionada repetidamente). También creó, entrenó y equipó a un ejército a tiempo completo, al menos en la ciudad de Acadia, donde, tal y como dice una inscripción, 5400 soldados "comían pan cada día" con el rey. Mientras que este no parece ser el tipo de ejército profesional creado posteriormente por el rey asirio Tilgath Pileser III, ya que parece que ni se mantenía todo el año ni estaba en un estado casi constante de movilización, era un gran avance en comparación con los ejércitos del pasado, llenos de reclutas reacios.
Aun con estas mejoras en las vidas de los ciudadanos de Mesopotamia, el pueblo se reveló igualmente contra el gobierno acadio. A lo largo de su vida Sargón seguiría encontrándose revueltas cuando las ciudades-estado volvían a afirmar su autonomía y se levantaban contra el imperio. Sin embargo, a medida que fueron pasando los siglos, las dificultades que tuvieran con el gobierno de Sargón fueron olvidadas y lo único que se recordaba eran los logros heroicos de la "edad dorada" de los acadios. Durante los siguientes 3000 años los babilonios contarían las historias de los reyes que se sublevaron contra Sargón de Acadia y de sus gloriosas victorias, citando las palabras del propio Sargón de su supuesta autobiografía:
A la avanzada edad de 55 años, todas las tierras se sublevaron contra mí y me asediaron en Agadé, pero el león viejo todavía tenía garras y colmillos; salí a la batalla y los derroté: Los tiré por tierra y destruí sus enormes ejércitos. Ahora, cualquier rey que quiera suponerse mi igual, dondequiera que yo fuera, ¡déjalo ir!
Según la lista de reyes sumeria, Sargón reinó 56 años, y murió ya viejo de causas naturales. Si ya durante su reinado su pueblo lo consideraba mítico, la muerte le otorgó un estatus casi divino. Kriwaczek escribe:
Hasta entonces, la civilización se basaba en la creencia de que la humanidad había sido creada por los dioses para sus propios fines. Las ciudades, los depósitos de la civilización, eran fundaciones divinas, tras haber empezado, según creemos, como centros de peregrinación sagrados. Cada ciudad era la creación y el hogar de un dios específico. Es como si la "vida real" era la que vivían los dioses en el reino divino mientras que lo que ocurría aquí abajo en la tierra era básicamente un espectáculo menor irrelevante. La época de Sargón y Naram-Sin alteró todo esto, reenfocó la atención sobre la esfera humana e introdujo una nueva concepción del sentido del universo: un sentido en el que la gente, en vez de los dioses, era el principal sujeto de la historia de Mesopotamia. Ahora, la humanidad era la que estaba al mando. Los hombres, y las mujeres, se convirtieron en los gobernantes de su propio destino. Ciertamente, la gente seguía siendo devota, seguía haciendo sacrificios en los templos, ofreciendo libaciones, llevando a cabo los ritos e invocando los nombres de los dioses a cada oportunidad. Pero la devoción de esta época tenía un gusto diferente. (119)
Leyenda y legado
Las leyendas que surgieron en torno a Sargón y su dinastía todavía se escribían, copiaban y representaban en los últimos días del Imperio asirio (612 a.C.), y la famosa cabeza de cobre de Sargón, encontrada en Nínive en 1931, y que deja clara su importancia para los asirios, es una de las obras de arte mesopotámicas más fácilmente reconocibles. La historia del bebé que es abandonado en un cesto en el río, y que después es encontrado por la nobleza, crece y se convierte en un gran líder de su pueblo, la usó de manera muy efectiva el escriba hebreo que la tomó prestada para escribir el libro bíblico del Éxodo y la historia del héroe Moisés.
La de Sargón es la historia de un héroe que surge de un origen desconocido para salvar a su pueblo. Es dudoso que aquellos que vivieron bajo su reinado lo vieran como esa clase de salvador teniendo en cuenta la cantidad de rebeliones que tuvo que apaciguar; pero para aquellos que vinieron después, los que vivieron durante la ocupación de los guti (descritos por el estudioso Samuel Noah Kramer como desmoralizadores, destructivos y "una horda despiadada y barbárica"), él y su dinastía representaban la edad gloriosa de los reyes heroicos que había quedado atrás.
Se cree que las historias de Sargón inspiraron a los sumerios a sublevarse y deshacerse del opresivo gobierno de los guti en torno a 2046 a.C. Bajo los reyes sumerios Utu-Hegal y Ur-Nammu, los guti fueron expulsados de Sumeria, lo que permitió el surgimiento del llamado Renacimiento sumerio (2047-1750 a.C.). Los grandes reyes sumerios del Periodo Ur III, Ur-Nammu (que reinó de 2047 a 2030 a.C.) y Shulgi de Ur (que reinó de 2029 a 1982 a.C.) ambos crearon su imagen pública a partir de las de Sargón y Naram-Sin.
Tras la muerte de Sargón, el imperio pasó a su hijo Rimush, que se vio obligado a soportar lo mismo que su padre y a acabar con las revueltas que cuestionaban su legitimidad. Rimush reinó durante nueve años y, cuando murió, el gobierno pasó a manos del otro hijo de Sargón, Manishtusu, que reinó durante los siguientes quince años. A pesar de que ambos hijos gobernaron bien, el punto álgido del Imperio acadio llegó con el nieto de Sargón, Naram-Sin. Durante su reinado el imperio creció y perduró más allá de los límites que incluso Sargón había alcanzado. Tras su muerte, su hijo Shar-Kali-Sharri se convirtió en gobernante, y con él el imperio empezó a desmoronarse cuando las ciudades-estado se fueron separando para formar sus propios reinos independientes.
Shar-Kali-Sharri llevó a cabo una guerra casi continua contra los elamitas, los amorreos y los guti invasores mientras intentaba mantener el imperio unificado, pero al final acabó cayendo. La invasión guti ha sido la causa más comúnmente nombrada del colapso del imperio acadio y de la edad oscura de Mesopotamia que le siguió, y esta es ciertamente la opinión de los escritores mesopotámicos que retrataron a los guti como destructores de la civilización.
Sin embargo, los estudios recientes sugieren que más probablemente fue el cambio del clima lo que causó una hambruna y puede que una disrupción del comercio, debilitando así el imperio hasta el punto de que el tipo de invasiones y revueltas que en el pasado se habían detenido fácilmente, ahora ya no se podían manejar con la misma eficacia. La hambruna se menciona en una obra posterior conocida como La maldición de Agadé (escrita en torno a 2047-1750 a.C.), que habla de la destrucción de Acadia por voluntad de los dioses. Ya fuera por la hambruna, una invasión, la ira de los dioses o todo ello, la ciudad de Acadia cayó, los grandes reyes desaparecieron y el imperio pasó a formar parte de las leyendas que se contarían, escribirían y copiarían hasta que las historias de lo que había sido una vez se convirtieron en todo lo que quedaba del Imperio acadio de Sargón el Grande.