El asedio de Alejandro a Tiro, 332 a.C.

Artículo

Grant
por , traducido por Rodrigo Pedraza
Publicado el 08 agosto 2011
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Escucha este artículo
X
Imprimir artículo

Después de derrotar a Darío III en la batalla de Issus en noviembre de 333 a.C., Alejandro marchó con su ejército (entre 35.000 y 40.000 hombres) hacia Fenicia, donde recibió la capitulación de Biblos y Sidón. Los emisarios de Tiro se reunieron con Alejandro mientras estaba en marcha y declararon su intención de honrar sus deseos.

Causas del asedio

La petición de Alejandro era sencilla: deseaba ofrecer un sacrificio a Heracles en Tiro, ya que dios fenicio Melqart era aproximadamente el equivalente del griego Heracles. Los tirios reconocieron esto como una estratagema macedonia para ocupar la ciudad y se negaron, diciendo en cambio que Alejandro podía sacrificar a Heracles en la antigua Tiro, que estaba construida en el continente. La antigua Tiro no tenía importancia estratégica: estaba indefensa y la armada tiria estaba estacionada en los puertos de la nueva Tiro.

Eliminar publicidad
Publicidad

La negativa tiria a capitular ante los deseos de Alejandro equivalía a una declaración de guerra. Pero, a pesar de la creciente reputación del joven Alejandro, los tirios tenían todos los motivos para estar confiados. Además de una poderosa armada y un ejército mercenario, su ciudad se encontraba aproximadamente a unos 0,8 kilómetros (0,5 millas) de la costa y, según el relato del historiador Arrian, las murallas que daban al lado terrestre se elevaban a unos impresionantes 46 metros (150 pies) de altura. Esta altura es dudosa y está abierta al debate, pero aun así, las defensas de Tiro eran formidables y habían resistido varios asedios poderosos en el pasado. Los tirios comenzaron sus preparativos y evacuaron a la mayoría de las mujeres y niños a su colonia en Cartago, dejando atrás quizás a 40.000 personas. Cartago también prometió enviar más barcos y soldados.

Alejandro era consciente de la supuesta inexpugnabilidad de Tiro y convocó un consejo de guerra en el que explicó a sus generales la vital importancia de asegurar todas las ciudades fenicias antes de avanzar hacia Egipto. Tiro era un bastión para la flota persa y no podía dejarse intacta, ya que podría amenazar la retaguardia de Alejandro. En un último intento por evitar un asedio largo y exhaustivo, envió heraldos a Tiro exigiendo su rendición, pero los macedonios fueron ejecutados y sus cuerpos arrojados al mar.

Eliminar publicidad
Publicidad

Siege of Tyre
Asedio de Tiro
The Department of History, United States Military Academy (Public Domain)

Movimientos iniciales del asedio

Habiendo fracasado las negociaciones, Alejandro comenzó sus operaciones en enero de 332 a.C. Después de ocupar la antigua Tiro, comenzó a construir una calzada (o dique) a través del canal hacia las murallas de Tiro, utilizando rocas, vigas y escombros extraídos de los edificios de la antigua ciudad. Al principio, el trabajo avanzó bien: el agua cerca del continente era poco profunda y el fondo estaba embarrado, pero, a medida que la calzada se iba alargando, los macedonios y los griegos empezaron a tener problemas. El fondo marino descendía bruscamente cerca de la ciudad a una profundidad de 5,5 metros (18 pies). El trabajo se redujo a paso de tortuga y las cuadrillas de trabajadores se vieron cada vez más acosadas por los misiles arrojados desde las murallas de la ciudad.

ALEJANDRO CONSTRUYÓ DOS TORRES DE ASEDIO CON MADERA CUBIERTAS CON CUERO CRUDO Y LAS COLOCÓ AL FINAL DE UNA CALzADA QUE HABÍA CONSTRUIDO.

Alejandro construyó dos torres de asedio con madera recubierta de cuero crudo y las colocó al final de la calzada. La maquinaria de artillería en lo alto de estas torres pudo devolverle el fuego a las murallas, y las cuadrillas de trabajo erigieron empalizadas de madera como medida adicional de protección. El trabajo prosiguió y Alejandro pasó gran parte de su tiempo en la construcción, entregando pequeños obsequios de dinero a sus sudorosos trabajadores y predicando con su ejemplo personal.

Eliminar publicidad
Publicidad

Los tirios iniciaron entonces su primera gran acción defensiva del asedio. Tomaron un viejo barco de transporte de caballos y lo llenaron hasta el borde con material combustible: paja, antorchas, brea y azufre. Colocaron penoles dobles en el mástil y colgaron de ellos calderos llenos de un aceite inflamable volátil. Lastraron la popa del barco para levantar la proa fuera del agua, y usaron dos galeras para remolcarlo hacia el final del muelle, donde quedaron encalladas las tres embarcaciones.

