La organización social de los antiguos etruscos, una civilización que floreció en Italia central entre los siglos VIII y III a.C. solo se puede reconstruir a partir de una colección de fuentes muy poco satisfactorias que, por desgracia, no cuentan con textos escritos por los propios etruscos. Estas fuentes consisten en inscripciones breves, arte, tumbas y sus contenidos, pintadas en alfarería y descripciones de escritores griegos y romanos a quienes a menudo les costaba entender esta extraña cultura foránea, y no podían más que aplicar desacertadamente sus propios términos y conceptos familiares. A pesar de ello, la combinación de todos los registros históricos disponibles saca a la luz algunos elementos importantes de la sociedad etrusca: un fuerte sentido de la familia y la tradición, símbolos definitorios del gobierno y el estatus, y una actitud más liberal en cuanto al papel y los derechos de las mujeres en comparación con las sociedades contemporáneas de la antigüedad.
La familia
Probablemente, el elemento más importante que mantenía unida a la sociedad etrusca eran la familia y las alianzas. La separación de familias específicas como grupos individuales identificables se ve por primera vez en los primeros cementerios de los asentamientos etruscos. En estos asentamientos hay varios cementerios, probablemente uno por familia; una tendencia que persistiría a lo largo de la historia de esta cultura. La familia era importante independientemente de la posición social, ya que el estatus derivaba del de los padres, ya fuera el trono o el banco de trabajo de un alfarero.
A partir de los siglos VII y VI a.C., la presencia de tumbas grandes y bien construidas para ciertos miembros de la comunidad, así como el valor superior de los bienes enterrados en ellas son indicadores de que se había formado una élite rica en la sociedad etrusca. Con el tiempo, el número de tumbas de este tipo fue a mayor en proporción al conjunto de enterramientos en la comunidad; esto indica que la élite fue aumentando, de unos pocos líderes tribales a una clase alta distinta y diferente de las demás. De hecho, el aumento de las tumbas de la élite fue tal que se fueron construyendo según una cuadrícula ordenada en lugares como Cerveteri. En la práctica, esto crearía verdaderas ciudades de los muertos, con sus propias calles. Un elemento crucial para esta prosperidad fue el aumento de la minería de los abundantes recursos minerales de Etruria y los beneficios comerciales que trajo esta explotación. También había una élite dentro de la élite, ya que solo un 2 % de las tumbas de Tarquinia, por ejemplo, tenían las paredes interiores decoradas con ricos murales. Por último, muchas de las tumbas se fueron usando generación tras generación, lo que demuestra otra vez la importancia y la continuidad de unos lazos familiares robustos.
La monarquía y la aristocracia
En la cima de la pirámide social etrusca estaba la realeza. Los primeros reyes heredaban el derecho al trono y, sin duda, también tenían una función religiosa en una cultura en la que la religión y la política no estaban separadas. Conocemos algunos de los nombres de los soberanos etruscos: los Tarquinos de Tarquinia, que gobernaron en la primera etapa de Roma; el clan Tolumnia de Veyes; Porsena, rey de Chiusi y Mecencio gobernante de Cerveteri. Los reyes ostentaban el título de lauchume y se podían reconocer por varios símbolos e insignias, tales como un trono o banco de marfil, un cetro terminado en un águila, el símbolo de los fasces de las varas y el hacha, y una túnica púrpura. Los romanos adoptarían más adelante todos estos símbolos.
Con el tiempo, los reyes darían paso a un gobierno basado en un concilio de ancianos o en una asamblea de ciudadanos, en los que los hombres más poderosos de la ciudad se reunían y debatían sobre el gobierno. La riqueza de estas personalidades se basaba en el comercio y en la propiedad de tierras. Votaban a un líder entre ellos, el princeps civitatis, que ostentaba el cargo durante un año, y también había varios magistrados que desempeñaban funciones públicas, como podían ser representar los intereses de ciertas secciones de la sociedad o dispensar justicia. Las inscripciones indican que un magistrado (zilath) podía ocupar el cargo varias veces y no había una edad mínima. Los altos cargos de entre los magistrados de las ciudades etruscas más importantes se reunían una vez al año, aunque probablemente esta reunión tenía más que ver con asuntos religiosos, ya que no hay indicios de una política común entre las diferentes ciudades.
Otras clases y ocupaciones
El arte etrusco, y en especial las tumbas con murales, revelan otros estratos de la sociedad. Aparte de representar pasatiempos de las élites como los banquetes y la cacería, también hay claramente miembros de la sociedad de clases más bajas, ya sea por representación directa o por insinuación, como por ejemplo esclavos que sirven en los banquetes, cocineros, ayudantes de caza o bailarinas, acróbatas o músicos para el entretenimiento. Algunos trabajos están representados directamente, como los de pescadores, sacerdotes, pastores y granjeros.
