Tutmosis III

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 20 julio 2017
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Thutmose III (by Tjflex2, CC BY-NC-ND)
Tutmosis III
Tjflex2 (CC BY-NC-ND)

Tutmosis III (o Tutmose III, que reinó de 1458-1425 a.C.) fue el sexto rey de la Dinastía XVIII de Egipto, uno de los líderes militares más grandes de la Antigüedad y uno de los monarcas más efectivos e impresionantes de la historia de Egipto. Su nombre regio, Tutmosis, significa "Thot ha nacido", mientras que su nombre de nacimiento, Menkhperre, significa "Eternas son las manifestaciones de Ra".

Ambos nombres hacen referencia a deidades importantes del antiguo Egipto: Thot era el dios de la escritura y la sabiduría y Ra el dios supremo del sol. Tutmosis III era hijo de Tutmosis II y una esposa menor llamada Iset. Tutmosis II (que reinó de 1492-1479 a.C.) estaba casado con la reina Hatshepsut (que reinó de 1479-1458 a.C.), hija real de Tutmosis I (1520-1492 a.C.) y una mujer poderosa que ostentaba el cargo de Esposa del dios de Amón.

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Cuando Tutmosis II se murió, Hatshepsut se convirtió en regente de Egipto porque Tutmosis III era aún muy joven para gobernar. Se suponía que debía mantener esta posición, pero en vez de eso se autoproclamó faraón y gobernó de manera independiente. Cuando Tutmosis III se hizo mayor y demostró ser capaz, recibió el mando de las fuerzas armadas de su madrastra, una elección que ella no lamentaría ya que demostró ser un estratega militar excepcional y un líder carismático. Hoy en día se suele hablar de él como el "Napoleón de Egipto", pero a diferencia de Napoleón, Tutmosis III nunca perdió una sola batalla, expandió y conservó su imperio y su pueblo lo siguió adorando siglos después de su muerte.

Juventud con Hatshepsut y ascenso al poder

Tutmosis III nació en torno a 1481 a.C. y solo tenía tres años cuando su padre murió y Hatshepsut fue nombrada regente y después monarca. Creció en la corte real de Tebas, la capital durante la mayor parte del Imperio Nuevo de Egipto (en torno a 1570 - en torno a 1069 a.C.). Aunque no existe mucha documentación sobre su vida en esta época, en general durante el Imperio Nuevo se hacía un gran hincapié en el desarrollo físico y militar de los príncipes porque se esperaba que algún día reinaran sobre un imperio en expansión.

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Por tanto, Tutmosis III habría pasado mucho tiempo en la escuela, haciendo gimnasia y aprendiendo tácticas y estrategias militares. Probablemente fue de acompañante en las primeras expediciones de Hatshepsut ya que era una práctica común que los faraones enseñaran a sus sucesores sobre la guerra desde una edad temprana. Durante esta época, Tutmosis III desarrolló sus habilidades en el tiro con arco, la hípica, el combate cuerpo a cuerpo y la habilidad atlética. No cabe duda de que el entrenamiento militar era su prioridad, pero su educación fue mucho más allá de las tácticas de batalla y el uso de armas: su reinado posterior deja claro que era un hombre muy culto y sofisticado que tenía presente el valor de las culturas más allá de las fronteras de Egipto, que reconocía la importancia del arte y de la música y que sentía un gran respeto por la vida humana.

Statue of King Thutmose III
Estatua del rey Tutmosis III
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Mientras estaba creciendo, su madrastra reinó sobre uno de los periodos más prósperos de la historia de Egipto. Tras las campañas iniciales para afianzar su posición no hubo ninguna más a lo largo de todo el reinado de Hatshepsut y el ejército solo se desplegó en tropas pequeñas para proteger las expediciones comerciales y para mantener las fronteras. Sin embargo, no permitió que el ejército permaneciera inactivo o se debilitara, tal y como demuestra la rapidez con la que Tutmosis III pudo movilizar y liderar a los ejércitos una vez llegó al poder.

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Puede que Hatshepsut casara a su hija Neferu-Ra con Tutmosis III para garantizar la sucesión, pero no parece que, una vez terminada la niñez, pasara demasiado tiempo en la corte. El orientalista James Henry Breasted ha sugerido que probablemente estuvo viviendo con los soldados desde una edad temprana para no molestar a Hatshepsut y demostrarle que era útil para su reinado. Era bastante común que los monarcas se deshicieran de príncipes nobles a los que percibían como una amenaza y Tutmosis III muestra la suficiente ambición como para haber sido vulnerable.

