El arte en el periodo amarniense

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Elsie McLaughlin
por , traducido por Miriam López
Publicado el 22 septiembre 2017
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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De todos los faraones que gobernaron el antiguo Egipto, hay uno en particular que destaca sobre el resto. A lo largo de sus 17 años de reinado (1353-1336 a.C.), Akenatón encabezó una revolución cultural, religiosa y artística que sacudió el país, tirando por la ventana miles de años de tradición e imponiendo un nuevo orden mundial. Tras su muerte, su nombre fue omitido de las listas de reyes y sus imágenes fueron profanadas y destruidas. A partir de los fragmentos que se conservan, los egiptólogos han reconstruido la historia de su vida y su reinado, un periodo de agitación espiritual y de experimentación como ningún otro en la historia de Egipto. Bajo su supervisión, el arte egipcio experimentó una transformación monumental, abandonando siglos de rígidas convenciones en favor de un nuevo enfoque artístico altamente estilizado e imbuido de significado divino.

Statue of Akhenaten
Estatua de Akenatón
Elsie McLaughlin (CC BY-NC-SA)

PRINCIPIOS DEL REINADO DE AMENHOTEP IV

Segundo hijo del faraón Amenhotep III, Akenatón (originalmente Amenhotep IV) nunca estuvo destinado a ser rey. Su hermano mayor, el príncipe Tutmosis, era el heredero, pero tras su prematuro fallecimiento, el joven Amenhotep se encontró en el punto de mira político. Tras un breve periodo de corregencia, Amenhotep III murió en 1353 a.C. y Amenhotep IV ascendió al trono. Con su Gran Esposa Nefertiti a su lado, el nuevo faraón comenzó lo que parecía ser un reinado convencional: dedicó monumentos a Amón, amplió el complejo de templos de Karnak e incluso celebró un festival de Sed en el Año Regio 3. Sin embargo, el reinado de Amenhotep IV fue todo menos ordinario, y en poco tiempo el rey empezó a mostrar sus verdadero ser: era un fanático devoto de Atón, deidad que representaba la forma física del disco solar. A diferencia de la mayoría de los demás dioses y diosas egipcios, Atón no tenía características humanas y no adoptaba ninguna forma antropomórfica. Bajo la dirección de Amenhotep, este culto marginal pronto se convirtió en la mayor secta religiosa de Egipto.

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En el Año Regnal 5, el faraón abandonó toda pretensión y declaró a Atón como la deidad estatal oficial de Egipto.

En el año Regio 5, el faraón dejó de fingir y declaró a Atón deidad oficial del estado de Egipto, desviando la atención y la financiación del sacerdocio de Amón al culto del disco solar. Incluso cambió su nombre de Amenhotep ('Amón está satisfecho') a Akenatón ('Eficaz para Atón') y ordenó la construcción de una nueva capital, Aketatón ('El horizonte de Atón') en el desierto. Situada en el actual emplazamiento de Tell el-Amarna, Akhetaten estaba situada entre las antiguas ciudades egipcias de Tebas y Menfis, en la orilla oriental del Nilo.

ARQUITECTURA DEL PERIODO DE AMARNA

Poco después de llegar al poder, Akenatón/Amenhotep IV encargó la construcción de un nuevo complejo de templos adyacente al de Karnak (actual Luxor). Este nuevo proyecto, sin embargo, era una entidad completamente separada del templo de Amón, lo que queda claro por el hecho de que el emplazamiento estaba situado fuera del perímetro de Karnak. Bautizado como Gempaatón ("Se encuentra Atón"), el nuevo complejo de templos de Amenhotep no se parecía a ninguno de los anteriores. En lugar de estar compuesto por santuarios privados y cerrados, los patios al aire libre de Gempaatón permitían que la luz solar de Atón fluyera directamente hacia el complejo.

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Smaller Aten Temple, Amarna
Pequeño tempo de Atón, Amarna
Institute for the Study of the Ancient World (CC BY)

Siguiendo los pasos de Gempaatón, el Gran Templo de Atón en Amarna era otro excelente ejemplo de templo "al aire libre". Rodeado por una gran muralla, el complejo del templo constaba de dos estructuras principales: el Santuario, situado en la sección oriental del complejo, y el Templo Largo, situado en la sección occidental. El hecho de que este templo estuviera dispuesto en un eje este-oeste era un guiño al camino que Atón recorría cada día a través del cielo. El Santuario estaba compuesto por dos patios, el segundo de los cuales estaba abierto al aire y albergaba el altar donde Akenatón y Nefertiti presentaban sus ofrendas privadas al disco solar. El Templo Largo consistía en un patio con columnas y más de 900 pequeños altares al aire libre donde los sacerdotes quemaban ofrendas a Atón. Al norte del Gran Templo de Atón había un segundo templo más pequeño, en el centro de Amarna, más cerca del palacio y de la residencia real del rey. Este templo también seguía la disposición del Gempaatón y del Gran Templo de Atón, construido para estar expuesto a la luz solar directa en todo momento.