Por lo tanto, podemos deducir a partir de estas representaciones pictóricas y de la presencia de bienes manufacturados en las tumbas que la sociedad etrusca consistía en esclavos, artesanos, trabajadores de la metalurgia, alfareros, pintores de tumbas, los que trabajaban la tierra (incluidos los siervos) y los que criaban animales (ya fueran propios o del dueño de la propiedad), mercaderes, administradores, sacerdotes y aristócratas. Además, el arte también revela actitudes sociales. Por ejemplo, la costumbre de representar a los esclavos de los murales más pequeños que a los ciudadanos. De la misma manera, la élite de la sociedad se podía identificar fácilmente en la vida real entre la masa de ciudadanos comunes por sus ropas, sombreros y varas de autoridad. El significado completo de tales símbolos sigue siendo incierto, pero está claro que la sociedad etrusca tenía muchos niveles de complejidad. Las inscripciones y las costumbres sobre los nombres muestran que había cierta movilidad entre los grupos sociales, aun si llevaba varias generaciones.
Los esclavos
Al igual que en otras culturas antiguas contemporáneas, los etruscos, o por lo menos los que podían permitírselo, usaban esclavos para toda clase de tareas cotidianas. Los esclavos se adquirían o bien como prisioneros de guerra en los conflictos con otras ciudades etruscas o con otras comunidades fuera de Etruria, o bien sencillamente se compraban de los comerciantes que negociaban con los etruscos. Estos esclavos provenían de todo el Mediterráneo y se utilizaban como sirvientes del hogar, trabajadores agrícolas, mineros, canteros, alfareros, trabajadores de la metalurgia, soldados o artistas. No eran totalmente anónimos, ya que algunas pinturas funerarias a veces presentan los nombres de los esclavos que aparecen en las escenas de banquetes. Cabe imaginar que la vida de un esclavo doméstico era algo más llevadera que la de los esclavos en las minas o el campo, y sus aposentos sin duda lo eran, ya que vivían en el hogar familiar.
No es sorprendente que a menudo estallaran revueltas de esclavos con alzamientos armados, especialmente a partir del siglo IV a.C. en adelante. Es probable que en estas revueltas también participaran ciudadanos etruscos, ya que la distinción entre esclavos, esclavos liberados y obreros ha sido difícil de establecer, y los escritores griegos y romanos de cuyas descripciones dependemos para poder entender el mundo etrusco confundían a unos y otros. Dionisio de Halicarnaso es famoso por describir a los marginados de la sociedad etrusca como hombres libres a los que trataban como esclavos. Claramente, había una gran división entre los que tenían poder y los que no, independientemente de su posición política y legal. En aquel entonces, puede que igual que hoy en día, tan solo el poder económico otorgaba una verdadera influencia política y la oportunidad de avanzar de posición social.
La mujer
Aunque las pinturas funerarias representan los placeres y los pasatiempos de la élite, también revelan una actitud hacia las mujeres que difiere mucho de la cultura contemporánea griega, por ejemplo. Aunque las fiestas etruscas, y los juegos posteriores a la cena, se adoptaron de las costumbres griegas, la presencia de mujeres casadas respetables (identificadas como tal en las descripciones), no de cortesanas, muestra que las mujeres etruscas tenían bastante más libertad social que sus equivalentes en otras culturas. En una de estas pinturas hay tres mujeres espectadoras de una carrera de carros; algo inaudito en los espectáculos deportivos griegos.
Además, los registros demuestran que las mujeres etruscas podían leer y también tenían más derechos legales. En Etruria, a diferencia de Grecia, una mujer podía heredar la propiedad familiar si no había ningún heredero varón. La propiedad y el derecho a beber vino también quedan demostrados en los grabados en vasijas que indican una dueña femenina. Hay muchas otras inscripciones que indican que las mujeres tenían su propia personalidad jurídica, por así decir; en estas se habla de ellas usando su nombre propio y su nombre de familia, una costumbre que no se ve en la antigua Roma, por ejemplo. Los bienes funerarios que se enterraban con las mujeres de todas las épocas muestran su importancia social como tejedoras, pero también hay tumbas grandiosas construidas específicamente para mujeres, de las cuales el mejor ejemplo es la tumba Regolini-Galassi en Cerveteri de mediados del siglo VII a.C. Por último, los sarcófagos con figuras esculpidas de parejas de difuntos muestran al marido en el acto servil de ungir a su esposa con aceite, una escena emotiva rara vez vista en el arte de otras culturas de la antigüedad.