El almirante Zheng He (también Cheng Ho, c. 1371-1433) fue un explorador eunuco chino musulmán enviado por el emperador de la dinastía Ming, Yongle (quien gobernó de 1403 a 1424), en siete misiones diplomáticas que buscaban incrementar el comercio exterior y asegurar el tributo de las potencias extranjeras. Entre 1405 y 1433, Zheng He estuvo al mando de grandes flotas cargadas con mercancías y obsequios de alto valor, que viajaron hasta lugares tan alejados como Ormuz en el Golfo Pérsico y Mogadiscio en el África Oriental. Al seguir rutas marítimas ya conocidas, pero a menudo descubrirlas por sí mismo y ser el primer súbdito chino en desembarcar en muchos de esos destinos, Zheng He se convirtió en uno de los más grandes exploradores chinos. Sus viajes pueden no haber sido demasiado exitosos en términos de abrir nuevos comercios o de cobrar tributos para la corte imperial, pero el conocimiento, las ideas, y las mercancías exóticas que se llevó consigo —desde joyas a jirafas— despertaron el interés por los países extranjeros, y al revelar las riquezas existentes en ellos, contribuyó a que China incrementase su rol en el comercio mundial en los siguientes siglos. Aunque esto no sucedió de inmediato, Zheng He había marcado el camino.
La política exterior del emperador Yongle
Uno de los hechos importantes, que evidencian el interés de la dinastía Ming por extender las relaciones internacionales bajo el tercer emperador, Yongle, son los siete viajes de Zheng He. Los predecesores de Yongle habían sido cautos hasta el punto del aislacionismo en cuanto a los asuntos exteriores, en gran parte por el temor a la conquista militar por los pueblos vecinos, especialmente los mongoles. Una vez que se sintió más seguro en su trono imperial, después de haberlo conseguido tras una guerra civil que duró tres años, Yongle quizás buscaba conseguir una legitimación internacional de su posición como emperador.
El pago tradicional de tributos a los emperadores chinos que hacían otros estados más pequeños del sudeste asiático era para prevenir una invasión, para tener una promesa teórica de protección en caso de una invasión por una tercera parte o porque las misiones diplomáticas que llevaban tributos les permitían practicar el comercio mientras estaban en China. El tributo, por lo general mucho menos valioso que las mercaderías que el emperador entregaba, siempre habían sido como un certificado de aprobación para los chinos, una indicación de que su emperador era realmente el Hijo del Cielo y el gobernante más poderoso de la tierra. También confirmaba la vanidad china de que su propia cultura era superior a la de los demás. El sistema había dejado de funcionar durante la dinastía mongola Yuan (1276-1368) pero Yongle quería revivirla. ¿Qué mejor manera de convencer a los poderosos funcionarios de la burocracia imperial de que él era el elegido que hacer que los embajadores extranjeros se postraran en la Ciudad Prohibida y ofrecieran una bonita muestra de las riquezas de su país?
Otro motivo posible, al menos para los primeros viajes al sudeste asiático, puede haber sido descubrir el paradero del despuesto emperador Jianwen (quien gobernó de 1398 a 1402) y asegurarse de que no preparara una rebelión para recuperar su trono del usurpador Yongle. El tamaño de las flotas utilizadas ha llevado también a algunos estudiosos a sugerir que las expediciones pudieron estar más interesadas en una especie de colonialismo que solamente en la diplomacia y el comercio, pero esta teoría no es muy aceptada.
El almirante Zheng He
Yongle pudo enviar muchas misiones diplomáticas por las rutas terrestres a lugares como Samarcanda y el Tíbet, pero el hombre elegido para conducir las expediciones marítimas más importantes dentro de una política de diplomacia exterior fue Zheng He. Nació en una familia de campesinos musulmanes de la provincia del Yunan, en el sur de China, alrededor del 1371, y su nombre era Ma Ho. El futuro explorador pudo tener una infancia difícil, pero ciertamente llevaba la inquietud por los viajes en las venas, ya que su padre había realizado el Hach o peregrinaje a la Meca. Mientras vivía en una región de China controlada en ese tiempo por los mongoles, Ma Ho fue capturado por las fuerzas Ming cuando tenía diez años. El tratamiento típico que se daba a los prisioneros de guerra era destinarlos a ser esclavos o sirvientes, y Ma Ho fue castrado. Luego fue reclutado para el ejército dirigido por un príncipe Ming, nada menos que el futuro emperador Yongle. Los talentos de Ma Ho lo hicieron progresar en las filas, fue seleccionado como eunuco jefe y se convirtió en un importante aporte para Yongle en su lucha por el trono. Cuando Yongle ganó la guerra civil de tres años y se convirtió en emperador en 1403, Ma Ho recibió en nuevo nombre de Zeng He (o también Cheng Ho).