El hecho de que, antes del fin de su reinado, Hatshepsut pusiera al mando de sus ejércitos demuestra que sus planes salieron bien. Hatshepsut murió en 1458 a.C., y con ello también su reinado, tras lo cual Tutmosis III ascendió al trono. Ella había mantenido un control extremo de las fronteras y las provincias egipcias, pero a su muerte los reyes de los Estados de Canaán y Siria, controlados por Egipto, se rebelaron. A Tutmosis III no le interesaba negociar y ciertamente no iba a dejar que estas provincias se marcharan del imperio sin más, así que se preparó para su primera campaña militar.

Campañas militares

Durante su tiempo como faraón Tutmosis III dirigió con éxito 17 campañas militares en 20 años. Ordenó que se inscribieran los detalles de sus victorias en el templo de Amón en Karnak y ahora están considerados como la documentación más extensa que existe de las campañas militares del antiguo Egipto. La primera, la batalla de Megido, es la más famosa y también es la que se describe con la narrativa más rigurosa. Sus campañas posteriores pierden esa rigurosidad y no ofrecen tantos detalles; aparecen más como listas de botines que como narrativas de las victorias del rey.

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Durante su tiempo como faraón Tutmosis III dirigió con éxito 17 campañas militares en 20 años.

No está claro el motivo del declive de la narrativa, pero la afirmación que hacen algunos estudiosos de que indica una cohesión mayor del Estado en el que las listas pragmáticas de artículos son más importantes que la narración de la victoria de un faraón es insostenible; hay varias narrativas del mismo estilo en los siglos después del reinado de Tutmosis III, principalmente de Ramsés II (que reinó de 1279-1213 a.C.) sobre la batalla de Qadesh y Ramsés III (que reinó de 1186-1155 a.C.) sobre su victoria contra los pueblos del mar. La explicación más razonable de la brevedad de las inscripciones posteriores es sencillamente que el escritor de la narración de Megido había muerto.

La historia de la batalla de Megido la escribió el secretario personal de Tutmosis III, el escriba militar y general Tjaneni (o Thanuny, en torno a 1455 a.C.), que estuvo con él durante el acontecimiento. Tjaneni llevaba un diario en un rollo de cuero que más tarde se depositaría para la posteridad en el templo de Amón en Tebas y que Tutmosis III admiraba tanto que ordenó grabar la narrativa en las paredes del templo, así como en las de otros templos por todo Egipto.

Tjaneni ofrece una descripción detallada de Tutmosis III como un comandante en jefe totalmente consciente de sus habilidades y las de sus tropas y completamente seguro de la victoria. En el pasaje más famoso del relato, el faraón convoca una conferencia con los empleados más importantes para hablar sobre las órdenes de marchar a Megido y les dice que tomarán el estrecho camino desde Aruna, por el que el ejército tendrá que marchar en fila india, en vez de cualquiera de los demás caminos, más anchos y fáciles de recorrer.

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Los generales objetan diciendo que saben que el enemigo los está esperando en el paso a las llanuras de Megido desde el camino de Aruna y la retaguardia todavía estará pasando mientras la vanguardia ya está luchando con el enemigo. Tutmosis III escucha su consejo, pero no está de acuerdo y les dice que ellos pueden ir por el camino que quieran pero que él irá con su ejército por el camino de Aruna e irá al frente. Después de esto, los generales aceptan seguirlo por donde él quiera.

Esta decisión de ir por el camino de Aruna era característica de la resolución de Tutmosis III de seguir el camino que consideraba mejor a pesar de las dificultades. Los ejércitos lo habrían tenido más fácil en otros caminos, especialmente si se tiene en cuenta que en el camino de Aruna tenían que desmantelar y transportar los carros de guerra y de suministros, pero habrían pagado por ello con el elemento sorpresa que Tutmosis III reconoció que era esencial.

Temple of Karnak, Wars of Thutmose III
Templo de Karnak, guerras de Tutmosis III
Michael Lusk (CC BY-NC-SA)

Al final, el enemigo no estaba esperándolos al final del camino de Aruna sino en dos caminos más fáciles por los que esperaban que pasase Tutmosis III para marchar con un ejército tan grande. Nadie se esperaba que pasara con su ejército por lo que era básicamente un camino de cabras. Tras dejar que el ejército descansara una noche, ordenó atacar a la mañana siguiente, liderando desde el frente, y expulsó a sus oponentes del campo de batalla. Después el informe detalla que el ejército, encantado con la victoria, reunió los tesoros de los caídos en vez de perseguir a los supervivientes y tomar la ciudad. Eso le costó la victoria completa a Tutmosis III en el campo de batalla aquel día porque le dio a la gente de Megido el tiempo necesario para preparar sus defensas.

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Aun así, Tutmosis III fue a la ciudad, la rodeó con un foso y una empalizada y la asedió durante siete u ocho meses hasta que se rindió. Ofreció unos términos muy generosos, no ejecutó a ninguno de los líderes de la revuelta, y básicamente hizo que prometieran que no volverían a incitar una rebelión. Después se volvió a su ejército y regresó a casa con un motín enorme que consiguió de la campaña, y solo paró para recoger las cosechas y llevarlas de vuelta a Egipto.

