El culto a los ancestros en la antigua China

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Mark Cartwright
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 17 octubre 2017
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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El culto a los ancestros en la antigua China se remonta al Neolítico, y resultaría ser la práctica religiosa china más popular y duradera, perdurando hasta bien entrada la época moderna. La familia siempre fue un concepto importante en la sociedad y el gobierno chinos, y se mantenía gracias a los dos pilares de la piedad filial y el respeto a los ancestros muertos. La práctica de rendir homenaje regularmente a los parientes fallecidos se apoyaba además en los siempre populares principios del confucianismo, que subrayaban la importancia de las relaciones familiares.

Orígenes e inmortalidad

Los primeros indicios de culto a los ancestros en China se remontan a la sociedad Yangshao, que existió en la zona de la provincia de Shaanxi antes de extenderse a partes del norte y centro de China durante el Neolítico (6000 a 1000 a.C. en este caso). En la dinastía Shang (1600 - 1046 a.C.) se creía que los ancestros de la familia real residían en el cielo dentro de la jerarquía feudal con otros dioses-espíritus. Se creía que se podía contactar con ellos a través de un chamán. En el periodo Zhou (1046 - 256 a.C.), los ancestros de los gobernantes tenían sus propios templos dedicados a ellos, normalmente dentro de los complejos palaciegos reales, y la presencia de un templo de este tipo era incluso un rasgo definitorio de una capital en el siglo IV a.C.

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Burning Incense, Hungry Ghosts Festival
Quema de incienso, Festival de los Fantasmas Hambrientos
benoxi (CC BY-NC-SA)

Según las creencias antiguas, cada persona tenía un espíritu que requería la ofrenda de sacrificios, no solo las figuras reales. Se creía que un individuo tenía dos almas. Tras la muerte, una de estas almas, la po, subía al cielo mientras que la otra, la hun, permanecía en el cuerpo del difunto. Era esta segunda alma la que requería ofrendas regulares de alimento. Con el tiempo, el alma hun migraría a las legendarias Fuentes Amarillas del más allá, pero hasta entonces, si la familia no quería que el espíritu de su pariente fallecido les molestara como un fantasma hambriento errante, debían tomar ciertas precauciones. La primera era enterrar al muerto con todos los objetos cotidianos esenciales (o réplicas de ellos) que necesitaría en la otra vida, desde alimentos hasta herramientas. A continuación, para que el cadáver permaneciera en paz, era necesario hacerle ofrendas adecuadas y regulares.

Existía, pues, una antigua creencia en la conexión mutuamente beneficiosa entre vivos y muertos, como explica aquí el historiador R. Dawson:

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El culto a los ancestros era visto por la mayoría de la gente como un acuerdo recíproco entre los muertos y los vivos, en el que estos últimos se ocupaban de las supuestas necesidades físicas de los primeros, mientras que los ancestros participaban benévolamente en los asuntos de los vivos, recibiendo noticias de acontecimientos importantes como nacimientos y compromisos, y aconsejando y brindando beneficios a sus descendientes. Se les seguía considerando parte de la familia, del mismo modo que los dioses burocráticamente organizados de la religión popular eran una prolongación del orden político reinante en la tierra. (154)

Otra dimensión de la inmortalidad en China era la idea de shou o longevidad. No solo en vida, sino también en la muerte. Recordar a los muertos y atesorar reverentemente su nombre perpetuaba el shou de la persona. Se podía recordar un nombre manteniendo un altar y haciendo ofrendas al difunto, pero otro método eficaz era a través de la literatura. Sobre todo a partir del periodo Han (206 a.C.- 220 d.C.), se compusieron poemas y textos para honrar a los familiares fallecidos y perpetuar tanto su nombre como sus actos. Un poema de la dinastía Han dice lo siguiente sobre el recuerdo:

La prosperidad y la decadencia tienen cada una su estación,

Lamento no haberme hecho un nombre antes.

La vida humana carece de la permanencia del metal y la piedra.

