Música y danza en el antiguo Egipto

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Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 19 mayo 2017
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, persa
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La música y la danza eran muy valoradas en la cultura del antiguo Egipto, pero eran más importantes de lo que generalmente se piensa: eran parte fundamental de la creación y de la comunión con los dioses y, más allá, eran la respuesta humana al regalo de la vida y a todas las experiencias de la condición humana. La egiptóloga Helen Strudwick señala que «la música estaba en todas partes en el Antiguo Egipto: en los banquetes civiles o funerarios, en las procesiones religiosas, en los desfiles militares e incluso en el trabajo del campo» (416). Los egipcios amaban la música e incluían escenas de actuaciones musicales en las pinturas de las tumbas y en las paredes de los templos, pero valoraban igualmente la danza y representaban también su importancia.

La diosa Hathor, que también llenaba el mundo de alegría, era la que se asociaba más estrechamente con la música, pero en un principio fue otra deidad llamada Merit (también conocida como Meret). En algunas versiones del relato de la creación, Merit está presente con Ra o Atum junto con Heka (dios de la magia) al principio de la creación y ayuda a establecer el orden a través de la música. El egiptólogo Richard H. Wilkinson señala cómo lo hizo «mediante su música, su canto y los gestos asociados a la dirección musical» (152). Merit, pues, fue la escritora, música, cantante y directora de la sinfonía de la creación y estableció a la música como un valor central en la cultura egipcia.

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Egyptian Dancer
Bailarina egipcia
Marco Buggio (CC BY-NC-ND)

Junto con la música, naturalmente, llegó la danza. Si bien Merit también inspiraba la danza, esta forma de expresión también llegó a asociarse con Hathor, cuyas bailarinas están bien atestiguadas a través de imágenes e inscripciones. La egiptóloga Carolyn Graves-Brown escribe:

La participación de las mujeres en la religión solía centrarse en aportar música y danza a las ceremonias sagradas. No solo las sacerdotisas, sino también las mujeres en general, estaban estrechamente vinculadas con la música. Durante la dinastía XVIII, era habitual que esposas, hijas y madres agitaran sistros en honor a los fallecidos. El intenso aroma del incienso, el rítmico sonido del collar menat y de los sistros, y los cantos de las sacerdotisas en la penumbra de los templos egipcios son experiencias sensuales que hoy solo podemos imaginar. (95)

El collar menat era un collar de cuentas gruesas que podía agitarse al danzar o retirarse y hacerlo sonar con la mano durante las representaciones en el templo. Por otro lado, el sistro era un instrumento de percusión o sonajero de mano, estrechamente vinculado a la diosa Hathor, aunque también se utilizaba en ceremonias dedicadas a muchos otros dioses, tocado por músicos y bailarines en el templo.

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Sin embargo, los bailarines no se limitaban a actuar en los templos, sino que también eran una forma popular de entretenimiento en todo Egipto. La danza estaba vinculada tanto a la exaltación de la devoción religiosa como a la expresión de la sexualidad humana y los placeres terrenales. En la teología egipcia, el sexo era simplemente una parte más de la vida, sin la connotación de «pecado». Esta misma visión se reflejaba en la vestimenta de los bailarines y bailarinas, ya que las mujeres solían llevar poca ropa o atuendos transparentes.

Instrumentos musicales e interpretaciones

Los instrumentos que se tocaban en el antiguo Egipto son todos conocidos hoy en día. Había instrumentos de percusión (tambores, sistros, sonajas, panderetas y, más tarde, campanas y platillos); instrumentos de cuerda (liras, arpas y el laúd, procedente de Mesopotamia); e instrumentos de viento, como la flauta de pastor, la flauta doble, el clarinete, el oboe y la trompeta.) Los músicos los tocaban solos o en conjunto, igual que hoy.

