Las relaciones entre los antiguas naciones Japón y China tienen una larga historia, y en algunos períodos el intercambio político, religioso y cultural fue muy activo. China, un estado mucho más antiguo y desarrollado, le transmitió a Japón (algunas veces indirectamente a través de Corea) una larga lista de ideas y conceptos, entre ellos el cultivo del arroz, la escritura, el budismo, el modelo de gobierno centralizado, los exámenes para el servicio civil, la arquitectura religiosa, la vestimenta, el arte, la literatura, la música y los hábitos alimenticios. Las relaciones comerciales duraron mucho más que las culturales y diplomáticas, ya que Japón comenzó a desarrollar su propia vía cultural a partir del siglo IX.
Primeros contactos
Al final del período Jomon, alrededor del 400 a.C. (o tal vez antes), ocurrió el primer contacto de Japón con el extranjero cuando los inmigrantes comenzaron a llegar desde Asia continental, especialmente la península de Corea, probablemente empujados por las guerras causadas por la expansión china y las ocurridas entre reinos rivales. Trajeron con ellos una nueva alfarería, bronce, hierro, y técnicas metalúrgicas mejoradas que permitían producir herramientas de cultivo, y mejores armas y armaduras de manera más eficiente.
A nivel político, Japón comenzó sus primeros intentos de establecer relaciones internacionales (kokusai kankei) a finales del período Yayoi (c. 300 a.C. o antes, c. 250 a.C.). De acuerdo con el Han Shu (“Historia de Han”) de c. 82 a.C., Wa, como era conocida la incipiente confederación de pequeños estados en el sur y el oeste de Japón, de los cuales el más importante era Yamato, enviaba emisarios y tributos a las comandancias en el Norte de Corea. Esta es la más antigua referencia textual referente a Japón. Una segunda fuente china antigua es el Wei Chih (“Historia de Wei”) de 297 d.C. Las primeras delegaciones con tributos datan del 57 y el 107 d.C. Se sabe que un gobernante japonés envió embajadas a territorio chino (238, 243 y c. 248 d.C.) y la figura más famosa de ese período fue la reina Himiko (que reinó c. 189-248 d.C.). Durante el subsiguiente período Kofun (c. 250-538 d.C.) se siguieron enviando emisarios a China: en 425, 478 y once más hasta el 502 d.C. El Japón de Yamato lentamente estaba estableciendo una presencia diplomática internacional.
El período Asuka y el budismo
El período Asuka (538-710 d.C.) vio un creciente intercambio cultural con la introducción de leyes y códigos penales basados en los de China, la creación de una ciudad capital permanente y la nacionalización de la tierra. También se introdujo el budismo en Japón en algún momento del siglo VI d.C.; tradicionalmente se ubica en el año 552. En realidad, fue introducido por un monje coreano, pero se consideró como una fe china y fue adoptado oficialmente por el emperador Yomei (que reinó de 585 a 587). El budismo reforzó la idea de una sociedad estratificada con diferentes niveles de estatus social, con el emperador muy por encima de todos y protegido por los Cuatro Reyes Custodios de la ley budista. La aristocracia podía, a su conveniencia, declarar que disfrutaban de su posición privilegiada en la sociedad porque había acumulado méritos en una vida previa.
Se esperaba que las culturas vecinas más avanzadas de Corea y China vieran la adopción del budismo en Japón de manera favorable, y que elevaría la reputación de Japón como una nueva nación civilizada en el Este de Asia. Es por la misma razón que se copiaron las convenciones chinas de la etiqueta de la corte, los vocativos y títulos formales, y las ceremonias del té y los hábitos alimenticios. Una vez que se adoptaron oficialmente, se enviaron a China monjes, intelectuales y estudiantes para que aprendieran los principios del budismo con mayor profundidad y regresaran con esos conocimientos, el arte y también algunas reliquias para beneficio del pueblo japonés.
El budismo siguió evolucionando como fe en India y en China, con la aparición de nuevas sectas que eventualmente llegaron a Japón a través de los monjes que habían estudiado en el exterior. Dos de los monjes eruditos más notables fueron Kukai (774-835) y Saicho (767-822) quienes fundaron las sectas Shingon y Tendai respectivamente. Otro monje importante fue Ennin (c. 793-864) que estudió budismo esotérico en China durante nueve años y trajo al Japón esas nuevas ideas, textos originales, mandalas, y objetos rituales.
Misiones diplomáticas
El príncipe Shotoku, quien gobernó como regente en nombre de la emperatriz Suiko, desde 594 hasta su muerte en 622, fue un gran promotor de los lazos con China y fue un fuerte defensor de todo lo que era chino, desde los palillos para comer hasta el budismo. Su famosa Constitución de los Diecisiete Artículos del año 604 estaba fuertemente influenciada por las ideas del taoísmo, el confucianismo y el budismo. Shotoku envió también embajadas oficiales a la corte Sui de China desde c. 607 y adelante en el siglo VI. Se habrían enviado a China unas 19 misiones patrocinadas por el Estado entre el 607 y el 839. Las misiones eran conducidas por oficiales de alto rango de la corte que eran acompañados por consejeros, eruditos, monjes, artistas, médicos, músicos, adivinadores, escribanos e intérpretes. De este modo cada embajada podía incluir varios cientos de personas. Los oficiales importantes tenían sus gastos cubiertos por sus anfitriones. Se entregaba un “tributo” y a cambio se recibían regalos, especialmente pinturas y libros.
