Las caravanas de camellos del antiguo Sáhara

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Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 12 marzo 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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Las caravanas de camellos que cruzaban las grandes dunas del desierto del Sáhara empezaron en la antigüedad, pero vieron su época dorada a partir del siglo IX d.C. En su mejor época, estas caravanas consistían en miles de camellos que viajaban del norte de África a través del desierto hasta la región de sabanas al sur, y otra vez de vuelta, en un peligroso viaje que podía llevar varios meses. Parando por el camino en oasis vitales, estas caravanas estaban controladas en gran medida por los bereberes que actuaban como intermediarios en el intercambio de tales comodidades como la sal, el oro, el cobre, las pieles, los caballos, los esclavos y los bienes de lujo. El comercio transahariano también llevó ideas sobre arte, arquitectura y religión, que transformaron muchos aspectos de la vida cotidiana de ciudades y pueblos de una parte de África hasta entonces aislada.

Camel Caravan, Morocco
Caravana de camellos, Marruecos
Fred Dunn (CC BY-NC-SA)

El camello

Aunque en el norte de África en algún tiempo hubo camélidos, el camelus thomazi, este se extinguió durante la Edad de piedra. El dromedario (camelus dromedarius), con una sola joroba, puede que fuera introducido de Arabia a Egipto en el siglo IX a.C. y el resto del norte de África no antes del siglo V a.C. (aunque los historiadores no están de acuerdo en las fechas exactas). Aun así, los camellos no serían comunes hasta el siglo IV d.C. Las caravanas de caballos y burros habían atravesado partes del Sáhara en la antigüedad, pero fue el rudo camello el que permitió a las gentes de entonces llevar más bienes a través de este inhóspito entorno y hacerlo más rápidamente, reduciendo así el coste y los riesgos. La Enciclopedia de Historia Antigua tiene el siguiente resumen en cuanto a las ventajas del transporte mediante camello:

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El valor del camello no reside solo en su capacidad de adaptación a las severas condiciones del desierto y su capacidad de regulación del calor y el agua mediante sus glándulas sudoríparas: su habilidad para viajar grandes distancias, a unos 48 km por día, y llevar grandes cargas (240 kg) lo convierten en el "barco del desierto" en comparación con la capacidad de carga de caballos, burros y mulas, que ronda los 60 kg. De hecho, la esperanza de vida del camello, de 50 años, supera la del burro, de 30-40 años, y la del caballo, de 25-30 años. (1281)

A partir del siglo VIII d.C. los marroquíes consiguieron criar camellos a gran escala, e incluso crearon un cruce entre el dromedario y el camello bactriano de Asia (camelus bactrianus), de dos jorobas. El resultado de estos experimentos dio dos variantes de dromedario: un camello elegante y rápido usado para servicios de mensajería, y otro más pesado y lento que podía llevar más peso que el dromedario puro.

Las caravanas de la antigüedad

Mucho antes de que llegaran las enormes caravanas de camellos de la Edad Media, había un comercio más local entre las gentes nómadas del desierto y las tribus de la sabana al sur del Sáhara, a menudo conocida como Sudán. La sal de roca del propio Sáhara, muy necesaria en la sabana donde escaseaba, se intercambiaba por cereales (como el arroz, el sorgo o el mijo, por ejemplo), que no se podían cultivar en el desierto.

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LAS RUTAS IRÍAN CAMBIANDO CON LOS SIGLOS, AL IGUAL QUE LAS DUNAS DEL DESIERTO, A MEDIDA QUE LOS IMPERIOS SURGÍAN Y DESAPARECÍAN.

El gran historiador Heródoto, que escribió en el siglo V a.C. (Historias, Lb 4 181-5) habla de una ruta de caravanas de camellos que iba de Tebas, en Egipto, hasta Níger (aunque es más probable que el punto de origen fuera Menfis). El escritor romano Plinio el Viejo (23-79 d.C.) habla en su Historia natural (5.35-8) de que las caravanas estaban dirigidas por los garamantes, probablemente bereberes de la antigüedad, que vivían en el sur de Libia. Los garamantes, que controlaban los oasis de palmeras datileras de Fezzan, servían como intermediarios para las gentes del norte de África y del África subsahariana. Esta organización seguiría a lo largo de la historia del comercio transahariano porque aquellos que controlaban el desierto, que conocían los secretos para enfrentarse a sus inmensos desafíos, también controlaban el comercio.

