Los textos de las pirámides son los escritos religiosos más antiguos del mundo y componen la literatura funeraria principal del antiguo Egipto. Este conjunto de textos abarca los textos que se inscribieron en los sarcófagos y las paredes de las pirámides de Saqqara con las Dinastías V y VI en el Imperio Antiguo (en torno a 2613-2181 a.C.).
Los escribas y sacerdotes reservaban estos textos para el alma del rey difunto rey, y eran una serie de hechizos y encantamientos creados para liberar el alma del rey de su cuerpo y ayudarla a ascender a los cielos. Estos textos se consideran fuentes primarias sobre las vidas de los faraones para los que los que fueron escritos y han proporcionado información a los egiptólogos sobre el papel que desempeñaba el rey en la vida de la civilización egipcia, sobre los logros específicos de un gobernante e incluso detalles de la personalidad de cada uno. Las inscripciones también recogen alusiones míticas, los nombres de los dioses e instrucciones para el difunto en cuanto a la otra vida y el viaje del ka (el alma) desde el cuerpo hasta la vida eterna entre "las estrellas imperecederas" donde viviría con los dioses.
Se mencionan más de doscientos dioses y diosas en los textos de las pirámides, desde los más famosos (como Ra, Toth, Osiris e Isis) hasta deidades menos conocidas. Estas alusiones, como con todas las inscripciones, tenían el propósito de ayudar al alma del faraón en su transición de la vida terrenal a la otra vida (conocida como el Campo de Juncos), donde viviría eternamente.
El Campo de Juncos era una imagen reflejada de la vida de cada uno en la tierra, pero sin enfermedad, desilusión ni, por supuesto, muerte. La persona viviría eternamente la vida que había disfrutado en la tierra, pero antes tenía que evitar a los espíritus oscuros que podían desencaminarla y pasar el juicio de Osiris y los cuarenta y dos jueces en el Salón de la Verdad.
Claramente, los dioses estaban de parte del rey en su lucha por liberarse del hogar previo de su cuerpo y encontrar la felicidad eterna. Se los invoca como sus aliados contra las fuerzas de la oscuridad y el caos (los malos espíritus y los demonios) y como guías en el reino desconocido que venía después de la vida en la tierra.
Las declaraciones
Estas inscripciones no están relacionadas con los mitos de Egipto totalmente, sino que solo aluden a eventos de la mitología o momentos icónicos que simbolizarían conceptos tales como la armonía, la restauración, la estabilidad y el orden. Se invoca a dioses poderosos como Toth (el dios de la sabiduría y la escritura) u Horus (el que devolvía el orden) para ayudar al rey, y las alusiones a los mitos (como Las contiendas entre Horus y Set en las que el orden vence al caos) recordarían al alma la presencia de los dioses y su buena voluntad. El dios sol Ra se menciona repetidamente, asegurándole al alma la continuación de la luz, el calor y el consuelo. Los textos de las pirámides también presentan la primera referencia escrita al gran dios Osiris, el rey de los muertos, y el concepto del juicio del alma en el Salón de la Verdad y, con ella se intenta asegurar al rey que superará este juicio a salvo.
Las llamadas "declaraciones" son inscripciones pensadas para ser dichas en voz alta (de ahí su nombre) y, por cómo están escritas, lo más probable es que se cantaran. Según la experta Geraldine Pinch, "Muchas fueron compuestas en primera persona, y habrían sido muy dramáticas al decirlas o cantarlas en voz alta" (10).
En la declaración que detalla el viaje del faraón muerto hasta el cielo, por ejemplo, verbos como "voló", "se apresuró", "besó", y "saltó" están escritos de manera que se enfaticen: "¡El que hubo volado, volado! Voló de vosotros, los hombres. Ya no está en la tierra. Está en el cielo. Se apresuró hacia el cielo cual garza. Besó el cielo cual halcón. Saltó hacia el cielo cual saltamontes" (Nardo, 113). Cada declaración corresponde con un capítulo de un libro; un libro que se le leería en voz alta al alma del difunto. Sin embargo, este "libro", sin duda era una tradición oral en un principio y que con el tiempo se acabó escribiendo en las paredes de las tumbas.
