Las mujeres de Esparta

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Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 14 junio 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, indonesio, polaco, portugués, ruso
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Las mujeres de Esparta tenían más derechos y gozaban de una mayor autonomía que las mujeres de cualquier otra ciudad-estado griega del periodo Clásico (siglo IV y V a.C.). Podían heredar propiedades, poseer tierras, hacer negocios, y estaban mejor educadas que las mujeres de la antigua Grecia en general. A diferencia de Atenas, donde las mujeres se consideraban ciudadanas de segunda clase, se decía que las mujeres de Esparta gobernaban a sus hombres.

Spartan Woman Bronze Statue
Estatua de bronce de una mujer espartana
Wikipedia User: Putinovac (Public Domain)

El filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.), que pasó la mayor parte de su vida adulta en Atenas, criticó la independencia y la influencia de las mujeres espartanas en su Política, afirmando que la autonomía de las mujeres en Esparta era la responsable de su decadencia porque la naturaleza dictaba que los hombres gobernaran a las mujeres mientras que, en Esparta, sucedía lo contrario (1269b.12). No hay ninguna prueba que respalde la afirmación de Aristóteles, pero sí que hay muchas que demuestran que la igualdad de sexos en Esparta hizo que la ciudad-estado fuera más fuerte y estuviera mejor gobernada que otras.

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LAS MUJERES ESPARTANAS PARTICIPABAN LIBREMENTE EN CASI TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA SOCIAL Y POLÍTICA DE SU CIUDAD-ESTADO.

El rey Licurgo (que vivió en torno a siglo IX a.C.) reformó las leyes de Esparta, haciendo hincapié en la importancia de la igualdad de todos los ciudadanos. Las niñas recibían el mismo entrenamiento físico que los niños (aunque no se las entrenaba en el uso de armas o en el arte de la guerra griego) y se educaban al mismo nivel que los niños pero en casa (mientras que los niños iban a una escuela pública). La gente de la clase sometida, los ilotas, se ocupaban del trabajo doméstico, incluido tejer ropa, con lo que las mujeres espartanas podían concentrarse en lo que Licurgo creía que era su papel más importante: la maternidad. Las mujeres espartanas eran conocidas por estar orgullosas de sus hijos, que se esperaba que honraran la ciudad a través de un comportamiento virtuoso. Al mismo tiempo, las mujeres tenían la responsabilidad de llevar la granja o la finca y administrar las finanzas y los negocios, ya que los hombres a menudo estaban fuera de casa, en la batalla.

El propósito del sexo dentro del matrimonio era crear hijos fuertes y sanos, pero las mujeres podían servirse de amantes masculinos con este fin. Las relaciones del mismo sexo entre hombres y mujeres se daban por placer y por realización personal. Estas relaciones se veían como algo natural siempre y cuando ambas partes tuvieran cierta edad y hubieran dado su consentimiento. Aunque se suele hablar de Atenas como la "cuna de la democracia", las atenienses no tenían voz ni voto en la política ni en los negocios de sus maridos, mientras que las espartanas participaban libremente en casi todos los aspectos de la vida social y política de su ciudad-estado.

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Estatus de las atenienses frente a las espartanas

Las mujeres de Atenas se veían relegadas a un segundo plano excepto por su participación en ciertos festivales y rituales religiosos. Las madres enseñaban a las chicas atenienses a tejer y a cuidar de los niños y del hogar. Uno de los detalles más reveladores en cuanto al estatus de las mujeres en Atenas y Esparta viene de la mano del estudioso Paul Cartledge:

A las herederas de Esparta, es decir, hijas sin hermanos legítimos del mismo padre, se las conocía como patrouchoi, que significa literalmente "titulares del patrimonio", mientras que en Atenas se las conocía como epikleroi, que significa "con (que es parte de) el kleros (asignación, lote, porción)". Es decir, que las epikleroi atenienses no servían más que como un medio para transmitir la herencia paterna al siguiente heredero y propietario masculino, o sea, a su hijo mayor, el nieto del padre, mientras que en Esparta las patrouchoi recibían la herencia por derecho propio. (169)

Mediante las relaciones con otros hombres aparte de sus maridos, las espartanas también podían adquirir el control de más de un hogar y las tierras circundantes, y muchas llegaron a ser ricas terratenientes. Había una gran cantidad de viudas en Esparta que, aun habiendo perdido a sus esposos e hijos en las guerras, nunca tuvieron que preocuparse por su supervivencia ya que poseían tierras y sabían cómo hacerlas rentables.

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Aunque se mencionan algunas atenienses como comerciantes, alfareras, o en otros trabajos, en la vida cotidiana se las recluía de los hombres (posiblemente incluso en el hogar) y no tenían ningún recurso legal en el juzgado, un poder económico limitado y ninguna participación en la política. Una espartana tenía todos estos derechos, y crecía desde la infancia con el entendimiento de que tenía tanto que contribuir al estado como un hombre.