La Tripolitana romana (la actual Libia) recibía oro, marfil, ébano, madera de cedro y animales exóticos destinados a los circos, mientras que a cambio enviaba al sur aceite de oliva y otros bienes de lujo como la cerámica fina, vidrio y telas. Más hacia el este también había caravanas de camellos que unían Darfur, al noroeste de Sudán, con Assiut, en el Nilo, desde al menos el siglo I d.C. Conocida como Darb al-Arbein ("Camino de 40 días"), transportaba marfil y elefantes del interior de África y sobrevivió hasta finales de la Antigüedad.

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Rutas comerciales transaharianas

Las caravanas de camellos más grandes, que recorrían un mínimo de 1000 kilómetros (620 millas) para cruzar todo el desierto del Sáhara empezaron a funcionar bien a partir del siglo VIII d.C. con el surgimiento de los estados islámicos del norte de África y con tales imperios como el de Gana en la región de Sudán (siglos VI a XIII d.C.). Las rutas irían cambiando con los siglos igual que las dunas del desierto a medida que los imperios surgían y caían a ambos lados del Sáhara y a medida que se iban descubriendo nuevos recursos que se pudieran explotar en un comercio que nunca paraba.

Trans-Saharan Trade Routes
Rutas comerciales transaharianas
Aa77zz (Public Domain)

La primera ruta parece haber sido entre Wadi Draa (al sur de Marruecos) y el Imperio de Gana (al sur de Mali) a mediados del siglo VIII d.C., y cruzaba un área del desierto controlada por los bereberes sanhaja. En los siguientes 50 años se establecieron otras dos rutas principales que atravesaban el desierto por el territorio controlados por los tuaregs, una rama de los sanhaja. Estas iban de Argelia occidental al reino de Sonhai en la curva del río Níger y desde Libia hasta el lago Chad (una ruta bendecida con muchos oasis pequeños y uno muy grande, Kawar). A mediados del siglo XI d.C. había una ruta principal que discurría entre las ciudades almorávides de Sijilmasa al norte del Sáhara y Awdaghost en el sur. Durante el siglo siguiente, con el ascenso de los almohades en el norte de África, Walata acabaría sustituyendo a Awdaghost como el final meridional de la ruta. Walata estaba más al este y por lo tanto en una posición mejor para actuar como un punto de almacenamiento tras el descubrimiento de nuevos campos de oro. Gao y Tombuctú, en el río Níger, también atraían por entonces suficiente comercio como para convertirse en un destino de las caravanas que partían de lo que hoy en día es Túnez y el sur de Argelia. Las grandes ciudades norteafricanas de Marrakech, Fez, Túnez y El Cairo también eran todas ellas importantes puntos de partida o de llegada de las caravanas transaharianas.

UNA CARAVANA TÍPICA PODÍA TENER 500 CAMELLOS, PERO ALGUNAS ANUALES TENÍAN HASTA 12.000 CAMELLOS.

A partir de 1450 d.C. más o menos, los barcos portugueses empezaron a navegar por la costa atlántica de África, lo que ofrecía una alternativa a las rutas de caravanas transaharianas. Desde 1471 d.C. estos barcos ya accedían a la bien llamada Costa del Oro al sur de África Occidental. Sin embargo, el surgimiento del Imperio songhai (1460 - en torno a 1591 d.C.) garantizó que todavía hubiera un mercado enorme y suministros de sobra para que los comerciantes saharianos explotaran la región de la sabana.

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El camino por el Sáhara

Una caravana típica podía tener 500 camellos, pero algunas anuales tenían hasta 12.000 camellos. Estas caravanas enormes normalmente se movían en la mejor estación para viajar, el invierno. Para evitar el calor del sol de mediodía, las caravanas normalmente partían al amanecer con la llamada de cuernos y tambores, después descansaban a la sombra de las tiendas a mitad del día, y se volvían a poner en movimiento desde el final de la tarde hasta bien entrada la noche.

El trayecto a través del Sáhara podía llevar al menos entre 40 y 60 días, y solo era posible haciendo paradas en oasis por el camino. Pero incluso con estas paradas, el viaje era brutal y peligroso. El hecho de que hubiera rutas establecidas, y de que los escritores árabes medievales fueran tan minuciosos a la hora de trazarlas, es una clara evidencia de que una desviación improvisada, los atajos o no encontrar el siguiente oasis por una mala navegación o una tormenta de arena probablemente significaría el desastre. Otros peligros podían ser los bandidos, las serpientes venenosas, los escorpiones y los demonios sobrenaturales que la gente del desierto a menudo creía que habitaban en ciertas partes del Sáhara.

