Las dos invasiones japonesas de Corea entre los años 1592 y 1598, conocidas como las "Guerras Imjin", vieron a Toyotomi Hideyoshi (1537-1598) hacer realidad su tan pensado plan de invadir China a través de Corea. La ambiciosa campaña tuvo un brillante comienzo cuando fueron capturadas ciudades como Pyogyang y Seúl, pero eventualmente las operaciones combinadas de la flota coreana liderada por el almirante Yi Sus-sin, un gran ejército de la China Ming y los bien organizados rebeldes locales, llevaron a la primera invasión a un estancamiento en 1593. Después de prolongadas y fracasadas conversaciones de paz, Hideyoshi lanzó una segunda invasión en 1597, la que fue mucho menos exitosa, y cuando el señor de la guerra murió al año siguiente, las fuerzas japonesas se retiraron de la península. El conflicto, que fue una de las operaciones militares más grandes jamás llevadas a cabo en Asia Oriental antes del siglo XX, no solo tuvo devastadoras consecuencias en todos los ámbitos, sino que también agrió en forma permanente las relaciones entre Japón y Corea.
Toyotomi Hideyoshi
Toyotomi Hideyoshi fue un talentoso general que se posicionó como el líder militar más poderoso de Japón a la muerte de su superior Oda Nobunaga en 1582. Ambos contribuyeron en gran medida a unificar Japón, y el poder económico y militar que recayó en las manos de Hideyoshi resultó ser demasiado tentador. El señor de la guerra quería un imperio.
El plan de Hideyoshi era nada menos que conquistar la China Ming (1368-1644), pero para esto necesitaba primero controlar Corea o por lo menos marchar por su territorio. En realidad, el proyecto de Hideyoshi era tan ambicioso que algunos historiadores lo han tomado como evidencia de un desorden mental que también se manifestaba en otras formas, como la paranoia que lo hacía pensar que sus cercanos, incluidos su sobrino y principal heredero, conspiraban contra él. Cualquiera que fuera el estado mental del señor de la guerra, puede que no tuviera una estimación exagerada de sus dotes militares, puesto que no dirigió personalmente sus ejércitos en Corea. Algunos argumentan que Hideyoshi no estaba tan loco después de todo y que había enviado astutamente a sus generales más poderosos a esa expedición en el extranjero para evitar que le dieran problemas en casa. Fueran cuales fueran las motivaciones precisas del general, la primera campaña tenía la marca distintiva de la planificación de sus grandes campañas en Japón. La invasión puede haber sido demasiado ambiciosa, pero si alguien era capaz de realizarla, ese era Toyotomi Hideyoshi.
La primera invasión
En abril de 1592 Hideyoshi reunió una enorme fuerza de ataque de 158.000 guerreros y una flota de 9200 marineros. Como reserva tenía otros 100.000 hombres armados en el norte de Kyushu. El ejército invasor, con su cuartel general en Nagoya en Hizen, estaba comandado por tres poderosos daymio o señores feudales: Kato Kiyomasa, Konishi Yukinaga y Kuroda Nagamasa. La flota naval estaba formada con gran parte de los barcos tripulados por antiguos wako o piratas. Habiendo zarpado en mayo, el ejército arribó cerca del puerto de Pusan (Basan) en el punto más al sur de la península de Corea y tuvo un excelente inicio al capturar el fuerte a pesar de la fuerte resistencia, hasta el último hombre, de los coreanos. Más significativa aún fue la derrota de un ejército coreano al mando del general Sin Ip en la batalla de Chungju. El ejército invasor, gracias a la triple ventaja que le dieron la planificación, el profesionalismo y las armas de fuego (de las que carecía el ejército coreano), capturó Seúl el 12 de junio de 1592. Los coreanos fueron tomados completamente por sorpresa y el rey Seonjo (que reinó de 1567 a 1608) huyó al norte de su país.
La fuerza japonesa se dividió en tres partes: una, comandada por Konishi Yukinaga, se dirigió a Pyongyang y la capturó el 23 de julio, mientras otra comandada por Kato Kiyomasa, marchó a la frontera norte con Manchuria y al río Yalu. Mientras tanto, Kuroda Nagamasa llevó sus fuerzas hacia el noreste. Otras unidades se movieron para asegurar el centro y el sur de la península. La fase uno de la invasión se completó exitosamente. La fase dos consistía en atacar China y para esto se debían tomar suministros de los campesinos coreanos mediante la fuerza, además de un cobro de impuestos. Hasta aquí los invasores mostraron una gran eficiencia.