India y Sri Lanka
En 1405, Zheng He era almirante en la flota imperial, y fue seleccionado por el emperador para tomar el mando de una flota enviada a través del Océano Índico para explorar la posibilidad de incorporar nuevos estados tributarios integrándolos a la esfera de influencia china. La enorme flota de 317 barcos había estado en construcción desde 1403 e incluía 62 baochuan, por ese entonces los barcos más grandes del mundo. Estos juncos chinos, conocidos también como “barcos del Tesoro”, tenían posiblemente unos 55 metros de largo por unos 8,5 metros de ancho (aunque los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a las dimensiones exactas). Los juncos que Zheng tenía en su flota no deben haber sido muy diferentes a los descritos por el famoso viajero musulmán de Tánger, Ibn Battuta (1304 - c.1368), quien señala:
Los barcos grandes tienen desde doce hasta tres velas hechas de cañas de bambú unidas como esteras. Un barco lleva una dotación de mil hombres... El barco tiene cuatro cubiertas y contiene habitaciones, camarotes y salones para comerciantes. (Citado en Brinkley, 170)
Muchos de los barcos, construidos en los astilleros de Nankín, estaban equipados con innovaciones tales como compartimientos estancos, timones de popa, brújulas magnéticas y cartas náuticas y mapas de papel. Los barcos estaban abastecidos de agua dulce, alimentos, además de artículos chinos de lujo destinados a convencer a los gobernantes extranjeros de la evidente riqueza y poder de la dinastía Ming, y los instaban a enviar a China, como tributo, las muestras de su propia riqueza. Las mercaderías embarcadas incluían seda, té, rollos pintados, objetos de oro y plata, telas, objetos tallados y manufacturados, y fina porcelana Ming. Había espacio también para un personal muy numeroso, estimado entre 20000 y 32000 miembros de la expedición en el primer viaje. Entre ellos había diplomáticos, médicos, astrólogos, la tripulación del barco y el personal militar que, con cañones, bombas y cohetes, aseguraban la capacidad de defensa de la expedición cuando fuese necesario.
Los primeros tres viajes de Zheng He (1404, 1408 y 1409) siguieron las rutas comerciales conocidas. Fueron por el sudeste asiático, navegando por las costas de Vietnam, se detuvieron en Sumatra y Java y luego, a través del archipiélago malayo y el estrecho de Malaca, cruzaron el océano Índico oriental hasta alcanzar la India y Sri Lanka.
Donde fuera que desembarcaran, Zheng He enviaba una delegación ante el soberano local a quien presentaban mensajes de buena voluntad y la aseveración de que las intenciones de China eran pacíficas. Luego presentaba una gran cantidad de obsequios e invitaba al soberano a visitar en persona o enviar un embajador a la corte del emperador Yongle. Muchos soberanos aceptaron la oferta de inmediato y las delegaciones se acomodaban en los barcos de Zheng He para ser llevadas a China en el viaje de regreso. Algunos soberanos no fueron tan amables, por supuesto, especialmente Alagakkonara, el rey de Sri Lanka, quien resultó menos que acogedor para esos extraños visitantes y trató de saquear los barcos de Zheng He. Lejos de ser intimidado, Zheng He secuestró al rey y lo llevó consigo a la corte imperial, desde donde fue liberado luego, previa promesa de pagar tributo regularmente, cosa que hizo.
Hubo también algunas aventuras secundarias además de asegurar nuevos lazos diplomáticos. En el viaje de regreso de la primera expedición, por ejemplo, Zheng He capturó al pirata Ch’en Tsu-i, quien había causado estragos en el estrecho de Malaca y sus alrededores, una hazaña que aumentó la reputación del almirante en el sudeste asiático. En el retorno del Segundo viaje, en 1408, resolvió con éxito un conflicto local en Java. Esa y otras acciones fortalecieron la visión de que China era una fuerza poderosa en la región y su mayor fuente de estabilidad.