¿Cómo podríamos alargar sus años?

Nos transformamos de repente, como toda la materia,

pero un nombre glorioso es un tesoro duradero.

(Lewis, 175)

Santuarios y sacrificios

El culto a los ancestros comenzó con la piedad filial del hijo hacia su padre en vida. Cuando el padre moría, se esperaba que el hijo siguiera ciertas convenciones, conocidas como los «cinco grados del atuendo de luto», como explica aquí el historiador M. E. Lewis:

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Si un hijo llevaba luto por su padre, vestía las ropas más humildes (una prenda de cáñamo basta y sin dobladillo) durante el mayor tiempo (hasta el tercer año tras la muerte). Si lloraba a la mujer del hermano del bisabuelo paterno, vestía la ropa menos humilde (el cáñamo más fino) durante el menor tiempo (tres meses). (175)

En la tumba pública del difunto se colocaba una estela de piedra con una inscripción para conmemorar al familiar perdido en nombre y obra. Un ejemplo de inscripción reza así,

Al grabar la piedra y erigir esta estela, la inscripción del mérito se hace enormemente ilustre. Será radiante durante cien mil años y nunca se extinguirá. Lo que nuestros ancestros apreciaban era grabar las propnias palabras para que no se deterioren. Grabar el nombre de uno en metal y piedra lo transmite al infinito. (Lewis, 177)

Los emperadores, tal vez como era de esperar, tenían los santuarios más grandiosos dedicados a sus ancestros y especialmente al fundador de la dinastía. El fundador de la dinastía Han, el emperador Gaozu, tenía su propio santuario ancestral en cada comandancia del imperio, y en el año 40 a.C. había 176 santuarios de este tipo en la capital y otros 167 en las provincias. Estos santuarios requerían un personal combinado de más de 67.000 personas y recibían casi 25.000 ofrendas cada año antes de su eventual reducción. La reducción de los santuarios imperiales pudo deberse a una necesidad económica, pero también contribuyó a reforzar la idea de que el emperador reinante, con su «Mandato del Cielo», era el hijo del Cielo y, por tanto, ahora más importante que sus predecesores muertos.

En el cementerio, templo o santuario familiar se hacían ofrendas con regularidad. Adoptaban la forma de comida y bebida, o la quema de incienso, y se llevaban a cabo en fechas significativas como el Año Nuevo. Para los ancestros imperiales, había ceremonias más extravagantes en las que participaban músicos y bailarines, y había también regalos de objetos preciosos y jarrones de bronce grabados, además de las ofrendas religiosas más sobrias.

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Otro grupo de ancestros a los que se rendía especial culto eran los fundadores y ancianos fallecidos de los clanes. Los grupos familiares de este tipo eran tan integrales para el funcionamiento de la sociedad china que el Estado otorgaba a los ancianos poderes y responsabilidades legalmente reconocidos. Estos grupos familiares extendidos compartían el mismo apellido en las aldeas rurales y juntos se ocupaban de que las tumbas ancestrales del clan, que se encontraban juntas en el cementerio familiar, estuvieran cuidadas y se les ofrecieran los sacrificios apropiados. Un grupo familiar podía incluso tener su propio templo donde se celebraban anualmente dos o tres grandes ceremonias y se festejaban los logros colectivos del clan.

las ofrendas a los antepasados se dedicaban a los varones de más edad ya fallecidos de las tres generaciones anteriores.

Los sacrificios se hacían en el santuario familiar de los individuos más modestos por el cabeza de la familia extendida, normalmente el varón vivo más anciano. Esta era otra motivación, además de la económica, para que los padres desearan tener descendencia masculina, ya que solo los hijos varones podían garantizar la continuidad del ritual ancestral y, en su propia persona, asegurar la supervivencia del apellido de la familia. Las ofrendas a los antepasados se dedicaban a los varones de más edad ya fallecidos de las tres generaciones anteriores. En el caso de los emperadores, se veneraba a las cuatro últimas generaciones, y en todos los grupos se recordaba perpetuamente al fundador de la familia mediante rituales y ofrendas. El santuario o templo de las familias aristocráticas estaba separado de la casa familiar o formaba parte de ella.

