Constantino I

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Donald L. Wasson
por , traducido por David Sanjuan
Publicado el 19 abril 2013
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, griego, italiano, portugués
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Constantine I (by Mark Cartwright, CC BY-NC-SA)
Constantino I
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Constantino I, también conocido como Constantino el Grande, fue emperador romano desde el 306 d.C. hasta el 337 d.C. El emperador Diocleciano (284-305 d.C.), tras considerar que el Imperio romano era demasiado grande para que un solo hombre pudiera gobernarlo debidamente, lo dividió en dos, creando una tetrarquía o gobierno de cuatro. Mientras él gobernaba, como "augusto", la parte este desde Nicomedia, con Galerio como su "césar", Maximiano y Constancio Cloro (o el Pálido) gobernaban la parte oeste. Iba a ser el hijo de Constancio, Constantino, quien un día se alzaría para derrotar a todos los aspirantes al trono y reunificar el dividido imperio, y trasladaría la capital lejos de la vieja Roma para construir una nueva capital oriental, una capital que un día llevaría su nombre: Constantinopla.

Primeros años

Aunque las fuentes difieren respecto al año exacto de su nacimiento, Constantino (Gaius Flavius Valerius Constantius) nació en Naissus, en la actual Serbia, entre el 272 d.C. y el 285 d.C. Dado que su padre era no solo comandante militar, sino también césar de Occidente, Constantino vivió toda su infancia en la corte imperial, en la que terminó sirviendo como oficial de alto rango al servicio de Diocleciano. Ya en su juventud, aquellos a su alrededor veían en Constantino a un hombre de desbordante energía. Bajo la tutela del emperador, aprendió que la labor de un gobernante era la de defender el Imperio de cualquier poder extranjero y la de crear una sociedad justa y organizada, lo que Constantino llevaría a la práctica cuando el mismo se convirtió en emperador.

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En mayo del 305, tanto Diocleciano como Maximiano abdicaron de su trono de emperador en favor de Galerio en el Este (con Maximino Daya como césar) y de Constancio en el Oeste (con Falvius Valerius Servius como césar). No todos se mostraron conformes con esos nombramientos. Majencio, hijo de Maximiano, y Constantino se sintieron traicionados, ya que ambos se creían merecedores de ser nombrado césar. Estas omisiones nunca se llegarían a olvidar y terminarían desembocando en una larga y amarga lucha por el control de las dos mitades del Imperio. Tras la abdicación de Diocleciano, Galerio (en un intento de aplacar los sentimientos enconados) permitió que el defraudado Constantino regresara a Occidente en el año 306 para servir a las órdenes de su padre. Antes de que, en julio del 306 en York, Constancio sucumbiera a la leucemia (razón por la que se le llamaba "el Pálido"), Constantino tuvo la ocasión de luchar con su padre en Britania contra los pictos. Fue en Britania donde el recién nombrado augusto recibió por segunda vez el título de "Britannicus Maximus".

TRAS LA MUERTE DE SU PADRE, CONSTANTINO SIGUIÓ FORJÁNDOSE LA REPUTACIÓN DE HOMBRE CAPAZ DE ACTUAR CON RAPIDEZ Y DETERMINACIÓN.

Tras la muerte de su padre, Constantino siguió forjándose la reputación de hombre capaz de actuar con rapidez y determinación al atacar a los francos en el año 307. Fue entonces cuando demostró que podía actuar sin clemencia al matar a dos reyes francos arrojándolos a las fieras en el anfiteatro de Tréveris (Augusta Treverorum). Sin embargo, también se podía mostrar compasivo, como cuando devolvió a la Iglesia los bienes que le habían sido confiscados anteriormente. Poco a poco, se ganó el respeto del ejército, demostrándoles a sus hombres, incluso a los más veteranos y experimentados, que podían confiar en él.