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Menit Necklace
Collar menat
Maggi B (CC BY-NC-SA)

Los antiguos egipcios no desarrollaron un sistema de notación musical, por lo que las melodías se transmitían oralmente de una generación de músicos a la siguiente. Debido a esto, no se sabe con exactitud cómo sonaban las composiciones musicales de la época. Sin embargo, se ha sugerido que la liturgia copta actual podría ser un descendiente directo de esa tradición musical. El copto se convirtió en la lengua dominante en Egipto a partir del siglo IV d.C., y se cree que la música utilizada en los servicios religiosos coptos evolucionó a partir de la empleada en los rituales egipcios antiguos, de manera similar a como su lengua se desarrolló a partir del egipcio antiguo y el griego.

No se sabe con precisión cómo sonaban las composiciones musicales del antiguo Egipto, pero algunos sugieren que la liturgia copta actual podría ser su descendiente directo.

En los antiguos jeroglíficos egipcios, la música se designaba con el término hst (heset), que podía significar «canción», «cantante», «músico», «director» y también «tocar música» (Strudwick, 416). El contexto en el que aparecía este jeroglífico en una frase determinaba su significado exacto. Este jeroglífico incluye un brazo levantado que simboliza el papel del director de orquesta al marcar el ritmo. Los directores de orquesta, incluso en pequeños conjuntos, parecían tener un rol muy destacado. Los directores de orquesta, incluso de conjuntos pequeños, parecen haber sido muy importantes. Strudwick señala que las pinturas de las tumbas de Saqqara muestran a un director «con una mano sobre una oreja para facilitar la audición y mejorar la concentración, mirando a los músicos e indicándoles el pasaje que deben tocar» (417). Al igual que en la actualidad, los directores de orquesta usaban gestos con las manos para comunicarse con los músicos.

Las actuaciones musicales se llevaban a cabo en festivales, banquetes, templos y funerales, aunque podían realizarse en cualquier lugar. Las clases altas solían contratar músicos para amenizar cenas y eventos sociales. La egiptóloga Joyce Tyldesley señala:

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La música era una carrera particularmente lucrativa, abierta tanto a hombres como a mujeres, y se podía ejercer de manera independiente o como parte del personal de una hacienda o templo. Un ejemplo notable es el dúo de intérpretes femeninas Hekenu e Iti, músicas del Imperio Antiguo, cuyo talento fue tan renombrado que fueron conmemoradas en la tumba del contable Nikaure, un honor poco común, ya que rara vez se incluía a personas ajenas al difunto en tumbas privadas. La música resonaba en todos los rincones de Egipto, y sería difícil exagerar su importancia en la vida cotidiana durante el período dinástico. (126)

Hekenu e Iti no solo eran músicas, sino también bailarinas, y esta combinación era más común entre las mujeres que entre los hombres. A menudo se representa a las mujeres bailando y tocando un instrumento y se las tiene registradas como cantantes, mientras que los hombres se inclinaban menos por la danza. Un grupo, dúo o solista popular podía actuar en un lugar y momento específicos, pero era habitual que los músicos tocaran en mercados y para los trabajadores. Las pirámides de Giza se construyeron al compás de la música, de la misma manera que hoy escuchamos la radio mientras trabajamos.

Bailarines y baile

En la época del Imperio Nuevo de Egipto (aprox. 1570-1069 a.C.), la música ya era parte integral de la vida cotidiana. El famoso género poético de la canción de amor, tan vinculado a este período, puede haberse creado para ser interpretado con música y danza interpretativa. Aunque no se sabe con certeza si las canciones de amor surgieron originalmente como letras musicales, la danza interpretativa era una presencia habitual en los rituales religiosos. El egiptólogo Gay Robins describe un grabado del reinado de Hatshepsut (1479-1458 a.C.) que ilustra una actuación musical, donde un arpista toca y canta un himno a la divinidad mientras las mujeres bailan interpretativamente:

Varias bailarinas acrobáticas se arquean hacia atrás o bailan con energía, mientras su cabello cae sobre sus rostros. En una escena, sus movimientos son descritos como «el baile de las bailarinas». Otras mujeres, aunque no participan en la danza, agitan sus sistros con una mano y sostienen un collar menat con la otra, al tiempo que entonan un himno. (146)

La música y la danza tenían como propósito elevar a los participantes de las ceremonias religiosas, acercándolos más a la deidad. Los himnos a los dioses se cantaban acompañados de instrumentos musicales y danza, y no existían restricciones sobre quién podía o no participar en el baile en determinado momento. Aunque la clase alta no solía bailar en público como lo hacía la clase baja, hay registros claros de ocasiones en las que incluso el rey participaba en la danza.

