Delfos era un importante santuario religioso de la antigua Grecia, sagrado para el dios Apolo. Situado en el monte Parnaso, cerca del golfo de Corinto, albergaba el famoso oráculo de Apolo, que ofrecía predicciones crípticas y orientación tanto a ciudades-estado como a individuos. Además, Delfos era también la sede de los Juegos Píticos panhelénicos. Delfos es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Mitología y orígenes
El emplazamiento se asentó por primera vez en la época micénica, a finales de la Edad de Bronce (1500-1100 a. C.), pero adquirió su significado religioso a partir del 800 a. C. aproximadamente. El nombre original del santuario era Pytho, por la serpiente que se cree que Apolo mató allí. Las ofrendas votivas de este periodo incluyen pequeñas estatuas de arcilla (las más antiguas), estatuillas de bronce y trípodes de bronce ricamente decorados.
Para los griegos, Delfos era considerada el centro del mundo, ya que en la mitología Griega Zeus soltaba dos águilas, una hacia el este y otra hacia el oeste, y Delfos era el punto en el que se encontraban tras rodear el mundo. Este hecho estaba representado por el omphalos (u ombligo), una piedra en forma de cúpula que se encontraba fuera del templo de Apolo y que también marcaba el lugar donde Apolo mató a la Pitón.
El oráculo de Apolo
El oráculo de Apolo en Delfos era famoso en todo el mundo griego e incluso más allá. El oráculo (la Pitia o sacerdotisa) respondía a las preguntas que le hacían los visitantes que deseaban ser guiados en sus acciones futuras. El proceso era largo, normalmente duraba un día entero y solo se realizaba en determinados días del año. En primer lugar, la sacerdotisa realizaba varias acciones de purificación, como lavarse en el cercano Manantial de Castalia, quemar hojas de laurel y beber agua bendita. A continuación se sacrificaba un animal, normalmente una cabra. Luego, la parte que buscaba consejo ofrecía un pelanos (una especie de pastel) antes de que se le permitiera entrar en el templo interior, donde la sacerdotisa residía y emitía sus pronunciamientos, posiblemente en un estado de éxtasis inducido por drogas o gases naturales.
Quizá el consultor más famoso del oráculo de Delfos fue Creso, el increíblemente rico rey de Lidia que, enfrentado a una guerra contra los persas, pidió consejo al oráculo. El oráculo afirmó que si Creso entraba en guerra, seguramente caería un gran imperio. Tranquilizado por esto, el rey lidio se enfrentó al poderoso Ciro. Sin embargo, los lidios fueron derrotados en Sardis y fue el Imperio lidio el que cayó, lo que enseñó la lección de que el oráculo podía ser fácilmente malinterpretado por los imprudentes o los demasiado confiados.
Juegos panhelénicos
En Delfos, al igual que en otros lugares religiosos importantes como Olimpia, Nemea e Istmia, se celebraban juegos en honor a varios dioses de la religión griega. Los Juegos Píticos de Delfos comenzaron en algún momento entre el 591 y el 585 a. C. y se celebraban inicialmente cada ocho años, cuyo único evento era una competencia musical en la que los cantantes solistas se acompañaban de una cítara para cantar un himno a Apolo. Posteriormente, se añadieron más concursos musicales y pruebas atléticas al programa, y los juegos se celebraban cada cuatro años. Solo los Juegos Olímpicos los superaban en importancia. El principal premio para los vencedores de los Juegos era una corona de laurel o de hojas de laurel.
El lugar y los juegos eran gestionados por la anfictionía independiente de Delfos (un consejo con representantes de varias ciudades-estado cercanas) que cobraba impuestos, recogía ofrendas, invertía en programas de construcción e incluso organizaba campañas militares en las Cuatro Guerras Sagradas, libradas para reparar los actos sacrílegos contra Apolo perpetrados por los estados de Crisa, Fócida y Anfisa.
Arquitectura
El primer templo de la zona se construyó en el siglo VII a. C. y sustituyó a otros edificios de culto menos importantes que lo precedieron. El punto central del santuario, el templo Dórico de Apolo, fue desgraciadamente destruido por un incendio en el año 548 a. C. Un segundo templo, también de estilo dórico, se completó hacia el año 510 a. C. con la ayuda de la familia ateniense exiliada, los Alcmeónidas. Con unas dimensiones de 60 por 24 metros, la fachada tenía seis columnas, mientras que los laterales tenían 15. Este templo fue destruido por un terremoto en el 373 a. C. y fue sustituido por otro de proporciones similares en el 330 a. C. Se construyó con piedra de poros recubierta de estuco. También se añadieron esculturas de mármol como decoración, junto con escudos persas tomados en la batalla de Maratón. Este es el templo que sobrevive en la actualidad, aunque solo parcialmente.
Otras construcciones notables en el emplazamiento fueron el teatro (con capacidad para 5000 espectadores), los templos de Atenea (siglo IV a. C.), un tholos con 13 columnas dóricas (hacia el 580 a. C.), las estoas, el estadio (con capacidad para 7000 espectadores) y unas 20 tesorerías, que se construyeron para albergar las ofrendas votivas y las dedicatorias de las ciudades-estado de toda Grecia. Entre estos mini-templos destacan el Tesoro de Atenas y el Tesoro de Sifonia.
Asimismo, también se erigieron monumentos para conmemorar victorias militares y otros acontecimientos importantes. Por ejemplo, el general espartano Lisandro erigió un monumento para celebrar su victoria sobre Atenas en Aegospotami. Otros monumentos notables fueron el gran Toro de Corcyra de bronce (580 a. C.), las diez estatuas de los reyes de Argos (c. 369 a. C.), un carro de oro de cuatro caballos ofrecido por Rodas y una enorme estatua de bronce del Caballo de Troya ofrecida por los Argivos (c. 413 a. C.). A lo largo de la vía sagrada, que se extendía desde la puerta del santuario hasta el templo de Apolo, el visitante debía de quedar muy impresionado por la riqueza artística y literal que se exhibía. Por desgracia, en la mayoría de los casos solo se conservan los pedestales monumentales de estas grandes estatuas, testigos mudos de una grandeza perdida.
Desaparición
En el año 480 a. C. los persas atacaron el santuario y en el 279 a. C. el santuario volvió a ser atacado, esta vez por los galos. Fue durante el siglo III a. C. que el lugar pasó a estar bajo el control de la Liga Aitolia. En 191 a. C. Delfos pasó a manos romanas; sin embargo, el santuario y los juegos siguieron teniendo importancia cultural en la época romana, en particular bajo Adriano. El decreto de Teodosio del año 393 de cerrar todos los santuarios paganos provocó el declive gradual de Delfos. Una comunidad cristiana habitó el lugar durante varios siglos hasta su abandono definitivo en el siglo VII.
El lugar fue "redescubierto" con las primeras excavaciones modernas realizadas en 1880 por un equipo de arqueólogos franceses. Entre los hallazgos más destacados se encuentran las espléndidas esculturas metopas del tesoro de los atenienses (hacia el 490 a.C.) y de los Sifnios (hacia el 525 a. C.), que representan escenas de la mitología griega. Además, un auriga de bronce de estilo severo (480-460 a. C.), la Esfinge de los Naxianos de mármol (c. 560 a. C.), las estatuas arcaicas gemelas de mármol (el kouroi de Argos [c. 580 a. C.] y el omphalos de piedra ricamente decorado [c. 330 a. C.]) sobreviven como testimonio de la riqueza cultural y artística de la que gozó Delfos.