Los múltiples palacios de Amarna se construyeron con ladrillos de barro y se pintaron con escenas coloridas y muy decorativas de plantas, vida salvaje y la familia real. Estas estructuras incluían muchos patios abiertos y pórticos con columnas, así como grandes patios decorados con colosales estatuas de piedra de Akenatón y Nefertiti.

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RETRATO DE AKENATÓN

Los objetos del reinado de Akenatón son reconocibles al instante por su estilo artístico único. Entre las piezas más llamativas están las que representan al propio rey, muchas de las cuales han llevado a los egiptólogos a cuestionar el estado de salud y el aspecto físico del faraón. Un ejemplo destacado es el de Gempaatón: una enorme estatua de cuerpo entero de Akenatón que presenta unas características peculiares. El rostro del rey es largo y delgado, con ojos rasgados y labios grandes y carnosos. Su figura es igualmente extraña y desproporcionada, con brazos enjutos, dedos largos, barriga y caderas y pechos femeninos. Esta estatua en concreto es fragmentaria y corta al faraón por las rodillas, pero de otras representaciones de Akenatón que han sobrevivido puede deducirse que las piernas del faraón se estrechaban desde los grandes muslos hasta las delgadas pantorrillas que terminaban en unos pies alargados. A primera vista, esta estatua resulta chocante, ya que se aleja mucho de las convenciones artísticas típicas de Egipto. En lugar de presentar la imagen de un rey joven, en forma y viril, las representaciones artísticas de Akenatón transmiten un mensaje muy diferente. Con unas proporciones corporales y unos rasgos faciales tan extraños, el faraón aparece como débil, enfermizo y afeminado.

Colossal Statue of Amenhotep IV
Coloso de Amenhotep IV
Dmitry Denisenkov (CC BY-SA)

¿Por qué eligió Akenatón presentarse así ante sus súbditos? Como faraón, tenía un control total sobre la producción y la distribución de las obras de arte y, por lo tanto, era sin duda la fuerza motriz de estas audaces elecciones creativas. Estatuas como los colosos de Gempaatón han hecho que muchos historiadores especulen sobre la vida de Akenatón y la posibilidad de que el faraón padeciera un trastorno genético. Las generaciones de endogamia y los matrimonios entre hermanos durante la Dinastía XVIII hacen que esta teoría sea una posibilidad muy real. Sin embargo, la mayoría de los egiptólogos sostiene que el llamativo rostro de Akenatón tiene más que ver con el simbolismo religioso que con la captura del parecido físico literal del rey.

Como muchos de sus predecesores, Akenatón se creía un dios viviente. Mientras que la mayoría de los faraones egipcios se alineaban con los dioses del panteón egipcio tradicional, como Horus, Akenatón decidió apropiadamente asociarse con Atón; uno de los muchos epítetos del rey era "El deslumbrante Atón", y se creía la manifestación física del disco solar en la tierra. A diferencia de otras deidades egipcias, Atón era neutro; el disco solar era un objeto físico sin sexo discernible. Es razonable creer, por tanto, que Akenatón (una forma de la propia deidad) eligió representarse a sí mismo de forma igualmente andrógina. Las pruebas históricas y arqueológicas han demostrado claramente que Akenatón era un varón fértil (tuvo al menos seis hijas y un hijo), pero la inclusión de rasgos femeninos tan llamativos en las representaciones artísticas del rey enviaba un poderoso mensaje, conectando al faraón con la esencia de Atón en sí.

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Queen Nefertiti
Reina Nefertiti
Philip Pikart (CC BY-SA)

A lo largo del reinado de Akenatón, se sabe que al menos dos escultores diferentes fueron empleados al servicio del rey. Al primero, un hombre llamado Bak, se le atribuyen principalmente las primeras y más radicales piezas de estilo Amarna (los colosos Gempaatón). Se ha sugerido que el periodo inmediatamente posterior al Año Regio 5 sirvió como una especie de "periodo de experimentación" en el que Akenatón trató de llevar los límites de las convenciones artísticas egipcias lo más lejos posible, produciendo como resultado algunas de las piezas más radicales y estilizadas del periodo de Amarna. En los últimos años del gobierno de Akenatón, Bak fue sustituido por otro escultor, Tutmosis, que tenía un enfoque más comedido en su trabajo. Los objetos recuperados en el taller de Tutmosis muestran que el escultor prefería un estilo más realista y menos exagerado que el de su predecesor, cuyo mejor ejemplo es su icónico busto de Nefertiti, expuesto en Berlín.