Luego los japoneses se encontraron con un obstáculo grande y obstinado: la marina coreana. Comandada por el talentoso almirante Yi Sun-sin (1545-1598) la flota tenía un pequeño número de "barcos tortuga" (kobutson), tal vez solo cinco, que tenían puentes cubiertos que los hacían difíciles de abordar o incendiar. Además, estaban armados con cañones, tenían una cabeza de dragón que arrojaba humo y púas protectoras, es posible (aunque no se tienen detalles concretos) que los puentes de esos barcos estuvieran cubiertos con placas de hierro, lo que los convertía en los primeros acorazados del mundo. Yi Su-sin intentó cortar la línea de suministros de Busan ocupado por los japoneses. No lo logró, pero ganó varios encuentros navales (Haengju, Chinju y la isla Hansan) que le permitieron cerrar a los japoneses la entrada al Mar Amarillo y les negó así la posibilidad de abastecer a los ejércitos japoneses que ocupaban el norte.
La logística llegó a ser determinante, y el abastecimiento de las fuerzas japonesas en tierra se redujo. Otro problema fue la dureza de la ocupación japonesa, la que provocó varias rebeliones de los campesinos y una campaña de resistencia que interrumpía la cadena logística del ejército y las líneas de comunicación. Sin embargo, el factor crucial que dio un giro a los eventos futuros fue la intervención de los chinos. El emperador Wanli (que reinó de 1573 a 1620) de la dinastía Ming, tal vez dándose cuenta de que esta invasión era solo el paso inicial de un planeado ataque a China, y moralmente obligado a cumplir el compromiso con el sistema tributario chino según el cual los estados vecinos enviaban su tributo a China, en julio de 1592 envió un pequeño ejército mandado por el general Li Rusong para ayudar a los coreanos. Esta fuerza fue rechazada con facilidad, pero esto no desalentó a Wanli, quien envió un segundo ejército mucho más numeroso, tal vez de unos 50.000 hombres. Al llegar a Corea algunos meses después, los chinos derrotaron al ejército de Konishi Yukinaga en Pyongyang en enero-febrero de 1593. El comandante japonés fue forzado a retirarse a Seúl. Desde allí Konishi negoció un cese de las hostilidades, pero los japoneses siguieron ocupando la mitad sur de Corea durante los siguientes cuatro años.
Armisticio y diplomacia
Después siguió una serie de negociaciones, engaños y tácticas dilatorias entre los tres poderes. En junio de 1593 los chinos enviaron un negociador a Japón para tratar directamente con Hideyoshi. El señor de la guerra japonés se mostró loco o arrogante o tal vez ambas cosas y exigió términos imposibles al emperador chino. Pidió el regreso del antiguo sistema tributario comercial, una alianza por matrimonio entre el emperador de Japón y una hija del emperador Wanli, y cuatro provincias del sur de Corea. Viendo que una conversación de ese tipo no conduciría a ningún arreglo, Konichi, todavía en Corea, realizó maniobras diplomáticas por su cuenta para persuadir a los chinos de que, a través de él, Hideyoshi podía por último aceptar un teórico estatus de vasallo del emperador chino. Konichi fue aún más lejos y falsificó una carta de Hideyoshi en la que se hacía referencia al señor de la guerra como "Rey de Japón". Los chinos se mostraron dispuestos a reconocerle ese título a Hideyoshi y enviaron embajadores a Osaka en diciembre de 1596. Al señor de la guerra no le gustaron los arreglos hechos a sus espaldas. Los enviados chinos fueron despedidos y se hicieron los preparativos para una segunda invasión de Corea.
La segunda invasión
El ejército de reserva, de 100.000 hombres, fue enviado a Corea para reforzar las fuerzas japonesas ocupantes. En agosto de 1597 Hideyoshi les asignó la tarea de anexar permanentemente al Japón las cuatro provincias del sur de Corea. Este objetivo era mucho más limitado que el de la primera invasión, pero ahora había varios factores que estaban en contra de los japoneses desde la partida. Primero, los coreanos sabían lo que se venía y estaban mucho mejor preparados. Segundo, el ejército chino todavía estaba en Corea. Tercero, la excelente flota coreana, todavía mandada por Yi Sun-sin (de vuelta después de haber sido encarcelado debido a maquinaciones de sus rivales), no se había retirado y todavía controlaba las aguas costeras.