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Ancient Egyptian Music and Dancing
Música y danza del antiguo Egipto
Jan van der Crabben (CC BY-NC-SA)

Es posible que la razón por la cual los hombres y mujeres de la clase alta no eran representados bailando se deba a la estrecha asociación del baile con espectáculos públicos, en los cuales los bailarines vestían de manera muy ligera. El problema no radicaba en la desnudez en sí, sino en la conexión con la clase baja. Los antiguos egipcios, en cualquier época de su cultura, se sentían completamente cómodos con la desnudez propia y ajena. La académica Marie Parsons comenta al respecto:

Las mujeres que bailaban (e incluso las que no lo hacían) llevaban túnicas diáfanas, o simplemente fajas, a menudo de cuentas o conchas de cauri, para que sus cuerpos pudieran moverse libremente. Aunque hoy su aspecto pueda interpretarse como erótico e incluso sensual, los antiguos egipcios no veían el cuerpo desnudo o sus partes con la misma fascinación que nosotros, con nuestro sentido de la moral posiblemente más reprimido. (2)

Tanto en los templos como en las representaciones públicas, la danza se utilizaba para invocar a los dioses. Las deidades egipcias estaban presentes en todos los aspectos de la vida cotidiana, no solo en el culto dentro de los templos. Así surgió la práctica de «personificar» a una divinidad, en la que el bailarín o bailarina adoptaba los atributos de un dios o diosa y actuaba para el público. Hathor, la diosa de la música y la danza, fue la deidad más comúnmente asociada con este tipo de representación.

Los bailarines y bailarinas imitaban a la diosa al invocar su epíteto, La Dorada, recreando historias de su vida o interpretando su espíritu mediante la danza. Muchas bailarinas llevaban tatuajes que simbolizaban el aspecto protector de Hathor o del dios Bes. Además, las sacerdotisas, conocidas como «Hathors», en ciertos periodos utilizaban tocados con cuernos, en referencia al aspecto de Hathor como la diosa vaca, reforzando su conexión con la divinidad y su rol en las ceremonias.

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Tipos de danza

Marie Parsons cita los tipos de danzas más comunes en la práctica egipcia:

1. La danza puramente de movimiento: una danza que era poco más que un estallido de energía, donde el bailarín y el público simplemente disfrutaban del movimiento y su ritmo.

2. La danza gimnástica: algunos bailarines destacaban en los movimientos más extenuantes y difíciles, que requerían entrenamiento y una gran destreza física y flexibilidad. Estos bailarines también refinaban sus movimientos para moverse con delicadeza.

3. La danza imitativa: danza que parece haber recreado los movimientos de animales, aunque estos solo se mencionan de manera indirecta en los textos egipcios y no se representan explícitamente en el arte.

4. La danza en pareja: la danza en pareja en el antiguo Egipto consistía en dos hombres o dos mujeres que bailaban juntos, en lugar de parejas mixtas de hombre y mujer. Los movimientos de los bailarines eran ejecutados con una simetría impecable, lo que sugiere, al menos para el autor de este tratado, que los egipcios concebían esta danza como algo más profundo que un simple acto de movimiento.

5. La danza en grupo: se dividía en dos subtipos. En uno, al menos cuatro bailarines, y a veces hasta ocho, realizaban movimientos distintos entre sí, pero mantenían un ritmo uniforme. El otro subtipo era la danza ritual funeraria, donde filas de bailarines ejecutaban movimientos idénticos.

6. La danza de guerra: al parecer, se trataba de una recreación destinada al entretenimiento de las tropas mercenarias, como los libios, los shirdana (pueblos que formaban parte de los llamados Pueblos del Mar), y otros grupos.

7. La danza dramática: según los ejemplos mencionados por el autor, parecía conmemorar escenas históricas. Una postura común representaba a una joven arrodillada como un rey enemigo derrotado, mientras otra joven de pie asumía el papel del rey egipcio. La figura de pie sostenía al «enemigo» por el cabello con una mano y empuñaba un garrote con la otra.