Infancia y educación de las niñas

Las reformas de Licurgo cubrían todos los aspectos de la vida espartana, desde la moneda hasta la propiedad de la tierra y la guerra o áreas que podrían considerarse como los asuntos privados del ciudadano, tales como la cena, el matrimonio o los hijos. Se esperaba que los hombres y mujeres de Esparta comieran juntos en salones, los hombres por un lado y las mujeres por otro, y tanto niños como niñas tenían que criarse sanos, en forma y bien educados.

Young Spartans Exercising by Degas
«Jóvenes espartanos haciendo ejercicio» de Degas
National Gallery (Public Domain)

A los niños los criaba su padre hasta la edad de siete años, cuando se iban a vivir en común con otros niños y empezaban su vida en el agoge, el programa de educación espartano obligatorio para todos los hombres, que hacía hincapié en el entrenamiento militar. Las niñas espartanas se quedaban bajo la tutela de su madre, pero se esperaba que participasen en las mismas rutinas físicas que los niños, en las que todos los participantes estaban desnudos, además de atender a los festivales y rituales religiosos en los que participaban tanto hombres como mujeres.

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Los deportes en los que participaban las jóvenes espartanas podían incluir la lucha, las carreras de corta y larga distancia, montar a caballo, lanzamiento de disco y jabalina, boxeo y las carreras. La educación de las niñas también incluía el canto, los instrumentos musicales, la danza y la composición de poesía, todo ello incluido dentro del término mousike ("música"), que se creía que enriquecía y ennoblecía el carácter. El género que se enseñaba a las niñas era la poesía lírica del estilo de Safo de Lesbos (c. 620-570 a. C.) y el poeta Alcmán (c. 600 a. C.), y este era el género que componían principalmente las mujeres griegas (puede que el único). La experta Jane McIntosh Snyder comenta:

Todas [las poetas griegas] escribían principalmente en el mismo género que ya había sido establecido como apropiado para las mujeres por la reputación de su predecesora, Safo: la poesía lírica... Pero mientras que la poesía de Safo parece que estaba dedicada principalmente para representaciones de solistas (es decir, un cantante acompañado por una lira), algunas de estas escritoras nuevas se aventuraron, si juzgamos la métrica que usan, hacia versos dedicados para la representación coral de un grupo de cantantes, a menudo puede que relacionados con un festival religioso local unido al calendario agrícola o como parte de alguna otra celebración de la ciudad. (40)

Este mismo paradigma funcionaba también en Esparta, donde se formaban coros femeninos que competían a cambio de premios. Algunas de estas competiciones eran parte de festivales religiosos, pero parece que también se incluían en eventos dedicados a honrar a alguien, tal como cantar las virtudes de algún político, o por el otro lado, hacerle burla a alguien, como los hombres de cierta edad que no se hubieran casado todavía, animando así a seguir las tradiciones sociales. Los coros también actuaban en la consagración de los templos y a la hora de plantar los campos.

Estos coros dieron lugar al género de poesía griega conocido como partenio ("canto de doncella") concebido por el poeta lírico Alcmán que o bien era de Esparta o bien pasó la mayor parte de su vida allí. La "doncella" a la que hacía referencia era la diosa Ortia, uno de los nombres de Artemisa, pero también se refería a las propias cantantes y al objeto de sus afectos, otras chicas. Los fragmentos que nos quedan de estos cantos de doncella dejan claro que estaban compuestos por mujeres alabando a otras mujeres, lo que sugiere una relación romántica o erótica.

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Sexualidad, matrimonio y maternidad

Las relaciones del mismo sexo en Esparta eran tan comunes como en cualquier otro sitio de la antigua Grecia porque no existía la distinción entre homosexual y heterosexual, ya que son creaciones modernas. En su Vida de Licurgo, que incluye una discusión sobre las costumbres sexuales de Esparta, Plutarco escribe:

Los amantes de los chicos también compartían su honor o desgracia; y se dice que uno de ellos recibió una multa de los magistrados porque su chico favorito dejó escapar un grito mezquino mientras luchaba. Lo que es más, este tipo de amor estaba tan bien visto por [los espartanos] que incluso las doncellas encontraban amantes entre las mujeres nobles, y aun así no había una rivalidad celosa; aquellas que se fijaban en la misma persona convertían este interés en la base de una amistad entre ellas, y perseveraban en el esfuerzo común por hacer de su amada lo más noble posible. (18.4)