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Con la muerte de Constancio y el buen resultado de la guerra en Britania, muchos esperaban que Constantino fuera nombrado nuevo emperador de Occidente; sin embargo, Severo II (césar y amigo íntimo de Galerio) fue ascendido al cargo, a pesar de la alegación de que Constancio había nombrado augusto a su hijo en su lecho de muerte. Al margen del decreto oficial, Constantino fue declarado augusto por sus hombres. Galerio, no obstante, se negó a reconocer esta declaración y se nombró a sí mismo césar. Para que no lo obviaran de nuevo, Majencio, que ya había sido desdeñado en el año 305, ignoró tanto a Galerio como a Constantino y se declaró a sí mismo augusto en octubre del 307. Con el apoyo del pueblo de Roma y de la Guardia Pretoriana, se hizo con el control de Sicilia, Córcega, Cerdeña y partes del norte de África. A la postre, hasta seis hombres diferentes terminarían reclamando el control de Occidente.

Debido a su amistad con Galerio, tanto Constantino como su cuñado Majencio desconfiaban de Severo y, para derrotar al nuevo augusto, se aliaron con el antiguo augusto Maximiano y aunaron fuerzas contra Severo. Por desgracia para Severo, que había recibido órdenes de frenar a Majencio, su ejército, que había sido sobornado por este último, lo traicionó. Temeroso por su vida, huyó a Rávena, pero terminó siendo capturado y asesinado en las afueras de Roma. Su muerte incitó a Galerio a invadir Occidente con su ejército, pero fracasó en su intento. En el 308 se constituyó una nueva tetrarquía (con el auspicio de Diocleciano) con Licinio (un oficial del ejército ilirio y amigo de Galerio) como nuevo augusto y con Constantino, que conservó su cargo de césar. Para mayor confusión, Maximiano (que había estado viviendo en la corte de Constantino como consejero) abandonó su retiro en el año 310 y se presentó como nuevo augusto, afirmando que Constantino había muerto. Constantino, que había estado ausente luchando contra los francos, fue a darle caza en las afueras de Marsella (la ciudad le había denegado el auxilio) y, presa de la desesperación, Maximiano se ahorcó.

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Mientras tanto, la posición de Majencio en Roma estaba debilitándose. Había perdido popularidad entre los ciudadanos de Roma, a los que había cobrado impuestos abusivos para construir una nueva basílica y una gran estatua de sí mismo. Como resultado de su desprecio por el pueblo, se produjeron diversos disturbios, que solo terminaron después de la matanza de varios miles de romanos. Constantino observó pacientemente cómo el Imperio de Occidente empezaba a autodestruirse y, entonces, reunió un ejército de cuarenta mil hombres, cruzó los Alpes e invadió Italia.

Arch of Constantine I
Arco del triunfo de Constantino I
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Constantino se convierte en emperador

Con escaso apoyo en la ciudad, Majencio abandonó Roma para medirse con Constantino en una última y crucial batalla: la batalla del Puente Milvio en el 312. Se cuenta que, la víspera de la batalla, Constantino miró al cielo y vio una cruz de luz. Debajo figuraba la inscripción "In Hoc Signo Vinces" o "Con este signo, vencerás". Esa noche, durante un sueño, recibió la explicación de la señal: Jesucristo se le apareció diciéndole que llevara el signo de la cruz a la batalla. Al día siguiente, las antiguas pancartas se sustituyeron por unas nuevas que exhibían el símbolo cristiano. Aunque estaba en inferioridad numérica, Constantino derrotó fácilmente a Majencio, que huyó de vuelta a Roma; sin embargo, antes de alcanzar la ciudad, cayó al río y se ahogó; su cuerpo fue descubierto a la mañana siguiente entre el de muchos otros cadáveres. Los historiadores consideran la conversión de Constantino al cristianismo como un punto de inflexión en la historia: la fusión de Iglesia y Estado. Constantino se hizo inmediatamente con el control absoluto de Occidente. Como nuevo augusto de Occidente, marchó hacia Roma; una de sus primeras acciones fue promulgar el Edicto de Milán, que declaraba la tolerancia de todas las religiones (más adelante lo firmaría también Licinio).

