¿Era Cleopatra bonita?

Artículo

Branko van Oppen
por , traducido por Carlos A Sequera B
publicado 18 febrero 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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La idea de que Cleopatra VII (69-30 a.C.), la famosa última reina del antiguo Egipto, debiese su poderosa posición a su belleza persiste. «La nariz de Cleopatra: si hubiese sido más corta, toda la faz de la tierra habría cambiado,» elucubraba el filósofo francés Blaise Pascal (623-1.662 d.C., Pensées, 162). Mientras que para Pascal este pensamiento ilustraba cómo algo tan pequeño puede cambiar el curso de la historia, la afirmación también se basa en la creencia de que Cleopatra debía su poderosa posición en aquel importante momento de la historia únicamente a su físico. Esta idea impregna la percepción moderna: en la academia seria, en los cómics de Astérix y en el cine de Hollywood. Los historiadores no suelen abordar cuestiones de apariencia física, salvo para pintar un retrato de un sujeto biográfico, pero no para responder preguntas sobre la importancia histórica del poder político de una persona. Por lo tanto, ¿era Cleopatra realmente atractiva y qué importancia tiene cómo se veía?

Cleopatra in Ancient Portraiture
Cleopatra en un retrato antiguo
Branko van Oppen (CC BY-NC-SA)

Regina Meretrix: Cleopatra en la literatura romana

Cleopatra, para Plinio el Viejo (23-79 d.C.), no era más que una «reina ramera» (regina meretrix) (Historia Natural 9.58.1), lo que implicaba que debía su posición de riqueza y poder a prostituirse ante Marco Antonio (83-30 a.C.) con su físico disoluto. Dion Casio, quien escribió en el siglo III d.C., se hizo eco de ideas similares al afirmar que cuando Julio César (100-44 a.C.) conoció a Cleopatra por primera vez, «ella era una mujer de una belleza incomparable y, para la época [48 a.C.], cuando ella estaba en la flor de su juventud, era de lo más despampanante» (42.34.4); y cuando ella le ofreció a Marco Antonio su funeral real en Alejandría, «incluso en los atuendos de luto era maravillosamente deslumbrante» (51.12.1).

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LA PROPAGANDA DE OCTAVIANO CONSCIENTEMENTE RECHAZABA RECONOCER A CLEOPATRA COMO LA SOBERANA MÁS RICA Y PODEROSA DEL MEDITERRÁNEO HELENÍSTICO.

Lo que se lee aquí en la literatura romana son las reverberaciones de la campaña de difamación contra Antonio y Cleopatra, en antesala al conflicto final, conducida por Octaviano (63 a.C. – 14 d.C.), más tarde emperador Augusto (que reinó de 27 a.C. – 14 d.C.). A Octaviano le interesaba presentar la guerra civil contra su colega, Antonio, un respetado estadista romano, más bien como un conflicto externo con la reina egipcia. Representar a Cleopatra como una belleza que había seducido sexualmente a Antonio y como una hechicera que lo había encantado con un conjuro mágico no sólo pretendía humillar a Antonio o denigrar a Cleopatra, ni simplemente colocarla en el papel de la extranjera amenazadora. La propaganda de Octaviano se negaba conscientemente a reconocerla como la soberana más rica y poderosa del Mediterráneo helenístico.

El filósofo moralista griego Plutarco (en torno a 50-120 d.C.), por su parte, ofrece una imagen más matizada. Él explica que «aquellos quienes habían visto a Cleopatra sabían que no era superior, ni en belleza ni en juventud, a Octavia», la hermana de Octaviano y reticente esposa de Antonio (Ant. 57.3); «pues su propia belleza no era, como cuentan, en sí misma del todo incomparable o tal como para impactar a aquellos que la veían» (ibidem. 27.2). Esto no quiere decir que Cleopatra no fuera atractiva, pero sus relaciones con Julio César o Marco Antonio no se debían a su belleza juvenil. De hecho, Plutarco continúa afirmando que su carisma residía en su presencia irresistible, su carácter persuasivo y su discurso estimulante porque era muy culta y hablaba muchas lenguas extranjeras.