Los artistas copiaban todos las obras que podían para llevarlas a casa como obras de referencia, los músicos pagaban por las lecciones de profesores famosos, y los eruditos estudiaban bajo célebres maestros religiosos. Los médicos adquirían las artes de la acupuntura, la moxibustión, el masaje, y el exorcismo. Los estudiantes se tomaban más tiempo y no regresaban a la embajada principal. Al estudiar durante muchos años, en la mayoría de los casos el gobierno chino cubría sus costos. Aquellos que se tomaban el tiempo para estudiar seriamente en China, a menudo eran recompensados con un puesto alto a su regreso a Japón, convirtiéndose en asesores del gobierno o en directores de instituciones tales como la universidad de Nara, donde se enseñaban los principios del confucianismo y se daban los populares cursos de literatura y leyes chinas. Los monjes podían establecer y encabezar sus propias sectas budistas, que se podían volver inmensamente populares una vez que sus nuevos conocimientos les permitían desplazar de su posición a las escuelas y monasterios existentes.
A lo largo del período Asuka (538-710 d.C.) la literatura y la música japonesa siguieron los modelos chinos puesto que los artistas traían las ideas desde Asia continental. Del mismo modo, los estilos arquitectónicos llegaron desde China. La arquitectura de los edificios públicos de Nara y de su sucesora como capital, Heiankyo (Kioto), seguían el modelo chino con la mayoría de los edificios administrativos ostentando columnas escarlata sosteniendo techos de tejas verdes. Heiankyo estaba diseñada con un patrón cuadriculado con calles en ángulo recto formado bloques regulares, de acuerdo con el modelo chino de la capital occidental Ch’ang-an, lo mismo que Nara. El palacio real seguía las ideas chinas, y la ciudad tenía incluso una Academia del Conocimiento Chino (Daigaku-tyo). En contraste, las residencias privadas, los depósitos de almacenaje y los edificios rurales seguían construyéndose según la tradición arquitectónica japonesa.
Ocasionalmente, China envió embajadas a Japón y esas misiones fueron registradas en Kyushu, Nara y Heiankyo. Se cree que estas misiones no tenían que ver con algo que los chinos quisieran aprender de Japón, sino que constituían la aprobación oficial de la aceptación de Japón como nación “tributo”. Los chinos traían obsequios costosos y, lo que es más importante, a los mercaderes capaces de establecer relaciones comerciales lucrativas y a largo plazo con sus colegas japoneses. De hecho, el comercio entre las dos naciones duró mucho más que las relaciones diplomáticas.
Relaciones fallidas
Las relaciones de Japón con su vecino continental no siempre fueron amistosas. El reino Silla, un antiguo rival de Baekje en la península coreana, finalmente invadió a su vecino en el 660 d.C. con la ayuda de una enorme fuerza naval de la China Tang. Una fuerza Baekje rebelde persuadió a Japón de enviar 800 barcos bajo el mando de Abe no Hirafu para ayudarlos en el intento de recuperar el control sobre el reino, pero la fuerza conjunta fue derrotada en la batalla de Backgang (Hakusonko) en la desembocadura del río Geum/Paekchon en el 663. El éxito del Reino Silla Unificado provocó una nueva ola de inmigrantes, que llegó a Japón desde los colapsados reinos Baekje y Goguryeo. Después de la derrota, Japón podía ser invadido por Silla, los Tang, o ambos. Se construyó una gran fortificación en Dazaifu en el sureste de Japón, pero la amenaza de ocupación nunca se materializó.
Período Heian y el enfriamiento de las relaciones
Durante el período Heian (794-1185) después de la última embajada a la corte Tang en el 838, Japón ya no mantuvo relaciones diplomáticas formales con China, porque se volvió aislacionista y ya no tenía que defender sus fronteras o embarcarse en conquistas territoriales. Alrededor del 900, la gran dinastía Tang colapsó y China se transformó en una desunión de estados compitiendo entre sí. Este hecho, los peligros de navegar hacia el continente, y la creciente antipatía contra la influencia china, más el deseo de los japoneses de llevar a cabo su propio desarrollo político, significó que se terminaran las misiones diplomáticas entre los dos estados.
Florecimiento del comercio
Aunque las misiones políticas cesaron, los intercambios comerciales y culturales con China continuaron esporádicamente. Las mercaderías importadas de China eran mayormente artículos de lujo, pero la lista es amplia e incluye medicinas, perfumes, telas de seda, damasco, brocados, cerámica, armas, armaduras, clavo de olor, almizcle, lapislázuli, cinabrio, tintes e instrumentos musicales. Llegaban libros también, un catálogo datado en 891 lista más de 1700 títulos chinos que cubrían historia, poesía, protocolo cortesano, medicina, leyes y clásicos confucianos. A cambio, Japón enviaba perlas, polvo de oro, plata, ámbar, seda cruda, aceite de camelia, mercurio, azufre, papel, y laca dorada. De todos modos, a pesar de estos intercambios, la ausencia de misiones regulares entre los dos a partir del siglo X evidencia que el período Heian vio en general una disminución de la influencia de la cultura china, lo que significa que la cultura japonesa comenzaba a encontrar su propio camino de desarrollo.
En el siglo XIII, terminando ya el período antiguo, los mongoles invadieron China y fijaron sus ojos en Japón. Cuando Japón rehusó convertirse en una nación subordinada al poderoso imperio de Kublai Khan, se preparó una enorme fuerza de invasión. Dos veces, en 1274 y 1281, la flotas mongolas fueron deshechas por tifones – los que llegarían a conocerse como vientos divinos o kamikaze, enviados por los dioses para proteger a Japón en los momentos de su mayor peligro. La nación había sobrevivido y ahora estaba lista para florecer en el período medieval y perseguir su propio, independiente y único destino cultural.
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