Trans-Saharan Camel Caravan
Caravana de camellos transahariana
Holger Reineccius (CC BY-SA)

Por supuesto, el mayor problema era el agua. Una persona necesita un mínimo de un litro de agua al día en el desierto en condiciones óptimas, pero con eso apenas se lograría sobrevivir. El consumo medio es de 4,5 litros al día. Por suerte, los camellos no necesitan beber nada durante varios días, aunque cuando llegan a una fuente de agua beben de forma prodigiosa. Por lo tanto, la limitación principal de una caravana era cuánta agua se podía transportar y cómo de rápido se podía llegar a la siguiente fuente de agua en el camino.

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Además de los tiradores de camellos y los esclavos que llevaban a cabo las tareas básicas, en las caravanas también podían viajar ciertos funcionarios, tales como un escriba para documentar las transacciones, guías especialistas de áreas específicas de la ruta, mensajeros y un imán para conducir las oraciones diarias. El más importante de todos era el líder de la caravana, el khabir, que tenía autoridad total en la ruta. Como pasa con la mayoría de puestos de poder, también tenía una responsabilidad importante, y el khabir tendría que hacerse cargo de cualquier pérdida o accidente (a menos que pudiera demostrar que no era su culpa). El historiador H. J. Fisher describe las muchas cualidades que tenía que tener un buen khabir:

Conocía las rutas del desierto y los bebederos, y sabía guiarse por las estrellas por la noche, o, de ser necesario, por el olor y el tacto de la arena y la vegetación. Tenía que entender las normas apropiadas de higiene en el desierto, conocer los remedios contra escorpiones y serpientes, cómo curar a los enfermos y curar fracturas. Tenía que conocer a los jefes de varios pueblos y tribus con los que tenía que lidiar la caravana en su camino y, en este sentido, un khabir responsable puede que consolidara su posición mediante matrimonios estratégicos en varias localidades o con varias tribus.

(citado en Fage, 267)

A parte de las estrellas y el olor de la arena y la vegetación, un bereber del desierto, al igual que hoy en día, se servía de muchos otros indicadores de la dirección, tales como la altura del sol y la luna, la disposición de la tierra, las montañas en el horizonte, las sombras de las dunas, la dirección del viento, la arena que se desprendía de la cima de las dunas, los barrancos erosionados, la distribución de las rocas y las piedras, la presencia de espejismos y la posición de la boñiga de camello, que es puntiaguda, con la punta siempre mirando en dirección a la siguiente fuente de agua.

Por lo tanto, atravesar el desierto sin duda era todo un reto y guiar a los camellos cargados con placas de sal también era difícil, pero si se transportaba esclavos, entonces sería un viaje devastador para todo el mundo, tal y como apunta un escritor del siglo XI d.C. en su descripción de los problemas del líder de la caravana en la ruta:

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Estaba molido junto a sus esclavos y esclavas. Una estaba muy delgada, otra tenía hambre, otra estaba enferma, otra había huido, otra tenía lombriz de Guinea. Cuando acamparon tenía mucho de lo que ocuparse.

(citado en Fage, 639)

Heródoto describió que las caravanas se detenían cada 10 días en oasis conocidos, los salvavidas del desierto. Algunos de estos oasis no eran más que pozos con unas pocas casas alrededor, pero otros, como Awdila, el grupo Fezzan y el grupo Kufra (todos ellos en Libia) eran grandes extensiones de verdor, sin duda un regalo para la vista de los cansados ojos de los viajeros. Allí podían encontrar palmas datileras, limoneros e higueras además de trigo y viñedos cultivados mediante canales de regadío. Por otro lado, muchos oasis sencillamente desaparecían bajo las arenas cambiantes o se acababan secando y se abandonaban ta merced de las tormentas de arena. Estas paradas de reabastecimiento tampoco eran gratis, ya que las tribus que controlaban los oasis exigían un pago por transportar bienes por su territorio. Para asegurarse de que ningún foráneo se metía a la fuerza en el lucrativo manejo de las caravanas, las gentes del Sáhara solían cubrir los pozos más pequeños con arena para ocultarlos.

Western Sahara, Catalan Atlas
Sáhara occidental, Atlas Catalán
Gallica Digital Library (Public Domain)

Hubo varios intentos de hacer el viaje menos inhóspito aumentando las escasas ofrendas de la naturaleza a lo largo del camino. Abd al-Rahman, el gobernador de Maghrib (que reinó de 747 a 755 d.C.), ordenó excavar una serie de pozos en una ruta del sur de Marruecos a la región de Sudán. El agua se sacaba de estos pozos con cuerdas de pelo de camello y cubos de cuero izados por camellos.

