La religión de Israel y Judá empezó a surgir en el siglo X a. C. en el seno de la cultura semítica occidental, también conocida como cultura cananea. Entre los siglos X y VII a. C., la antigua religión de Israel y Judá era politeísta. Sin embargo, ese politeísmo se contrarrestaba con la devoción a una o dos deidades primarias, una práctica conocida como henoteísmo (van der Toorn, 2047). El henoteísmo es la práctica donde se reconoce a muchas deidades pero el culto principal gira en torno a una única deidad. Dentro de las comunidades judaicas e israelitas, la devoción principal solía ser hacia Yahvé. Puesto que tanto Judá como Israel eran estados emergentes, Yahvé era la deidad nacional, una idea que encuentra sus orígenes en las prácticas religiosas de la Edad de Bronce.
En cuanto a la práctica, el culto en los templos y los rituales de sacrificio como el Yom Kippur, las fiestas de luna nueva, el Pésaj y otros festivales tenían un papel fundamental. Prácticas como la adivinación y la profecía eran también formas comunes de devoción religiosa. En cuanto a las acciones, el comportamiento ético tenía un papel importante en la forma en que los antiguos israelitas y judaicos expresaban su devoción religiosa.
En los siguientes párrafos, exploraremos con más detalle los aspectos mencionados de la antigua religión de Israel y Judá. Centrándonos en el periodo comprendido entre los siglos X y VII a.C., consideraremos el marco cultural semítico occidental más amplio, la religión familiar, el henoteísmo, el ritual y el comportamiento ético.
El contexto semítico occidental en sentido amplio
Entre los siglos X y VII a.C, la antigua religión de Israel y Judá ocurrió en contextos cúlticos y en templos. Si bien muchas tradiciones judías y cristianas sugieren que Yahvé era la deidad única y principal en toda la historia religiosa israelita y judaica, la arqueología, las inscripciones y la propia Biblia hebrea indican lo contrario. Aun así, se entendía que la deidad a la que se rendía culto, normalmente Yahvé, se encontraba físicamente en el templo, tenía un cuerpo y era un dios personal con emociones y fuerza de voluntad.
Asimismo, la antigua religión de Israel y Judá compartía la idea común de que la deidad era una esencia divina. Esta esencia divina se expresaba a menudo a través de la noción de santidad. Por lo tanto, los fieles debían mantener la santidad del templo para que la deidad pudiera vivir en el templo, el cual era considerado su casa. Con este fin, se ofrecían sacrificios, ofrendas y liturgia a las deidades. En términos generales, estos elementos constituyen un marco básico de la forma en que los antiguos israelitas y judaicos expresaban su devoción religiosa a su deidad.
Antes de Saúl y David
Antes de que empezara a formarse una autoridad centralizada o un estado en torno al siglo X a.C., los habitantes de Siria-Palestina practicaban una forma de religión familiar. Así lo demuestran la literatura que se remonta al siglo XII a.C. (1200 a.C.; cartas de Amarna) y diversas inscripciones en toda Siria-Palestina. Los datos, sin embargo, son fragmentarios. En otras palabras, es como si tuviéramos 400 piezas de un rompecabezas de 2000 piezas. No obstante, cuando conectamos el rompecabezas con otras fuentes históricas, queda claro que la religión familiar era la norma en la época en que Israel y Judá comenzaron a formar una identidad nacional. Así, es posible que «las familias honraran a sus antepasados mediante ritos verbales y la presentación de ofrendas, y centraran su devoción religiosa en el 'dios del padre' o el 'dios de la casa'. De este modo, anclaban su identidad colectiva en su linaje y su lugar de origen» (van der Toorn, 1996: 177).
Esta era la atmósfera o el contexto en el que la antigua religión de Israel y Judá comenzó a surgir. Sin embargo, se discute mucho cómo llamar a los pueblos anteriores a la formación de las identidades nacionales israelita y judaica. Por lo tanto, para simplificar, nos referiremos a ellos como protoisraelitas. Asumiendo que la Biblia hebrea refleja la religión protoisraelita, algunos estudiosos sospechan que realizaban rituales en honor a los difuntos. Basándose en un ejemplo de 1 Samuel 20, van der Toorn explica:
Lo que aprendemos del pasaje es que había una comida comunal en la que se comía carne...; que «todo el clan»... tenía que estar presente; que se celebraba en Belén, la ciudad natal de David, probablemente porque en este lugar estaba la tierra heredada donde yacían enterrados los antepasados... Sobre la base de estos datos, se ha sugerido que el ... sacrificio del clan era de hecho "la ocasión en la que se empleaban los relatos genealógicos para invocar los nombres de los antepasados muertos". (214)
En otras palabras, es probable que los protoisraelitas practicaran algún tipo de ritual de clan o familiar. A medida que la antigua religión de Israel y Judá se acercaba cada vez más al monoteísmo entre los siglos X y VI a.C., la noción de una religión familiar se incorporó a la antigua Judá. La idea de la casa de Israel o de la casa de Judá está basada en la idea de la religión familiar. Sin embargo, con la aparición de una red más amplia de alianzas políticas bajo los títulos de Israel y Judá, la deidad familiar se convirtió en la deidad del Estado.