Las tripulaciones prendieron los materiales a bordo del brulote y todos lograron nadar hasta un lugar seguro. La punta de la calzada se convirtió en un infierno cuando el barco ardió e incendió las dos torres. Una hueste de tirios en pequeñas embarcaciones salió de la ciudad y desembarcó en varios puntos de la calzada, enfrentándose a los sitiadores mientras estos intentaban frenéticamente apagar las llamas. Se quemaron máquinas de asedio y se destruyeron las empalizadas a lo largo del borde del muelle.

Alejandro reúne su flota

El ataque fue un gran éxito para los tirios, pero no habían contado con la determinación de Alejandro, quien ahora ordenó ensanchar la calzada y construir más torres. Al darse cuenta de que la superioridad naval era la clave para tomar Tiro, abandonó temporalmente el asedio y partió hacia Sidón para buscar sus propios barcos. Además, también recibió embarcaciones de Biblos, Arados, Rodas, Licia, Cilicia y Macedonia. Los reyes de Chipre enviaron otros 120 barcos a Sidón. En total, Alejandro tenía ahora aproximadamente 220 barcos.

Eliminar publicidad
Publicidad

Mientras esperaba la llegada de los distintos contingentes navales, pasó 10 días tierra adentro, realizando operaciones menores en territorio árabe. A su regreso a Sidón, se alegró de comprobar la llegada de Cleandro, a quien había enviado a Grecia para reclutar soldados, con 4.000 mercenarios.

Sin perder más tiempo, Alejandro se embarcó hacia Tiro. Su buque insignia estaba a la derecha de la flota, y cuando estuvo a la vista de Tiro, la flota se detuvo y mantuvo su posición, permitiendo los tirios que observaban desde las murallas entendieran el impacto total de su aparición. Los tirios fueron tomados por sorpresa: hasta ese momento no tenían idea de que la flota de Alejandro había aumentado de tamaño. Ahora estaban muy superados en número y la ayuda prometida por Cartago no se había materializado.

Alexander as Ammon-Zeus
Alejandro como Zeus-Amón
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Contra tales probabilidades, un enfrentamiento naval estaba fuera de discusión, y lo único que podían hacer los tirios era bloquear las entradas a sus dos puertos. Hicieron flotar una botavara a través de la desembocadura sur, o el muelle egipcio, y amarraron trirremes en línea a lo largo de la entrada del puerto norte de Sidón.

Eliminar publicidad
Publicidad

Alejandro puso a prueba la fuerza de estas contramedidas con un asalto al puerto de Sidón, en el que tres galeras tirias fueron embestidas de frente y hundidas, pero no lanzó un ataque naval total. En vez de eso, ordenó a su contingente chipriota que bloqueara el puerto norte, y los barcos fenicios mantuvieron una vigilia en el extremo sur de la isla. Se montaron máquinas de asedio en el muelle y en los barcos anclados, y se inició un bombardeo sostenido de las defensas.

Alejandro no podía acercar sus barcos a la ciudad porque los tirios habían arrojado enormes rocas al mar a los pies de las murallas. Entonces, el asedio entró en la que posiblemente fue su fase más laboriosa y peligrosa.

Los barcos de Alejandro amarraron algunas de las rocas y las arrastraron lejos de las murallas. En respuesta, los tirios revistieron algunas de sus galeras con blindaje y zarparon para cortar las cuerdas de las anclas de los barcos sitiadores. Alejandro blindó algunos de sus propios barcos y los usó como pantalla frente a sus barcos de asedio, pero los buzos de Tiro continuaron cortando las cuerdas de los barcos anclados. Finalmente, resolvió el problema reemplazando las cuerdas por cadenas. Siguieron atando más rocas desde la calzada y retirándolas con grúas.

¿Te gusta la historia?

¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!

A lo largo de todas estas operaciones, ambos bandos se enfrentaron en un largo y encarnizado duelo de artillería, y los tirios arrojaron calderos de arena al rojo vivo por encima de las murallas sobre los barcos sitiadores. Arrastrada por el viento, esta arena incendió barcos y penetró en la ropa y las armaduras, reduciendo a los hombres a la agonía de las quemaduras y las ampollas. Aunque efectivos, tales métodos difícilmente habrían hecho que los sitiadores tuvieran clemencia con los defensores.