8. La danza lírica: esta danza narraba una historia, similar a un ballet moderno. Un hombre y una mujer, acompañados del sonido rítmico de badajos de madera, se movían armoniosamente, a veces en solitario y otras juntos, realizando piruetas y juegos coreográficos. En ocasiones, la mujer se alejaba, simulando huir del hombre, mientras él la perseguía con delicadeza.

9. La danza grotesca: al parecer, era mayormente interpretada por enanos, y parece haber sido un espectáculo especial, como el que se le pidió al explorador Harkhuf que trajera para ejecutar «las danzas divinas»

10. La danza funeraria: se dividía en tres subtipos. La primera era la danza ritual, parte esencial del rito funerario. El segundo tipo implicaba expresiones de dolor, donde los bailarines se llevaban las manos a la cabeza o hacían el gesto del ka, levantando ambos brazos. El tercer subtipo era una danza ofrecida al ka del difunto, celebrando su vida y su paso al más allá.

11. La danza religiosa. Los rituales del templo incluían músicos entrenados para la liturgia y cantantes entrenados en los himnos y otros cánticos.

Se creía que todas estas danzas, independientemente de su propósito, tenían el poder de elevar el espíritu tanto del bailarín como del público, ya fueran simples espectadores o participantes activos. La música y la danza no solo apelaban a los aspectos más nobles de la naturaleza humana, sino que también brindaban consuelo en los momentos de decepción y pérdida. A través del movimiento y el sonido, la danza y la música no solo conectaban a las personas con su presente, sino que también les transmitían el significado profundo y universal de la victoria y el sufrimiento.

Egyptian Bronze Sistrum
Sistro de bronce egipcio
Liana Miate (CC BY-NC-SA)

Conclusión

La conexión entre la música y la danza con lo divino ha sido un reconocimiento común en diversas culturas antiguas alrededor del mundo, no solo en Egipto. Durante milenios, ambas han formado parte integral de rituales espirituales y ceremonias religiosas. La aversión actual a la danza y a la llamada «música secular» proviene de la condena de ambas con el auge del cristianismo.

A pesar de que algunos padres de la Iglesia, como Clemente de Alejandría (150-215 d.C.), reconocieron en las Escrituras ejemplos que apoyaban la danza, como la célebre danza espontánea del rey David ante Dios en 2 Samuel 6:14-16, la mayoría de los líderes eclesiásticos consideraron la danza como una extensión de las prácticas paganas, lo que llevó a su prohibición. Para la época del Imperio bizantino (330 d.C.), la danza había sido condenada por ser considerada inmoral, y la música comenzó a categorizarse en dos tipos: litúrgica y profana.

El Imperio bizantino mantenía una postura ambivalente hacia la música y la danza, permitiendo su uso en ciertas ocasiones, aunque la Iglesia de Roma no compartía esta visión. Esta diferencia de enfoques ha llevado a que la Iglesia Ortodoxa Oriental continúe promoviendo la danza y la música en sus servicios religiosos, mientras que la Iglesia Católica, hasta hace relativamente poco, se mostró reticente a integrarlas en sus rituales. Sin embargo, mucho antes de que surgieran estas divisiones en la nueva religión, los antiguos egipcios ya reconocían el poder transformador de la música y la danza. Durante más de tres mil años, estas expresiones artísticas fueron consideradas fuerzas que no solo animaban e inspiraban a la gente, sino que también estaban ligadas a la creación del universo y al sentido de la existencia humana. La música era vista como una fuerza primordial, y la danza, como la respuesta del ser humano a esta creación divina.

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Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2017, mayo 19). Música y danza en el antiguo Egipto [Music & Dance in Ancient Egypt]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1075/musica-y-danza-en-el-antiguo-egipto/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Música y danza en el antiguo Egipto." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 19, 2017. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1075/musica-y-danza-en-el-antiguo-egipto/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Música y danza en el antiguo Egipto." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 may 2017. Web. 24 dic 2024.

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