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Cleopatra's Nose
La nariz de Cleopatra
René Goscinny and Albert Uderzo (Copyright, fair use)

Aún cuando los historiadores modernos, incluidos Grace Macurdy (1932 d.C.), Michel Grant (1972 d.C.) y Stanley Burstein (2004 d.C.), reconocen que Cleopatra no era excepcionalmente atractiva (ya sea por los estándares modernos o antiguos), tienden a insistir en que la admiraban por su belleza y seducía a los hombres con su apariencia física. Aun así, como enfatiza correctamente Guy Weill Goudchaux (2001 d.C.), decir que la belleza de Cleopatra «no era del todo incomparable» no implica que ella fuese poco atractiva, y mucho menos fea. No obstante, ha sido principalmente debido a la insistencia de Sarah Pomeroy (1976 y 1984 d.C.) que los estudiosos han llegado a aceptar que Cleopatra forjó su poderosa posición con sus capacidades intelectuales, su talento estratégico y su formidable riqueza.

Regina Regum: el retrato helenístico de Cleopatra

Cuando se trata de determinar como pudo haber lucido realmente Cleopatra, se enfrenta a una carencia de concordancia en los retratos antiguos. No se conservan bustos o estatuas de tamaño natural que puedan identificarse de forma incontrovertible como su retrato. Sólo las monedas conservadas de las acuñadas por Cleopatra o en el nombre de la reina dan alguna idea de cómo deseaba que la representasen. Sin embargo, ninguna de las acuñadas en Alejandría es de oro o plata de alto valor.

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Marco Antonio, después de su conquista de Armenia (34 a.C.), hizo acuñar denarios de plata con su propio retrato y el de Cleopatra por cada cara. Su cabeza muscular, hercúlea, difícilmente puede describirse como realista. La de ella en un sentido refleja la de él, aunque menos musculosa, pero de manera similar ficticia. Sus características incluyen una nariz aguileña y un mentón puntiagudo. Ella porta una tiara real (diadēma) en su cabello ondulado (el cual está atado en un moño), un zarcillo globular en la oreja, una gargantilla de perlas y un vestido drapeado. Delante de su busto está una cornucopia – el cuerno de la abundancia que simboliza la riqueza del reino ptolemaico. Alrededor de su cabeza, la leyenda reza «Cleopatrae reginae regum filiurum regum (de Cleopatra, reina de reyes e hijos de reyes)» – una expresión asertiva de su posición de poder derivada de su ascendencia lágida, como también de sus relaciones sucesivas con Julio César y Marco Antonio.

Cleopatra's Nose, Blaise Pascal
La nariz de Cleopatra, Blaise Pascal
Branko van Oppen (CC BY-NC-SA)

Un hemióbolo de plata, acuñado poco antes de la batalla de Accio (31 a.C.), muestra un retrato coronado más delicado, con una nariz más redondeada, aunque todavía prominente y rasgos, de otra manera, bastante genéricos. Un retrato más naturalista de Cleopatra se consigue en sus monedas de bronce mejor preservadas (acuñadas en Alejandría y Nea-Paphos, Chipre). Aquí el retrato presenta a Cleopatra con un rostro ovalado, mejilla plana con pómulo marcado y frente plana, una ceja curvada que cae recta sobre el puente de la nariz, ojo ancho y puntiagudo en forma de almendra con el párpado superior fuertemente hendido pasando por encima del delgado párpado inferior en el ángulo externo del ojo, una prominente nariz con una gran fosa nasal acampanada, un plano nasal-labial pequeño, labios bastante carnosos con la comisura hacia abajo, una barbilla redonda, pequeña y saliente, y un cuello suave- su cabello en un peinado de melón, atado por una ancha tiara (diadēma) y recogido en un moño redondo.

El único retrato escultórico que puede compararse favorablemente con la representación de Cleopatra sobre sus monedas es una cabeza de mármol encontrada en la Vía Apia en 1.784 d.C. y desde entonces en exhibición en los Museos Vaticanos. A pesar de la nariz faltante, difícilmente puede describirse como no atractiva. Sin embargo, depende del observador que se la considerase «hermosa» o no (signifique lo que signifique en este contexto).