Los ciudadanos de a pie disponían de una habitación donde se colocaban tablillas de madera con inscripciones que registraban los nombres, genealogías y logros de los ancestros varones más importantes y de algunas mujeres. Cuando había más de un hijo, el mayor guardaba las tablillas en su casa. Como por lo general solo se veneraba a tres generaciones de ancestros, las tablillas más antiguas se retiraban periódicamente y se quemaban o enterraban en la tumba del individuo mencionado en la tablilla. Si las tablillas pertenecían a un clan lo suficientemente importante como para tener su propio templo ancestral, se llevaban allí para custodiarlas. Estas tablillas también eran importantes en las ceremonias de boda, en las que la novia se inclinaba ante ellas en señal de respeto para indicar que se unía no solo a una nueva familia viva, sino también a una nueva familia muerta.

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Chinese Lacquered Coffin
Ataúd chino lacado
Lamiot (CC BY-SA)

Aunque se veneraba a los ancestros, eso no quiere decir que los antiguos chinos estuvieran obsesionados por los muertos. Al contrario, en la literatura abundan los ejemplos de la necesidad de que los vivos sigan viviendo y los muertos descansen en paz, como en este texto Han de una tumba de Cangshan:

En la alegría no se recuerdan unos a otros,

En la amargura no se añoran.

(Lewis, 193)

Mejor, entonces, hacer caso a los consejos de este poema de Han, uno de los Diecinueve Poemas Antiguos:

A través de los tiempos, quienes lloran son a su vez llorados,

Ni el sabio ni el digno pueden escapar.

Buscando por medio de la dieta obtener la inmortalidad,

Muchos han sido los engañados por las drogas.

Es mejor beber buen vino,

Y vestir nuestros cuerpos de seda y satén.

(Lewis, 205)

Desafíos al culto de los ancestros

El culto a los ancestros no estuvo exento de desafíos a lo largo de la historia de China, a pesar de su predominio en las comunidades rurales y su fuerte atractivo tradicional. El budismo, cuando se introdujo en China, predicaba un enfoque más espiritual que el confucianismo, y los monjes, apartados del mundo y de la vida familiar, no eran quizá los mejores defensores de la piedad filial. Sin embargo, el budismo defendía la creencia generalizada en las ventajas de conservar la memoria de los familiares perdidos, ya que la fe predicaba el respeto por todas las personas, no solo por los padres y la familia. Sin duda, los líderes budistas también se dieron cuenta de que no era fácil expulsar de la sociedad una tradición tan arraigada. Así, no era raro que los monjes budistas participaran activamente en rituales de culto a los ancestros.

El culto a los ancestros se practicó en épocas más modernas, pero se enfrentó a graves interferencias con el paso del tiempo, sobre todo por parte de los misioneros cristianos a partir del siglo XVII de nuestra era. En un principio, la Iglesia católica y otras organizaciones cristianas habían tolerado el ritual como un fenómeno social más que religioso, pero un edicto del Vaticano de 1692 pretendió prohibirlo. Naturalmente, las autoridades chinas no vieron con buenos ojos esta actitud presuntuosa, y la práctica del culto a los ancestros continuó como antes.

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Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

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Estilo APA

Cartwright, M. (2017, octubre 17). El culto a los ancestros en la antigua China [Ancestor Worship in Ancient China]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1132/el-culto-a-los-ancestros-en-la-antigua-china/

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Cartwright, Mark. "El culto a los ancestros en la antigua China." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 17, 2017. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1132/el-culto-a-los-ancestros-en-la-antigua-china/.

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Cartwright, Mark. "El culto a los ancestros en la antigua China." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 17 oct 2017. Web. 21 nov 2024.

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