En Megido, también inició una política que seguiría a lo largo de todas sus campañas de llevar a los hijos de los reyes derrotados de vuelta a Egipto para educarlos como egipcios. Estos niños se mantenían como rehenes para garantizar el buen comportamiento de sus padres, pero recibían todo el respeto debido a la realeza, vivían en el palacio y tenían muchas libertades. Cuando llegaban a la edad adulta, se les permitía regresar a casa porque habían pasado la juventud en Egipto y apoyaban la cultura egipcia y los intereses del Estado cuando ascendían a puestos de poder.

La victoria de Tutmosis III en Megido le otorgó el control del norte de Canaán, desde donde lanzaría su campaña a Siria para tomar Qadesh. Hizo campaña contra Mitanni y erigió una estela en el río Éufrates conmemorada en su inscripción de Karnak conocida como el Himno de victoria de Tutmosis III. Sus campañas nubias fueron igual de exitosas y para su 50º año había expandido las posesiones de Egipto más allá que cualquiera de sus predecesores e hizo al país más rico de lo que lo había sido desde el principio de la Dinastía IV del Imperio Antiguo de Egipto (c. 2613- 2181 a.C.).

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Mecenas de las artes

A pesar de este éxito, su reinado no solo se centró en las conquistas militares ya que también se puede apreciar su mecenazgo de las artes. Tutmosis III encargó construir más de 50 templos, numerosas tumbas y monumentos y contribuyó más al templo de Amón en Karnak que cualquier otro faraón. De hecho, sus renovaciones y adiciones al templo de Karnak se cuentan entre las más importantes porque preservan los nombres de reyes anteriores cuyos monumentos eliminó en alguna ocasión para hacer renovaciones y proporcionan una narrativa de sus propias campañas e iniciativas que han demostrado ser extremadamente importantes para los eruditos que estudian la cultura.

Temple of Amun, Karnak
Templo de Amón, Karnak
Dennis Jarvis (CC BY-SA)

Las técnicas artísticas y la experimentación alcanzaron nuevas cotas con Tutmosis III. La fabricación de cristal se conocía desde hacía siglos, pero se perfeccionó en esta época hasta el punto de poder hacer recipientes para beber. Las estatuas eran más realistas, no estaban tan idealizadas, una tendencia que había comenzado en el Imperio Medio de Egipto (2040-1782 a.C.), pero se abandonó en favor de un idealismo tradicional en el arte establecido durante el Imperio Antiguo. Tutmosis III se representa como un hombre alto y guapo en excelente condición física, algo que se considera una representación realista primero porque todas las representaciones son uniformes y segundo porque las representaciones de otros, que también son consistentes están lejos de ser halagadoras.

Sus artesanos produjeron algunas de las mejores obras de la historia de Egipto, incluidas tumbas decoradas con pinturas intricadas y columnas además de contribuir con los enormes pilonos de Karnak. Siguiendo el respeto de Egipto por la naturaleza y el amor por la misma, alentó la construcción de parques y jardines públicos, creó lagos y estanques para el ocio y disfrute de la gente y tenía jardines privados plantados tanto en torno a su palacio como en el templo de Karnak.

Desfiguración de los monumentos de Hatshepsut

Su sensibilidad artística y el respeto por los demás contrastan con una política que se le atribuye casi universalmente: la profanación de los monumentos de Hatshepsut en un intento de borrar su nombre de la historia. Los estudiosos están divididos sobre cuándo ocurrió durante su reinado, pero ciertamente no fue en los primeros años. Ocurriera cuando ocurriese, el nombre y las imágenes de Hatshepsut se eliminaron de todos los monumentos públicos, así como del exterior y algunas partes interiores de su templo mortuorio en Deir el-Bahri.

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Borrar el nombre de una persona equivalía a condenarla a la inexistencia: la persona tenía que ser recordada para poder continuar en su viaje eterno por la otra vida. Además, también creían que el difunto necesitaba sustento a diario en forma de ofrendas de comida y bebida en su tumba donde se conservaba el cuerpo momificado y las estatuas que lo representaban le permitían al alma visitar y disfrutar de estas ofrendas. Los llamados Textos de execración del antiguo Egipto dejan claro que eliminar el nombre de una persona solo estaba justificado si esta había cometido una ofensa grave, pero no hay pruebas de que Hatshepsut cometiera tal crimen.