El golfo Pérsico y África
El cuarto viaje de Zheng He en 1413 lo vio navegando hacia la India de nuevo, una vez más dando la vuelta al extremo sur del subcontinente y visitando de nuevo Kochi y Calcuta en la costa oeste. Tuvo tiempo también para detenerse en las islas Maldivas, antes de cruzar el mar Arábigo y alcanzar Ormuz en el golfo Pérsico. Navegando por la costa de Arabia, llegó a Adén y, subiendo por el mar Rojo hasta Yeda, desde donde una partida viajó hasta La Meca. Un informe establece que 19 soberanos extranjeros enviaron tributos y misiones diplomáticas al emperador gracias a este cuarto viaje.
Los viajes quinto, sexto y séptimo (1417, 1421 y 1431) llegaron aún más lejos, desembarcando en Mogadiscio, Malindi y Mombasa, lugares todos de la costa de África Oriental. Zhang He fue el primer chino del que se sabe que visitó la costa Zanguebar. El soberano de Mogadisciu fue receptivo y envió una embajada a Yongle, y la flota de Zheng He alcanzó incluso el lejano Zanzíbar.
Desde África, Zhang He llevó a China ejemplares tan exóticos como leones, leopardos, camellos, avestruces, rinocerontes, cebras y jirafas. Esos animales causaron maravilla en China, donde la jirafa, por ejemplo, fue considerada la evidencia viviente de la existencia del qilin, una especie de unicornio chino que representaba la buena fortuna. Sobrevive un rollo de seda pintada de ese período, que muestra una jirafa siendo entregada al emperador por el rey Saif Al-Din Hamzah de Bengala. Además de los animales, Zheng He llevó gemas, especias, medicinas, finas telas de algodón, y el conocimiento de los extraños pueblos extranjeros y sus costumbres.
Zheng He, como tantos grandes exploradores de antes y después, murió en medio de una de sus expediciones, en el séptimo viaje. El gran almirante murió en Calcuta en 1433 y su cuerpo fue llevado a China para ser sepultado en Nankín. Zheng He había realizado una increíble serie de viajes, como dice una inscripción en una estela que erigió en 1432 en Fujian, China:
Atravesamos más de cien mil li (50000 kilómetros) de inmensos espacios acuáticos y enfrentamos enormes olas semejantes a montañas elevándose al cielo, y pusimos los ojos en bárbaras regiones escondidas lejos en la transparencia azul de luminosos vapores, mientras nuestras velas desplegadas altivas como nubes en el día y en la noche, nos llevaban en nuestro rumbo (tan rápidamente como) una estrella, sobre aquellas olas salvajes como si estuviéramos en la vía pública... (citado en von Sivers, 406)
Ya no habría más grandes expediciones marítimas puesto que los chinos le cerraron la puerta al mundo exterior y regresaron a su política aislacionista de antaño. Uno de los sucesores de Yongle, Xuande (que gobernó de 1426 a 1436) inicialmente había apoyado los viajes continuos de Zheng, pero luego puso fin a las costosas expediciones. El emperador incluso llegó a prohibir la construcción de cualquier barco de alta mar y prohibir que los que existían se utilizaran para viajes más allá de las aguas costeras chinas. El regreso al aislacionismo puede deberse a la gran amenaza de los mongoles, y el enorme gasto que significaba reconstruir partes de la Gran Muralla China probablemente exigió algunos recortes en otros lugares. En todo caso, el objetivo original de los viajes —asegurar el tributo extranjero— fracasó en gran medida fuera del sudeste asiático. El gasto que significaban las expediciones y el costo de las mercancías que llevaban, no se compensaban con el valor de los tributos que llegaban a cambio. Además, aunque muchos estados extranjeros estaban interesados en el intercambio comercial, no estaban del todo de acuerdo con que China, el autoproclamado Reino Medio, fuera el centro del mundo; una opinión confirmada por el descubrimiento del Nuevo Mundo a finales del mismo siglo en el que Zheng He había comenzado sus viajes.