La civilización minoica floreció a mediados de la Edad de Bronce en la isla de Creta, situada en el Mediterráneo oriental, entre los años 2000 y 1450 AEC. Con su arte y arquitectura únicos, y la expansión de sus ideas a través del contacto con otras culturas del Egeo, los minoicos contribuyeron de forma significativa al desarrollo de la civilización europea occidental, como hoy sabemos. Complejos palaciales laberínticos, vívidos frescos con escenas de salto del toro y procesiones, magnífica orfebrería en oro, elegantes vasos de piedra y una cerámica con vibrantes ornamentos inspirados en la vida marina, son rasgos de la Creta minoica.
Arthur Evans y su hallazgo
El arqueólogo Sir Arthur Evans sospechó la posible presencia de una antigua civilización en Creta por los sellos de piedra, usados como amuletos por los nativos cretenses a principios del siglo XX EC. Al excavar en Cnosos, entre el 1900 y 1905, Evans descubrió extensas ruinas que confirmaban los antiguos relatos, tanto literarios como mitológicos, acerca de una sofisticada cultura, posible sede del célebre laberinto y del palacio del rey Minos. Fue Evans quien acuñó el término «minoico» en referencia a este legendario rey de la Edad de Bronce. Evans, al contemplar lo que él creía el auge y el declive de una cultura unificada en Creta, dividió la Edad de Bronce insular en tres fases diferenciadas, basadas en los diferentes estilos de cerámica:
- Edad de Bronce Antigua o Minoico Antiguo (MA): 3000-2100 AEC
- Edad de Bronce Media o Minoico Medio (MM): 2100-1600 AEC
- Edad de Bronce Tardía o Minoico Tardío (MT): 1600-1100 AEC
La división fue ajustada añadiendo subfases numeradas en cada grupo (por ejemplo, MM II). La datación por radiocarbono y las técnicas de calibración de los anillos de los árboles han contribuido a precisar las fechas, de modo que ahora se considera que la Edad de Bronce Antigua empieza hacia el 3500 AEC y la Edad de Bronce Tardía hacia el 1700 AEC. Una serie alternativa a esta división, creada por Platón, se centra en los acontecimientos ocurridos en torno a los palacios minoicos. Este esquema abarca cuatro periodos:
- Pre-palacial: 3000 – 2000/1900 AEC
- Protopalacial: 2000/1900 – 1700 AEC
- Neopalacial: 1700 – 1470/1450 AEC
- Post-palacial: 1470/1450 – 1100 AEC
Ambos esquemas han sido cuestionados por la arqueología de los últimos tiempos; actualmente, el enfoque de los historiadores y antropólogos prefiere un desarrollo más multilineal de la cultura cretense, con un escenario más complejo que abarca conflictos y desigualdades entre los asentamientos y que también tiene en cuenta sus diferencias culturales, además de sus obvias similitudes.
Los asentamientos de los palacios minoicos
Por toda Creta se han encontrado asentamientos, tumbas y cementerios minoicos, pero los cuatro principales palacios (ordenados por su tamaño) son:
- Cnosos.
- Festo.
- Maliá.
- Zakro.
En cada uno de estos lugares, enormes y complejas estructuras palaciales actuaban, al parecer, como centros administrativos, mercantiles, religiosos y posiblemente políticos. La relación entre los palacios y la estructura de poder que los regía, o que regía toda la isla, no está clara debido a la falta de evidencias arqueológicas y literarias. Está claro, sin embargo, que los palacios ejercían algún tipo de control local, en particular, en la recolección y almacenamiento del excedente de productos: vino, aceite, cereal, metales preciosos y cerámica. Pequeñas ciudades, aldeas y granjas se extendían alrededor del territorio controlado por un palacio. Diversas rutas conectaban estos asentamientos aislados unos con otros y con el centro principal. Hay un consenso general entre los historiadores al afirmar que los palacios funcionaban de forma independiente hasta el 1700 AEC, época en la que Cnosos tomó las riendas, como se refleja en una mayor uniformidad de la arquitectura y el uso de la escritura Lineal A, descubierta en varios palacio.
La ausencia de fortificaciones en los asentamientos sugiere una coexistencia relativamente pacífica entre las diferentes comunidades. Sin embargo, la presencia de armas, como espadas, dagas y puntas de flecha, así como armaduras y cascos, también insinúa que no siempre se disfrutó de paz. En las vías minoicas también se han hallado puestos de guardia y torres de vigilancia, lo cual sugiere que el bandolerismo amenazaba al viajero desprotegido.
Los palacios cubren dos periodos. Los primeros palacios fueron construidos alrededor del año 2000 AEC y, tras ser destruidos por seísmos e incendios, reconstruidos hacia el 1700 AEC. Estos segundos palacios sobrevivieron hasta su destrucción final entre el 1500 y el 1450 AEC, de nuevo por causa de terremotos, incendios o posibles invasiones (o una suma de los tres factores). Los palacios eran estructuras monumentales bien equipadas, con amplios patios, columnatas, techos sostenidos por pilares cónicos de madera, escaleras, criptas religiosas, patios de luces, extensos sistemas de drenaje, grandes almacenes e incluso zonas de «teatro» para celebrar espectáculos públicos o procesiones religiosas.
La complejidad de estos palacios que alcanzaban los cuatro pisos de altura y una extensión de varias hectáreas, así como el deporte del salto del toro y la veneración de este animal, como lo indica la presencia ubica de cuernos sagrados y representaciones de dobles hachas (labrys), tanto en piedra como pintados en frescos, todo esto pudo combinarse para dar lugar a la leyenda de Teseo y el minotauro, tan popular en la mitología griega clásica.