IMÁGENES DE NEFERTITI Y LA FAMILIA REAL

Uno de los aspectos más conmovedores y fascinantes del arte del periodo de Amarna es cómo se presentaban Akenatón y su familia. En las obras de arte egipcias tradicionales, las figuras suelen ser bastante rígidas y compuestas, y a menudo se les representa participando en solemnes ceremonias religiosas o actos políticos. Rara vez se mostraba a la familia real en un ambiente informal, pasando tiempo juntos en escenas de su vida cotidiana. Sin embargo, durante el reinado de Akenatón, todo esto cambió. El faraón estaba casi siempre acompañado por sus hijas, y su Gran Esposa Nefertiti estaba siempre a su lado. La familia se mostraba con frecuencia haciendo ofrendas a Atón, pero también hay escenas de la familia real comiendo juntos y relajándose en el palacio. Las jóvenes princesas eran captadas a menudo jugando alrededor de los tronos de sus padres, o acunadas en su regazo. Nefertiti (y sus hijas) también fueron pintadas con el mismo tono de piel ocre rojizo que su marido, un color típicamente reservado a los varones, y, junto con el faraón, tenían manos y pies inusualmente detallados (antes de este momento, los egipcios no se habían esforzado en distinguir entre apéndices derechos e izquierdos).

Akhenaten & Nefertiti
Akenatón y Nefertiti
Elsie McLaughlin (CC BY-NC-SA)

Existen innumerables estelas y tallas de Akenatón y Nefertiti acariciándose el uno al otro y cogidos de la mano: en un caso, la reina incluso se sienta en el regazo de su marido. La pareja también aparece con frecuencia en escenas en relieve que les muestran montando juntos en carros y haciendo regalos a sus súbditos desde la "Ventana de las Apariciones" de su palacio de Amarna. Este tipo de representación afectuosa y realista de un faraón no tenía precedentes en la historia egipcia.

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Igualmente inédita fue la precedencia simbólica que se dio a la reina Nefertiti en el arte del periodo de Amarna. En lugar de ser retratada como una figura femenina a escala, de pie detrás de su marido, Nefertiti era presentada con frecuencia a la misma escala que Akenatón, una audaz elección artística que denotaba su gran importancia e influencia en la corte. Y era importante: durante los últimos años del reinado de Akenatón, éste nombró a Nefertiti como su corregente oficial, convirtiéndola esencialmente en un segundo rey de Egipto en total igualdad con él.

Akhenaten and the Royal Family Blessed by Aten
Akenatón y la familia real bendecidos por Atón
Troels Myrup (CC BY-NC-ND)

Para enfatizar aún más su elevada posición y la estrecha relación de la pareja, las primeras representaciones artísticas de Akenatón y Nefertiti retratan al rey y a la reina como figuras casi idénticas. Sólo existían algunas marcas discretas para diferenciar a los dos gobernantes, como las coronas (Akenatón prefería el tocado de khat, mientras que Nefertiti prefería una corona azul de punta plana), los estilos de las pelucas (las variaciones de la peluca recortada de "estilo nubio" eran populares tanto para el marido como para la mujer), y la longitud y/o estilo de sus prendas. Esta atrevida elección fue, una vez más, impulsada por el simbolismo religioso.

Al aparecer como figuras idénticas, Akenatón y Nefertiti se alineaban con las deidades gemelas Shu y Tefnut, respectivamente. El mencionado tocado plano de Nefertiti se asociaba tradicionalmente con la diosa Tefnut. Akenatón quería claramente asociarse a sí mismo y a su reina con estas deidades primordiales de la creación, que, complementarias a Atón, representaban las fuerzas de la vida y el renacimiento. El rey y la reina, en esencia, se convirtieron en el "Padre" y la "Madre" de la tierra y los cielos, colocándolos en una tríada divina con Atón. Al igual que las representaciones del faraón se volvieron más tonificadas y realistas durante los últimos años de su reinado, la tendencia a que el rey y la reina aparecieran como figuras idénticas se desvaneció, aunque su asociación divina con las deidades gemelas siguió vigente.