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Silver Tetradrachm Portraying Antony and Cleopatra
Tetradracma de plata que representa a Antonio y Cleopatra
Sailko (CC BY)

Otro retrato escultórico que se le suele atribuir a Cleopatra es una cabeza en mármol que pudo haber sido encontrada en la Vía Apia (en torno a 1786-97 d.C.) y que ahora está en el Museo Antiken de los museos estatales de Berlín. Según Flemming Johansen (2003 d.C.) este retrato «sugiere gran belleza física», lo cual en su opinión «contrasta marcadamente con los retratos en monedas poco favorecedores.» El mismo autor, sin embargo, considera que la cabeza de Berlín «ni es Cleopatra, ni es antigua.» Johansen, no obstante, tiene pocos seguidores quienes, como él, creen que el retrato escultórico o efigie es una falsificación moderna.

La imagen de Cleopatra también aparece sobre monedas de Patras, un puerto donde Antonio pasó el invierno antes de la batalla de Accio (32/1 a.C.). La moneda muestra el busto de Cleopatra en el anverso, con la corona de Isis en el reverso. Su presencia numismática es un testimonio del papel primordial de Cleopatra en este periodo.

Basilissa Kleopatra: Cleopatra en la historia antigua

Pocos nombres antiguos son tan famosos como el de Cleopatra – e incluso pocas mujeres pueden competir con su fama en la historia antigua: quizás Nefertiti, la esposa de Akenatón, y Olimpia, la madre de Alejandro Magno, se le pueden acercar. No obstante, Cleopatra VII era la última en una larga lista de poderosas reinas, desde Arsínoe II y Berenice II Euergetis hasta las Cleopatras de la segunda mitad del período helenístico. Ella había nacido en un momento trascendental de la historia, cuando el poder romano se expandía por el Mediterráneo oriental. Su padre, Ptolomeo XII, tuvo que depender de la ayuda de Pompeyo el grande para recuperar su trono (en el año 55 a.C., tras una ausencia de casi tres años). Entre las fuerzas romanas que reinstalaron al rey ptolemaico estaba un joven comandante de caballería llamado Marco Antonio.

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Cleopatra's Portraiture
Retrato de Cleopatra
Branko van Oppen (CC BY-NC-SA)

Después de la muerte de su padre (51 a.C.), Cleopatra ascendió al trono e inmediatamente se enfrentó a su hermano mayor Ptolomeo XIII (61-47 a.C.) en un conflicto sucesorio que derivó en una guerra civil. Mientras ella marchaba desde Palestina contra el ejército real de la dinastía ptolemaica para retomar el poder, la guerra civil romana (49-48 a.C.) entre Pompeyo y Julio César, literalmente, desembarcó en la costa egipcia. Pompeyo fue asesinado rápidamente por órdenes de los consejeros del rey. César llegó repentinamente a Alejandría para vengar el asesinato de Pompeyo. Reinstauró a Cleopatra e inmediatamente se vio asediado en los aposentos del palacio en un prolongado enfrentamiento militar conocido como la guerra alejandrina (48-47 a.C.). Al final, Ptolomeo XIV (59—44 a.C.) fue entronizado junto con Cleopatra, quien entonces estaba embarazada del hijo de César, su único hijo, conocido como Cesarión, pero oficialmente designado como Ptolomeo César (47-30 a.C.).

CLEOPATRA FUE UNA DE LaS GOBERNANTES MÁS ASERTIVaS DE LA ANTIGÜEDAD Y SU APARIENCIA FÍSICA POCO TUVO QUE VER CON SU RELEVANCIA HISTÓRICA.