Galerio estaba ejerciendo como emperador de Oriente, con Maximino Daya como césar. Después de que Galerio muriera de cáncer (en su lecho de muerte anuló todos los edictos anticristianos), Maximino y Licinio se enfrentaron por el control de Oriente para finalmente terminar repartiéndose esa parte del Imperio: Licinio se quedó con los Balcanes, mientras que Maximino se quedó con Asia Menor y las provincias orientales. Este acuerdo no duraría demasiado y, en el año 313, se enfrentaron en las llanuras de Tracia. Al igual que Constantino en el puente Milvio, Licinio luchó bajo el signo de la cruz; sin embargo, no lo hizo por su fe, sino únicamente para ganarse el favor de los cristianos, ya que su rival, Maximino, había prometido exterminarlos. A pesar de estar en desventaja numérica, Licinio se alzó con la victoria y, tras el suicidio de Maximino, se hizo con el control de Oriente. Para asegurarse su derecho al trono sin impedimentos, ejecutó inmediatamente a los hijos de Galerio y Severo, a la familia de Maximino e incluso a la hija de Diocleciano.

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Entre Licinio y Constantino existía una frágil tregua, en parte porque Licinio se había casado con Constancia, hermanastra de Constantino. En su primer duelo en el campo de batalla, en octubre del 316, Constantino lo derrotó en Cibalis. Una segunda batalla cerca de Adrianópolis terminó con la cesión a Constantino de tierras en los Balcanes. Durante los años posteriores, la actitud de Licinio hacia los cristianos cambió y se produjeron tanto ejecuciones como la destrucción de varias iglesias cristianas. Eso fue suficiente para motivar a Constantino a reunir un ejército y derrotar a Licinio en una segunda batalla en Adrianópolis. El comandante derrotado abandonó el campo de batalla y escapó hacia el Bósforo. En septiembre del 324, Licinio fue definitivamente derrotado en Crisópolis y se rindió. Licinio tenía la esperanza de volver a la vida civil como ciudadano común, lo que, en un principio, Constantino le concedió, pero este último luego se desdijo y lo mandó ahorcar en el año 325; incluso su hijo de nueve años fue ejecutado. La victoria de Constantino reunificaría el Imperio.

Bizancio

A sus 52 años, Constantino era ahora el único emperador del Imperio y, con ello, se recuperó la sensación de estabilidad. Constantino vio que la vieja Roma no era la ciudad que él deseaba para ser su capital y, a pesar de los diversos edificios que fundó, estaba en decadencia. Roma dejó de ser práctica (Constantino incluso disolvió la Guardia Pretoriana) y Nicomedia nunca se llegó a contemplar como opción, ya que había sido la capital de Diocleciano. Se necesitaba una nueva capital y, aunque pensó en los terrenos de la antigua Troya, Constantino terminó encontrando lo que buscaba: Bizancio. La vieja ciudad estaba situada en una posición estratégica en la margen europea del estrecho del Bósforo, por lo que controlaría el tráfico hacia y desde el mar Negro. También disponía de un puerto excelente (el Cuerno de Oro) y, por tanto, podía defenderse fácilmente.

Para reconstruir la ciudad que tenía en mente, trajo artesanos y recursos de todo el imperio. Había anchas avenidas con estatuas de Alejandro, César, Augusto, Diocleciano y, naturalmente, Constantino. Reconstruyó las murallas y construyó cisternas, iglesias cristianas, como la iglesia de Santa Irene, y templos paganos. Se trataba de una capital cristiana que, al mismo tiempo, seguía siendo clásica. En el año 330, la ciudad se inauguró oficialmente.