Al darse cuenta del peligro inminente, los tirios desplegaron velas a lo largo de la boca del puerto norte y, así ocultos, prepararon una salida. Trece galeras estaban tripuladas por los mejores remeros e infantes de marina que los defensores pudieron reunir y en el calor de la tarde mediterránea remaron silenciosamente fuera del puerto en una sola línea. La mayoría de los barcos chipriotas que bloqueaban el puerto de Sidón no tenían suficiente personal y los tirios lograron una sorpresa total, lanzando un feroz asalto acompañado de rugidos de guerra. Se hundieron dos barcos chipriotas y muchos más se dispersaron.

Greek Hoplites [Artist's Impression]
Hoplitas griegos [impresión artística]
The Creative Assembly (Copyright)

Alejandro abordó un barco y dirigió personalmente el contraataque con 5 trirremes y todos los quinquiremes que estuvieran listos para la batalla. Navegando alrededor de la isla, se topó con la flotilla tiria, que inmediatamente se alejó del enfrentamiento y huyó hacia el puerto norte. Varios barcos tirios, aunque no se sabe cuántos, resultaron dañados en la confusa acción que siguió y dos galeras fueron capturadas en la desembocadura del puerto. La mayoría de los tirios lograron nadar hasta la orilla hasta la seguridad de la ciudad.

El asalto final

Alejandro llevó ahora sus barcos directamente debajo de las murallas y comenzó a golpearlas con arietes. Las fuerzas griegas en el extremo norte de la isla intentaron abrir una brecha pero fracasaron. Se abrió una pequeña brecha en las defensas del sur, pero un ataque macedonio a través de las calzadas sólo provocó bajas y fracasos.

Alejandro esperó tres días antes de reanudar su asalto. Mientras los ataques de distracción ocupaban la atención de los defensores, dos barcos con equipo de puente se acercaron a la brecha sur. El propio Alejandro estaba al mando de esta fuerza, que estaba formada principalmente por hipaspistas y pezhaitoroi de élite. Los macedonios lograron abrirse paso hasta la muralla: Admeto, comandante de los hipaspistas, fue el primer hombre en llegar a las almenas y fue asesinado por una lanza mientras exhortaba a sus hombres a seguir adelante. A pesar de ello el asalto fue un éxito y pronto los macedonios invadieron la ciudad, saqueándola y matando a sus habitantes. Después de que se forzara esta brecha inicial, el mando de Alejandro aumentó a medida que más y más griegos y macedonios lograron entrar en la ciudad desde varios puntos, incluidos los puertos.

Los tirios supervivientes retrocedieron al Agenorium, una antigua fortaleza en el sector norte de la ciudad, pero sólo lograron resistir durante un breve período antes de ser masacrados. La sangre de los sitiadores estaba hirviendo y, después de un largo y amargo asedio, no estaban dispuestos a ser misericordiosos. Durante meses habían soportado trabajos agotadores, atormentados por los artilleros y los arqueros, y presenciado la matanza de sus camaradas capturados en las murallas de la ciudad. Seis mil tirios fueron masacrados cuando la ciudad fue tomada y otros 2.000 crucificados en la playa. Otros 30.000 fueron vendidos como esclavos. Entre los que se salvaron se encontraban el rey y su familia, y varios peregrinos cartagineses que se refugiaron en el templo de Melqart. Las pérdidas macedonias ascendieron a 400 muertos.

Una vez finalizado el asedio, que había comenzado en enero y terminado en julio, Alejandro hizo su sacrificio a Heracles y celebró una carrera de antorchas y una procesión triunfal por las calles de la ciudad. Con Tiro subyugada, Alejandro ahora podría centrar su atención en someter a Gaza y Egipto.

Eliminar publicidad
Publicidad

Bibliografía

La World History Encyclopedia está asociada a Amazon y recibe una comisión por las compras de libros que cumplan los requisitos.

Sobre el traductor

Rodrigo Pedraza
Magíster en Historia Militar con más de 20 años de servicio militar, actualmente realizando trabajos de investigación sobre desarrollo tecnológico en buques y memoria histórica con veteranos.

Cita este trabajo

Estilo APA

Grant. (2011, agosto 08). El asedio de Alejandro a Tiro, 332 a.C. [Alexander's Siege of Tyre, 332 BCE]. (R. Pedraza, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-107/el-asedio-de-alejandro-a-tiro-332-ac/

Estilo Chicago

Grant. "El asedio de Alejandro a Tiro, 332 a.C.." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 08, 2011. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-107/el-asedio-de-alejandro-a-tiro-332-ac/.

Estilo MLA

Grant. "El asedio de Alejandro a Tiro, 332 a.C.." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 ago 2011. Web. 23 nov 2024.

Afiliación