Después del asesinato de César en los idus de marzo en Roma (44 a.C.), cuando ella, de hecho, se encontraba cerca de la ciudad, Cleopatra regresó a Alejandría, hizo matar a su hermano e invistió a Cesarión como cogobernante a su lado. En el conflicto resultante entre Antonio y Octaviano (sobrino nieto de César y futuro emperador Augusto), Cleopatra se alió con Antonio. De su relación surgieron tres niños, llamados Alejandro, Cleopatra y Ptolomeo. En Roma no se reconocían los matrimonios con mujeres extranjeras; en Alejandría Antonio nunca fue proclamado rey, pero en el 34 a.C. a todos los niños de Cleopatra se les asignaron ceremonialmente reinos fuera de Egipto. De esta manera Cleopatra fue capaz de expandir el Imperio ptolemaico mucho más allá de la máxima esfera de influencia que sus predecesores habían sido capaces de conseguir. Egipto siempre había sido uno de los territorios más ricos en el mundo antiguo; ahora éste se había convertido en el imperio más poderoso, sólo rivalizado por la cada vez más agresiva República romana.

Con la guerra civil en ciernes, Antonio y Cleopatra reunieron sus fuerzas y avanzaron desde Alejandría, a través del Levante y Asia Menor, hacia Grecia. En Patras de Acaya acuñaron monedas de plata con el retrato de ella con diadema proclamando su soberanía con la leyenda «Basilissa Kleopatra» (Reina Cleopatra en nominativo, en vez del usual genitivo). En la batalla de Accio (31 a.C.), el genio estratégico del comandante naval de Octaviano, Marco Agripa, se adjudicó la victoria. Antonio y Cleopatra, aunque derrotados, se reagruparon en Alejandría, pero fueron incapaces de evitar su perdición a medida que se aproximaban las fuerzas de Octaviano. Antonio cometió suicidio y Cleopatra, después de ofrecerle un funeral real, hizo lo mismo (30 a.C.). Con ella, la era helenística llegó a su fin.

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Elizabeth Taylor as Cleopatra VII
Elizabeth Taylor como Cleopatra VII
20th Century Fox (Copyright, fair use)

La cuestión importante no es si Cleopatra era bella o no. Más bien, es importante entender el significado de su papel en la historia, en este momento coyuntural entre la era helenística y la del Imperio romano. Los historiadores, permitiéndose enzarzarse en una especulación hipotética, se han preguntado que habría pasado si Antonio y Cleopatra hubiesen ganado la batalla de Accio, derrotado al ejército romano y a su fuerza naval, y eliminado a su oponente Octaviano. Quizás la creciente enemistad entre Este y Oeste se habría disipado a medida que el Mediterráneo se podía gobernar desde Alejandría en vez de Roma. Imaginemos por un momento la historia de Occidente sin su legado romano… Cleopatra fue una de las pocas mujeres en la historia mundial en gobernar por derecho propio (aunque siempre con un gobernante masculino nominal a su lado en el trono). Ella era reina en uno de los países más ricos del mundo antiguo y, como tal, la mujer más poderosa de su época. Le ofreció su lealtad a dos de los estadistas romanos más poderosos, quienes necesitaban desesperadamente su apoyo financiero y militar en sus propias guerras civiles. Cleopatra fue, en otras palabras, una de las gobernantes más asertivas de la Antigüedad, y su apariencia física poco tuvo que ver con su relevancia histórica.

Una versión de este artículo se publicó originalmente en AncientWorldMagazine.com [en inglés]

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Sobre el traductor

Carlos A Sequera B
Carlos es ingeniero metalúrgico de Barquisimeto, Venezuela. Desde la infancia se sintió muy atraído por la geografía y la historia antigua. Leer sobre estos temas se convirtió en una afición y fortaleció sus conocimientos sobre historia.

Sobre el autor

Branko van Oppen
Branko van Oppen es un comisario o curador de exposiciones y un investigador independiente especializado en las reinas ptolemaicas así como en la ideología y el arte helenístico.

Cita este trabajo

Estilo APA

Oppen, B. v. (2020, febrero 18). ¿Era Cleopatra bonita? [Was Cleopatra Beautiful?]. (C. A. S. B, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1491/era-cleopatra-bonita/

Estilo Chicago

Oppen, Branko van. "¿Era Cleopatra bonita?." Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 18, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1491/era-cleopatra-bonita/.

Estilo MLA

Oppen, Branko van. "¿Era Cleopatra bonita?." Traducido por Carlos A Sequera B. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 feb 2020, https://www.worldhistory.org/article/1491/was-cleopatra-beautiful/. Web. 30 jun 2025.

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