Las relaciones del mismo sexo, ya fueran entre hombres o mujeres, se consideraban naturales tanto antes como después del matrimonio. A diferencia de las chicas en otras ciudades-estado que puede que se casaran ya a los 13 o 14 años, una mujer espartana normalmente seguía estudiando hasta los 18 o 20 años y solo entonces pensaba en las propuestas de los pretendientes, negociadas por su padre o hermano mayor. El estudioso Colin Spencer apunta que "el amor entre dos hombres adultos ocurría a menudo, pero solo el hombre 'afeminado' incurría en el oprobio social", tal y como demuestran los términos peyorativos que se usaban para designar a un hombre "que desempeñaba el papel de la mujer" durante el sexo pero no cumplía con ello en la relación en sí (51). No parece que se aplicasen tales términos en las relaciones del mismo sexo entre mujeres, que, como ya se ha dicho, podían continuar más allá del matrimonio.

Greek Vase Depicting Wedding Preparations
Vasija griega con representaciones de preparativos de boda
British Museum (CC BY-NC-SA)

El ritual matrimonial en Esparta empezaba con un secuestro simbólico en el que, una vez que las familias estaban de acuerdo con la unión, la mujer espartana era llevada a la fuerza por el hombre a su nuevo hogar, e iba con las sirvientas que la preparaban para la noche de bodas. Le afeitaban la cabeza, la vestían con ropas de niño y la dejaban en una habitación en penumbra. En algún momento durante la noche, su nuevo marido la sorprendería, se acostarían y después el hombre se marcharía otra vez para volver a los barracones donde vivía.

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Cartledge apunta a que "se decía que un hombre espartano podía tener varios hijos antes de ver a su mujer a la luz del día" (172). Luego se esperaba que la mujer mantuviera el pelo corto a lo largo del matrimonio. Algunos estudiosos han sugerido que este ritual se llevaba a cabo para que el hombre, que hasta entonces solo había tenido la compañía de otros hombres, se sintiera más cómodo a la hora de tener relaciones sexuales con una mujer. El pelo corto de la mujer, del mismo estilo que un hombre espartano, también se cree que estaba relacionado con la misma situación, haciendo que la mujer pareciese más masculina.

Una vez casadas, se esperaba que las espartanas tuvieran hijos. Cartledge escribe:

La vida de casada y la maternidad eran el destino social y anatómico de todas las mujeres griegas; y en ningún sitio se enfatizaba más esto que en Esparta. El recipiente divino de la adoración en conexión con el embarazo y el parto era Ilitía, estrechamente relacionada en Esparta y otros lugares con Artemisa (Ortia). (175)

Artemisa también estaba asociada con las relaciones del mismo sexo entre mujeres, ya que a menudo se la representaba rodeada de un grupo de mujeres jóvenes como sus seguidoras. Los cantos de doncella en honor a Artemisa, en parte, celebraban la transición de doncella a novia, a esposa y a madre. La maternidad estaba muy bien considerada, y se decía que las mujeres de Esparta estaban especialmente orgullosas de cómo su estatus independiente las permitía criar hijos igualmente fuertes e independientes.

Plutarco relata la historia (posiblemente apócrifa) de Gorgo de Esparta, esposa del rey Leónidas, que, "al preguntarle una mujer de Ática 'cómo es que las espartanas sois las únicas que gobiernan a sus hombres', esta respondió 'porque somos las únicas que dan a luz hombres [de verdad]'" (Moralia 218D.4). Con esto quería decir que los hombres de verdad no tenían miedo de las mujeres fuertes, sugiriendo la falta obvia de este tipo de hombres en otras ciudades-estado. Aunque los hijos de la mujer habían crecido lejos de ella, se esperaba igualmente que la honraran y, al luchar por el estado, también luchaban por sus mujeres en casa.

Hay muchas anécdotas relatadas por Plutarco en cuanto al orgullo de las mujeres por las victorias militares de sus hijos y a su vergüenza a causa de su comportamiento cobarde. Un ejemplo de esto es Damatria, una mujer honrada con un epigrama por matar a su hijo cuando este demostró ser un cobarde en la batalla. Sin embargo, la más famosa es la historia de la madre que le dio a su hijo un escudo cuando se iba a la batalla, diciéndole que volviera con el escudo o sobre él, haciendo referencia a la práctica de llevar a los soldados muertos de vuelta sobre su escudo.

Responsabilidades, derechos y vestimenta de las mujeres

Los derechos de las mujeres estaban unidos directamente a sus responsabilidades. Como los hombres estaban fuera tan a menudo en la batalla, una mujer espartana tenía que llevar la casa, la granja o la finca ella sola. Su obligación principal era tener hijos que honraran la familia y la finca a través de la valentía en el combate y se esperaba que las mujeres mantuvieran su salud y su forma física principalmente por este motivo. Las tareas cotidianas consideradas como "trabajo de mujeres", especialmente tejer, limpiar la casa y criar a los hijos, las llevaban a cabo las mujeres ilotas. Los ilotas eran una clase de gente subyugada por los espartanos, que no eran esclavos pero tampoco se consideraban iguales. Algunos estudiosos han afirmado que las madres espartanas ni siquiera amamantaban a sus hijos, porque tenían nodrizas ilotas para ello.