Creación y uso de los textos
La creación de estas obras se atribuye a los sacerdotes del Imperio Antiguo y las pruebas intertextuales sugieren firmemente que lo hicieron para proporcionarle al alma del rey un conocimiento detallado de la otra vida y cómo llegar hasta ella sano y salvo. Algunas declaraciones, que piden la ayuda y la guía de los dioses, también reconfortan al alma y le aseguran que esta salida del cuerpo es algo natural a lo que no hay que temer.
Otras declaraciones parecen asegurar a los vivos (los que están recitando las palabras) que el alma ha llegado sana y salva: "Ascendió al cielo y encontró a Ra, que se levantó y se le acercó. Se sentó a su lado, porque Ra no dejaría que se sentara en el suelo, al saber que era más grande que Ra. Se había tomado su sitio junto a Ra (Nardo, 115). Geraldine Pinch apunta:
El propósito principal de reunir estos textos e inscribirlos en el interior de las pirámides era ayudar al cuerpo del rey difunto a escapar del horror de la putrefacción y a que su espíritu ascendiera al reino celestial donde tomaría su lugar entre los dioses. Algunos de estos textos probablemente se recitaban durante el funeral del rey o como parte de un culto mortuorio tras su muerte. Otros puede que se escribieran con la intención de que el rey muerto los dijera al entrar en la otra vida. (11)
El alma del difunto podía volar, correr, caminar o incluso remar hasta el Campo de Juncos en un barco, tal y como indica este fragmento: "Hay una rampa construida hacia el cielo para él para que pueda subir al cielo por ella. Subía por el vapor de la gran exhalación. Voló como un ave y se posó como un escarabajo en un asiento libre del barco de Ra... remaba en el cielo en su barco, ¡Oh, Ra! Y vino a la tierra en su barco, ¡Oh, Ra!
Por supuesto, el vuelo del alma solo podía ocurrir una vez que el muerto había superado el juicio de Osiris en el Salón de la Verdad y su corazón había sido pesado en la balanza de oro contra la pluma blanca de la verdad (la pluma de Ma'at, diosa de la harmonía y el equilibrio). Aunque los textos de las pirámides son los primeros que mencionan el Juicio de Osiris, este concepto se desarrollaría plenamente por escrito más tarde, en el Libro de la salida del día, más conocido como El libro de los muertos egipcio, que se basó en los textos de las pirámides.
El viaje del alma
El barco de Ra estaba estrechamente asociado con el sol y los textos indican que el alma, tras pasar el juicio, viajaba en el barco de Ra a través del oscuro inframundo pero siempre volvía a ascender hacia el cénit del cielo con la llegada de la mañana y procedía hasta el Campo de Juncos, donde se podría disfrutar de la vida eterna en una tierra muy parecida a la que el espíritu había conocido en la tierra, para siempre en la presencia benevolente de los grandes dioses y diosas, como Osiris, Ra, Isis y Ma'at.
Este barco, conocido como el Barco del Millón de Almas, era la gabarra del sol que los muertos ajusticiados ayudarían a defender junto a RA de la serpiente Apep (también conocida como Apofis), que trataba de destruirlo cada noche. Esta es una sola versión de la visión de la otra vida presentada en los textos, mientras que en otra se presenta la versión más conocida del juicio del Salón de la Verdad seguido de un viaje a través del agua guiado por el remero Hraf-haf ("El que mira tras de sí") que llevaba a los ajusticiados al Campo de Juncos.
Los egipcios creían que su anterior viaje terrenal no era sino una parte de la vida eterna vivida en presencia de los dioses. Los dioses llenaban sus vidas cotidianas de sentido y con la promesa de que la muerte no era el final. Todo Egipto estaba vivo con la presencia de estos dioses y la gente estimaba tanto la tierra que no les gustaba demasiado viajar o llevar a cabo campañas militares que los llevaran más allá de sus fronteras por su creencia de que, si un alma moría fuera de Egipto, a esta le costaría más llegar al Campo de Juncos, o a lo mejor nunca llegaba.
Sin embargo, incluso para aquellos que habían muerto dentro de las fronteras del país, se reconocía que la transición a la otra vida sería un cambio aterrador en comparación con aquello a lo que uno estaba acostumbrado. Los textos de las pirámides servían para asegurarle a la gente que, al final, todo estaría bien porque los dioses estaban allí en la muerte tal y como habían estado ahí en vida, y que guiarían al alma de forma segura hasta su hogar eterno.