Temple of Hatshepsut, Aerial View
Templo de Hatshepsut, vista aérea
N/A (CC BY)

Lo más probable es que Tutmosis III ordenara esta eliminación para evitar que Hatshepsut constituyera un modelo para mujeres futuras que aspirasen a gobernar. El puesto de monarca en Egipto tradicionalmente lo ocupaban los hombres y, al asumir el poder, Hatshepsut se había desviado de esta práctica. Creían que el primer rey de Egipto había sido el dios Osiris, que fue asesinado por su hermano Set y devuelto a la vida por su hermana y esposa Isis. Después lo sucedió su hijo Horus, que derrotó a Set, retomó el trono y restableció el orden en el país. Los reyes se asociaban con Horus durante su reinado y con Osiris, que se había convertido en el Señor de los muertos, en la otra vida; en esta narrativa no había lugar para una mujer con el poder supremo.

El valor cultural central del antiguo Egipto era el ma'at, el equilibrio o armonía, que dependía en gran medida de atenerse a las tradiciones. Los antiguos egipcios se suelen representar como un pueblo conservador por este motivo: alejarse de la tradición podía dar lugar a la pérdida de estabilidad y equilibrio y el regreso del caos primordial. Era responsabilidad del faraón mantener el ma'at y esa fue probablemente la motivación de Tutmosis III para erradicar el nombre de Hatshepsut.

Retrasó la fecha de su reinado para eliminar cualquier prueba de que la reina gobernó alguna vez Egipto y sustituyó algunas de sus imágenes en su templo mortuorio con las suyas propias. Destruyeron todos sus monumentos públicos, especialmente los de Karnak, y los sustituyeron con los de Tutmosis III, aunque en algunos otros sitios solo borraron su nombre. Tutmosis III fue tan minucioso que el nombre de Hatshepsut quedó olvidado y su reinado prácticamente desconocido hasta principios del siglo XIX d.C. Los reyes posteriores de Egipto creían que el hermoso templo de Hatshepsut en Deir el-Bahri había sido construido por Tutmosis III, y muchos afirmarían que los impresionantes monumentos de la reina eran realmente suyos.

En esencia, Tutmosis III creó él solo el imperio de Egipto.

Se ha sugerido que Tutmosis III no tuvo nada que ver con estas acciones y que fueron perpetradas por su hijo y sucesor, Amenhotep II (r. 1425-1400 a.C.), a finales del reinado de Tutmosis III o al principio del suyo propio. Aunque sin duda es una posibilidad, no parece probable porque, para la época de Amenhotep II, Tutmosis III ya había ordenado eliminar las obras de Hatshepsut en Karnak y sustituirlas con las suyas propias. Además, la imagen y el nombre de Hatshepsut se dejó intacto en el interior de su templo mortuorio.

Si Amenhotep II, que nunca conoció a Hatshepsut, estaba intentando borrarla de la historia, es poco probable que hubiera dejado resto alguno de su memoria. El hecho de dejar su nombre y su imagen intactas lejos de la mirada pública sugiere que Tutmosis III solo tenía la intención de mantener la tradición del faraón masculino en la historia de Egipto pero que no le deseaba ningún mal a su madrastra.

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Cuando murió de causas naturales en torno a 1425 a.C. lo enterraron en su propio templo mortuorio junto al de Hatshepsut en Deir el-Bahri. Aunque básicamente había reclamado el templo de ella como suyo propio, no habría querido que su lugar de descanso eterno se encontrara tan cerca al suyo si hubiese creído realmente que se merecía la inexistencia.

Conclusión

El desafortunado resultado de esta acción es que, desde el redescubrimiento de Hatshepsut, se habla más de Tutmosis III por haber erradicado la memoria de la reina que por sus muchos logros y su magnífico reinado. En esencia, Tutmosis III creó él solo el imperio de Egipto. Elevó la reputación de Egipto como una nación próspera y poderosa, dio trabajo al pueblo en sus proyectos monumentales y fue el ejemplo vivo del ideal del valiente rey guerrero egipcio que lideró a sus ejércitos en una victoria tras otra.

El respeto por los enemigos derrotados y el trato compasivo que les mostraba hicieron que Tutmosis III fuera respetado más allá de las fronteras de su propio país. Estableció un imperio que abarcaba desde el río Éufrates en Mesopotamia, pasando por Siria y el Levante, hasta Nubia en la Quinta catarata del Nilo.

Aunque no cabe duda de que los habitantes de estas tierras habrían preferido la independencia, prosperaron bajo su reinado gracias a la paz que estableció y mantuvo gracias a su habilidad militar y diplomática. En todos los aspectos Tutmosis III representó el faraón ideal para su pueblo y su recuerdo ha durado hasta nuestros días como uno de los reyes más grandes del antiguo Egipto.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no solo es cofundador de World History Encyclopedia, sino que también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2017, julio 20). Tutmosis III [Thutmose III]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-660/tutmosis-iii/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Tutmosis III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación julio 20, 2017. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-660/tutmosis-iii/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Tutmosis III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 20 jul 2017. Web. 03 mar 2025.

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