A pesar de tales desventajas y al igual que la primera vez, la invasión comenzó bien y se emprendió el camino hacia Seúl. Pero el invierno de 1597-98 no ayudó a la campaña y Konishi tuvo que limitarse a defender su posición en Busan y una línea de fuertes costeros (wajo). Mientras tanto Yi Sun-sin ganó la decisiva batalla de Myongnyang. Además, los ocupantes japoneses fueron hostigados por el campesinado local y por bandas de guerrilleros, los ubyong o "ejércitos de justicia", que incluían monjes en sus filas. En este momento controlar Corea era un sueño lejano, y más aún moverse hacia la China Ming. Entonces fue que el destino mostró su mano. Cuando la noticia de la muerte de Hideyoshi llegó en septiembre de 1598, se acordó un armisticio entre los tres poderes y la invasión se detuvo. A pesar del supuesto alto al fuego, muchas unidades japonesas tuvieron que luchar para abrirse paso hacia la costa antes de ser embarcadas a casa. Durante el hostigamiento a la retirada japonesa, Yi Sun-sin, fue muerto por una bala perdida. Fue un final injusto para el hombre responsable en mayor medida de la salvación de Corea. El diario de guerra del almirante, Nanjung-igi ("Escritos diarios durante las dificultades") se publicó póstumamente.
Consecuencias y repercusiones
Corea
La más inmediata de las numerosas consecuencias de la guerra para los coreanos fue la muerte de al menos 125.000 personas. Los samuráis japoneses a menudo cortaban las narices y orejas de sus víctimas y las enviaban a Japón como prueba de sus triunfos. También sucedió que entre 60 y 70 mil coreanos fueron llevados como prisioneros a Japón. Corea fue devastada por la invasión y su agricultura sufrió terriblemente a causa de la política japonesa de la tierra quemada; tomó dos siglos recuperar los niveles de producción. En las ciudades también ocurrieron historias terribles de muerte, hambre y enfermedades. Seúl, en particular, vio a su población desplomarse de 100.000 a 40.000 habitantes. Además, muchos importantes sitios culturales de Corea (en especial el templo Bulguksa cerca de Gyeongiu), bibliotecas y obras de arte fueron o destruidas o desaparecidas al ser enviadas a Japón. Finalmente, los coreanos no lograron deshacerse por completo de los invasores. Permaneció en Corea, cerca de Busan, un pequeño asentamiento japonés protegido por un contingente de samuráis.
China
La dinastía Ming ya estaba decayendo bajo el emperador Wanli mucho antes de la invasión japonesa a Corea, especialmente cuando se retiró de los asuntos de la corte en 1582 tras la muerte de su talentoso secretario Zhang Juzheng. El vacío de poder fue llenado de inmediato por los eunucos de la corte, pero el alto costo de las guerras contra los mongoles y contra los japoneses hizo que la economía china cayera en picada. Dentro de 50 años, los Ming serían derribados primero por los rebeldes y luego por los manchúes, fundadores de la dinastía Qing (1644-1911)
Japón
Hideyoshi había muerto por causas naturales el 18 de septiembre de 1598 y con él se selló el destino de la campaña coreana porque su sucesor, Tokugawa Ieyasu (que reinó de 1603 a 1605) abandonó la idea de crear un imperio asiático oriental. Desde 1607 se restauraron las relaciones diplomáticas y comerciales con Corea las que durarían otros dos siglos, aunque las heridas causadas por las guerras Imjin nunca sanarían realmente.
En una línea más positiva, las guerras Imjin serían llamadas algunas veces "Guerras de la cerámica" debido a que muchos ceramistas coreanos, muy admirados por la cerámica blanca que habían producido en grandes cantidades, fueron trasladados a la fuerza a Japón durante el conflicto. Estos exiliados ejercerían entonces una influencia significativa sobre la cerámica japonesa, especialmente la cerámica Satsuma, y llevaron a la cúspide a la cerámica japonesa desde el siglo XVII en adelante. Nuevas ideas llegaron a Japón con los eruditos capturados como Kang Hang (1567-1618) que introdujo el neoconfucianismo en el país.
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