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Daughter of Akhenaten
Hija de Akenatón
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Las imágenes de la familia real desempeñan un papel interesante en las tumbas y monumentos privados de los habitantes no reales de Amarna. Donde antes había imágenes de Horus, Amón, Isis y otras deidades tradicionales que recubrían las paredes de las cámaras funerarias de la élite, ahora se encontraban imágenes de Akenatón, Nefertiti y sus hijos. Por supuesto, las imágenes de Atón siempre estaban presentes, y el disco solar siempre tenía prioridad sobre cualquier personaje humano representado junto a él. Sin embargo, durante el periodo de Amarna las imágenes de la familia real sustituyeron por completo a las imágenes de los dioses que habían decorado las tumbas egipcias durante siglos. Incluso en el propio sarcófago de piedra del faraón, las imágenes de Nefertiti sustituyeron a las de las diosas tradicionales. Akenatón, al asociarse con Shu y Atón, y Nefertiti con Tefnut, se había presentado a sí mismo y a su familia como dioses vivos. ¿Qué necesidad había, entonces, de imágenes de otras deidades en las paredes de las tumbas de sus súbditos? El faraón, su reina y su descendencia eran una extensión sagrada de Atón en la tierra y, por lo tanto, esperaban ser adorados por derecho propio y actuar como intermediarios entre Atón y el hombre común.

EL FIN DE UNA DINASTÍA

Tras 17 años en el trono, el faraón Akenatón murió en 1336 a.C. Le sucedió la misteriosa Smenkhkare (una faraona de corta duración que muchos egiptólogos creen que fue Nefertiti), a quien a su vez sucedió el joven hijo de Akenatón, Tutankatón. Tras la muerte de Akenatón, el pueblo egipcio no tardó en manifestar su oposición a las radicales reformas religiosas del rey "hereje". Como prefería la estabilidad del antiguo orden, Tutankatón trasladó la capital a Menfis y restableció el culto al panteón politeísta de Egipto. En pocos años, Amarna, el glorioso "Horizonte de Atón" de Akenatón, había sido completamente abandonado, su rey y su reina enterrados y olvidados. En un nuevo intento de distanciarse del legado de su padre, el niño rey cambió su nombre de Tutankatón ("La imagen viva de Atón") a Tutankamón ("La imagen viva de Amón"). Su esposa y hermanastra, Ankhesenpaaten, también hizo lo mismo, cambiándose el nombre a Ankhesenamun ("Su vida es de Amón").

Tutankhamun
Tutankamón
Dalbera (CC BY)

Durante su reinado, el faraón Tutankamón hizo grandes progresos en la restauración de Egipto a su estado anterior a Amarna, una campaña defendida por los siguientes reyes Ay y Horemheb. Aunque durante este periodo de transición se siguió produciendo arte al estilo de Amarna (especialmente evidente en los murales que decoraban la cámara funeraria de Tutankamón), en última instancia prevaleció la tradición artística y el arte egipcio de la Dinastía XIX y posteriores se ciñó en gran medida a las convenciones históricas. Con la muerte del faraón Horemheb en 1292 a.C. llegó el fin de la Dinastía XVIII propiamente dicha: El heredero de Horemheb, Ramsés I, fundó una nueva línea dinástica, llevando a Egipto a una época dorada de poderío militar y prosperidad económica. En menos de 50 años, casi todo rastro de Akenatón, su controvertido reinado y las convenciones artísticas que lo definían habían sido borradas de la existencia.

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Sobre el traductor

Miriam López
I'm a translator and interpreter in an ever-changing world. I love languages and getting to know other cultures. Travelling has become the nearest way to learn from each other these days.

Sobre el autor

Elsie McLaughlin
Elsie McLaughlin is an aspiring Egyptologist, whose areas of interest include the Amarna Period, gender, female kingship, and the history of the early New Kingdom, as well as the relationship between royal women & warfare in the New Kingdom.

Cita este trabajo

Estilo APA

McLaughlin, E. (2017, septiembre 22). El arte en el periodo amarniense [The Art of the Amarna Period]. (M. López, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1110/el-arte-en-el-periodo-amarniense/

Estilo Chicago

McLaughlin, Elsie. "El arte en el periodo amarniense." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 22, 2017. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1110/el-arte-en-el-periodo-amarniense/.

Estilo MLA

McLaughlin, Elsie. "El arte en el periodo amarniense." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 22 sep 2017. Web. 21 nov 2024.

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