LAS MUJERES ESPARTANAS SE CONCENTRABAN EN LAS FINANZAS, LA AGRICULTURA Y EL FUNCIONAMIENTO EFICIENTE DEL HOGAR.

Las mujeres espartanas se concentraban en las finanzas, la agricultura y el funcionamiento eficiente del hogar. La cabeza de familia tenía la última palabra en cualquier decisión que hubiera que tomar, y mantenía el funcionamiento de la casa y la granja. También se esperaba que participasen en rituales religiosos en honor de los dioses del hogar, para que estos dioses pudiesen corresponderlas con victorias militares y abundantes cosechas. También había varios cultos a los que se dedicaban las mujeres relacionados con la fertilidad (como el culto de Artemis-Ilitía-Ortia) o la fuerza femenina, como en el Culto de Cinisca, la primera mujer en ganar los Juegos Olímpicos entrenando a sus propios caballos.

La ropa de las espartanas reflejaba el valor de austeridad que caracterizaba la cultura. Normalmente llevaban un peplo, un vestido de cuerpo entero, con cinturón y que llegaba a las rodillas o más arriba. Las mujeres solteras llevaban el pelo largo y las casadas, como ya se ha dicho, muy corto o a veces cubierto con un velo que les tapaba la cara. Aunque Licurgo prohibió la plata y el oro porque llevaba a la avaricia y el crimen (sustituyendo las monedas de oro y plata por hierro), esta ley se cambió después para la producción de joyería, y las mujeres llevaban brazaletes y collares de oro y plata. También usaban cosméticos, que Licurgo también prohibió porque incentivaban la vanidad, y perfume. Sin embargo, la ostentación estaba mal vista, ya que la igualdad era un valor cultural central, así que las espartanas de cada clase tenían todas el mismo aspecto más o menos.

Conclusión

Al contrario de lo que afirma Aristóteles, las espartanas no tuvieron nada que ver con el declive de la ciudad. Esparta estaba en su punto álgido, incluso después de décadas de guerras, cuando desafió el poder de Tebas. En la Batalla de Leuctra en 371 a. C., Esparta fue derrotada por el ejército tebano a las órdenes de Epaminondas (c. 420-362 a. C.), un ejército que incluía el Batallón Sagrado de Tebas (una unidad de 150 parejas de hombres), bajo el brillante liderazgo de Pelópidas. Epaminondas y Pelópidas causaron grandes pérdidas entre los espartanos, que perdieron a 400 de sus 700 hoplitas de infantería y a su rey, Cleómbroto, en la batalla.

Spartan Warriors
Guerreros espartanos
The Creative Assembly (Copyright)

Antes de Leuctra Esparta había parecido invencible, por lo que los escritores griegos antes y después de Aristóteles tuvieron que encontrar una razón para la derrota que no fuera la obvia, que Epaminondas y Pelópidas habían sido más hábiles y habían vencido a Cleómbroto, porque de alguna manera esto era inaceptable. La razón que se les ocurrió a los escritores posteriores fue la autonomía de las espartanas, que había debilitado el estado hasta el punto de estar destinado al fracaso. Cartledge comenta:

Lo que Aristóteles y otros hombres no espartanos de mente tradicional temían de manera inconsciente, y puede que a veces conscientemente, era el poder femenino. Una expresión del miedo masculino griego fue la invención de la raza mítica de las amazonas, pero al menos las amazonas tenían la decencia de vivir separadas de los hombres, mientras que las mujeres espartanas aparentemente ejercitaban su poder desde dentro de la comunidad. Acuciados por tal miedo, las fuentes masculinas distorsionaron a menudo los hechos a los que tenían acceso, normalmente de segunda mano en el mejor de los casos, sobre las espartanas. (170)

En realidad, Esparta vivió su punto álgido cuando mujeres y hombres se consideraban iguales. La mujer espartana se honraba como igual al hombre dentro de su propia esfera de poder y autoridad, e, incluso en las historias de sus detractores, su trabajo era admirable. De hecho, se podría decir que la fuerza de las espartanas permitió la formidable reputación de la fuerza de los espartanos.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2021, junio 14). Las mujeres de Esparta [Spartan Women]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-123/las-mujeres-de-esparta/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Las mujeres de Esparta." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación junio 14, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-123/las-mujeres-de-esparta/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Las mujeres de Esparta." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 jun 2021. Web. 18 dic 2024.

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