Henoteísmo
Fuera de la Biblia hebrea, uno de los mejores ejemplos de la antigua religión de Israel y Judá procede de un yacimiento arqueológico llamado Kuntillet 'Ajrud, que posiblemente data del siglo X a.C. Una inscripción de este sitio dice: "A YHWH de Samaria y a Asherata". Otra inscripción dice: "A YHWH de Teman y a Asherata" (Na'aman, 305). Ambas inscripciones demuestran que algunos antiguos israelitas y judaicos no eran monoteístas en su forma de practicar la religión, sino que eran henoteístas. YHWH, que puede leerse como Yahvé, era la principal deidad tribal. Se le conoce mejor en la Biblia hebrea. Asherata, también conocida como Aserá, era una deidad dentro del panteón ugarítico. También es una figura común en la Biblia hebrea. Por lo tanto, podemos decir con seguridad que entre los espectros de cómo la gente en las antiguas Israel y Judá practicaba la religión, Aserá y Yahvé fueron ambos honrados en cultos. Sin embargo, se tendía a dar prioridad a Yahvé.
Una inscripción de otro yacimiento arqueológico (Khirbet el-Qom, siglo VIII a.C.) dice lo siguiente «Bendito es Uriahu por YHWH porque a través de Asherata lo salvó de su enemigo». Aquí vemos una fuerte evidencia de que Asherata, una deidad, representó a una persona llamada Uriahu ante YHWH. En la literatura ugarítica encontramos una interpretación similar de los dioses: la diosa ugarítica Athirat era una mediadora para el dios El, el principal del panteón ugarítico. El paralelismo entre la forma en que la gente entendía a las deidades (Yahvé es a Asherata lo que El es a Athirat) demuestra cómo las antiguas Israel y Judá compartían un marco cultural y religioso con la cultura semítica occidental más amplia; sin embargo, también eran únicas en el sentido de que adoraban a una deidad particular que representaba de forma única su(s) sistema(s) tribal(es). No obstante, esta interpretación sigue siendo objeto de debate en la discusión académica actual (véase Smith 2002, 125; Smith 2001, 72-73).
Otros ejemplos proceden de la propia Biblia hebrea. En Salmos 82, por ejemplo, Yahvé está en el consejo de El, la deidad más grande de la mitología semítica occidental. Yahvé acusa a las otras deidades del consejo de no ayudar a los pobres y necesitados. En otras palabras, las otras deidades no han hecho su trabajo como deidades. Como resultado, El les quita el estatus divino a las deidades y ordena a Yahvé que gobierne sobre las naciones. En esta pieza poética de Judá e Israel, tenemos un ejemplo de una tradición en la que se encuentran otras deidades dentro del panteón; sin embargo, Yahvé asume el papel central.
La narrativa de la Biblia hebrea cuenta una historia similar. Por ejemplo, en 1 Reyes 16:33, el rey Ajab hace un santuario para Aserá. En 2 Reyes 17:16 incluso se hace referencia a personas que adoran a Aserá y a Baal. Asimismo, el culto a Baal se produce de forma sistemática a lo largo de la narración, lo que sugiere que «desempeñaba un papel importante en las creencias de la población israelita» durante la Edad de Hierro (DDD 1999, 137).
Además, una de las primeras traducciones de la Biblia hebrea a otra lengua en el siglo III a.C. atestigua el henoteísmo del antiguo Israel. En el Septuagenario (LXX), una traducción griega de la Biblia hebrea, Deuteronomio 32:8 dice «Cuando el Altísimo repartió las naciones, mientras dispersaba a los hijos de Adán, fijó los límites de las naciones según el número de los hijos de Dios». «Altísimo» es una referencia a El. En este verso, se dice que El asigna las naciones y los grupos de personas a sus hijos divinos, es decir, a las deidades. En este verso, Yahvé es asignado a Israel, y otras deidades a otros pueblos. Así, la propia Biblia hebrea refleja el henoteísmo del antiguo Israel y de la región en general.
Y como demuestran las inscripciones anteriores, el culto a deidades distintas de Yahvé parece haber sido una parte habitual de la vida de la gente. A lo largo de la Biblia hebrea, se sugiere que Yahvé ha sido siempre la deidad que el pueblo debía adorar. Sin embargo, basándonos en estas inscripciones, en los Salmos, en los Reyes, en el Deuteronomio y en otras pruebas no mencionadas, sabemos que no es así; más bien, el henoteísmo era probablemente la norma para los antiguos israelitas y judaicos.
