Según la leyenda, la Antigua Roma fue fundada por dos hermanos y semidioses, Rómulo y Remo, el 21 de abril del 753 a.C. La leyenda afirma que durante una discusión sobre quién gobernaría la ciudad (o, en otra versión, dónde estaría situada), Rómulo asesinó a Remo y nombró la ciudad tras sí mismo. Esta historia de la Fundación de Roma es la más conocida, pero no la única.
Otras leyendas afirman que la ciudad fue nombrada en honor a una mujer, Roma, quien viajó con Eneas y otros sobrevivientes de Troya, después de la caída de la ciudad. Al desembarcar en las orillas del río Tíber, Roma y las otras mujeres se opusieron al deseo de los hombres de seguir avanzando. Ella lideró a las mujeres en la quema de los navíos troyanos y, de manera efectiva, dejó varados a los sobrevivientes troyanos en el lugar que eventualmente se convertiría en Roma. Eneas de Troya aparece en esta leyenda y también, notoriamente, en la Eneida de Virgilio, como el fundador de Roma y ancestro de Rómulo y Remo, uniendo así a Roma con la grandeza y el poder que tuvo alguna vez Troya.
Otras teorías sobre el nombre de la famosa ciudad sugieren que viene de Rumon, el antiguo nombre del río Tíber, y fue simplemente un nombre dado al pequeño centro comercial establecido en sus orillas, o que el nombre derivó de una palabra Etrusca que pudo haber designado uno de sus asentamientos.
Roma temprana
Originalmente un pueblo pequeño en las orillas del río Tíber, Roma creció en tamaño y fuerza desde temprano a través del comercio. La ubicación de la ciudad proporcionó a los comerciantes una vía fluvial por la que mover sus bienes. La ciudad fue gobernada por siete reyes, desde Rómulo hasta Tarquinio, a medida que crecía en tamaño y poder. La cultura y civilización griega, la cual llegó a Roma desde las colonias griegas en el sur, proporcionó a los primeros romanos un modelo a seguir para construir su propia cultura. De los griegos tomaron prestados la educación y la religión, así como los fundamentos de la arquitectura.
Los Etruscos, al norte, dieron un modelo de comercio y lujo urbano. Etruria estaba igual de bien ubicada para el comercio y los primeros romanos o aprendieron las habilidades comerciales de los etruscos o estas fueron enseñadas directamente por estos, quienes incursionaron en el área alrededor de Roma en algún momento entre el 650 y el 600 a.C. (aunque su influencia se sintió desde mucho antes). El alcance del papel que jugó la civilización etrusca en el desarrollo de la cultura y sociedad romana es debatido, pero parece no haber duda de que tuvo un impacto significativo en una etapa temprana.
Desde el inicio, los Romanos demostraron talento para tomar prestadas y mejorar las habilidades y los conceptos de otras culturas. El Reino de Roma creció rápidamente de un pueblo comerciante a una ciudad próspera entre los siglos VIII y VI a.C. Cuando el último de los siete reyes de Roma, Tarquinio el Soberbio, fue depuesto en el 509 a.C., su rival por el poder, Lucio Junio Bruto, reformó el sistema de gobierno y estableció la República Romana.
Guerra y expansión
Aunque la ciudad debía su prosperidad al comercio en sus primeros años, sería la guerra la que haría a Roma una poderosa fuerza en el mundo antiguo. Las guerras con la ciudad norteafricana de Cartago (conocidas como las Guerras púnicas, 264-146 a.C.) consolidaron el poder de Roma y ayudaron a la ciudad a crecer en riqueza y prestigio. Roma y Cartago eran rivales por el comercio del Mediterráneo occidental y, con Cartago derrotada, Roma sostuvo una dominancia casi absoluta de la región; aunque aún habían incursiones de piratas, que impidieron el completo control romano del mar.
Mientras la República Romana crecía en poder y prestigio, la ciudad de Roma empezó a sufrir los efectos de la corrupción, codicia y la dependencia en mano de obra esclava. Bandas de romanos desempleados, sin trabajo por la afluencia de esclavos traídos gracias a las conquistas territoriales, se ofrecieron como matones para cualquier rico senador que les pagara. La élite adinerada de la ciudad, los patricios, se volvió más adinerada que nunca a expensas de la clase trabajadora, los plebeyos.
En el siglo II a.C., los hermanos Graco, Tiberio y Gayo, dos tribunos romanos, lideraron un movimiento en pro de una reforma agraria y política en general. Aunque ambos fueron asesinados por esto, sus esfuerzos estimularon reformas legislativas y se redujo la corrupción desenfrenada del Senado romano (o al menos los senadores se volvieron más discretos con sus actividades corruptas). Para el momento del Primer Triunvirato, tanto la ciudad como la República de Roma estaban en pleno florecimiento.
La República
Aún así, Roma se encontró dividida entre clases. La clase dominante se llamaba así misma optimates (los hombres excelentes), mientras que las clases bajas, o quienes simpatizaban con estas, eran conocidas como los populares (el pueblo). Estos nombres se aplicaron simplemente a aquellos que tenían cierta ideología política; no eran partidos políticos, tampoco eran todos los gobernantes optimates ni las clases bajas populares.