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Map of Byzantine Constantinople
Mapa de la Constantinopla bizantina
Cplakidas (CC BY-SA)

Constantino y el cristianismo

Durante los años que pasó luchando en la parte occidental del Imperio, Constantino siempre se mostró tolerante tanto con los paganos como con los cristianos (afirmaba ser cristiano desde el año 312). Su madre Helena era una devota cristiana y, después de erigirse emperador, Constantino la envió en peregrinación a Tierra Santa, donde ella había hecho construir la iglesia de la Natividad en Belén. Aunque en su juventud había adorado al dios Sol, y si bien algunos aseguran que no se bautizó hasta estar en su lecho de muerte, dio todas las muestras de ser un devoto cristiano. Muchos historiadores incluso le consideran el artífice de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial del Imperio (aunque otros atribuyen este hecho al emperador Teodosio), a pesar de que en sus monedas figuraban los símbolos paganos del Sol Invictus y de Marte. Aunque toleraba ciertos ritos paganos, la libertad religiosa tenía límites: se prohibieron los sacrificios paganos, se confiscaron los tesoros de los templos, los combates de gladiadores dejaron de celebrarse (a los cristianos no les gustaban), se abolieron las crucifixiones y se promulgaron leyes contra la inmoralidad sexual y la prostitución ritual.

En el 325, Constantino invitó a clérigos de todo el imperio al Concilio de Nicea, en el que hizo un llamamiento a la unidad. El resultado de la conferencia no fue solo una condena del arrianismo, sino también la promulgación del credo niceno, que definía de lo que significaba ser cristiano. Un año después, en el 326, la fe religiosa de Constantino se puso a prueba cuando hizo ejecutar a su propio hijo Crispo (de su primera esposa Minervina), que había sido acusado falsamente de adulterio. Según las fuentes, la segunda esposa de Constantino, Fausta, acusó a Crispo, que había luchado junto a su padre y gobernado las provincias occidentales, porque estaba enamorada de él, pero este la había rechazado. Ella se terminaría suicidando más adelante al demostrarse que las acusaciones habían sido falsas. Constantino se arrepintió de su decisión durante el resto de su vida.

Muerte

Constantino el Grande se mantuvo en su función de comandante militar y luchó contra los alamanes en el 328 con la colaboración de su hijo Constancio II, derrotó a los godos en el 332 después de obligarlos a rendirse por falta de alimentos y, finalmente, recuperó territorios que se habían perdido en Dacia (territorios que se volverían a perder tras su muerte). Su último deseo fue conquistar la vecina Persia, después de que su rey Sapor II invadiera Armenia. Sin embargo, no pudo ser. En el 337, Constantino enfermó y murió. Había gobernado durante 31 años. Fue enterrado en la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla y su imperio quedó en manos de sus tres hijos: Constantino II, Constancio II y Constante. Constancio II terminaría derrotando a sus hermanos y gobernando todo el Imperio en solitario.

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Bibliografía

  • Brownworth, L. Lost to the World. Three Rivers Press, 2009
  • Hill, D. Ancient Rome: From the Republic to the Empire. Parragon Books, 2007

Sobre el traductor

David Sanjuan
Traductor, profesor de español y antiguo bibliotecario interesado en la historia y la divulgación.

Sobre el autor

Donald L. Wasson
Donald impartió clases de Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos, en el Lincoln College (Normal, Illinois) y desde que comenzó a estudiar sobre Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le ilusióna transmitir conocimientos a sus alumnos.

Cita este trabajo

Estilo APA

Wasson, D. L. (2013, abril 19). Constantino I [Constantine I]. (D. Sanjuan, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-699/constantino-i/

Estilo Chicago

Wasson, Donald L.. "Constantino I." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. Última modificación abril 19, 2013. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-699/constantino-i/.

Estilo MLA

Wasson, Donald L.. "Constantino I." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 abr 2013. Web. 30 dic 2025.

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