Un académico sugiere que «lo que sea que los autores bíblicos hayan tratado de transmitir, puede no haber sido... la forma primaria de creencia o ejercicio religioso» (Gilmour, 100). En otras palabras, la Biblia hebrea no representa con exactitud la forma en que la gente practicaba realmente la religión en el mundo antiguo. Afirma esto porque la propia Biblia hebrea fue probablemente editada y compilada entre los siglos VII y III a.C. Por lo tanto, aunque la Biblia hebrea conserva tradiciones que se remontan hasta el siglo XI a.C., es probable que las posiciones teológicas y culturales entre los siglos VII y III a.C. se aplicaran al pasado. Entre ellas, el monoteísmo.
Prácticas y rituales
Después de haber ofrecido una idea básica de qué y cómo algunos antiguos israelitas y judaicos pueden haber pensado de sus deidades, ahora podemos examinar cómo los antiguos judaicos e israelitas practicaban la religión dentro de su entorno material. En otras palabras, ¿qué tipo de cosas hacían físicamente para adorar a su deidad principal, Yahvé?
Según la tradición del libro del Levítico, había 5 tipos principales de sacrificios: holocausto u ofrenda quemada, ofrenda de grano, ofrenda por el bienestar, ofrenda por el pecado y ofrenda por la culpa. Dentro de cada tipo de sacrificio había tres niveles de objetos materiales que se podían ofrecer. La razón por la que había tres niveles era para que los pobres de la sociedad pudieran ofrecer sacrificios. Por ejemplo, una persona que trajera una ofrenda quemada podía ofrecer un toro, una oveja o una cabra, o una tórtola o una paloma. En otras palabras, podían ofrecer una ofrenda cara, una ofrenda de precio medio o una ofrenda barata. Los otros tipos de sacrificios ofrecían la misma oportunidad para los pobres. Algunos textos rituales de una ciudad siria llamada Emar incluyen los mismos niveles de sacrificio, es decir, niveles que permitían a los pobres hacer ofrendas.
Uno de los rituales anuales más importantes puede haber sido el Día de la Expiación (Yom Kippur). El propósito del Día de la Expiación era purificar el santuario, ya que se pensaba que el pecado lo contaminaba. Sin el ritual, Yahvé podría abandonar el santuario. Sin Yahvé en el santuario, ya no había ninguna deidad que defendiera a la población judaica. Como parte de la asamblea de El, el dios supremo de la mitología ugarítica (véase Salmos 29 y 82), a Yahvé se le «asignó» Israel en algunas tradiciones bíblicas.
Para resolver este posible problema, un sumo sacerdote realizaba el ritual del sacrificio por los pecados del pueblo y rociaba la sangre sobre el altar. A continuación, colocaba su mano sobre la cabeza de un macho cabrío, transfería las impurezas al macho cabrío y realizaba un último holocausto para expiar al pueblo (Levítico 16). De este modo, el pueblo quedaba expiado. Esta expiación nacional también servía para fortalecer los lazos políticos y la unidad.
El Día de la Expiación es muy similar a un ritual de los textos ugaríticos (KTU 1.40), que datan del siglo XIII a.C. Sin embargo, difiere en un aspecto importante: mientras que el ritual ugarítico se realiza en múltiples templos, el Día de la Expiación, según el Levítico, se realiza únicamente en un templo, en un santuario. Así pues, la antigua religión israelita y judaica comparte un marco ritual similar; sin embargo, el ritual también se distingue de otros rituales semíticos occidentales en cuanto a la centralidad en torno a un santuario.
Por supuesto, hay otros rituales mencionados en la Biblia hebrea, como la Pascua (Pésaj), los festivales de la Luna Nueva y otros festivales para celebrar los cambios estacionales. Estos rituales probablemente implicaban sacrificios a Yahvé, al igual que la tradición del Día de la Expiación.
Sin embargo, el ritual no era la única forma de devoción religiosa. Aunque a menudo se consideraba tabú, la adivinación era una parte importante de la antigua religión israelita y judaica. Por ejemplo, en 1 Samuel 28 se narra la visita del rey Saúl a una nigromante (alguien que resucita fantasmas) en En-dor. El rey Saúl necesita hablar con el fantasma del profeta Samuel. En este pasaje, sin embargo, la bruja no es condenada por realizar nigromancia. Por lo tanto, este texto demuestra que la adivinación sí estaba presente en la práctica y el ritual de los antiguos israelitas y judaicos. Del mismo modo, no estaba necesariamente mal vista.