En general, los optimates se sostuvieron con valores, políticos y sociales, tradicionales que favorecían el poder del Senado romano, y el prestigio y superioridad de la clase gobernante. Los populares favorecieron la reforma y democratización de la República romana. Estas ideologías opuestas chocarían notoriamente en la forma de tres hombres que, sin saberlo, provocarían el fin de la República.
Marco Licinio Craso y su rival político, Cneo Pompeyo Magno (Pompeyo el Grande) se unieron con otro joven político, Cayo Julio César, para formar lo que los historiadores modernos llaman el Primer Triunvirato de Roma (aunque los romanos de la época nunca usaron el término, ni siquiera los tres hombres que lo componían). Craso y Pompeyo mantenían una línea política optimate, mientras que César era un populare.
Los tres hombres eran ambiciosos por igual y, compitiendo por el poder, pudieron vigilarse mutuamente mientras ayudaban a hacer a Roma próspera. Craso era el hombre más rico de Roma, tan corrupto al punto de forzar a ciudadanos adinerados a pagarle dinero de "seguridad". Si el ciudadano pagaba, Craso no quemaría su casa, pero si el dinero no llegaba, el incendio empezaría y Craso cobraría una tarifa para enviar hombres a apagarlo. Aunque el motivo detrás de estas brigadas de bomberos estaba lejos de ser noble, Craso creó efectivamente el departamento de bomberos que eventualmente se probaría valioso para la ciudad.
Tanto Pompeyo como César eran grandes generales quienes, a través de sus respectivas conquistas, habían hecho rica a Roma. Aunque fuese el hombre más rico de Roma (e incluso se ha argumentando que de la historia romana), Craso anhelaba el mismo respeto que la gente le concedía a Pompeyo y César por sus éxitos militares. En el 53 a.C., Craso lideró una fuerza considerable contra Partia y fue derrotado en la Batalla de Carras, en la Turquía moderna, donde fue asesinado cuando las negociaciones de tregua se rompieron.
Con Craso muerto, el Primer Triunvirato se desintegró y Pompeyo y César se declararon la guerra el uno al otro. Pompeyo trató de eliminar a su rival a través de medios legales y logró que el Senado ordenara que César fuese a Roma para ser juzgado por diversos cargos. En vez de volver a la ciudad con humildad para enfrentar estos cargos, César cruzó el río Rubicón con su ejército en el 49 a.C., entrando en Roma a la cabeza de este.
Se negó a responder por los cargos y se concentró en eliminar a Pompeyo como rival. Pompeyo y César se encontraron en la Batalla de Farsalia en Grecia, en el 48 a.C., donde el ejército numéricamente inferior de César venció a Pompeyo. El mismo Pompeyo huyó a Egipto, esperando encontrar refugio, pero fue asesinado a su llegada. Las noticias de la gran victoria de César contra números abrumadores en Farsalia se extendieron rápidamente y muchos antiguos amigos y aliados de Pompeyo prontamente se pusieron del lado de César, creyendo que estaba favorecido por los dioses.
Hacia el Imperio
Ahora, Julio César era el hombre más poderoso de Roma. Terminó efectivamente el período de la República al hacerse proclamar dictator por el Senado. Su popularidad entre la gente era enorme y sus esfuerzos para crear un gobierno estable y central significaron una inmensa prosperidad para la ciudad de Roma. Fue asesinado por un grupo de Senadores en el 44 a.C., precisamente, por estos logros.
Los conspiradores, Bruto y Casio entre ellos, temían que César se volviese muy poderoso y eventualmente aboliera el Senado. Después de su muerte, su mano derecha y primo, Marco Antonio, se unió en armas con el sobrino y heredero de César, Cayo Octavio Turino (Octaviano) y el mejor amigo de César, Marco Emilio Lépido, derrotando las fuerzas de Bruto y Casio en la Batalla de Filipos en el 42 a.C.
Octaviano, Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato, pero como en el primero, estos tres hombres eran igual de ambiciosos. Lépido fue neutralizado cuando Antonio y Octaviano decidieron que debería gobernar Hispania y África, manteniéndolo así fuera del juego de poder de Roma. Se decidió también que Octaviano gobernaría las tierras romanas en el Occidente y Antonio en el Oriente.
Sin embargo, la relación de Antonio con la reina egipcia Cleopatra VII, trastornó el equilibrio que Octaviano había esperado mantener y los dos fueron a la guerra. Las fuerzas combinadas de Antonio y Cleopatra fueron derrotadas en la Batalla de Actium, en el 31 a.C. Los dos se suicidaron después. Octaviano emergió como el único poder en Roma. En el 27 a.C. le fueron otorgados poderes extraordinarios por el Senado y tomó el nombre de Augusto, el primer Emperador de Roma. Los historiadores coinciden con que este es el punto en el que la historia de Roma termina y la del Imperio Romano comienza.