Religión
Continuamos ignorando mucho sobre la religión minoica, pero podemos atisbar detalles que nos revelan el arte, la arquitectura y los diversos artefactos. Se conservan representaciones de ceremonias religiosas y rituales como el vertido de libaciones, las ofrendas alimentarias, procesiones, fiestas y deportes como el salto del toro. Se veneraba a las fuerzas de la naturaleza, expresadas en obras de arte como las voluptuosas figuras femeninas de la diosa madre-tierra y las figuras masculinas que sujetan varios animales. Los palacios albergan patios abiertos que permitían acoger a grandes multitudes y algunas estancias contaban con pozos y canales para el vertido de libaciones, como ya se ha dicho. Los toros destacan en el arte minoico, y sus astas son un rasgo distintivo de los muros de los palacios y un elemento decorativo en joyas, frescos y cerámica. Algunos espacios rurales, como las colinas y las cuevas, también muestran evidencia de alguna forma de culto.
Cultura material
La sofisticación de la cultura minoica y su potencia comercial se manifiestan con la presencia de la escritura. La más antigua es la jeroglífica cretense (2000-1700 AEC), y después el Lineal A (ambas sin descifrar). Se han encontrado en diversos tipos de tablillas con fines administrativos. Las impresiones de sellos sobre arcilla eran otra importante forma de guardar registros.
Un ejemplo más del elevado grado de desarrollo cultural es la variedad y calidad de formas artísticas cultivadas por los minoicos. La cerámica revela una amplia gama de vasijas, desde copas tan finas como una oblea hasta enormes tinajas de almacenamiento (pithoi). La cerámica inicialmente se hacía a mano, pero con el paso del tiempo se incorporó el torno de alfarero. En cuanto al ornamento, hubo una progresión desde los diseños fluidos y geométricos de Kamarés hasta las vibrantes representaciones de flores, plantas y vida marina en los estilos tardíos floral y marino. Entre las formas más habituales, encontramos ánforas de tres asas, jarras altas de pico, rechonchas vasijas circulares con un falso pico, vasos para libaciones, cajitas con tapa y vasos rituales con asas en forma de ocho. También se usaba la piedra para producir vasijas similares y ritones o rhyta (vasos rituales para verter libaciones, a menudo en forma de cabeza de animal).
No se ha conservado escultura de grandes dimensiones, pero se han encontrado muchas estatuillas de bronce y otros materiales. Las más primitivas muestran cómo vestían los hombres y mujeres de la época. Los hombres (con la piel roja), llevaban faldellines ceñidos por un cinturón, y las mujeres (con la piel blanca) lucen vestidos largos de volantes y jubones abiertos en el pecho. Un acróbata saltando, tallado en marfil, y la diosa de la serpiente en fayenza, ya mencionada, son excelentes obras de arte que revelan el amor de los minoicos por capturar las imágenes en posturas dinámicas y llamativas.
Los magníficos frescos en las paredes, techos y pisos de los palacios también revelan el amor de los minoicos por el mar y la naturaleza, y nos dan atisbos de sus prácticas comunitarias, religiosas y funerarias. Los temas varían en dimensiones, desde miniaturas hasta una escala mayor que la natural. Los minoicos fueron una de las primeras culturas que pintó paisajes naturales sin figuras humanas, tal era su admiración por la naturaleza. Los animales también solían ser representados en su hábitat natural, por ejemplo, monos, pájaros, delfines y peces. Aunque los frescos minoicos solían estar enmarcados en frisos decorados con diseño geométricos, el fresco principal, en ocasiones, se desbordaba de sus límites saltando las esquinas y cubriendo varios muros de una misma sala, envolviendo con la escena al espectador.
Contactos con el Egeo
Los minoicos, como cultura navegante, también mantuvieron contacto con otros pueblos del Egeo, como lo demuestran las influencias orientales y egipcias en su arte primitivo, pero también por sus exportaciones, principalmente el intercambio de cerámica y productos como el aceite y el vino a cambio de objetos y materiales preciosos, como el cobre de Chipre y el Ática y el marfil de Egipto. Algunas islas del Egeo, especialmente las Cícladas, muestran las características de una economía y un estructura política centralizada en palacios, y los artistas minoicos, especialmente los pintores de frescos, llevaron su destreza hasta lugares como los palacios reales de Egipto y del Levante.
Decadencia
Las razones para el declive de la civilización minoica siguen siendo debatidas. Los palacios y los asentamientos muestran señales de destrucción e incendios hacia el 1450 AEC, pero no sucede así en Cnosos (que fue destruido quizás un siglo más tarde). El auge de la civilización micénica en el segundo milenio en la Grecia continental y la evidencia de su influjo en el arte minoico tardío y en su comercio nos hace pensar que esta pudo ser la causa más probable. Otras hipótesis apuntan a los seísmos y a la erupción volcánica con sus consiguientes tsunamis. La erupción de Thera (actual isla de Santorini), pudo ser decisiva, aunque la fecha exacta de tal cataclismo todavía se discute, así como su conexión con el final de la era minoica. El escenario más probable fue una mezcla fatal de catástrofes naturales con las luchas internas y la competición por la riqueza. La estructura social quedó debilitada y los micénicos aprovecharon la ocasión para invadir la isla. Sea cual sea la causa, la mayoría de asentamientos minoicos fueron abandonados hacia el año 1200 AEC y Creta no volvería a subir al escenario histórico del Mediterráneo antiguo hasta el siglo VIII AEC, al ser colonizada por los griegos arcaicos.