Al mismo tiempo, algunas tradiciones prohíben explícitamente la adivinación. En Deuteronomio 18:10-11 esta oposición es explícita: «Que no se encuentre entre ustedes nadie que entregue a su hijo o a su hija al fuego, ni nadie que practique la adivinación, ni sea agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni nadie que consulte a los muertos». Sin embargo, no habría razón para una ley de este tipo si no se practicara la adivinación. Por lo tanto, la antigua religión israelita y judaica incluye la adivinación en algunas tradiciones, y hay otras tradiciones, como Deuteronomio 18:10-11, que se oponen a la práctica de la adivinación.
Ética
En el mundo antiguo, el comportamiento ético desempeñaba un papel importante en la religión. Los cinco primeros libros de la Biblia hebrea, por ejemplo, hacen hincapié en la importancia del comportamiento ético. Sin embargo, el comportamiento ético no es una categoría separada de la religión en el mundo antiguo; más bien, el comportamiento ético influye en que la deidad, es decir, Yahvé, resida o no en el santuario o templo. En consecuencia, se entendía que el comportamiento ético estaba correlacionado con el hecho de que Yahvé siguiera protegiendo a los antiguos judaicos e israelitas de otros grupos humanos. Este tipo de correlación es evidente en toda la Biblia hebrea.
Por ejemplo, se hace referencia a un grupo del monte Samaria como «los que oprimen a los pobres y aplastan a los necesitados» (Amós 4:1). En respuesta, Yahvé afirma que aunque les quitó la comida, no envió lluvia y provocó el hambre, el pueblo no regresó. En otras palabras, no cambiaron su comportamiento. Esto no indica que Yahvé solo se preocupara por la ética y no se preocupara por su culto; más bien, indica que la ética influía en que Yahvé proporcionara o no el sustento al pueblo. Otro ejemplo está en 1 Samuel 4. En esta narración, la gloria de Yahvé, es decir, la representación de su presencia física, abandona el templo como consecuencia de la corrupción ética de los hijos de Elí. Por último, Levítico 18-22 ofrece una serie de normas morales y éticas. La consecuencia de no seguir las normas es ser " apartado del pueblo". Sin embargo, es importante destacar que esta consecuencia no es el castigo por el mal comportamiento; más bien, la consecuencia es necesaria para mantener la santidad y la integridad de la comunidad y del templo, puesto que si la casa de Yahvé se contaminaba demasiado, él tendría que marcharse.
De este modo, el comportamiento ético de los pueblos judaicos era un aspecto importante de la religión porque aseguraba la presencia duradera de la deidad en el templo. En consecuencia, la deidad podía proporcionar bendiciones, vida y sustento desde el templo.
La historia en la Biblia hebrea, el judaísmo y el estado actual de la investigación
Las personas familiarizadas con la Biblia hebrea/el Antiguo Testamento pueden haber notado que no se discute la importancia religiosa de aspectos como la Ley, Moisés y la dinastía davídica. La razón por la que no se incluyeron estos aspectos religiosos es que reflejan ideas religiosas desarrolladas entre los siglos VII y IV a.C. Si bien el linaje de Judá y figuras como David existían, no eran necesariamente centrales en la antigua práctica religiosa israelita y judaica. En efecto, «la presentación del pasado de Israel en la narración bíblica desde el Génesis hasta 2 Reyes es una construcción ideológica de los intelectuales» después del siglo VII a.C. «que, sin embargo, transmitieron algunos recuerdos que datan de los siglos X al VI a.C.» (Knauf y Guillaume, 53). Así, hasta cierto punto, la Biblia hebrea refleja bien el pasado de la antigua Judá e Israel; sin embargo, como compilación de tradiciones judaicas, a veces tergiversa o ignora por completo lo que ocurrió en el pasado.
Asimismo, los lectores atentos podrán observar que no se habla del judaísmo. En general, el consenso de los estudiosos es que la religión del judaísmo era distinta de la antigua religión israelita y judaica. Los elementos que definen el judaísmo, sin embargo, están fuera del alcance de este artículo.
Por último, es importante conocer el estado actual de los estudios sobre la historia antigua de Israel. Como campo de estudio, es uno de los más desafiantes porque los estudiosos tienen una cantidad limitada de fuentes primarias con las que trabajar. Asimismo, la historia israelita antigua, en particular la religiosa, es difícil de trabajar porque se debe examinar la Biblia hebrea para decidir qué puede reflejar el pasado con mayor precisión. Así, puede haber otros que ofrezcan explicaciones y descripciones muy diferentes de cómo los antiguos israelitas y judaicos practicaban la religión. Esto es una consecuencia natural de la escasez de datos y sirve para ejemplificar lo mucho que hay que investigar en la historia de los antiguos israelitas para que podamos apreciar cómo este antiguo grupo de personas entendía su papel en el mundo.