Bienes de comercio

Los cargamentos que merecía la pena transportar a grandes distancias dependían en gran medida de las élites ricas al norte y el sur del desierto, cosa que cambiaba no solo en función de los gustos y las modas sino también del auge y el declive de los estados y su acceso a los productos que se podían intercambiar.

La sal era un bien muy importante para el sur, que a su vez enviaba oro, marfil, pieles y esclavos al norte. Estos esclavos provenían de las tribus africanas conquistadas por los imperios subsaharianos. Estos bienes se recolectaban por toda África Occidental y se enviaban, a través de los ríos Níger y Senegal, a los "puertos" comerciales como Tombuctú. A medida que la región de Sudán vio surgir imperio nuevos y más ricos, como el Imperio de Mali (1240-1645 d.C.) y el Imperio songhai, las élites ricas buscaban bienes cada vez más exóticos y caros del norte de África y el resto del Mediterráneo.

Además de la sal, las caravanas transportaban hacia el sur cerámica esmaltada (lujosas vasijas, cuencos, lámparas de aceite y quemadores de incienso), piedras preciosas y semipreciosas (especialmente granate y amazonita), conchas de cauri y alambre de cobre para usar como moneda, lingotes de cobre, caballos, productos manufacturados, ricas telas, cuentas, coral, dátiles, uvas pasas y cristalería (copas, cálices y botellas de perfume). A medida que los imperios del Sudán fueron aumentando su influencia y fueron surgiendo potencias nuevas, tales como los Reinos Hausa, se fueron introduciendo otros productos nuevos en el comercio transahariano, tales como nueces de kola (un estimulante suave), plumas de avestruz, perfumes y tabaco.

Legado

La consecuencia más importante e inmediata del comercio transahariano fue que otorgó un poder tremendo a los estados de las respectivas regiones, ya que lograron hacerse con bienes muy preciados tanto por sus propias poblaciones como por la competencia. Estos bienes se podían consumir para mejorar el prestigio de la clase gobernante o se podían vender o gravar, lo que hacía que las élites se hicieran aún más ricas que antes y, mediante el pago de ejércitos, les dejaban en una posición aún más dominante sobre las tribus subyugadas y los estados más pequeños. De manera más sutil, también había otro tipo de cargamento aparte de las mercancías que viajaba con los mercaderes que atravesaban el Sáhara. También se esparcieron las ideas, la tecnología y la religión.

Aunque es difícil calcular de manera precisa hasta qué punto llega en una dirección u otra la influencia cultural, sabemos que el islam fue introducido en la región de Sudán mediante los comerciantes del norte a partir del siglo IX d.C. Se empezó a ver mezquitas y planificación urbana islámica en las ciudades sudanesas. La adopción de balanzas exactas que usaban pesos de cristal exactos apareció en algunas culturas de Sudán, seguramente en respuesta a la necesidad de medir el polvo de oro de manera exacta. Sin embargo, parece que hay otras cosas que no se adoptaron. Por ejemplo, la importación de cerámica mediterránea no tuvo un gran efecto en la producción de las formas y los diseños de la cerámica tradicional sudanesa. Gracias a arqueología también se han descubierto hornos mejores capaces de cocer arcilla a mayores temperaturas en el norte, que sin embargo no se adoptaron en el Sudán. En la otra dirección, la técnica de rellenar cavidades con barro y escombros puede que se adoptara en el norte a partir de las prácticas del Sudán.

Estas caravanas, si bien mucho más pequeñas de lo que fueran en otro tiempo, siguen funcionando hoy en día. La sal sahariana de Taoudenni todavía se transporta mediante caravanas de camellos tuareg; las losas de 90 kilos que transportan ahora van a parar a las refinerías de Bamako, en Mali. Los vehículos todoterreno y los teléfonos por satélite puede que sean de gran valor a los viajeros modernos del desierto, pero el camello sigue siendo una de las maneras más fiables de moverse por el desierto y transportar bienes en las zonas más remotas del Sáhara.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2019, marzo 12). Las caravanas de camellos del antiguo Sáhara [The Camel Caravans of the Ancient Sahara]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1344/las-caravanas-de-camellos-del-antiguo-sahara/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Las caravanas de camellos del antiguo Sáhara." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 12, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1344/las-caravanas-de-camellos-del-antiguo-sahara/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Las caravanas de camellos del antiguo Sáhara." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 12 mar 2019. Web. 20 dic 2024.

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